Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
A Maddie Byrne le gustaría que su vida fuese más parecida a un episodio de Friends, o al menos a algunas de las historias de Instagram de sus amistades. Cuando sus compañeros de trabajo —mayores que ella— hablan sobre los planes del fin de semana, la chica de 22 años, que es representante de atención al cliente, siente que debería decir que planea hacer alguna excursión, algún viaje o salir a bares a conocer chicos. Es la creencia cultural de lo que haría alguien de su edad, basándose en lo que suele hacer la gente con la que fue a la escuela.
“Si me paso un viernes por la noche en casa y me meto en las redes sociales, veo que el 10 por ciento de la gente sale a bares, y eso me hace sentir que quizá debería estar haciendo otra cosa; se supone que soy joven y libre”, dice Byrne.
Byrne tiene dos o tres amistades cercanas que irían a buscarla en el caso de que se quedase tirada a 45 minutos de donde vive, unas cinco o seis amistades con las que saldría por ahí y unos 10 o 20 conocidos con los que se encuentra de manera casual cada dos meses. Aun así, cree que forma parte del 11 por ciento de los millennials que, según la encuesta de YouGov, “siempre” sienten soledad. El informe, que salió hace un mes, indicaba que los millennials son “la generación más solitaria”, y proclamaba unas afirmaciones que terminaron haciéndose virales; como el hecho de que una de cada cinco personas entre 23 y 35 años reportaron no tener ninguna amistad, mientras que el 25 por ciento reportó no tener ningún conocido.
Cuando Letitia Anne Peplau, una investigadora de la Universidad de California, Los Ángeles, definió por primera vez el término “soledad” en un contexto médico entre finales de los 70 y principios de los 80, hizo hincapié en la medida en que dicha condición afecta a la gente mayor. A partir de ahí, la mayoría de investigaciones relacionadas se centraron en la población de edad avanzada.
Peplau también definió la soledad como el abismo de angustia entre la cantidad de amigos deseada y con la que se cuenta realmente, lo cual supone una laguna para la gente joven, provocada por la presión de las redes sociales y la televisión; así que la definición encajaría con los millennials. En otras palabras, aunque que los datos de YouGov parecen impactantes, los expertos dicen que es normal que los jóvenes se sientan aislados, “los nuevos adultos” se sienten tan solos como la gente mayor, e incluso más: la diferencia entre ellos es que esos sentimientos se han intensificado a través del uso de las redes sociales y los cambios a nivel económico y social, que están haciendo que cada vez sea más complicado formar vínculos.
Según un psicólogo social de la Universidad de Winnipeg, “Puede resultar muy angustiante tener entre 18 y 19 años y estar solo en casa un sábado por la noche, pero a los 90 años, no es muy probable que te moleste”.
Byrne pertenece a un canal de Discord que recibe literalmente el nombre de “Lonely” (solo), y que forma parte de una serie de foros y salas de chat de gente que se reúne con el objetivo de obtener consejos sobre cómo conocer a gente y crear conexiones con los demás de manera anónima y sin presión. “He estado todo el mes pasado deprimido y sin ser capaz de conectar físicamente con la gente que me rodea”, así es como Byrne explica su razón para unirse a Lonely. “Al parecer, relacionarme por internet supuso un término medio que me permitió conectar a nivel social sin tener que acercarme a la gente en la vida real”.
A pesar de que muchas de las personas que se encuentran en este tipo de espacios afirman que la ansiedad en torno al número de amistades que creen que deberían tener se rige por las redes sociales, la geografía también juega un papel importante. En su libro The Great Good Place, publicado en 1989, el sociólogo Ray Oldenburg describió con detalle el modo en que el aislamiento se construye alrededor de la experiencia que supone vivir en las afueras. Según él, si tienes que conducir a todas partes, es menos probable que tengas la oportunidad de interactuar con los demás o de incluir en tu rutina un bar o una cafetería habitual. Byrne ha vivido en las afueras toda su vida, y según ella no tiene ningún lugar donde pueda ir a menudo y crear vínculos.
La economía moderna también contribuye a la soledad: en una sociedad en la que el porcentaje en aumento de jóvenes profesionales que trabajan desde casa, existe la ausencia de un lugar de trabajo y, por consiguiente, de oportunidades para relacionarse. Nat, una chica de 31 años de Los Ángeles, se identifica como millennial por el hecho de no tener amigos o conocidos, y cree que el motivo es que trabaja desde casa (trabaja como influencer en las redes sociales, y no quiere usar su nombre completo porque podría afectar su reputación personal). Hace poco, Nat publicó en un subreddit llamado r/nofriends (sin amigos), preocupada porque no había sido capaz de mantener ninguna relación durante mucho tiempo más allá de su familia desde que terminó la escuela, a excepción de su exnovio.
Aunque puede ir de compras cualquier día de la semana porque ella misma se encarga de su horario, Nat afirma que va al centro comercial los domingos con la esperanza de entablar una conversación. La superficialidad de su profesión hace que no confíe lo suficiente para conectar con la gente que conoce por las redes sociales. “Tienes que ir con cuidado para que no se aprovechen de ti”, según cuenta Nat. “No quiero que se conviertan en relaciones muy cercanas porque hoy en día la gente se dedica a utilizar a los demás. Está claro que puede que solo quieran amistad, pero es más probable que solo quieran colaborar para conseguir más seguidores”.
Joey, una chica de 31 años que trabaja como recepcionista en Clifton, Nueva Jersey, en una empresa que cuenta con entre 40 y 50 empleados, lo cual debería brindarle una gran cantidad de oportunidades para hacer amigos: no ha sido capaz de hacer ninguno desde que lo dejó con su prometido. De todas maneras, ahora invierte el tiempo en casa con su hijo con necesidades especiales.
Según ella, llegar a conectar con alguien le resulta complicado, ya que ha pasado mucho tiempo sin confiar en nadie a causa de experiencias con su hijo, y también porque antes era el alma de la fiesta y ahora teme que los demás piensen que es una aburrida. Joey se muere por tener una conexión con alguien con quien pueda compartir “experiencias, recuerdos y secretos”, pero lo ha estado evitando porque la mayoría de la gente que conoce termina queriendo acostarse con ella.
Fehr, un psicólogo social, opina que tiene sentido: la gente que no está casada tiende a sentirse más sola que la que sí lo está, “Pero cuando los investigadores han establecido diferencias entre los distintos tipos de relaciones fuera del matrimonio, como la gente que no se llega a casa o la gente viuda o divorciada, se ha demostrado que el factor que más influye en la soledad es la pérdida de esa íntima relación”.
Si creásemos una gráfica de la soledad de una persona a lo largo de su vida, veríamos que alcanza la cima a principios de la adultez, mientras que empieza a hacerse camino a nivel social por su cuenta. También podría observarse una subida de soledad durante los últimos años de vida, “Una vez que la gente que pasa de los 80, empieza a perder amistades y parejas, y se dan cuenta de que ya no pueden controlar su cuerpo: ahí es donde empieza de nuevo la soledad”, indica Ami Rokach, una investigadora canadiense. De todos modos, Rokach define la soledad del principio de la adultez como una fase que debería ir disminuyendo a medida que van pasando los años.
Uno de los factores que podría considerarse un distintivo de la generación millennial es que puedan llegar a romper la larga trayectoria de soledad saliendo por las noches a mitad de su vida. Lo habitual es empezar los 30 con una identidad y en un trabajo que les llene socialmente. “En resumen, el mundo social suele consolidarse hacia el final de la adultez temprana”, dice Fehr. Aun así, teniendo en cuenta los niveles de insatisfacción de los trabajos de los que informan los millennials —y de sus vidas en general— podría darse el caso de que dicha consolidación no llegue a ocurrir.
Chris es una mujer que acaba de cumplir 32 años. En su cumpleaños, su marido y sus dos hijos le dieron como regalo, “Un pastel muy pequeño”, según nos dijo, a pesar de que ella hubiera preferido ir a algún concierto con amigos y tomar algo. “¿Cómo es posible que, a mi edad, siga sin tener ningún amigo?”, publicó en el subreddit r/nofriends.
Sigue a Allie Conti en Twitter.
Allie Conti https://ift.tt/eA8V8J
No hay comentarios:
Publicar un comentario