Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
El mes pasado, mi colega Meredith Balkus planteó una pregunta difícil, pero necesaria, para darle respuesta a aquellas personas solteras que están intentando sobrevivir a la soledad durante esta pandemia: ¿Cómo podemos besarnos de manera segura durante la pandemia? Esta pregunta me ha atormentado desde que la posibilidad de salir con otras personas en la era COVID se hizo realidad después de mi ruptura durante la pandemia. Lo único que quiero es ser una de las estatuillas Oscar que recibió Bong Joon-ho, y besar a otra estatuilla caliente y libre de coronavirus. ¿Alguna vez volveré a sentir los labios de otro ser humano?
A falta de la calidez de otro cuerpo humano, recurrí a un método confiable, aunque algo vergonzoso y con suerte temporal, para reemplazar el contacto físico: ver películas románticas y series para sentir de manera indirecta una conexión física con otro humano.
Después de mi ruptura, pasé de estar en cuarentena con mi pareja, a estar sola en mi departamento. No me arrepiento de nada, y ahora estoy mucho más feliz, pero es difícil no sentir la sacudida de una repentina pérdida de contacto. Desde entonces, lo más cerca que he estado de cualquier tipo de contacto sexual o afectivo es que mi quiropráctico me truena el cuello dos veces a la semana y un sonograma que me hice para revisar si mi útero no tenía fibromas – no exactamente el tipo de contacto que te pone la piel de gallina.
Sin un final a la vista de nuestra pesadilla global, es imposible no encontrarme mirando al espacio, fantaseando con un beso de borrachos afuera de un bar, abrazando a alguien o volviendo a tener sexo. Esto se ve agravado por el hecho de que cada cita que he tenido requiere distanciamiento social (es decir, nos sentamos a un metro de distancia y conversamos mientras tomamos algo) y, por lo tanto, un nivel de castidad al que francamente no estoy acostumbrada, especialmente porque en las primeras citas siempre digo: "Deberíamos besarnos y ver si nos gusta, ¿no?" (Esta táctica de ligue nunca me ha fallado... hasta ahora.) Ahora lo único que escucho en mi cabeza es un grito de "¡no tocar!" muy al estilo de Arrested Development.
Este deseo de afecto físico me ha llevado a involucrarme en lo que yo llamo "pornografía de contacto", es decir, veo películas o series donde los personajes tienen un contacto especialmente romántico. No es una cuestión sexual porque no me masturbo viendo Outlander (aunque bien por quien lo haga, porque hay episodios súper candentes). Es más como para sentir la pasión y el anhelo de estas expresiones de intimidad que en la actualidad no son seguras.
¿Alguna vez has visto el episodio de New Girl titulado "The Cooler", donde Nick agarra a Jess en el pasillo de su apartamento y le planta un beso sumamente apasionado –su primer beso– que la deja temblando, y has repetido la escena una y otra vez mientras sientes que te quedas sin aliento y se te hace agua la boca imaginando cómo sería que te besaran así otra vez? YO TAMPOCO, ja, ja, ja…
Excepto que sí. Claro que lo he hecho, y es trágico. Cuando veo a dos personajes tomarse de las manos, besarse o tener relaciones sexuales, de repente, me encuentro jugando tiernamente con mi cabello para sentir el calor que veo en la pantalla.
Estoy feliz de estar soltera, pero estar soltera en una pandemia, sin saber cuándo te volverán a acariciar la cara es absolutamente horrible.
"Mis condolencias", bromeó Linda Weiner, una terapeuta sexual con sede en St. Louis que se especializa en cómo el contacto físico puede ayudar a combatir la ansiedad sexual, la frustración y el placer.
"El contacto es absolutamente primordial", explicó Weiner, quien se formó con los famosos sexólogos y sujetos de la serie Masters of Sex, William H. Masters y Virginia E. Johnson. "Lo necesitamos para el bienestar físico, mental y emocional. Sin él, no somos tan buenos... Anhelas algo. Es una conexión humana. Tú has recurrido a películas relacionadas con eso, que despierten ese recuerdo". (Si bien Masters y Johnson fueron pioneros en el campo de la terapia sexual, otros han criticado a la pareja por centrar su investigación solo en individuos heterosexuales cisgénero blancos y observar el comportamiento sexual en un laboratorio en lugar de dentro de una construcción social y cultural real).
En mis momentos de mayor frustración sexual, he visto las escenas de sexo entre Connell y Marianne en Normal People, la adaptación televisiva de la novela de Sally Rooney que algunos han llamado cariñosamente el "show de adolescentes irlandeses cachondos". Esas escenas son tan intensas que alguien las subió a PornHub hasta que fueron eliminadas.
Con cada rewind y rewatch, he estudiado la forma en que Connell le toca la cara a Marianne o cómo su cadena de oro cae sobre su pecho. La manera en que incluso con un pequeño roce de Connell la habitación se carga de una energía sexual, me llevó a frotarme suavemente el brazo, como un niño dibujando vaginas en forma de pájaros en la escuela.
"Acariciar tu brazo, mucha gente hace esto sin darse cuenta", dijo Weiner. "Es normal. La mayoría de nosotros nos tocamos, ya sea consciente o inconscientemente, o para satisfacernos sexualmente. Pero necesitamos contacto. Punto".
La energía sexual que se ve en Normal People simplemente no está presente en mi apartamento de Brooklyn, donde me siento a verla revolcándome en mi propio sudor como si estuviera en un jacuzzi en el culo de Satanás. Gracias a la investigación de mi colega, sé que hay formas de tener una cita segura en estos tiempos de COVID, pero pensar en todo lo que conlleva es desalentador. Aunque, por otra parte, la idea de abstenerme de poner mi boca sobre otra persona hasta 2021, es horrible.
La ausencia de contacto físico puede tener efectos palpables en la salud mental y física de una persona, según Weiner. El tacto, explicó, libera las "hormonas para sentirse bien", es decir, oxitocina, serotonina y dopamina, las cuales ayudan a las personas a lidiar con la ansiedad, el estrés y la depresión, y mejora el estado de ánimo, la nutrición y la inmunidad. El contacto te hace sentir seguro y tranquilo", explicó. "De lo contrario, te sientes muy ansioso, puedes sentirte deprimido y experimentar más dolor".
Tocarte mientras, por ejemplo, ves a Peggy y Stan besarse después de declarar su amor en el final de la serie de Mad Men, es una forma de "autoconsuelo, según Weiner.
"Otra cosa que puede ayudar durante la pandemia es tocarse de manera no sexual, y también para aquellos que quieran de manera sexual porque tener un orgasmo libera dopamina", dijo Weiner. "Es una de las sustancias químicas que necesitamos".
Hace poco, me acosté en la cama, lista para ver Netflix y dedicarme a este nuevo pasatiempo retorcido. Revisé las opciones y me detuve en seco cuando llegué a lo último en pornografía de contacto: la adaptación de 2005 de Pride & Prejudice, comúnmente conocida como "En la que sale Keira Knightley". Los dramas de época y las historias de amor de las adaptaciones de novelas de Jane Austen, especialmente, son el paraíso del porno de contacto. Las expectativas sociales y los estándares de cortejo del Período Regencia daban a entender que el contacto físico estaba prohibido para que no tacharan a las jóvenes de desenfrenadas; un suave roce de mano incendiaba el corsé de una mujer británica reprimida de clase alta.
Esta versión de Pride & Prejudice, tiene el tipo de romance delicadamente apasionado que hace que los nerds de época cachondos suelten un profundo suspiro, olvidando momentáneamente que todos en esa época probablemente tenían un aliento desagradable. Decidí ver una escena en particular: Elizabeth Bennet se va de la mansión del Sr. Bingley después de visitar a su hermana Jane, que estaba resfriada, cuando el arrogante, extremadamente guapo y convenientemente millonario, Sr. Darcy inesperadamente toma su mano para ayudarla a subir a su carruaje. Elizabeth se sobresalta al sentir su mano sobre la de ella, y claramente se siente atraída por él, a pesar de que cree que es un completo idiota.
El Sr. Darcy también sintió algo con la caricia, porque, mientras se aleja, se miran rápidamente, y la cámara se acerca a su mano mientras él la estira, aparentemente para sacudirse la electricidad que fluye a través de ella. Vi esa escena no menos de cinco veces. Puse mi mano izquierda en mi otra mano por unos segundos. Sorprendentemente, no fue lo mismo, pero aún así se sentía bien. Inmediatamente me avergoncé, aunque estaba sola en mi habitación, me dio la misma sensación que cuando mi tía me sorprendió mirando mi vagina con un espejo en el baño cuando tenía 11 años. Todo es normal y parte de la curiosidad natural de la condición humana, pero esa vulnerabilidad hizo que me estremeciera, en ambos casos.
"Estás experimentando el placer de la memoria, lo cual es bueno", explicó Weiner, validando la sensación de pérdida que sientes cuando extrañas a la gente o el contacto físico en estos tiempos difíciles.
Cada vez que veo escenas donde la gente se toca, me pateo por todas las veces que no disfruté el calor de tomarle la mano alguien. O que estúpidamente rechacé una noche de sexo porque quería ver a She's the Man por enésima vez sola en mi casa. ¡Me arrepiento! Al anhelar tener a otra persona que te toque, es difícil no extrañar la posibilidad de tocar. Abrazar, besar y tener relaciones sexuales con alguien que conociste en la era post-COVID de forma segura no es imposible, pero parece tan complicado que es difícil mantener la esperanza. Y saber que la emoción de un primer beso inevitablemente vendrá acompañada de miedo de infectarte, también se suma a esa sensación de pérdida. Todo es muy abrumador y un poco desalentador. Aun así, no estoy dispuesta a renunciar a esa esperanza porque de por sí ya todo está de la mierda. Hasta entonces, seguiré con mi pasatiempo estúpido y esperaré.
Alex Zaragoza es escritora senior en VICE.
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