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martes, 26 de mayo de 2020

En esta era antivacunas, ¿los países harán obligatoria la vacuna contra el coronavirus?

Artículo publicado originalmente por VICE Canada.

Después de meses de estar aislados de amigos y familiares, parece que la mayoría de las personas esperan desesperadamente que se descubra una vacuna contra el COVID-19 que le ponga fin a la pandemia. Pero en una era de desinformación y protestas contra el confinamiento, a menudo promovidas por los antivacunas, surge la pregunta de cuánta aceptación tendría tal vacuna

, en caso de que llegara. Y eso nos lleva a una segunda pregunta: ¿deberían los gobiernos considerar hacer obligatoria la vacuna contra el COVID-19?

"Hacer que las vacunas sean obligatorias es el último recurso de las organizaciones de salud pública", dijo Lynora Saxinger, profesora del departamento de microbiología e inmunología médica de la Universidad de Alberta.

Las tasas de vacunación para la mayoría de las enfermedades son bastante altas, lo que sugiere que las agencias de salud pública no tendrán que obligar a las personas a aceptar una vacuna contra el COVID-19, dijo Saxinger.

Por ejemplo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), a partir de 2018, aproximadamente el 84 por ciento de la población mundial fue inmunizada contra la hepatitis B; alrededor del 86 por ciento de los niños recibieron una vacuna contra el sarampión antes de su segundo cumpleaños; y el 84 por ciento de los bebés fueron vacunados contra la poliomielitis. (Las cifras tienden a ser más altas que en otros lugares en América del Norte y Europa debido en gran medida a la desigualdad en el acceso).

Desafortunadamente, se ha difundido mucha información errónea sobre el coronavirus, dijo Saxinger, por lo que le preocupa que muchos puedan rechazar la vacunación.

Tanto Saxinger como otro experto le dijeron a VICE que están particularmente preocupados por las personas que no se identifican como antivacunas, pero expresan tener dudas con respecto a aceptar

la vacunación, pues estas personas probablemente son más susceptibles a la desinformación.

La semana pasada, el primer ministro de Alberta en Canadá, Jason Kenney, dijo que no tiene intención de hacer obligatoria la vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, si se encuentra una vacuna segura y efectiva, el gobierno "alentará vehementemente a las personas a usarla, tal como lo hacemos en la temporada de gripe", dijo Kenney.

La antropóloga médica de la Universidad de Laval, Dubve Dubé, dijo que ha notado que muchas personas expresan "tener la percepción de que el gobierno obligará a las personas a vacunarse".

"Estos son rumores... realmente es poco probable", dijo.

Según Dubé, podría no ser factible ordenar la inoculación obligatoria.

Cuando finalmente se encuentre una vacuna, la producción en masa llevará un tiempo, lo que significa que, al inicio, no habrá suficientes dosis para hacerla obligatoria, dijo Dubé.

Además, debido a la manera en que funciona las instancias gubernamentales de salud es difícil hacer llegar la inoculación a todo el grueso de la población, dijo.

Hay lugares como la provincia de Alberta en Canadá, por ejemplo, donde la ley de salud pública permite hacer que las vacunas sean obligatorias, pero eso nunca se ha llevado a cabo.

Provincias como Ontario, Nuevo Brunswick y Manitoba han implementado algunas vacunas obligatorias, pero Quebec, por ejemplo, no lo ha hecho, dijo Dubé. Eso haría que fuera mucho más fácil para Ontario que para Quebec imponer una vacuna obligatoria contra el COVID-19.

Por otro lado, los estudios demuestran que tanto en Quebec como en Ontario se vacuna el mismo número de personas, dijo Dubé, por lo que probablemente no sea necesario hacer obligatorias las vacunas.

Sabemos también que el movimiento antivacunas no es predominante en todo el mundo, es en los Estados Unidos donde tiene mucha fuerza, pues ahí estos grupos están bien financiados, muy organizados y disfrutan de bastante influencia, dijo.

"La confianza es clave en el caso de los gobiernos y la salud pública", agregó Dubé. "Si nos fijamos en Francia, vemos que ahí hay mucha más desconfianza que en Canadá hacia las autoridades y el gobierno, lo cual a su vez se refleja en una mayor desconfianza hacia las vacunas".

A las instituciones de salud pública, en realidad, les preocupan más las personas que expresan cierto nivel de duda ante la vacunación; estas personas son, por lo general, madres con buena educación y de clase media o media alta, dijo Dubé. Este grupo demográfico en particular tiende a poner mucha dedicación en la vida de sus hijos, por lo que son muy escépticos al momento de decidir a qué cosas expondrán a sus hijos, lo que incluye las vacunas.

Cuando finalmente haya una vacuna para el COVID-19, los médicos familiares y las enfermeras necesitarán tener una capacitación adecuada, para que puedan recomendar la vacuna a sus pacientes y responder todas las preguntas que estos tengan sobre los riesgos y beneficios asociados, dijo Dubé.

Saxinger concuerda: llevar a cabo campañas intensas de educación pública es clave para combatir la desinformación y disminuir los temores relacionados con las vacunas, dijo.

Según la mayoría de las estimaciones, el mundo aún está al menos a un año de tener una vacuna contra el COVID-19. Sin embargo, cuando llegue el momento, las instituciones de salud pública tendrán que evaluar si el número de personas vacunadas es suficiente o no para desarrollar inmunidad colectiva, dijo Saxinger. Si no lo es, la vacunación obligatoria es una buena opción, dijo.

En 2019, la Organización Mundial de la Salud mencionó la desconfianza ante la vacunación como una de las diez amenazas más graves para la salud mundial, lo cual ha provocado que varios países consideren la idea de que la vacunación se vuelva obligatoria, informó la revista Nature. Países como Francia, Italia y Australia ya han limitado el acceso a la educación escolar a los niños que no han recibido vacunas.

"En un mundo mejor, no necesitaríamos que las vacunas fueran obligatorias", le dijo a Nature Paul Offit, especialista en enfermedades infecciosas. "Las personas se informarían acerca de las vacunas y tomarían la mejor decisión para sus hijos y para ellos mismos. Asumiendo que no hubiera contraindicaciones médicas, aceptarían ponerse todas las vacunas".

La capacidad de las instituciones de

salud pública para forzar la vacunación es algo bueno, dijo Saxinger, y agregó que no cree que eso vaya a ser necesario, pues asume que la mayoría de las personas harán fila para recibir la vacuna contra el COVID-19.

"La mayoría de las personas son bastante razonables, ven lo que esta pasando con los antivacunas, pero no se están sumando a su movimiento; así que espero que ese sea el caso aquí", dijo Saxinger.

No obstante, si ese mensaje de alguna manera logra fracturar la confianza de la población en las vacunas, y muy pocas personas se vacunan, entonces las instituciones de salud pública tendrán que intervenir, agregó.

"Los organismos de salud pública fueron creados por una razón. Están facultados para imponer medidas en nombre del bien público".

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