Era 1994 cuando Pol Martínez Peredo y su pareja de ese momento, Magalli Piña, recibieron una invitación para conducir una sección de Media noche en Babilonia, el primer programa de radio gay en Ciudad de México. En "De mujer a mujer pregúntale a Pantaleona Libais", Pol y Magalli atendían llamadas de sus oyentes y conversaban con ellas sobre sus experiencias dentro y fuera del clóset.
Pol y Magali, que se definían en la época como lesbianas, convirtieron el micrófono en una herramienta perfecta para abrir el diálogo. Pero con el correr de los meses querían más: pensaban que el intercambio con su audiencia podía ser más cercano, cara a cara. En 1995, un año después de estar al aire, abrieron entonces en su casa un espacio de conversación seguro para mujeres lesbianas y bisexuales al que luego llamarían Musas de Metal.
Como el programa era los domingos después de las doce de la noche, Pol se preguntaba quién las estaría escuchando y quién se animaría a participar. Cuenta que “convocaba desde la radio e invitaba a las oyentes sin ningún tipo de prejuicio ni tapujos, pero claro, realmente no sabía quién podría tocar la puerta de mi casa. El primer día llegó una persona, y con el tiempo fueron llegando más y más mujeres: al principio lesbianas y bisexuales, luego trans y no binaries”.
En esa época Pol tenía 22 años, y poco a poco comenzó a animarse a hacer de las Musas algo más grande. En un año ya eran cincuenta integrantes. Pol cuenta que “las primeras reuniones se basaban en hablar sobre historias personales, cómo se identificaban, cómo lo vivían, si habían salido del clóset, si tenían pareja. Llegaban de distintas edades, jóvenes y viejas”.
Al poco tiempo los encuentros cambiaron, pues desde su formación como sexóloga y psicoterapeuta Pol vio la necesidad de transformar el espacio en talleres. “Armé un taller donde les preguntaba cómo se habían dado cuenta de que les gustaban las mujeres, cómo vivían en sus casas, si estaban cómodas. En esos talleres había algo que me llamaba mucho la atención: la mayoría de las mujeres lesbianas y bisexuales que venían todavía estaban dentro del clóset. Fue entonces cuando empezamos a promover que se hagan visibles, que se animen a hablar”. Y hablaron. Cuenta que a elle le llegaban cartas por correspondencia con dudas, preguntas y la búsqueda de compañía.
Musas de Metal se consolidó como asociación civil en 2003 y con ello comenzó a tener más presencia en marchas feministas y a hacerse más visible. “Conformar espacios incluyentes donde tratamos tanto la salud, como el empleo y la prevención de la violencia en los hogares es prioritario en la agrupación”, dice Pol.
Muchos de los talleres en los que se enfocan las Musas hoy se basan en el acompañamiento a personas que quieren transicionar, un apoyo que Pol no tuvo. Elle ahora tiene 47 años y empezó a transicionar hace cinco. “Fue muy complicado porque igual que en muchos lugares, aquí son más visibles las mujeres trans que los trans masculinos”. Le llevó un buen rato encontrar a los especialistas adecuados; tenía muy en claro a quién debía buscar pero no daba con la persona indicada. “Me di cuenta de que no había muchas personas que atendieran a la población trans de manera adecuada. Hay mucha gente que comenzó atendiendo a la población trans siendo médicos y psicólogos pero no había especialistas en el tema de transicionar. De hecho parte de la población trans en México se automedicaba o se iba con estos sexólogos o con médicos generales o con psiquiatras pero no eran endocrinólogos. Eso pone en riesgo la salud”.
Desde los últimos dos años las Musas pertenecen a una red de familias trans que también incluye a personas no binarias y de género fluido. Actualmente en la organización trabajan cuatro personas fijas: Pol en la Coordinación General, Alinx en la Coordinación de Incidencia, Clau en la Coordinación Logística y Lu en Autonomía y Economía. Con voluntarias y asistentes de servicio social trabajan específicamente en tres áreas: autocuidado y autoconocimiento; derechos humanos y educación para la paz, y autonomía económica.
Hace poco las Musas cumplieron 25 años y celebraron su agrupación al servicio de mujeres lesbianas, bisexuales, trans y no binaries. Elles hacen lo que el Estado tiene pendiente; según Pol, “todavía no se atiende a esta población que necesita de recursos”. Durante la pandemia trabajaron en una encuesta dirigida a la población LGBTTTI+ mexicana. “La violencia aumentó y muchas nos respondieron de acuerdo a sus necesidades económicas; la gran mayoría no se siente a gusto con quien convive, no está cómoda para abrir su orientación sexual, sufre maltrato psicológico y violencia física y verbal. Ahí estamos las Musas, para dar apoyo, contención e información”.
Musas de Metal se ha convertido en una agrupación referente en México, que acompaña el apoderamiento de las disidencias y promueve los derechos identitarios e ideológicos.
Sigue a Paloma en Instagram.
Paloma Navarro Nicoletti https://ift.tt/3eSJqNE
No hay comentarios:
Publicar un comentario