Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
La inauguración oficial de una reunión de emergencia de tres días de las Naciones Unidas para tratar el cambio climático no parecía tan transformadora ni urgente en la superficie. Una lista de los eventos del primer día de la Cumbre de Acción Climática en Nueva York incluyó “Soluciones basadas en la naturaleza lideradas por jóvenes”, “Movilizar el apoyo empresarial comunitario para la acción climática”, “Alinear las finanzas públicas y privadas con el Acuerdo de París” y otro que simplemente se tituló “Cemento y concreto”.
Pero hubo indicios de que cuatro años después de la firma del Acuerdo de París —una época en que los reaccionarios climáticos como Donald Trump y Jair Bolsonaro empujan al mundo cada vez más cerca de un punto de inflexión irreversible mientras las emisiones globales aumentan inexorablemente— el liderazgo de la ONU se está volviendo más abierto a la idea de un cambio económico previamente impensable.
Consideren a los jóvenes radicales invitados a participar en la inauguración de la cumbre en la sede de la ONU en Nueva York con el secretario general António Guterres. “Detengan el comportamiento criminal contaminante de las grandes corporaciones”, dijo Bruno Rodríguez, un activista climático de Argentina. “Podemos hacer que esto suceda al unirnos y decir 'ya es suficiente, ya no queremos combustibles fósiles'”.
O el hecho de que Greta Thunberg —la activista sueca contra el cambio climático de 16 años, quien inspiró un movimiento de huelga escolar mundial que hace un llamado a la eliminación inmediata del petróleo, el carbón y el gas, y que el sábado se sentó rígidamente en una silla al lado a Guterres— fuera tratada como una celebridad internacional por casi todas las personas con una posición de autoridad con las que se topó.
Al llegar a la plaza de visitantes de la ONU, Thunberg fue escoltada rápidamente a una exhibición interactiva llamada Pollution Pods, en compañía de su creador, Michael Pinksy, y una directora de la Organización Mundial de la Salud llamada Maria Neira, en un recorrido a través de una serie de cúpulas transparentes que imitan la mala calidad del aire de ciudades como Londres, Beijing y Nueva Delhi.
“¿Qué piensas acerca de presentar el argumento de la salud? ¿Crees que contribuirá al debate del cambio climático porque las personas tal vez se sientan motivadas por su propia salud?”, le preguntó Neira a la adolescente ante la mirada atenta de las cámaras.
Thunberg, quien durante los últimos 10 minutos había escuchado atentamente a Pinsky y Neira, respondió: “Sí, definitivamente, porque si vemos esta clara conexión, es mucho más fácil conectar los puntos y hacer que queramos detener este problema”.
Pero los millones de personas que participaron en protestas en 150 ciudades de todo el mundo han ido más allá de conectar los puntos. Exigen que sus gobiernos tomen medidas agresivas proporcionales a la magnitud del problema, lo que significa medidas inmediatas para reducir drásticamente la cantidad de emisiones de carbono en todo el mundo, mucho más allá de lo requerido por cualquier tratado de la ONU hasta el momento.
“Vamos a necesitar que decenas de millones de estadounidenses se unan a nosotros en las calles”, dijo Varshini Prakash, cofundador y director ejecutivo del Movimiento Sunrise, a los jóvenes activistas reunidos en el parque Foley de Manhattan. “Si vamos a ganar tenemos que detener la sociedad y nuestra economía... ¿Se imaginan hacer una huelga no solo por un día sino diariamente, marchando y manifestándonos sin cesar, incluso cerrando nuestras ciudades, escuelas y negocios?”.
Más tarde ese día, Thunberg habló ante una multitud reunida en Battery Park, que los organizadores de la huelga estimaron en 250.000 personas. “En todas partes donde he estado la situación es más o menos la misma, las personas en el poder que escriben palabras hermosas son las mismas, la cantidad de políticos y celebridades que quieren tomarse selfies son las mismas, las promesas son las mismas y las mentiras son las mismas”, dijo con aprobación. “Responsabilizaremos a los culpables de esta crisis y haremos que los líderes mundiales actúen. Podemos y lo haremos”.
No suenan como palabras pronunciadas con frecuencia por los líderes de la ONU, que tienden a usar el discurso cauteloso y sin compromiso de los diplomáticos de carrera. Pero el sábado por la mañana, el secretario general elogió a los jóvenes activistas que durante unas horas habían marchado por el distrito financiero de Nueva York, cientos de los cuales habían gritado “¡Cierren Wall Street!”.
“Todavía no estamos ahí”, dijo Guterres sobre el enfrentamiento a la emergencia climática. “Aún tenemos subsidios en los combustibles fósiles y plantas de carbón en construcción”.
“Pero hay un cambio en el ímpetu. En gran parte, este cambio en el ímpetu se debió a tu iniciativa”, le dijo a Thunberg, “y al coraje con el que has comenzado este movimiento... Millones de personas en todo el mundo lo están diciendo con claridad, no solo que quieren un cambio, no solo que quienes toman las decisiones deben cambiar, sino que quieren hacerlos responsables”.
Un par de horas después, la ONU publicó un comunicado de prensa que resumió el evento de la mañana. “La Cumbre abrió un diálogo entre los jóvenes y quienes toman las decisiones, colocando a los jóvenes en el asiento del conductor con voz y agencia para darse cuenta de su potencial y el cambio que persiguen en favor de la acción climática”, dijo el comunicado.
Sugirió que los líderes de la ONU estaban ansiosos por apoyar un movimiento climático comunitario más radical y beligerante que el que había existido anteriormente, incluso si el lenguaje anodino del comunicado de prensa tuvo problemas en transmitirlo. Es poco probable que satisfaga a muchos de los activistas. Como dijo Thunberg, en este momento están buscando algo más que palabras.
Geoff Dembicki es el autor de Are We Screwed? How a New Generation Is Fighting to Survive Climate Change. Síguelo en Twitter.
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