Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Tener citas en la ciudad de Nueva York es notoriamente difícil. No es fácil para nadie, pero es especialmente complicado si eres una mujer que quiere salir con hombres, a quienes las mujeres solteras han superado en número en las últimas dos décadas. La prevalencia de las aplicaciones de citas ha fomentado las relaciones basadas en la apariencia, en el acto de revisar una galería con un sinfín de opciones, priorizando la estética sin pensar mucho en si realmente eres compatible con alguien más allá de lo físico.
Como si la escena de las citas no fuera lo suficientemente difícil, el 2020 agregó otra capa a estos románticos Juegos del Hambre: una pandemia global con la ciudad de Nueva York como epicentro, que nos ha obligado a estar encerrados en nuestros apartamentos pequeños y caros y que ha provocado 21.941 muertes dentro de los cinco distritos hasta el momento de escribir esto.
He vivido en la ciudad de Nueva York durante seis años y medio, no lo suficiente como para identificarme como "neoyorquina", pero sí como para llamarla mi hogar. Durante ese tiempo, he tenido dos relaciones serias, la última terminó el otoño pasado, lo que significa que a mediados de febrero ya me sentía lista para volver a salir con alguien, en ese momento no sabía que solo tenía aproximadamente tres semanas para intercambiar algunos mensajes y tomar un trago o dos antes de que el COVID-19 hiciera imposible salir con alguien. El departamento de salud publicó unas pautas para tener sexo seguro, pero están orientadas en gran medida a las personas que ya tienen una pareja estable o alguien en su círculo inmediato con el que pueden tener sexo, pero no ofrece orientación sobre cómo abordar estas conversaciones en torno a la intimidad si eres soltero.
Entre la falta de instrucciones oficiales y hombres que no tenían idea de cómo lidiar con la cuarentena, no entendían la gravedad de la pandemia o querían mudarse conmigo antes de que nos hubiéramos conocido, me harté. Me resigné a la realidad de quedarme en casa e hice un paréntesis indefinido al tema de las citas; decidí que era hora de eliminar mi perfil. Pero antes de hacerlo, un chico con el que había hecho match a finales de febrero y con el que me había estado mensajeando por Instagram un poco antes de que una semana intensa de trabajo me obligara a dejarlo, me escribió otra vez.
"Espero que con el tiempo, ya no sea irresponsable tener citas con extraños, y cuando llegue ese día me encantaría conocerte", escribió. Fue el único mensaje que recibí que venía de una persona que entendía la gravedad de la situación y el período prolongado de incertidumbre en el que estábamos a punto de entrar cuando el número de infectados empezara a aumentar exponencialmente.
"Creo que voy a borrar esto porque ahorita es inútil, pero te dejo mi número para cuando termine la pandemia", respondí el 18 de marzo. "O por si te aburres mucho durante el encierro, o por si las cosas se ponen tan feas que lo único que nos quede sea tener citas por FaceTime. Cómo sea, ¡cuídate!".
Tengo un crush con alguien, send help
Adelantémosle un poco. Este chavo –llamémosle Paul para proteger su privacidad– sí me mandó mensaje. Estuvimos mensajeando durante un mes y tuvimos una primera cita sorprendentemente buena vía FaceTime a mediados de abril. Al día siguiente lo despidieron de su trabajo. Continuamos hablando, y en lugar de enojarse o dejar de contestarme inmediatamente después de que yo le dejara de hablar sin querer durante varios días, él se mostraba tranquilo al respecto, a menudo encontrando la manera de convertir mi silencio en una respuesta coqueta que mantenía viva la conversación.
Cuando el número de infectados y muertes comenzó a disminuir, me di cuenta de que yo, alguien a quien generalmente no le gusta mandar mensajes, había estado mensajeando con alguien que no conocía por casi cuatro meses. Y esperaba con ansias que su nombre apareciera en mi celular: había guardado su contacto, lo que generalmente no hago con los matches de Hinge. En ese momento, ya me había reunido con una o dos amigas cercanas bajo las debidas precauciones y había vivido para contarlo. Entonces, el 28 de mayo, lo invité a salir: pediríamos unos cócteles para llevar de un bar en el muelle Williamsburg y daríamos un paseo por el Domino Park, con máscaras y todo. Él acepto.
Cuando finalmente llegó el día, las condiciones eran menos que ideales: estábamos a 29 grados, sudando por el cubrebocas y Bill De Blasio había establecido toque de queda a las 8 pm por el asesinato de George Floyd, porque sus prioridades están alejadas de la realidad política y debe renunciar. A pesar de todo, la pasé muy bien. Todos los puntos para saber si me gustaría volver a salir con él, tenían una palomita marcada con Sharpie.
Y el sentimiento parecía ser mutuo. En un punto, reconocimos que habíamos llegado a la parte donde nos besaríamos. Por cierto, esto va muy bien. Si no estuviéramos viviendo lo que parece una película de terror, te besaría ahora sin dudarlo. Nos conformamos con desinfectarnos las manos con nuestro respectivo gel antibacterial, chocar los cinco y desinfectar nuestras manos otra vez. También hubo un momento en que, bajo nuestras respectivas sombrillas bajo la lluvia torrencial, rompí la regla de los dos metros de distancia para aplastar una araña que tenía en su camisa con el envase de mi bebida, lo más cerca que había llegado de tener intimidad física con un hombre en meses.
Así que la cita estuvo perfecta. Lo que significaba que tenía muchas más cosas en que pensar.
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Desde las pautas del departamento de salud de Nueva York hasta el New York Times, hay orientación sobre lo que es posible (y no) cuando se trata de intimidad física durante la pandemia. Pero en ningún lado nos dicen cómo abordar estas conversaciones sobre la intimidad en primer lugar.
Entonces, decidí averiguarlo por mi cuenta.
"Esta es una situación nueva, pero las personas han estado teniendo conversaciones sobre las ITS y el VIH durante mucho tiempo. Es solo que ahora se ve un poco diferente porque estamos agregando un nuevo virus, y la conversación tiene que ocurrir antes", Julia Marcus, epidemióloga de enfermedades infecciosas y profesora asistente en el departamento de medicina de la Facultad de Medicina de Harvard, le dijo a VICE. "La conversación sobre 'sexo seguro' tiene que suceder antes de que tengas ese beso inocente en la primera cita: ahora besarse es de alto riesgo, e incluso sentarse cerca de alguien tiene un riesgo". Según las pautas del departamento de salud, tener relaciones sexuales ahora es más seguro que besarse.
"Creo que tal vez sea más importante hablar sobre lo que alguien ha estado haciendo durante las últimas dos semanas", continuó Marcus. El período de dos semanas es cuando tienes más riesgo de contagiarte después de estar expuesto al virus, así que evaluarlo es crucial. "En general, ¿cuáles son sus prácticas de distanciamiento social? ¿Cómo han estado abordando la pandemia? ¿Con quién más viven, a quién están expuestos?
Zoë McLaren, profesora asociada e investigadora de políticas de salud en la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Maryland, dijo que ambas partes deben ser sinceras sobre sus respectivos hábitos de citas, especialmente durante las últimas dos semanas. "Si la otra persona ha tenido múltiples parejas, ¿cuántas parejas han tenido sus parejas? Estamos buscando el riesgo de las cadenas de transmisión: si tu pareja ha estado participando en actividades donde podría haberse contagiado de COVID, será más riesgoso para ti. La tasa de prevalencia local también es importante: ¿En qué parte de la curva está tu ciudad o estado? Porque eso influye en la probabilidad de que cualquier persona se haya contagiado de COVID".
Tanto Marcus como McLaren señalaron que esta no será la única discusión necesaria: las líneas de comunicación deben permanecer abiertas para que ambas partes puedan discutir de manera transparente el riesgo en curso. ¿Toman el transporte público todos los días? ¿Trabajan en una sala de emergencias? ¿Usan máscara cuando van de compras? ¿Se pusieron máscara cuando vieron a sus amigos recientemente? Y, viceversa, ¿qué riesgos representas tú para ellos? En última instancia, es una cuestión multifacética de compatibilidad.
McLaren advirtió que hay que tener en cuenta la confianza. "Parte de conocer gente nueva es que no sabes si puedes confiar en ellos o no. Salir con alguien nuevo es complicado porque todos tienen un incentivo para presentarse como menos riesgosos y más confiables de lo que tal vez son", explicó. "Existen incentivos para manipular la verdad y eso agrega otra capa de riesgo. Estás evaluando lo que te están diciendo, pero también tienes que pensar, '¿confío en que esta persona me está diciendo la verdad y nada más que la verdad, o no?'
Todo esto se convierte en una pregunta más amplia sobre la monogamia y la exclusividad física. "Si todos acordáramos hacer esto con una persona a la vez, el nivel de riesgo de la comunidad sería mucho menor que si las personas estuvieran explorando múltiples parejas a la vez, y yendo y viniendo", explicó Marcus, señalando que algunos países, como los Países Bajos, en realidad lo han aconsejado. "Ese es un concepto fundamental de la epidemiología en enfermedades infecciosas, y hablamos de ello en el mundo del VIH como concurrencia. Si tienes parejas concurrentes con las que vas y vienes, el riesgo de transmisión es mucho mayor".
En principio, esto tiene mucho sentido. Pero en la práctica, cuando se considera la cultura moderna de las citas, parece más fácil decirlo que hacerlo. Las personas solteras generalmente actúan sobre la base de que la persona que les interesa también está viendo a otras personas.
Hasta que hayan establecido que quieren ser exclusivos, ambas partes son libres de hacer lo que quieran y con quien quieran. En el mundo pre COVID, tratar de establecer la exclusividad física y hablar sobre las otras parejas que tienes antes de siquiera besarse me parecería una señal de alerta. Ciertamente no es algo con lo que me sentiría cómoda.
Pero ya no estamos en el mundo pre-COVID. Si eres soltero y eliges ignorar la situación en la que nos encontramos colectivamente y optas por actuar como si todavía viviéramos en 2019, estás poniendo en peligro tu salud y la de todos los que te rodean. Estamos en medio de una pandemia sin vacuna, ni inmunidad colectiva. La realidad es que navegar por las aguas de la intimidad más básica ahora implica desmantelar todo lo que creías saber sobre las citas y abrocharte el cinturón para empezar a tener conversaciones incómodas, incluidas las que suceden en la cama.
Hablar sobre la exclusividad también implica hablar sobre la reducción del riesgo durante el sexo. McLaren nos habló sobre la perspectiva de la logística. "La mayoría de los tipos de intimidad física conllevan un riesgo elevado de transmisión porque estás cerca de otra persona y respiras mucho aire. La intimidad física muchas veces ocurre en interiores donde no hay mucha ventilación, por lo que el riesgo de transmisión es alto. Asegúrate de que tu entorno sea menos propenso a la propagación; que las ventanas estén abiertas para garantizar la ventilación del aire y que usen máscaras hasta donde sea posible. Además, traten de hacer posiciones que no impliquen tener que respirarse cara a cara".
También vale la pena poner atención en la frecuencia de tus citas. "Mientras más tiempo pases con alguien, es más probable que te contagie si él o ella contrae el virus. Tal vez quieras considerar combinar las formas de convivio, verse en persona y verse virtualmente, o hablar por teléfono. La idea es que, sí, ya están teniendo relaciones íntimas, pero reduciendo el riesgo general de transmitir la enfermedad.
En una situación en la que no ibas a llegar a más –solo salir a caminar o cenar juntos– podrías considerar hacerlo por teléfono". También agregó que comer y beber, incluso guardando la sana distancia, implican más riesgos de lo que uno podría pensar. "Hacen que una cita sea más riesgosa porque muchas veces te quitas la máscara. Puedes toser más.
Normalmente, precopear antes de salir es mala idea, pero podría ser que se tomen una copa en tu apartamento y luego salir a caminar juntos a un lugar donde ya no beban. Parece extraño, pero es algo adicional que puedes hacer para usar la máscara todo el tiempo que estén juntos. Se trata de pensar en todas las opciones que podrían disminuir el riesgo de contagio".
Además, si tú o tu pareja desarrollan síntomas o se enteran de que estuvieron expuestos al virus, ya sea en el trabajo, en el hogar o por medio de otra persona que conocen, debes comunicárselo y dejar de verse dos semanas. En caso de duda, es mejor ser precavido.
"Ser transparente es muy importante, pero también es difícil tener este tipo de conversaciones", dijo McLaren. "El hecho de tener algún tipo de exposición que te pone en riesgo podría utilizarse como etiqueta para estigmatizar. En el mundo normal, si alguien te dijera que no puede verte por dos semanas sin dar una razón sería una señal de alarma. Pero en el mundo COVID, no deberías tener que dar explicaciones, solo estás pausando el [aspecto] físico durante dos semanas. No tendrías por qué enseñar un comprobante médico o demostrar exactamente de dónde proviene el riesgo, y algunos podrían aprovecharse de eso [como enfriar la relación, o incluso dejar de hablarle a alguien de la nada] –pero es más probable que las personas sean sinceras y digan 'oye, podría estar en riesgo' si se les da la oportunidad".
Del mismo modo, en caso de que quieras dejar ver a alguien para empezar a ver a otras personas, debe hacer cuarentena durante dos semanas antes de comenzar el proceso con otra persona.
Tanto McLaren como Marcus enfatizaron que es crucial establecer los términos y expectativas en torno a la intimidad física desde el principio. Ambos reiteraron el punto de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades no han dicho nada sobre el sexo y las citas por razones políticas, lo que dificulta la normalización de estas conversaciones.
"Necesitamos reconocer que las personas se involucrarán en este tipo de actividades. Hablar de esto puede ayudar a salvar vidas y cuidar la salud de las personas", dijo McLaren. "Sí, es incómodo. Pero si no tienes estas conversaciones, podrías estar asumiendo un riesgo mucho mayor de lo que crees, y luego podría arrepentirte de las acciones que tomaste. Se trata de informase tanto como sea posible para poder poner todo en perspectiva".
Por lo tanto, aprendí que lo único que tenía que hacer era preguntarle a Paul si había besado a alguien o incluso visto a alguien fuera de su círculo inmediato, determinar si le creía o no, y luego comprometerme a no besar a nadie más mientras él y yo estuviéramos haciendo cosas, o si lo hacía, tendría que decirle que no podía verlo al menos por dos semanas. Y hacer esto antes de ni siquiera habernos tocado.
Todo esto me pareció un poco desalentador, pero pensaba en que el objetivo final sería mucho más divertido que el momento incómodo que necesitaba tener para llegar allí. Ojalá.
Pero, ¿qué pasó con Paul?
Nos vimos otra vez dos semanas y media después de nuestra primera cita. Durante ese tiempo, ambos dimos negativos a COVID-19. Ese espacio también me permitió digerir mis conversaciones con Marcus y McLaren, y elaborar un plan para aplicar su guía en la vida real.
La ciudad de Nueva York entró en la Fase 2 de reapertura el 22 de junio. Paul y yo originalmente planeamos pedir cocteles para llevar de un bar que nos quedaba cerca a los dos y luego ver el atardecer por la costa, pero mejor decidimos hacer una reservación en un restaurante con mesas en la calle. Después de haber estado en cuarentena durante 105 días, la experiencia de sentarse frente a alguien más, beber de un vaso del restaurante en lugar de un vaso desechable, fue surrealista. No comí nada porque no me sentía cómoda con el riesgo asociado con el consumo de alimentos en un espacio público, a pesar de que nuestro mesero tenía una máscara y los otros clientes estaban a dos metros de distancia.
Cuando volvimos a la casa de Paul, primero me di cuenta de que sus ventanas: una en cada habitación, estaban cerradas porque el aire acondicionado estaba encendido. Su departamento estaba extremadamente limpio, lo cual me tranquilizó.
El hecho de que tuviera las bases para iniciar la conversación sobre cómo íbamos a besarnos no significa que fuera menos incómodo. A medida que los dos tragos que había consumido se asentaron en mi estómago vacío, también lo hizo la tensión sexual en la habitación. Preparándome, decidí arrancar la curita de golpe.
Comencé con el tema de la concurrencia y cómo aumenta el riesgo de transmisión. Paul y yo ya habíamos discutido lo que habíamos estado haciendo durante las últimas dos semanas en el transcurso de la noche, pero hasta ese momento no le había preguntado directamente si había tenido otras citas o si había besado a alguien más.
Dijo que no. Su perfil seguía activo en algunas aplicaciones de citas, aunque dijo que había disminuido su uso en el transcurso de la cuarentena, no tenía sentido mantenerse al día cuando la posibilidad de conocer gente de manera segura era escasa.
Le dije que si íbamos a hacer esto de forma segura, teníamos que establecer la exclusividad física. "No quiero llamarlo 'monogamia' porque esa palabra me estresa", le dije. "Y no quiero que ninguno se sienta atrapado. Pero una cosa es que veamos amigos que conocemos y que confiamos en que se toman esto en serio, y otra es ver a una persona extraña que está totalmente fuera de tu círculo. Eso me pone en riesgo no solo a mí sino a mis compañeros de cuarto, cualquiera con quien tengamos contacto, incluso si solo salen por un trago para llevar y no tienen contactp físico".
Insistí en que esto no era un intento de atraparlo en una relación y convertirlo en mi novio, hasta que puso los ojos en blanco y me dijo que dejara de preocuparme por eso.
Después de hablar sobre algunos detalles sobre nuestro respectivo historial de citas, (¿por qué no hablar sobre los exes antes de acostarte con alguien? Es 2020 y al fin y al cabo vivimos en el infierno), acordamos los siguientes términos: vernos exclusivamente; hacernos la prueba de COVID con mayor frecuencia; poner todo en pausa si uno de nosotros se vuelve sintomático o se entera de una posible exposición dentro de nuestros círculos; ser sincero acerca de querer ver a otras personas, ser directos y transparentes; e ir viendo cómo se dan las cosas.
Paul estuvo de acuerdo, pero la conversación hizo que los dos empezáramos a pensar demasiado. "Es mucho", dijo.
"Entiendo. Cuando parezca demasiado", dije, envalentonada ahora que el vodka en mi sistema se había convertido en algo parecido a las mariposas,"trata de pensarlo así: me gustas y solo quiero conocerte mejor. Y me gustaría conocerte mejor mientras tenemos sexo y te trepo como un árbol. ¿OKAY?".
No voy a entrar en lo que sucedió después porque simplemente no es asunto tuyo. Pero diré esto: fue mucho más divertido que matar arañas.
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