Este artículo aparece originalmente en la edición Borders Issue de la revista VICE. La edición es una exploración global de las fronteras físicas e invisibles y examina quién se ve afectado por estas divisiones y por qué las hemos imbuido de tanto poder.
Desde que Paul Gauguin zarpó de Francia hacia Tahití en 1891, el mito de la vahine, o mujer polinesia, ha cobrado gran importancia en el arte occidental. En la imaginación colonial de Gauguin, las mujeres polinesias eran hermosas, deseables y serviles. Sus pinturas, que ayudaron a inspirar el movimiento artístico conocido como Primitivismo, consideraban que la feminidad polinesia representaba una conexión sobrenatural entre el cuerpo, el alma y la tierra.
En Illusions, quería actualizar y dar mayor complejidad a la imagen de la vahine en el arte, superando los límites del género binario para ofrecer un retrato de la feminidad indígena polinesia. Las modelos que representan el papel de la vahine en estos retratos no son solo mujeres cisgénero, sino ma¯hu¯ (polinesio para hombres afeminados) y rae-rae (transgénero). Decoradas con adornos culturales y sociales, las modelos se mezclan con su entorno natural y emergen de él. Al conectarse con este arquetipo femenino, las imágenes son un intento de metamorfosis, así como un desafío ideológico a los límites visuales iniciados por Gauguin y su búsqueda de lo primitivo.
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