“A mí la Mocha me ayudó a ser más libre, a las personas que habitamos este espacio nos ha cambiado la vida. Militarlo desde adentro es hermoso e intenso”, cuenta Manu Mireles, docente y secretaria académica del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis en Argentina. El Mocha Celis es la primera escuela secundaria pública y gratuita para personas trans y travestis en el mundo. Está en el barrio de Chacarita, en Buenos Aires, y abrió sus puertas a finales de 2011 con una propuesta educativa que invita a la inclusión, la diversidad de género y la diversidad cultural.
El nombre de esta institución fundada por Francisco Quiñones Cuartas y Agustín Fuch no es casual: Mocha Celis se llamaba una travesti tucumana que trabajaba como prostituta en la zona del bajo Flores, en el sureste de la ciudad, y que el 18 de agosto de 1996 fue asesinada. Nunca se supo qué pasó, aunque en ese momento todas las sospechas iban dirigidas a personal policial de la comisaría 50, ubicada en el mismo barrio. La noche en que la encontraron sin vida sus compañeras travestis y prostitutas hicieron una silueta con velas frente a la puerta de la comisaría como forma de denuncia.
“¿Por qué ponerle al bachillerato Mocha Celis?", se pregunta la activista trans argentina Lohana Berkins en un texto publicado por SOY en 2011. "Porque Mocha no sabía leer ni escribir. Cuando llegábamos a las comisaría detenidas, ella siempre me pedía a mí que le leyera. Me acuerdo de que cuando estábamos en los calabozos había otra trava, que era una chica súper erudita, y yo le dije: ‘Aprovechemos que estamos acá adentro y enseñale a Mocha. Pero hacelo de manera que ella no se sienta mal, que no se sienta menos’”.
La lucha, la libertad individual y la búsqueda de expresión identitaria son valores que hoy Manu resalta a la hora de describir al Bachi —como lo llaman muchos de sus alumnes—. “Acá podemos ser libres, podemos vestirnos como queremos y que eso tenga un reconocimiento, a nosotres hace tiempo no nos alcanzaba la tolerancia, es imposible hablar de democracia si no hay valoración de las disidencias sexuales, y acá la podemos encontrar”.
Manu Mireles se identifica como una persona no binaria, como una marica migrante: “Reivindico ser marica como una actividad política y ser migrante porque vengo de familia afro, indígenas, personas mestizas y zambas. Pienso la identidad como algo que se construye de manera diversa y múltiple”, manifiesta. Manu llegó a la Argentina hace doce años, y cuenta que se acercó al Mocha en 2011 cuando este recién estaba arrancando. Como Licenciada en Ciencias de la Educación pensó que sus aportes podrían funcionar dentro del espacio; en 2013 se incorporó como docente y hoy forma parte de un trío académico que dicta la materia Desarrollo de las Comunidades. Cuenta que desde ese rol se ocupa de “profundizar la perspectiva de género, la educación sexual integral con una mirada dentro de las disidencias sexuales y derechos humanos”.
El Bachi es un sitio de supervivencia dentro de un país en el que la expectativa de vida de las personas travestis y trans es de hasta 35 años. Actualmente, según Manu hay 210 estudiantes. “Es un lugar donde el 90 por ciento de las travestis son trabajadoras sexuales o se dedican a la prostitución”. Aparte es un espacio inclusivo para migrantes afrodescendientes, madres jóvenes y adultxs mayores; la Mocha recibe a personas que históricamente fueron y son excluidas de la sociedad para que puedan terminar sus estudios.
Manu cuenta que el Bachi no tiene cede propia —paga un alquiler mensual— ni cuenta con un financiamiento integral. “Todo el funcionamiento de la escuela es gracias a lo que les docentes aportamos y lo que algunas personas donan. El Mocha tiene un área de acompañamiento médico, abogades, trabajadores sociales, psicopedagogues, psicólogues... Hay muchas profesiones trabajando en el espacio de manera voluntaria porque el Gobierno de la Ciudad solamente reconoce 18 sueldos, pero trabajan al menos 45 personas más que no tiene sus sueldos reconocidos por el Estado”. Formalmente la institución ofrece un plan de estudios de tres años, su programa académico depende de la Dirección de Educación del Adulto y el Adolescente de la Dirección General de Educación de Gestión Estatal del Ministerio de Educación. Las personas egresan con el título de Perito Auxiliar de Desarrollo de las Comunidades.
Durante la pandemia el Mocha Celis lanzó una campaña llamada El Teje Solidario: “Se trata de una red de cuidado donde donan recursos, tiempo y dinero. Muchos nos dicen que antes de esto no conocían a personas trans y ahora no aguantan a tomarse un mate y conocerlas personalmente. Esto no es un proyecto existencialista. Es una red de afecto, de cuidado, de contención y de cariño. De todas maneras, sigue pasando que nuestras actividades están criminalizadas, patologizadas, perseguidas policialmente. Sigue siendo dificultoso el acceso al trabajo, a la salud y a la vivienda a pesar del marco normativo que existe. Necesitamos seguir profundizando las políticas públicas para que esto se logre”, dice Manu. La red cuenta con 700 personas dentro de Buenos Aires; de elles, 300 son vecines del bachillerato.
Para Manu, el Mocha se ha convertido no solo en un instituto educativo, sino en un espacio de crecimiento personal, un hogar que ofrece a sus estudiantes la posibilidad de construir un proyecto con personas con las que se sienten cómodes.
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