Tenía 16 años cuando tuve mi primera aventura de una noche. Acababa de salir de mi relación con mi primer amor, quien era también el chico con el que perdí mi virginidad. Aunque habíamos estado juntos durante 11 meses, en realidad solo habíamos tenido sexo dos veces; así que mi primera aventura de una noche también fue la tercera vez que tuve sexo en toda mi vida.
Me había ido de fiesta con algunos amigos y terminamos en un club de mala muerte, pues fue el único lugar donde nos dejaron entrar porque éramos menores de edad. Estaba borracha, en la zona de fumadores, y comencé a platicar con este tipo. Era del mismo grupo de amigos que mi exnovio. Terminé besándolo ahí en el club; en realidad, si soy realmente honesta, también me dedeó ahí mismo.
Para cuando llegamos a su casa, ya era muy tarde, o muy temprano, dependiendo de cómo los veas. Recuerdo que, de hecho, era de día cuando todo esto sucedió. Mis recuerdos son realmente vívidos: estábamos desnudos, tropezando, teniendo sexo torpe como dos adolescentes que no sabían lo que hacían, porque eso es exactamente lo que éramos. El sexo fue una mierda. Sé que intentamos hacer la 69 en algún momento porque pensé: Ok, intentemos esto, lo he visto en revistas.
Mientras estábamos teniendo relaciones sexuales, el condón se rasgó. Me asusté: era la tercera vez que tenía sexo y la primera vez que lo tenía fuera de una relación, ¡y ahora el condón se acaba de romper! Pensé: Dios mío, voy a quedar embarazada. Por dentro estaba gritando, aunque en realidad no le dije nada al chico. Creo que solo dije: "Voy a tener que tomar la píldora de la mañana siguiente", y él dijo: "Sí, supongo que sí". Nunca más volvimos a hablar después de eso. ¡Tampoco se ofreció a pagar la píldora! Creo que nos vimos unas cuantas veces en clubes o fiestas y nos evitamos mutuamente.
Era la mañana de un domingo y todos los consultorios médicos estaban cerrados. Estaba entrando en pánico y llamé a todos esos lugares para ver si podía conseguir mi Plan B, pero todo estaba cerrado. Llegué al final de mi lista de lugares a los cuales llamar y, como no sabía qué más hacer, me fui a casa y le conté todo a mi mamá. Se veía tan decepcionada de mí: recuerdo que su expresión facial cambió de preocupada a ligeramente enojada. Creo que ella pensó que yo estaba siendo temeraria y estúpida. Había una ola de decepción emanando de ella. Puedo entender por qué: no quisiera que mi hijo/hija adolescente tuviera sexo con cualquiera que conociera en un club.
Terminamos encontrando el Plan B en una farmacia que estaba abierta, y lo compramos: recuerdo que me pareció que costó mucho dinero en ese momento. Fuimos a la playa cerca de donde vivíamos y ahí me tomé la pastilla. Recuerdo estar de pie en las piedras y sentirme increíblemente decepcionada de mí misma. El sexo no había valido la pena, en absoluto, y sentí que realmente me había humillado a mí misma. También sentí mucha vergüenza. Además, no ayudó que tuviera resaca, y el propio Plan B me hizo sentir aún peor. Todo lo que pude pensar fue:
¿Por qué me hice esto?
Durante años después de ese incidente, realmente eludí las aventuras de una noche porque me sentía avergonzada de cómo se había desarrollado esa noche. En mi adolescencia, era cuando menos confianza sexual tenía y esa desastrosa noche realmente me traumó. Me sentí avergonzada por mucho tiempo, pero en conflicto, porque también me encantaba el sexo y quería tener más. En retrospectiva, es triste que lo que debería haber sido una experiencia inocente se convirtiera en algo tan vergonzoso y lamentable.
Después de esa noche, me involucré en una relación de dos años con alguien. Creo que una parte de mí sentía que debería estar en una relación para poder superar lo horrible que fue esa aventura de una noche y así tener sexo que fuera menos vergonzoso y lamentable. Terminé esa relación cuando tenía 19 años, porque quería explorar más sexualmente y tener sexo con diferentes personas, en lugar de tener relaciones largas durante toda mi adolescencia. Por primera vez, hice de mi misión tener aventuras de una noche porque sentía más.
Ese tipo de relaciones casuales han sido una experiencia valiosa para mí porque me han dado una comprensión más profunda de lo que me satisface sexualmente y de cómo identificar lo que los otros pueden disfrutar. Tengo un canal de YouTube sexualmente positivo y no creo que pudiera hacerlo si no hubiera tenido todas esas aventuras de una noche. Dicho esto, creo que es importante no tener solo encuentro casuales. Sí, son muy divertidos, pero en mi experiencia, construir una base con tu pareja es el tipo más íntimo de sexo que hay.
Creo que las relaciones sexuales casuales pueden ser muy benéficas para entendernos sexualmente. Sin embargo, el objetivo de tener una aventura de una noche es divertirte, así que no deberías hacerlo si no estás en el estado de ánimo adecuado. No tenga sexo con alguien porque te sientes insegura de ti misma, o porque necesitas validación a través del sexo. Porque al día siguiente simplemente te sentirás como basura y ¿por qué querrías traer esa energía negativa a tu vida?
Ten sexo casual con intenciones positivas siempre: ten límites claros, comunícate con tu pareja, asegúrate de que sea alguien en quien confíes y ¡diviértete!
Este artículo apareció originalmente en VICE US.
Florence Barkway https://ift.tt/eA8V8J
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