El cine y la televisión nos han mostrado narrativas en las que la ambición desmedida y el gasto descontrolado llevan a los incautos a la quiebra. En estos casos, las deudas parecerían ser el enemigo: la moraleja plantea que endeudarse equivale a quebrarse. Pero no es tan así. Si bien las deudas mal manejadas si devienen en problemas financieros –y los problemas financieros son también los problemas de la vida–, las deudas también ayudan a hacer realidad y potenciar distintos propósitos. Entonces, así como no es inteligente manejar mal las deudas, tampoco necesariamente es inteligente vivir sin absolutamente ninguna deuda.
Sería ideal poder pagar la educación superior, un carro o una casa de una, con la plata que se ahorra del salario. Pero es difícil: por eso, para una amplia mayoría de colombianos el crédito (es decir, la deuda) es un mecanismo para acceder a estos bienes. La pregunta, entonces, es cuándo es bueno endeudarnos. La respuesta: hay que saberlo hacer. Está bien si nos endeudamos por unas vacaciones o un carro, si lo hacemos de la manera adecuada. Y esta manera implica tener claro el para qué, el cómo se va a pagar la deuda y el cómo se va a tener la deuda bajo control, no al revés.
Ahora, es aún mejor cuando la deuda es una inversión que genera valor a largo plazo. Es el caso, como decíamos antes, de la universidad: esa deuda incrementa la posibilidad de ganar un mejor salario y el valor como empleado del que la contrae. Con una casa, por ejemplo, se puede apostar por que la propiedad se irá valorizando, por lo que la inversión tendrá sentido a medida que se va pagando.
En general, los problemas de las deudas surgen de no contar con la información completa y no planear la deuda a tiempo. Como en un campo de fútbol, hay que saber qué conviene, cuáles son las fortalezas y así definir una estrategia: más cuotas implica más tiempo para pagarlas, pero también que serán mayores los intereses que se terminan pagando. Por eso, antes de adquirir una deuda es vital que la información esté clara. Por ejemplo, ¿cuánto representa de beneficio el producto o proyecto en el que se está invirtiendo? ¿Cuánto tiempo se demorará en pagarse? ¿De cuánto es la tasa de interés? ¿Se pueden pagar las cuotas sin que se acabe el salario? Todos estos cálculos son importantes para poder aceptar la deuda responsablemente, sabiendo que se podrá pagarla. Como siempre, es un tema de información, que permite tomar mejores decisiones.
La deuda no es mala si la sabes controlar
Y bueno, una vez entrados en deudas –por más productivas y buenas que sean– hay que salir de ellas, saberlas gestionar. La forma más efectiva, como lo han señalado varios expertos y lo indica el sentido común, es planear y hacer un presupuesto, en el que las cuotas de pago de deudas representen una categoría constante hasta que desaparezcan. Sin duda, esto representa un reto: junto con todos los gastos de la vida hay que abrirle espacio y reservar parte de los ingresos para ir disolviendo la deuda. Puede que esto implique salir menos los fines de semana, dejar pasar esas vacaciones caras o vendiendo algunos objetos de lujo que no se necesitan. Sobre todo, es importante reducir los gastos variables –que no son esenciales para la supervivencia– y registrar los gastos hormiga para limitarlos.
Si hay varias deudas hay que priorizar de acuerdo con las condiciones de pago de cada una. Primero deben ir las que tengan las tasas de interés más altas, obviamente sin descuidar las demás. Quizás sea posible ahorrar para adelantar el pago de cuotas y así reducir el tiempo del pago. Puede ayudar el viejo método de anotar en una lista todas las deudas (junto con sus respectivas fechas, cuotas y tasas de interés) para sistematizar estos pagos. Si bien puede resultar aburridor, las deudas se deben afrontar y encarar. Sería inútil relegarlas al fondo de la mente como si nada pasara. Esto aplica también para el pago de tarjetas de crédito, pues la organización es fundamental para que no se pasen las fechas ni se acumulen los intereses.
Como todo en la vida, las deudas no son blanco y negro como para decir nunca te endeudes o endéudate todo lo que quieras y no hay problema. No es tan sencillo: por eso cada deuda requiere un análisis propio que considere su utilidad y su necesidad, además de tu capacidad de pago, antes de entrar en este camino que muchas veces puede traer una recompensa.
Ojo: Es igual de erróneo pensar que las deudas son la solución para todo a decir que nunca hay que endeudarse y las deudas se deben evitar a toda costa. En este proyecto de Vice y Bancolombia buscamos ayudarte a encontrar el balance y punto medio, entender de qué forma podemos usar las deudas y los créditos a nuestro favor para desbloquear posibilidades a las que, de otra forma, no tendríamos acceso. Este artículo continúa nuestra acción conjunta con Bancolombia por hacer preguntas que todos tenemos y encontrar respuestas que nos puedan dar más información para tomar mejores decisiones.
Santiago Cembrano https://ift.tt/2zY5vYC
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