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jueves, 7 de marzo de 2019

Si no ganan, no comen: así son las políticas del deporte adaptado en Argentina

Artículo publicado por VICE Argentina

Mariana Redi nació así: le falta una pierna y algunos dedos de ambas manos. De cuna le viene también el deporte porque entrena desde que tiene uso de razón. Sus padres son profesores de educación física y, además —dice, sonriendo—, tiene una hermana “normal”. A los dos años agarró por primera vez una pelota y no ha parado desde entonces. Tras 24 años de practicar deportes convencionales, hoy, a sus 26, forma parte de la selección argentina de básquet adaptado.

Se dice difícil pero lo es aun más en la práctica. "Hubo un momento de mi vida en el que sufrí una depresión muy grande. De a poco fui saliendo, el básquet fue lo que realmente me cambió la vida, me dio felicidad”. En conjunto con la terapia, el deporte la ayudó a aceptar sus diferencias.


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“Es difícil nacer diferente, el día a día ya es una complicación” dice Mariana. “En nuestra sociedad hay mucho prejuicio. La gente piensa que las personas con discapacidad somos todas buenas: pobrecitos ellos. Juegan con la lastima, te hablan distinto, no entienden que podemos vivir sin todo lo que supuestamente es 'normal'”. El problema se divide en dos, por un lado el comportamiento de la gente, “el conocido te tiene lastima, el desconocido ni siquiera amaga a darte el asiento del bondi. Tampoco existe una educación que acepte las diferencias físicas —Mariana solo habla de las físicas porque es su caso— la discapacidad es más común de lo que se cree, pero no se muestra. Desde que somos chicos nos muestran que una persona es alguien con dos piernas, dos brazos y 20 dedos, es obvio que cuando ven algo distinto piensan que somos extraterrestres, ¿cuántas veces viste personas con discapacidad en la televisión?”. Por otro lado existe una estructura dentro de la ciudad que tampoco está preparada para esto. “No todos los bondis tienen espacio para una silla de ruedas, las calles están rotas, a los semáforos les faltan el botón que ayuda a cruzar la calle, los subtes tienen escaleras". Cada vez que tiene que cumplir con un horario tiene que salir con tres horas de anticipación por posibles imprevistos.

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Mariana trabajó toda su adolescencia y parte de su adultez haciendo changas, de camarera, cocinando en algún bufete, hasta que empezó a laburar en el centro de rehabilitación para discapacitados. Iba todos los sábados, era auxiliar del profe de educación física. Un día se encontró con los entrenadores de la selección, que también entrenan a las chicas de Buenos Aires. Ellos la invitaron a sumarse. Actualmente juega en River y en el equipo nacional de básquet adaptado. Es deportista de tiempo completo: los torneos y las concentraciones no le permiten trabajar los fines de semana.


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Las reglas son similares a las de su contraparte convencional aunque más intensas, si cabe: el contacto entre las sillas no es considerado falta a menos que los jueces aleguen intencionalidad. Cada dos toques en las ruedas, él o la atleta debe hacer rebotar la pelota, pasarla o tirar. Se practica sobre sillas de ruedas estandarizadas de acuerdo con las normas de la Federación Internacional de Baloncesto en Silla de Ruedas (IWBF).

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Mariana juega en un equipo mixto. Son 25 personas incluyendo al staff. A nivel nacional no hay liga femenina, como en otros países. “Las personas no se ocupan de buscar a posibles jugadoras, hay mucha falta de información, si ir más lejos yo me enteré que existía este equipo a los 24 años y nací con esa discapacidad, debería haber sabido desde el minuto cero”. “El básquet —hablo solo de este deporte porque es el que juego— es un deporte machista, dicen que somos equipos mixtos, pero en algunos quizás solamente hay una mujer y está de suplente, la ves en el banco casi todo el partido. Después hay equipos solo de varones”.

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La Agencia de Deporte Nacional (ADN) hizo tres recortes durante el 2018. Desde la Secretaría de Deportes de la Nación les daban el apoyo económico de 7,500 pesos, con atrasos y condiciones.

La última condición que debería cumplir la selección de básquet adaptado es ganar la medalla en Lima. “Nos dijeron que en agosto, si no sacamos una medalla en el Parapanamericano en Lima nos pueden quitar la ayuda” a eso se le suma que tampoco recibirán el dinero para "sostener las comidas de las concentraciones”. Por último, no les dan la cancha del CeNARD para entrenar. “Es bastante difícil ganar un podio sin poder entrenar y sin poder alimentarnos; sin embargo nos exigen que ganemos”.


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Mariana va a competir a fines de agosto en Perú para el Panamericano, que es el clasificatorio del Paralímpico de Tokio en 2020. Dependiendo de los resultados del torneo, quizás les quiten la beca. “Las políticas del ENARD se rigen por los logros deportivos si o si, si no sacas la medalla no tenés la beca”.

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