Gabriel Garzón Montano parece un niño inquieto al que le gusta jugar con todo lo que tiene a su alcance. Mientras me cuenta sobre su proceso de composición recorre su casa con la cámara del celular prendida y me muestra una cantidad infinita de instrumentos, cuerdas y teclas de todos los colores y formas, que adapta según su curiosidad y según el paso del tiempo.
Desde 2014, cuando lanzó El alma del huila, su primer EP totalmente autoproducido, Gabriel demostró una habilidad para recorrer diversos estilos musicales —como melodías folclóricas, r&b, hip-hop y cumbia— y mezclarlos con los sonidos de una 808.
El artista viene de la escuela del funk. Cuando tenía 19 años se reunía con amigos a hacer música apropiándose de los ritmos que iban apareciendo dentro de una sala de ensayo. Aunque nació en Brooklyn, sus raíces franco-colombianas se expresan en una lista de canciones y videos que llegaron al éxito rápidamente desde su estudio en Nueva York.
En mayo de este año Gabriel lanzó Someone, su primer single con el sello independiente Jagjaguwar, bajo un ritmo lento y romántico. Es la historia de dos enamorados perdidos dentro de una relación, en un momento de transición que finalmente acaba. Esta semana salió al aire con Agüita, un sencillo más trapero y cumbiero producido por Cauca Flo. Su debut cantando públicamente en español viene con un video rodado en Colombia y dirigido por Art Camp, y hace parte de su nuevo álbum homónimo, que produjo Jagjaguwar en alianza con Stones Throw y que estará disponible a partir del 2 de octubre.
Hace unos días lo contacté para que nos contara cómo fue este proceso ininterrumpido de trabajo en el que pasó del éxito de Someone, que compuso para desahogar parte de su propia historia, a Agüita, que según sus palabras es “una carta de amor a Colombia”.
VICE: Este año lanzaste dos sencillos con temperaturas muy distintas. El video de Someone es solitario, la letra de la canción es introspectiva y habla de vos; en el video de Agüita se muestra mucha gente bailando, el ritmo de la canción es más trapero y hablas de algo más general. ¿Cómo fue esa transición?
Gabriel Garzón Montano: Siento que son dos vidas distintas. Someone estuvo en mi cabeza muchos años, con el tiempo fui desmembrando la melodía y la letra. Es cierto que en esa canción hablo de una relación amorosa, de mi ex y de muchos desencuentros; creo que el proceso de composición fue idealizar experiencias para volverlas poesía y transformar con eso una canción popular. Al final todo proceso autobiográfico se tuerce para tener frases claves, que resalten. Agüita es todo lo contrario: no es resentimiento, es una carta de amor a Colombia. A veces es más fácil empatizar con la gente mostrando un mensaje simple, sin rodeos, y hasta más alegre.
De todas formas, el agua se puede relacionar con miles de realidades y problemáticas actuales. ¿De dónde viene Agüita ?
Que chévere que nada más mencionar el agua ya lo asociemos con los problemas que estamos teniendo con el agua en Latinoamérica. En la canción no digo que esto sea un problema; sin embargo, estoy debajo del Cauca, que es el segundo río más importante de Colombia, un río que recibe agua de varios afluentes. Así como lo percibiste vos me gusta porque es una de tantas líneas que podemos encontrar en la canción, el agua lo es todo.
¿Cuáles son las otras líneas que te interesa mostrar?
La palabra agüita se me vino a la cabeza en un bar en Ciudad de México. Estaba ahí intentando que no me traten de turista, haciéndolo como lo hacen de manera local, y en eso se me vino la siguiente frase: agüita mi niño, con un ritmo en particular. Vi algo tan sencillo como un pedido de agua. El agua terminó siendo parte de nuestra cultura popular, ¿no? Otra línea es Colombia, cuando estoy ahí y escucho a Jorge en la calle gritar "¡Agüita pa mi gente!",me recuerda nuestro lado más callejero, lo que necesitamos.
El hip hop y el trap están en auge, ¿es por eso que decidiste hacer Agüita con este estilo?
Me pareció inteligente empezar a pensar en la libertad de experimentación de distintos ritmos; hacerlo más duro, más irreverente, era la forma de probar que soy músico. Es chévere mostrar que puedo hacer varias cosas. Es como cuando escuchas I Like it con Cardi B, Bad Bunny y J Balvin, es imposible que esa canción no te produzca alegría y te den ganas de bailar. Es por eso que decidí hacerlo con estos ritmos. Experimentar da seguridad, me gusta ir mutando, probando, creciendo bajo las mejores influencias que importan música hacia Latinoamérica.
El videoclip de Agüita fue grabado entre Pereira y Medellín. ¿Cómo te sentís trabajando en un lugar que forma parte de tus raíces aunque no vivas ahí permanentemente?
Soy quien soy por vivir en una sociedad tan magnífica como es la de New York, una ciudad que tiene gente de todo el mundo, eso me potencia. Pero me sentí bien haciendo el video en Colombia, porque todo lo que se ve en el video es lo que yo siento que es. Colombia también es cultura, pavimento, agua, gente vestida de blanco y amarillo, el amarillo es la esperanza. Muchos de los videos que vemos últimamente no la reflejan así, no quería seguir con la idea de trapeo con culos por todos lados, quería mostrar mi punto de vista, y con esto no me importa que me digan que soy un latino colonizado: yo sé de dónde soy y de dónde vengo.
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