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miércoles, 4 de septiembre de 2019

¿Cómo es ser un estudiante trans?

Este artículo fue co-creado con Scotiabank.

¿Cómo es ser trans en el ambiente escolar? ¿Qué ventajas y desventajas tiene este contexto específico para la tolerancia y la equidad? Estos retratos y testimonios ofrecen visibilidad a experiencias variadas que encontramos en un espacio tan cotidiano como el salón de clases, negadas en algunos casos por instituciones que apenas comienzan a comprender que deben dejar de cuestionar la diversidad y verla como una realidad enriquecedora.

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Yoali. Foto de Rodrigo Jardón.

Yoali. Preparatoria CCH.

En primero de secundaria comenzó la presión social por verse y comportarse de cierta forma, así que intenté cumplir con lo que mi género requería como las demás niñas, pero nunca me sentí cómoda. En tercero de secundaria comencé a probar más con mi masculinidad, y en primero de prepa, durante una clase en la que hablaron del abanico de identidades, me encontré con que me identificaba más con lo no binario. Luego exploré que la gente me llamara “él”, lo cual me hizo sentir muy bien; ahora quiero seguir en mi transición.

Apenas tuve mi primera campaña de alfabetización de la prepa, que consta en ir a comunidades rurales aisladas durante el verano para enseñar a adultos. Ya sabía que iba a ser difícil porque no puedes ser tú mismo como en la ciudad, pero lo más difícil fue al interior de la campaña, se generó mucha tensión por los baños, los espacios de dormir. Una noche exploté y les dije que sus posturas eran binarias y cisnormadas y que yo me sentía fuera de lugar. Afortunadamente eso cambió las cosas.

En la escuela hay burlas por debajo del agua; creo que ayudaría que los directivos nos tomaran en cuenta más para tener, por ejemplo, un baño mixto. Por el solo hecho de ser trans tienes que estarle explicando a las demás personas tu existencia, quién eres. Si te sales de los roles de género según cómo te identificas la gente dice que no tiene sentido. Tal vez no hay solo una forma de ser hombre o mujer: yo no sé bien qué es ser hombre, pero me hace sentir bien que la gente me reconozca y me llame así. Aunque es cansado y doloroso, explicar quién soy me ha dado experiencia argumentativa y, sobre todo, me ha hecho entender y empatizar con problemáticas desde una perspectiva más amplia del mundo.

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Leo. Foto de Rodrigo Jardón.

Leo. Preparatoria privada incorporada a la UNAM.

Yo venía de una secundaria católica, sentía disforia de género y tenía sueños de que era biológicamente hombre, no sabía que me pasaba y ahí me hacían sentir como si estuviera enfermo. Luego me cambiaron a una escuela más abierta, me di cuenta que era así cuando pusieron la película de Transamerica, la discutimos y a nadie le parecía raro o desagradable. Ahí tuve una maestra que daba clase de sexualidad y género, ella me ayudó hablando con mis papás para que me dejaran ir a la clínica y con los maestros para que cambiaran mi nombre en la lista.

Transicioné con testosterona desde hace unos meses, socialmente hace casi dos años. “Salí” durante un ejercicio en la clase de Comunicación Visual en el que había que llevar cosas que representaran nuestro pasado, presente y futuro. Sobre el futuro dibuje una bandera trans y mi nombre: Leo.

Actualmente estoy buscando trabajo para poder ahorrar y pagar mi mastectomía; también quiero cambiar mi nombre legalmente. Emocionalmente tengo bajones normales, pero sí tuve un momento de mucho miedo, inseguridad y vergüenza. He sentido agresiones verbales, bromas, preguntas intrusivas o señalamientos por ser diferente, pero poco a poco he conocido más gente, no tanto trans, sino queer, con quienes puedo compartir ese peso. Necesitas tener personas con quien hablar, tejer una red social de apoyo.

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María. Foto de Rodrigo Jardón.

María. Carrera de Diseño Textil y Moda.

El ámbito educativo en moda es por excelencia un medio en el que puedes ser tú mismo, porque lo que los diseñadores están vendiendo es una identidad: no de género, sino como firma o marca. Cuando llegué de Michoacán a la Ciudad de México a estudiar en CENTRO, entre las clases y la gente se me abrió la mente, entonces yo, Mario, me empecé a preguntar quién soy y que es o lo que iba a aportar al mundo del diseño.

Me empecé a vestir de niña un día sí, un día no, con un estilo muy extravagante, rozando en lo teatral, como un alter ego, y luego ya quería ser María 24/7. Descubrí que me gustaba más mi papel femenino que el masculino, porque siempre hubo un desencuentro. Comencé a investigar sobre identidades trans y lo transgénero me hacía sentir cómoda, así que comencé a pensar qué tipo de mujer quería ser.

Sea lo que sea, en lo que te dediques debes de conocer tu historia para integrar elementos que te van a distinguir. Yo tuve una infancia muy artística de la mano de mi abuela: hacíamos piñatas, teatros guiñoles, poesía y me gustan las cosas antiguas, disfruto crearle historias a las cosas, y qué mejor a que inventarme una historia a mí misma. Como dijeron sobre María Felix: “A una actriz no se le investiga, a una actriz se le inventa”.

Siempre fui consciente de que mi universidad es una burbuja, así que como experimento salí y me enfrenté a otros lugares. No es fácil, la gente te grita cosas. Está padre que en tu vida estudiantil puedas jugar, gritar, descubrir, porque es el momento de descubrir quién eres, para que cuando saltes a lo profesional vayas con todo abrazando tu identidad personal y de género, estar a las vivas para agarrar las oportunidades y que el mundo compatibilice contigo y se sienta inspirado.

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Lía. Foto de Rodrigo Jardón.

Lía. Posgrado en Artes Visuales.

No hay políticas educativas de inclusión para las personas trans, la academia sigue siendo violenta con los cuerpos diferentes y para ella somos más bien un objeto de estudio. Hay profesores que no están de acuerdo con tu postura porque piensan que es otra persona quien tendría que estar haciéndoles una traducción de tu vida. Hay que decirlo como es: la academia es un proyecto de blanquitud, hasta las fotos de titulación están normadas por cómo debería uno verse.

Yo hice mi transición cuando entré a la carrera en la UNAM, tuve que hacerme presente no solo con mis proyectos de investigación, sino con mi persona. Algo que dicen comúnmente sobre la violencia es que “hace falta educación” pero ¿qué educación? Si en el aula hay temas de los que no se habla, si sigue operando un sistema binario, racista y transfóbico que le sirve al estado para que todos sean iguales.

El arte trans sigue invisibilizado porque así opera la academia: desde el extractivismo, hablar por lxs otrxs sin el acto afectivo de invitar sus voces. Es necesario que existan análisis y metodologías desde nuestra voz y carne. Para mí el arte es lucha, un espacio político, mi forma de hacer activismo no es que se hable de ser trans sino que se sienta, trabajar con el tejido social, lo trans afecta a lo social y la sociedad nos afecta: Donde nos matan es en las calles. El arte hace una traducción para la sociedad de lo que son las personas trans, de nuestra interseccionalidad, somos más de lo que se ve.

Conoce más del compromiso que tiene Scotiabank con la comunidad LGBTQ+ aquí.

Rodrigo Jardón https://ift.tt/2ZPUffu

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