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jueves, 23 de julio de 2020

La singularidad conspiracional ha llegado

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Hace unos meses, en un momento en que todavía era seguro tener experiencias extrañas en lugares inusuales, me entregaron un documento misterioso. "ALIANZAS Y TRAIDORES EN LAS COMUNIDADES OVNI Y DE LA VERDAD", decía.

El documento era una única hoja de papel rojo brillante, llena de caracteres negros muy juntos. Se trataba de diferentes tipos de líneas y flechas conectadas a manera de diagramas alucinantes, que unían a George Soros con los Illuminati, a varias estrellas de la comunidad ovni con quienes supuestamente los controlan, a la CIA con Alex Jones. Los pleyadianos, una raza de seres extraterrestres nórdicos de ojos azules y muy altos, estaban conectados tanto con Tesla como con el presidente en una forma que no pude lograr comprender.

Este papel fue creado y entregado a mí por Dylan Louis Monroe, un jugador en el mundo de QAnon y creador del proyecto Deep State Mapping Project, una operación de un solo hombre donde Monroe crea densos mapas visuales de las supuestas alianzas y relaciones que ve entre los personajes más importantes y los eventos mundiales. Monroe estaba en la exposición de la Nueva Era, Vida Consciente, vendiendo camisetas con la marca Q y promocionando un programa de YouTube, yo estaba allí cubriendo el evento, y ambos pensábamos en las extrañas alianzas y amistades que habían comenzado a surgir en varias de las comunidades conspiracionistas.

"TEN CUIDADO CON A QUIÉN SIGUES", advertía el documento, en negritas, en la parte inferior, justo arriba de una gran Q negra.

En los meses que siguieron a nuestra reunión casual, el mundo colapsó bajo el peso de la nueva pandemia de coronavirus, y las alianzas se volvieron aún más extrañas. Las comunidades conspiracionistas que anteriormente solo coincidían de manera esporádica, como pasa con los bancos de peces que son transportados por corrientes diferentes, ahora y de manera abrupta se encuentran yendo juntos en la misma dirección.

Tomemos como ejemplo a Larry Cook, quien de manera notable ha manifestado su sistema de creencias en evolución en Facebook. Cook es el hombre detrás del grupo antivacunas más grande de la plataforma, Stop Mandatory Vaccination [Alto a la vacunación obligatoria], que, junto con su página personal de Facebook, sirve como un centro de intercambio de información tergiversada antivacunas.

En los meses transcurridos desde que comenzó la pandemia, Cook ha comenzado a afirmar que es un pretexto para realizar las pruebas, el seguimiento y la vacunación obligatorios que siempre temió. (No hay evidencia de que el gobierno de Estados Unidos ni ningún otro vayan a imponer la vacunación obligatoria contra el coronavirus, aunque sí deberían hacerlo).También ha comenzado a recurrir a las personas que pueden proporcionar alguna explicación sobre lo que realmente está sucediendo, y un poco de esperanza: Cook está promoviendo las ideas QAnon, a veces docenas de veces al día. (QAnon es una teoría de conspiración que, en términos generales, sostiene que Donald Trump y sus aliados están luchando valientemente en varios frentes contra un oscuro y satánico Estado Profundo Illuminati).

"SOY UN SOLDADO DIGITAL", publicó Cook recientemente, junto con dos hashtags relacionados con Q, lo cual es parte de un "juramento" que el misterioso Q ha solicitado recientemente que sus seguidores publiquen. (El ex asesor general de Trump, Michael Flynn, estuvo entre las personas que publicaron el juramento). En otra publicación con un enlace a una página web que comparte las misivas de Q, Cook agregó, "Descubre por qué hay indicaciones de confinamiento y uso de mascarilla para la gente sana". (Cook no respondió a un correo electrónico que le enviamos de VICE News).

Cook no es un caso atípico. Como señaló recientemente la revista de noticias Mother Jones, el coronavirus y la incertidumbre general de esta época en que vivimos han contribuido específicamente a la propagación de la teoría QAnon.

Pero no es solo la teoría QAnon. La tensión de vivir en este momento particular, con una pandemia devastadora y un levantamiento mundial contra la brutalidad policial y la injusticia racial, chocando a máxima velocidad, ha acelerado algo que se ha estado gestando durante años. Llamémoslo la singularidad conspiracional: el espacio donde muchas comunidades conspiracionistas se reúnen y fusionan repentinamente, un crisol de inimaginable densidad. Los teóricos de la conspiración ovni y los fanáticos de la teoría QAnon están abogando por beber una solución de cloro promovida por los antivacunas. Los grupos QAnon y Reopen America promovieron el video Plandemic, que está repleto de afirmaciones conspirativas sobre las causas y la propagación del COVID. Los Freedom Angels, un grupo antivacunas con sede en California, se encuentran entre los muchos grupos que se unen a las protestas contra el confinamiento, utilizando un lenguaje que se siente fuertemente influido por el movimiento Patriota: están llamando a las órdenes de quedarse en casa "tiranía", dirigiéndose a sus seguidores como "patriotas" y posicionándose como "un nuevo movimiento de derechos civiles". (Instaron a las personas a quemar sus mascarillas el 4 de julio, y agregaron, floridamente: "Únete a millones de estadounidenses en el Día de la Independencia para mostrarles a todos estos GOBERNADORES DEMOCRATAS, MIEMBROS DE SWAMP DOCS y RATAS DEL ESTADO PROFUNDO 🐀 cómo nos sentimos acerca de sus más recientes ORDENES, REQUERIMIENTOS Y MANDATOS para que usemos de nuevo nuestros bozales").

También se han unido a este fenómeno varias estrellas de Internet, como han señalado diversos medios: los influencers de estilo de vida están promoviendo las teorías de conspiración COVID, mientras que los adolescentes que buscan volverse virales en TikTok están descubriendo una nueva obsesión con la teoría conspirativa Pizzagate. Las teorías de conspiración sobre el tráfico sexual, que tienen una fuerte influencia de las teorías Pizzagate y QAnon, parecen tener un atractivo especialmente amplio: recientemente, un par de influencers de Arizona promovieron un rumor sin fundamento de que la empresa de muebles Wayfair estaba traficando con niños.

La tendencia hacia un tipo de unidad perturbadora se destila en el hashtag #Covid911, respaldado por muchos miembros poderosos tanto de los círculos antivacunas como los QAnon. Esta tendencia sostiene que lo que estamos viviendo (la pandemia y las protestas contra la brutalidad policial por igual) es un engaño masivo, diseñado para influir no solo en las elecciones de 2020, sino también para introducir el Nuevo Orden Mundial. No hace mucho, Joe M., uno de los principales promotores de la teoría QAnon, lanzó un video —que todavía se encuentra en múltiples plataformas a pesar de estar marcado como "información falsa"— que señala a la pandemia, las protestas y, por supuesto, la convocatoria a nivel nacional de votar vía correo como parte de una "lucha insurgente irregular y coordinada con múltiples objetivos", perpetrada por el Estado Profundo. El video de nueve minutos arroja un vertiginoso cóctel de afirmaciones que abordan prácticamente todas las teorías actuales de conspiración, hasta el punto de afirmar que el asesinato de George Floyd fue algo "misterioso" y no lo que parecía ser, que el distanciamiento social fue quizás un pretexto para detener las actividades de los grandes jurados y que así el presidente Obama no pueda ser investigado por espiar la campaña de Trump, y, por supuesto, que los alcaldes demócratas le dieron libertad absoluta al "violento grupo paramilitar Antifa" para sembrar el caos en las calles de la ciudad.

"Nos venden el COVID-19 como un evento natural", dijo Joe M., con un fondo de música de violín sombrío y una foto de Nancy Pelosi arrodillada y con un tejido kente alrededor del cuello. "Pero ahora vemos que es un intento de los enemigos de la humanidad por afianzar el poder. Después de noviembre, podrían perderlo todo. Por ello, harán todo lo posible para prolongar la crisis y el miedo en la gente".

En el último minuto del clip vemos tomas de informes de noticias sobre una temible segunda ola de coronavirus. Lo cual implica que eso también es parte del plan para mantenernos asustados y no debemos aceptarlo o creerlo.

Las personas albergamos una multiplicidad en nuestro interior, y nuestra capacidad de creer en varias teorías de conspiración a la vez no es nada nuevo. Hemos visto indicios de una singularidad conspiracional antes, más memorablemente en los mundos de Milton William Cooper, el autor del denso, caótico y totalmente ilegible clásico de la conspiración Behold a Pale Horse.

Cooper, antes de morir en un tiroteo con el ayudante del sheriff que intentaba arrestarlo por asalto agravado, logró reunir una amplia coalición de fanáticos antigubernamentales. En su libro Behold a Pale Horse afirmaba basarse en su servicio militar en la Guerra de Vietnam para exponer una variedad de actos malvados perpetrados por aquellos que querían lograr un Nuevo Orden Mundial.

Pero Cooper también entretejió con éxito las teorías de conspiración ovni —que el ejército de los Estados Unidos derribó naves misteriosas para capturar tecnología alienígena, por ejemplo— y las médicas, entre las que se encuentran afirmaciones de que tanto el SIDA como la hepatitis B fueron armas biológicas liberadas contra la población por los Centros de Control de Enfermedades. Como señaló el biógrafo de Cooper, Marc Jacobson, algunas de estas teorías ganaron mucha credibilidad entre los afroamericanos y la comunidad del hip hop.

Behold a Pale Horse se convirtió en un sorprendente pilar en varias y diversas comunidades, es una de las pocas cosas que es probable que encuentres en una librería afrocéntrica en Nueva York. El libro demostró que los investigadores de ovnis y los autoproclamados patriotas tenían algún tipo de lenguaje y visión del mundo en común, o al menos espacios donde sus mundos coincidían. Un fanático devoto del programa de radio de Cooper fue Timothy McVeigh, quien luego puso explosivos en el Edificio Federal Alfred P. Murrah en la ciudad de Oklahoma, matando a 168 personas. El autor y politólogo Michael Barkun señala en su libro A Culture of Conspiracy de 2003 que McVeigh en esa misma época también desarrolló una fascinación por los ovnis, y por ello visitó el Área 51 un año antes de que perpetrara el atentado. Mientras esperaba su ejecución, escribe Barkun, McVeigh vio obsesivamente la película Contact, sobre un valiente científico del gobierno elegido para hacer contacto con extraterrestres.

Las teorías de conspiración de que el gobierno está ocultando lo que sabe sobre los extraterrestres, o de la existencia de una cuenta bancaria Strawman secreta asignada a cada ciudadano estadounidense, comparten el mismo espacio, teóricamente hablando. En su libro, Barkun se refirió a estos reinos como el "dominio del conocimiento estigmatizado".

"Ese dominio, como hemos visto", escribió, "está compuesto por afirmaciones de un conocimiento rechazado, desactualizado o ignorado, independientemente del tema. Contiene material extraído de la historia revisionista, la pseudociencia, la medicina alternativa, el ocultismo, las religiones nuevas y alternativas y el sectarismo político. A pesar de sus diferencias de enfoque, todos los conspiracionistas comparten ciertas similitudes generales: el desdén o desinterés por las instituciones convencionales junto con el estatus común de parias, conferido por ese desdén o desinterés, y la consiguiente desconfianza hacia las instituciones que los han excluido".

El libro de Barkun aborda ampliamente la singularidad conspiracional que se avecinaba, y se enfoca especialmente en los espacios donde los círculos de extrema derecha, antigubernamentales y ovnis habían comenzado a fusionarse. Esas mismas fusiones que Barkun observó a finales de los 80 y principios de los 90, entre los teóricos de la conspiración de extrema derecha y los creyentes de los ovnis, también se podían apreciar en el "Movimiento por la Verdad del 11 de septiembre". Las teorías de conspiración sobre el 11 de septiembre unieron a la crítica izquierda militar-industrial y a la derecha matizada de Alex Jones, así como también a lo que Barkun llamó "las profecías de Nostradmus, y las teorías de ovnis y de conspiración sobre los Illuminati". Estos nuevos compañeros de causa eran realmente raros: como se puntualizó en un perfil de Alex Jones de 2011, "Resulta que el mundo de la paranoia es redondo, y el 11 de septiembre, con todo su humo, infinidad de videos y elenco de miles, es la tierra desconocida donde convergen la izquierda y la derecha, fusionando así la desconfianza contracultural de los años sesenta con el movimiento por las libertades individuales".

En otras palabras, las alianzas y los traslapes son comunes, y no nuevos. "Siempre ha habido polinización cruzada", le dijo Michael Wood a VICE News. Wood tiene un doctorado de la Universidad de Kent y es experto en psicología de la conspiración. Junto con sus coautores Karen Douglas y Robbie Sutton, publicó un artículo en 2012 que explora el fenómeno de las personas que creen simultáneamente en teorías de conspiración que se contraponen, tales como: que la princesa Diana está viva y que fue asesinada por agentes británicos del MI6, o que Osama Bin Laden murió antes de que las fuerzas armadas de los estadounidenses atacaran su complejo y que aún está vivo después de que esas mismas fuerzas militares supuestamente lo mataran.

La capacidad de creer dos cosas a la vez, incluso si son completamente contradictorias, se basa en un nivel subyacente de pensamiento de "orden superior", argumentaba el artículo, una creencia primordial que puede hacer que incluso las ideas en conflicto tengan sentido. En pocas palabras, es la creencia centralizada de que las conspiraciones y los engaños ocultos apuntalan el mundo y guían los eventos humanos.

"La idea de que las autoridades están involucradas en el engaño premeditado de la población sería una piedra angular del pensamiento conspiracionista, debido a que éste se enfoca en las teorías de conspiración", escribieron los autores. "Alguien que cree en un número significativo de teorías de conspiración, naturalmente, comenzará a ver a las autoridades como fundamentalmente engañosas, y las nuevas teorías de conspiración le parecerán más plausibles a la luz de esa creencia".

Una vez dicho esto, cabe aclarar que sigue siendo cierto que las comunidades conspiracionistas solían tener un cierto grado de distanciamiento. Sus convenciones se llevaban a cabo en diferentes salones de hotel e iban dirigidas a diferentes audiencias geográficas y sociales. Las teorías de conspiración se difundían a través de boletines y reuniones en persona; su audiencia meta era reducida y, por lo regular, bastante discreta, parte de una narrativa legítimamente marginal y contracultural.

Pero ahora el Internet es el salón de hotel más grande de todos, y la nueva pandemia de coronavirus ha puesto obligadamente a muchas personas bajo un conjunto de circunstancias de vida de carácter universal. Todos estamos tratando de darle sentido al mismo evento mundial masivo, el cual parece exacerbar la necesidad de encontrar una gran teoría unificada de conspiración. Y con todos usando las mismas plataformas globales, las comunidades conspirativas parecen influirse y relacionarse mutuamente con mucha más rapidez. Lo que tenemos hoy es más como una especie de masa, una mezcla de teorías conspirativas que se combinan de tal forma que sus límites individuales son más difíciles de distinguir.

Para algunas de las personas involucradas en múltiples creencias o comunidades conspirativas, según Wood, "la evidencia en la que basan sus creencias es una especie de argumento negativo, se trata de lo que creen que no sucedió". Las teorías de conspiración en sí mismas "no son tan importantes", agregó; en realidad son solo "manifestaciones de estas sospecha y desconfianza subyacentes".

Esto se puede manifestar de formas extrañas. En un estudio de 1954 citado por Wood, Theodor Adorno descubrió que los antisemitas alemanes tendían a creer al mismo tiempo que los judíos se mantenían demasiado distanciados de la sociedad imperante y que estaban sumamente ansiosos por participar en ella. El pensamiento de "orden superior" dominante era el antisemitismo y todas las creencias negativas que se derivaban de él, incluso cuando no tenían coherencia lógica.

Del mismo modo, Wood escribió, en las teorías de conspiración más modernas, "la desconfianza ante las narrativas oficiales puede ser tan fuerte que las personas prefieren apoyar diversas teorías alternativas simultáneamente, a pesar de cualquier contracción entre ellas".

Hoy abundan las teorías alternativas: que la pandemia de coronavirus es tanto un engaño como una arma biológica peligrosa diseminada por China; que Tom Hanks está muerto, ejecutado por ser parte del Estado Profundo pedófilo, y que está vivo, en un programa de protección de testigos; que está muerto y lo reemplazaron con un doble. Todas estas teorías han sido promovidas por el mismo tipo, un fanático de las teoría QAnon llamado Tommy G.

Al mismo tiempo que la singularidad conspiracional comienza a tomar forma, estamos viendo un colapso evidente entre lo que era marginal y lo que era comúnmente aceptado. En ninguna parte esto resulta más evidente que en la creciente prominencia de la teoría QAnon en la política republicana relativamente dominante. A partir de julio, la organización izquierdista Media Matters ha encontrado 63 candidatos actuales y anteriores en el Congreso que abiertamente son fanáticos y entusiastas de la misma, algunos de los cuales, como Mary Joe Rae Perkins en Oregon y Marjorie Taylor Greene en Georgia, ya ganaron las elecciones primarias. (Para llegar al Congreso, Greene todavía tiene que derrotar al ganador del segundo lugar, John Cowan, en una segunda vuelta electoral el 11 de agosto, y además enfrenta una importante condena por parte del Partido Republicano estatal).

Otra idea útil a la que se refirió Barkun, el autor de Culture of Conspiracy, es el "cultic milieu", término acuñado en la década de 1970 por el sociólogo británico Colin Campbell, una especie de "subsuelo cultural", escribió Barkun, que está compuesto por una variedad de "conocimiento rechazado" que fue desdeñado por la cultura popular. El cultic milieu, escribió Barkun, "desconfía de todas las afirmaciones derivadas de juicios autoritarios" y está abierto "a todas las formas de revisionismo, ya sea en la historia, la religión, la ciencia o la política".

No es exagerado ver cómo ese dominio del conocimiento estigmatizado se extiende a cómo las personas procesan los eventos que actualmente están en curso, cómo grupos de personas que aparentemente no tienen nada que los una en la superficie podrían encontrarse buscando explicación, orden y significado en los mismos lugares.

De hecho, ha habido un lenguaje para este fenómeno durante mucho tiempo. Las personas profundamente arraigadas en los mundos superpuestos de las teorías conspiracionistas tienden a referirse a sí mismas como parte de la "comunidad de la verdad". Y a medida que sus miembros llegan a una visión nueva y mutuamente reforzada de cuál es esa verdad, el resto de nosotros haría bien en prestar atención a lo que eso sea.

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