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jueves, 23 de julio de 2020

Zoom es el nuevo darkroom

Hace tres días que recibo, sin parar, contenido erótico en mi teléfono. Ahora veo páginas y páginas de Zoom donde miles de personas que se ponen delante de la cámara no paran de tocarse, algunas incluso están cogiendo. Hay mujeres, hombres, personas trans, gordas y otras de género fluido. Personas mayores que se besan y tocan mientras miles de espectadores los miran. El chat de este Zoom se llena de fantasías sexuales.

Mostrame las tetas. Bajate el boxer. Chupale la pija. Que se toque la concha. Me explota la pija. Sí papi acabame la cara. Cómo me calienta verte así. Esto es una orgía a distancia. Siento que este Zoom es un darkroom. Los mensajes no paran de llegar. No puedo verlo todo. No puedo verlo todo. No das más. Damela toda. Me gusta que me peguen. Sí, latigame así. Quién pudiera tener esa verga adentro. Quiero que la chota de Cristian sea mi mate. A la mierda. Lo que acabé. No doy más.

La pandemia nos obligó a borrar la línea entre la realidad y lo virtual. La mayoría de las cosas “reales” están en nuestras computadoras y teléfonos. En ese contexto apareció en Argentina Sex, una experiencia privada. Se trata de la adaptación de una obra de teatro que lleva el mismo título y que consistía en una serie de performances eróticas: los actores se paseaban con trajes de cuero y lencería fetish interactuando con el público. Ahora, como tocarse implica correr un riesgo, la obra se pasó al modo virtual: pagas el ticket y durante tres días recibís material erótico a través de seis plataformas diferentes. Cada día termina con un gang bang por Zoom.

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Es el primer día de la experiencia Sex. Ya tengo mi ticket para participar y mi teléfono no para de sonar. Tengo más de 500 notificaciones en menos de una hora. En Telegram hay dos personas del elenco teniendo sexting. Se desnudan, se tocan, se mandan audios, videos, fotos. Inventan una fantasía erótica. Nosotros espiamos.

No todo el material softporn que recibo en mi celular me gusta, pero no rechazo nada. Todo lo miro. A veces me excito. La experiencia Sex es como empezar una fiesta un viernes: sabes cómo empieza pero no cómo termina.

“Sex es una excusa para juntarnos con nosotres mismes y con otres a hablar y experimentar qué nos pasa con el sexo. Después la muerte, es el tema más tabú que hay”, dice Bimbo Godoy, una de las performers del elenco. Ella es actriz y activista gorda, reconoce que es “súper pajera”, pero que hasta que entró en Sex nunca mandó ni una sola nude. “Ahora que estoy acá me tengo que poner bien puta durante los tres días que dura la experiencia: me pongo extensiones, me monto y me tomo un whisky”, dice.

Y mientras sigue este sexting en Telegram, en paralelo y por Zoom, siete actores hacen un show de striptis: cada uno representa a uno de los pecados capitales. Sus casas, de fondo, parecen moteles. La mía, una oficina. Hay 21 páginas de espectadores y son más de dos mil. No puedo verlo todo. No puedo verlo todo. Trato, intento. Pero no puedo verlo todo. Algunas personas se sorprenden, otras miran espantadas. Otros posan: LUCIFER tiene puesto un conjunto fetish que parece un traje de baño de una pieza de cuero, mientras que Cordobés directamente está desnudo tomando fernet. Una pareja tiene sexo. Un chico dice en el chat del Zoom que acaba de comer una frambuesa que sacó de la concha de su novia.

La experiencia de Sex no se trata solo de participar en una orgía por Zoom, recibir videitos hot y espiar un sexting. La obra incluye Instagram Lives con especialistas que hablan de la forma en la que nos vinculamos sexualmente. El filósofo Darío Sztajnszrajber fue uno de los invitados. Su tesis principal es que no hay una manera de coger y que justamente se trata de desaprender todo eso que sabemos sobre lo que supuestamente es tener sexo para poder descubrir lo que realmente deseamos y queremos.

Algunos de los contenidos tienen un estilo “porno vulgar”, como un audio en el que una chica me dice “estoy re caliente ahora dame la lechita”. Sin embargo, para Bimbo esta experiencia le dio un “marco de legalidad artística” a muchas cosas que ya ocurrían en Internet, como el sexting. De hecho, el propio gobierno de Argentina recomendó esta práctica durante la pandemia en una conferencia oficial, y en Instagram aparecieron cuentas como @sextingencuarentena, que publica los mejores sextings que aparecieron desde que comenzó el aislamiento.

Dice Bimbo: “Como esto es un espectáculo, no tiene las reglas de internet: nadie te acosa, nadie te juzga y te podés encontrar con otres que no les va a parecer raro lo que hagas y por eso la experiencia permitió que se encuentren personas que estaban buscando a otres con quién vivir eso”.

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Veo en Zoom a una persona de género fluido sacarse un dildo del culo. Al mismo tiempo, veo parejas heterosexuales, de personas mayores, besándose y tocándose. Veo personas solas que se tocan. Otros espectadores en el chat proponen hacer un grupo de WhatsApp para organizar una cogida masiva después de la pandemia. En los mensajes hay amos y esclavos que buscan un gancho para colgar sus cadenas. Maricas que piden fotos de pijas. Mujeres recatadas que buscan otras mujeres recatadas que quieran tener experiencias lésbicas. En este chat veo un confesionario.

Y en Telegram también.

Gloria te chupo toda. Gloria no das más. Gloria no me gustan las mujeres pero vos me mojás toda. Gloria qué ganas de acostarme con vos. ¿Les gusta como estoy? ¿Les gusta como me queda el rojo? No saben lo caliente que estoy. Sí, Gloria yo también estoy re caliente, por favor tocate Gloria. Te quiero acabar las tetas, Gloria. ¿Sí, en las tetas? Sí Gloria, en las tetas.

La actriz Gloria Carrá habilitó una hotline. Más de 700 personas tratan de llamar su atención. Le gritan sus deseos. Ella hace lo que puede (o lo que quiere). Gloria se desprende el body que tiene puesto. Se toca. Los mensajes no paran de llegar. No puedo verlo todo. No puedo verlo todo. Ella responde algunos mensajes. Manda videos. Manda audios. Manda fotos. Les espectadores quieren llamar su atención. Quieren que Gloria les cumpla sus fantasías.

Victoria Jade sí pudo llamar la atención en la Experiencia Sex. Ella es trabajadora sexual virtual: vende contenido erótico, ofrece un servicio de sexting pago y es webcamer. Participó como espectadora en dos ciclos de Sex. Estuvo en uno de los Zooms desde la casa de una amiga, que también vende contenido erótico. Terminó chupándole las tetas mientras otras cientos de personas las miraban.

“Lo que me pasó con Sex es diferente a lo que me pasa cuando vendo mis servicios, porque generalmente me escriben varones solos y en esta experiencia hay de todo”, cuenta Victoria. Para ella, el hecho de que haya tanta gente diversa conectada y en la misma “hace que, por ejemplo, las parejas o las mujeres solas se suelten y hagan esas cosas que quizás no harían, porque en otro contexto no buscarían a una chica o a una trabajadora sexual para que les cumpla una fantasía”.

Cuando Victoria y su amiga entraron al chat del Zoom donde estaban, descubrieron que muchas mujeres pedían que se arme un grupo de WhatsApp para mandar contenido erótico, pero sólo de mujer. “Yo lo armé y entraron las que quisieron, desde parejas de lesbianas hasta señoras y chicas que querían empezar a experimentar con otras mujeres”, dice.

Desde hace dos semanas que recibe nudes de mujeres en su celular. Todo el tiempo. Todos los días.

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Sex puede parecer un poco “vulgar”, si se mira con los ojos de una persona conservadora que cree que el sexo sólo sirve para procrear. También puede ser osado para aquellos que están habituados a mirar porno o tener fetiches, pero en la intimidad del hogar y a solas. Pero se trata de estar 72 horas pensando sobre lo que a uno le gusta, le calienta, lo excita y, por qué no, le da asco. Todo eso desde la comodidad de la casa, esa safe zone que tenemos cuando los virus pasean por la calle.

La posibilidad de que nadie sepa que estás ahí, mirando cómo dos trabajadoras sexuales se chupan las tetas o cómo un elenco de actores se toca y te manda audios hots, habilita cierto espacio de libertad.

Para Bimbo Godoy “es igual de importante que puedas mostrarte o que puedas ser anónimo”. Y sigue: “La gente necesita un montón mostrarse y existir para otres, las redes hacen eso de poner una valoración del mostrarse y querer existir y a veces es difícil para muchas personas no hegemónicas, pero acá es bastante parejo porque al final en el Zoom son todas pantallas chiquitas donde se mezcla el elenco con todos los demás y a muchas personas poder mostrarse en ese contexto las ayuda un montón”.

Se habilitan siete hotlines a la vez. Es el último día de la experiencia. Las personas, otra vez, enloquecen.

De repente tengo sed de pija. Cogeme por la garganta. Sí, bien fuerte. Probá la mía, bebé. Ahorcame todo lo que quieras. ¿Les gusta cómo estoy? Dámela contra esta pared. Quiero pasarte la lengua bien despacito. Es hermoso compartir este momento con ustedes, yo también estoy re caliente. No me podés dejar así. Yo te enseño lo que es una garganta profunda. Chupar pija es increíble. A mí me gusta bien fuerte.

Mi teléfono está sonando sin parar. Miro, pero no toco.

No puedo verlo todo. No puedo verlo todo.

Imanol Subiela https://ift.tt/eA8V8J

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