Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Chris * nunca se ha sentido cómodo en entornos sociales amplios, prefiere pasar el rato en grupos pequeños de amigos cercanos. Pero como un hombre joven que vive en el corazón de Londres, constantemente se encuentra en fiestas y salidas con grandes grupos de personas, y solía beber mucho para sobrellevar la situación.
Esto fue así, hasta que probó la MDMA. Cuando probó el psicodélico por primera vez a los 18 años, "lo sintió como la respuesta a algo", dijo Chris, quien ahora tiene 37 años. "De repente, todo se sintió muy diferente. Rápidamente, se convirtió en la única forma en que me sentía cómodo".
La ansiedad que Chris experimentaba es muy común, es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por el miedo a lo que otros piensan de ti, la preocupación de que te juzguen, de que te equivoques y digas algo estúpido o incorrecto.
Si bien no es inusual que la gente recurra al alcohol para obtener un poco de valor líquido, hay algunas personas que buscan drogas más duras como la MDMA y otros psicodélicos, como los hongos alucinógenos, la ketamina y el LSD, para tolerar la convivencia social. Dicen que las drogas los ayudan a interactuar con las personas de una manera nueva y elevada, ya sea en una fiesta, un concierto o un evento de trabajo.
Los efectos terapéuticos de estas drogas funcionan mejor en conjunto con una terapia y la orientación de un experto. De hecho, la MDMA tiene una larga historia como complemento de la psicoterapia para lograr un mayor bienestar mental. Hoy en día, dado que al igual que otros psicodélicos es ilegal, las personas han estado buscando sus beneficios por cuenta propia, a pesar de los riesgos que esto implica.
En este momento estamos en medio de lo que algunos llaman un renacimiento psicodélico. Las drogas ilegales antes relegadas a la cultura rave y hippie han estado apareciendo en ensayos clínicos en las mejores universidades de todo el mundo. Los psicodélicos han acumulado evidencia preliminar de que podrían ser efectivos en el tratamiento de afecciones como la depresión, el trastorno de estrés postraumático o la ansiedad. Entonces, ¿qué hay de la ansiedad social?
La creciente investigación sobre estos compuestos está conduciendo a una comprensión de lo que hacen en el cerebro para crear esos sentimientos cálidos y placenteros, y así poder explicar lo que las personas como Chris han notado. "Moldeó todas mis relaciones, la mayoría de mis amigos", dijo Chris. "Es difícil imaginar cómo habría sido mi vida sin ella".
La compañía farmacéutica Merck sintetizó la MDMA por primera vez en 1912, pero nadie la probó hasta la década de 1970. Un químico de California llamado Alexander Shulgin fue su propio conejillo de indias al usarla en sí mismo, sobre la experiencia escribió: "Me siento absolutamente limpio por dentro, y no hay nada más que euforia pura. Nunca me había sentido tan bien ni pensado que esto fuera posible... siento que la profundidad de la experiencia me sobrepasa".
Shulgin compartió la droga con un psicoterapeuta de California, Leo Zeff, quien había estado usando otros psicodélicos en su práctica. Posteriormente, Zeff le dio la MDMA a alrededor de 4,000 pacientes y entrenó a más de 150 terapeutas más para usarla entre 1977 y 1985. En una conferencia llamada La MDMA en psicoterapia, realizada justo antes de que la MDMA se volviera ilegal en 1985, los terapeutas discutieron cómo este psicodélico tenía la capacidad de abrir la mente de una persona, de intensificar sus emociones y darle acceso a recuerdos y percepciones selladas u olvidadas.
En la década de 1960, el psiquiatra Claudio Naranjo descubrió que, en entornos de terapia grupal, la MDMA ayudaba a las personas a llevarse bien, confiar y empatizar entre sí. Casi al mismo tiempo, la droga comenzó a usarse en terapia de pareja por este mismo motivo. Un psiquiatra llamado Rick Ingrasci trató a 100 pacientes con MDMA, aproximadamente un tercio de ellos eran parejas. Escribió que "lo que hace [la MDMA] es eliminar el miedo a ser real, a ser auténtico contigo mismo y con otras personas".
"Básicamente no se podría diseñar una molécula que fuera mejor para la terapia que la MDMA", le dijo la psiquiatra Julie Holland a The Guardian en abril pasado. Y, sin embargo, a pesar de la protesta de muchos médicos, en 1985 y conforme a la Ley de Sustancias Controladas, fue catalogada como parte de la Lista 1, lo cual esencialmente detuvo la investigación sobre sus aplicaciones terapéuticas.
La primera vez que Greg Ferenstein, un científico de datos de San Francisco, tomó MDMA, pensó que sería una experiencia exagerada similar al consumo de alcohol o Adderall. Luego comenzó a expresar sus emociones, "hablé de las cosas más íntimas de mi vida y expresé gratitud y aprecio por mis amigos de una manera que no entendía por completo", dijo Ferenstein. "Sentí una ola de felicidad y calidez, y quería mostrarles a mis amigos cuánto los apreciaba y hablar sobre cosas muy profundas de mí".
Aunque la MDMA sigue siendo ilegal, estos efectos recreativos y eufóricos son bien conocidos. Ferenstein dijo que toma diferentes psicodélicos en todos los entornos donde puede haber ansiedad por la impresión que pueda causar en las personas, como es el caso de las conferencias de trabajo. No considera que fuera una persona extremadamente ansiosa socialmente antes de consumir esas drogas, pero lo convirtieron en un mejor oyente, más amable, agradecido y menos egoísta. "Una de las formas en que sé que un psicodélico está funcionando es cuando me es más difícil hablar de mí", dijo.
"Sentí una ola de felicidad y calidez, y quería mostrarles a mis amigos cuánto los apreciaba y hablar sobre cosas muy profundas de mí".
El uso de psicodélicos para la ansiedad social "ha estado sucediendo durante mucho tiempo", dijo Guy Jones, un químico que ayuda a administrar The Loop, un laboratorio de pruebas de la seguridad de las drogas en festivales y eventos en el Reino Unido. "La MDMA es quizás la más obvia y conocida por sus efectos prosociales, pero también he hablado con personas que han descubierto que los psicodélicos les provocan mejoras a largo plazo y ya estando sobrios, como resultado de la introspección que llevan a cabo al estar intoxicados".
Solo ha habido un estudio reciente específico sobre la ansiedad social y los efectos de la MDMA, dirigido por Alicia Danforth, una psicóloga clínica que ha investigado la terapia asistida por MDMA y psilocibina. En 2018, en el Centro Médico Harbor-UCLA, ella y sus colegas le administraron MDMA a un grupo de adultos autistas en un experimento aleatorio, con el método de doble ciego y controlado con placebo.
La ansiedad social de moderada a severa es común en las personas con autismo, dijo Danforth, por lo que querían explorar cómo la MDMA podría ayudar con la ansiedad social a una población con una mayor necesidad de tratamiento.
En sus participantes, descubrió que los que recibieron MDMA en sus sesiones de terapia tuvieron una disminución rápida y duradera en sus síntomas de ansiedad social. "Años después del tratamiento,seguimos escuchando de algunos participantes que se reportan que siguen experimentando menos ansiedad social en la universidad, el trabajo, las relaciones románticas y la vida cotidiana", dijo.
El resurgimiento de la investigación sobre la MDMA, la psilocibina y el LSD en voluntarios sanos revela los mecanismos de cómo podría ser que todos los beneficios anteriores ocurren: Las drogas aumentan las emociones positivas al tiempo que reducen nuestra percepción de las señales sociales negativas, como las expresiones faciales de enfadado y temor, y atenúan también el dolor ante el rechazo social.
Un estudio de 2013 encontró que la ketamina y la psilocibina cambian la respuesta eléctrica del cerebro a las caras neutrales y temerosas. Si a las personas se les mostraba la imagen de una persona con cara enojada o molesta, los sujetos drogados no reconocían esas emociones negativas fácilmente. "Esto podría ser un factor que explicara por qué al estar en un grupo o entorno social, la ansiedad social se reduce", dijo José Carlos Bouso, psicólogo y farmacólogo del Centro Internacional de Educación, Investigación y Servicio Etnobotánico (ICEERS) de España.
"Los psicodélicos les provocan mejoras a largo plazo y ya estando sobrios, como resultado de la introspección que llevan a cabo al estar intoxicados".
Del mismo modo, la MDMA no solo hace que las personas se sientan bien, sino que además puede reducir su capacidad de notar lo malo. En 2010, los investigadores descubrieron que la MDMA reducía la capacidad de las personas para detectar expresiones faciales amenazantes. Si las personas no pueden detectar las emociones negativas, esto podría hacer que las interacciones sociales resulten más agradables.
Las personas con trastornos del estado de ánimo como son la depresión y la ansiedad tienden a prestar más atención a las expresiones negativas y tienen respuestas cerebrales intensas a las amenazas. Esto puede explicar una de las formas en que otros psicodélicos, como los hongos alucinógenos, han estado ayudando en los ensayos clínicos de personas con depresión.
Los psicodélicos también pueden cambiar la forma en que nos sentimos al ser excluidos socialmente. Los científicos estudiaron esto a través de una actividad llamada Cyberball, en la que los participantes juegan virtualmente a lanzar y atrapar una pelota, pero en el transcurso del juego, otros avatares del grupo los van excluyendo. Las personas con diversos problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, son más sensibles ante esta exclusión social.
Estando bajo los efectos de la MDMA, la gente dijo que su estado de ánimo y autoestima no se vieron tan afectados al ser excluidos en el Cyberball. Y dado que el sufrimiento social, o el dolor de ser rechazado o excluido, está asociado con una mayor actividad cerebral en ciertas regiones, los científicos descubrieron que el tomar hongos reduce la activación de varias de ellas.
Muchos psicodélicos conducen a una reducción de la actividad en la amígdala, una región del cerebro que procesa las emociones, incluido el miedo, dijo Bouso; además, los psicodélicos interactúan con la serotonina en el cerebro, un químico cerebral asociado con el estado de ánimo. La MDMA también promueve la liberación de oxitocina, una hormona que se asocia con los comportamientos sociales, para crear sentimientos de afiliación social y reducir las respuestas negativas al rechazo social.
No ser capaz de identificar las señales sociales negativas, no sentirse excluido y la disminución del miedo; todos estos factores combinados podrían conducir a interacciones más agradables, empáticas y profundas con los demás. Sin embargo, traducir esto a un tratamiento para la ansiedad social requiere de un paso adicional: además de tomar los psicodélicos es necesario recibir terapia de conversación mientras estás en el viaje.
Todavía tenemos mucho que aprender sobre los psicodélicos, y descubrir qué droga (MDMA, hongos alucinógenos, ketamina o LSD) funciona mejor para cada uno de los distintos tipos de ansiedad y en qué momento, dijo Jones. La naturaleza actual del florecimiento de estas investigaciones significa que estos psicodélicos muy a menudo son considerados como si fueran lo mismo, cuando sus mecanismos de tratamiento y los riesgos que conllevan pueden ser muy diferentes.
Junto con el impacto que tiene en el cerebro, la MDMA podría ser una oportunidad para practicar las habilidades sociales, dijo Danforth, como unas ruedas de entrenamiento para las interacciones interpersonales. Luego, cuando las personas recuerdan lo que pudieron hacer mientras estaban bajo la influencia de la MDMA, se sienten más capaces de abordar la vida diaria con más confianza.
Danforth quiere probar pronto un enfoque similar en adultos sin autismo, en el tipo de personas que regularmente consume alcohol para enfrentar las situaciones sociales, como lo hacía Chris antes de que probara la MDMA. Ella piensa que, en lo que respecta a las sustancias, los psicodélicos como grupo podrían ser más terapéuticamente productivos que el alcohol. El alcohol puede reducir temporalmente los temores sociales y servir como un medio de evasión, dijo, y reduce la actividad del lóbulo frontal, que es la parte de nuestro cerebro donde se toman las decisiones, se planifica y se realizan razonamientos. La MDMA aumenta la actividad del lóbulo frontal, mientras disminuye la actividad en la amígdala. Si bien el alcohol reduce nuestra conciencia del entorno, dijo Buoso, también puede incrementar la violencia y otros comportamientos no sociales. "Por el contrario, la MDMA es una sustancia muy pacífica", dijo.
En lo que respecta a las sustancias, los psicodélicos como grupo podrían ser más terapéuticamente productivos que el alcohol.
"No veo una manera en que las personas aprendan mucho sobre sí mismas o mejoren su capacidad de funcionar cuando están intoxicadas con alcohol", dijo Charles Grob, profesor de psiquiatría en la UCLA y coautor del artículo de Danforth. "Por otro lado, con la MDMA dentro de un contexto terapéutico, se produce una experiencia de aprendizaje y, además, es una experiencia guiada donde los individuos aprenden algo sobre sí mismos".
Ferenstein todavía toma psicodélicos regularmente y dijo que los ve como una herramienta para el crecimiento personal. "Los uso en las conferencias, las video conferencias, los cumpleaños, las bodas", dijo. "Me gusta usarlos en casi cualquier situación que se me presente. Me gusta enviar correos electrónicos o tuitear bajo sus influjos. Me gusta ver cómo soy diferente de muchas maneras distintas".
Si bien tomar drogas ilegales sin la guía de un profesional puede ser peligroso, especialmente para aquellos con antecedentes de problemas de salud mental, tiene sentido que las personas los busquen, dijo Ben Sessa, un psiquiatra que estudia y practica la psicoterapia asistida por la MDMA.
"La gente está desesperada por conseguir ayuda", dijo Sessa. "Se están dando cuenta de que las opciones psicofarmacológicas tradicionales no los están ayudando, por lo que están recurriendo a opciones más alternativas, incluso a las que son ilegales y no cuentan con licencia".
Una parte crucial de aprovechar al máximo estas propiedades terapéuticas es combinar estas drogas con un hábito de psicoterapia en el que muchas o la mayoría de las sesiones no se incluyan drogas. "Se requiere hacer muchas preguntas y brindar mucho apoyo para dar sentido a tales experiencias", dijo Sessa. "Cuando se consumen en un entorno facilitador, con el apoyo adecuado, los psicodélicos pueden ser muy útiles".
Jones dijo que sin un terapeuta capacitado, y en el tipo de entornos en que las personas suelen consumir estas drogas, puede ser imposible encausar la experiencia en una dirección que contribuya a la sanación. "Una pista de baile no suele ser el lugar adecuado para revivir mentalmente los recuerdos traumáticos de la infancia", dijo.
Chris ya no toma drogas, han pasado unos cinco o seis años desde la última vez que consumió alguna. Pero sus experiencias se quedaron con él. "Definitivamente tengo una sensación muy clara de desbloquear una forma diferente de pensar, una forma distinta de conciencia", dijo. "Incluso cuando los efectos de la droga se han ido, la perspectiva nueva que te queda sobre las cosas es algo de ya no puedes olvidar ni cambiar".
* Debido a la información sensible compartida, solo se ha utilizado el nombre de los involucrados.
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