Era mediodía y un hombre atravesaba la Ciudad de México en su automóvil en medio de la pandemia por COVID-19. En su maletín llevaba casi una decena de dispositivos de tecnología de última generación, y cargaba con una terminal bancaria. Pero el joven con cubrebocas y guantes de látex no era un trabajador del sector salud, era un promotor de la tabacalera Philip Morris International (PMI), la cual ha desarrollado, al igual que su competencia, British American Tobacco (BAT), una estrategia para enganchar nuevos clientes a que fumen tabaco o consuman nicotina “de manera más novedosa” y “menos dañina” durante la cuarentena.
Tras agendar una cita en el sitio web oficial, el agente de ventas de Philip Morris llegó al punto que se le indicó en la colonia Juárez, el pasado 24 de marzo. Sacó modelos de iQOS, una especie de pipa de colores con luces a la cual se le insertan pequeños cigarrillos de tabaco comprimido llamados “Heets” con sabores de lo más diverso —nueces, té, cítricos, frutos del bosque, yerbabuena y mentolados— que al fumarlos no generan ceniza, sino un aerosol de nicotina semejante al humo.
Ese día de finales de marzo el país entró formalmente en la fase 2 de la pandemia; el eslogan “Quédate en casa” en la voz de Hugo López Gatell, subsecretario de Promoción y Prevención de la Secretaría de Salud (SSA), se popularizaba; y ya se habían confirmado 4 muertes y más de 350 contagios en el país.
Cada vez había más información sobre esta enfermedad infecciosa que se instala en los pulmones de los pacientes, pero que puede afectar otros órganos; y ya en abril, una nueva variante en las defunciones, llevó a la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) a activar una alerta: la COVID-19 era “particularmente peligrosa” para fumadores, especialmente para aquellos que “fuman tabaco, marihuana o vapean”. En la alerta se señalaba que una investigación realizada en China indicaba que los pacientes diagnosticados con la enfermedad, y que además presentaban antecedentes de tabaquismo, tenían hasta 14 veces más probabilidades de desarrollar neumonía.
La alerta oficial se basaba además en los descubrimientos de la investigación científica COVID-19 y el tabaquismo: Una revisión sistemática de la evidencia (publicada por Tobacco Induced Diseases) que calcula que los fumadores tienen 1.4 más probabilidades de tener síntomas severos de COVID-19, y aproximadamente 2.4 veces más de ir a terapia intensiva, necesitar ventilador, o morir, comparado con los no fumadores.
Mientras, Edson Gómez, de 30 años, pide por Rappi desde su confinamiento, casi una decena de cajas de Heets para utilizar su iQOS. Él consume una cajetilla de tabaco cada día, pese a que padece “remisión de cáncer en su pulmón derecho (...) porque fumaba (cigarrillos) desde los 14 años”, según nos cuenta.
Edson detalla que inició su cuarentena desde el 15 de marzo pasado, y preguntó en la página de Facebook de iQOS si tenían servicio a domicilio. Le respondieron que podía hacer sus compras mediante Rappi; y así se surte de las 20 unidades de tabaco comprimido que consume a diario. "(iQOS) me ayudó a dejar de fumar, ya que no hay olor ni humo, me permite estar en casa y no tener que salir para poder fumar, pues al no tener combustión son menos dañinos, —según dicen—. Además para los adictos a la nicotina el Heet es un chutazo, y pues el cuerpo la recibe y calma”, dice Edson.
Vype —la marca estrella para “vapear” de BAT— también mantiene comunicación con sus clientes; y en medio de la pandemia anuncia descuentos a través de Facebook y envíos vía Rappi.
Una investigación periodística de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas revela que la industria tabacalera promociona sus productos en medio del confinamiento, yendo mucho más allá al aplicar descuentos, lo cual viola la Ley General para el Control del Tabaco (LGCT), y contraviene los análisis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Convenio Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco. Todo ello sin la suficiente intervención de las autoridades regulatorias, quienes deberían restringir y sancionar a las tabacaleras dada la peligrosa comorbilidad con el tabaquismo en las defunciones por COVID-19, una asociación latente para los casi 15 millones de fumadores mexicanos, según el reporte de tabaco de la ENCODAT (2016-2017).
La gravedad de esto no es menor, ya que según los datos oficiales (existe un importante subregistro) se han registrado un total de 725 muertes con comorbilidad de tabaquismo, un 9.5% de un total de 7,633 defunciones registradas hasta el 25 de mayo en México. Y aunque el subsecretario Hugo López-Gatell, ha mencionado el riesgo de fumar en 29 de las 88 conferencias vespertinas —con corte al 24 de mayo—, el tiempo total de las intervenciones dedicado a este tema ha sido de 10 minutos, según una base de datos realizada por Ethos.
Organizaciones, expertos en adicciones y médicos consultados para este trabajo coinciden en señalar que la industria de la nicotina se está “aprovechando” de la pandemia, apoyada por una estrategia publicitaria y una campaña de “supuesta ciencia”, a pesar de vender un producto que agrava la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus. Y la escasa implicación de las autoridades va en dos sentidos: uno de ellos es la insuficiente difusión de los riesgos que en estos momentos implica fumar, y otro es permitir que la industria anuncie, promocione, comercie, venda y distribuya sus productos a través de internet, teléfono y/o entregas a domicilio, lo cual está prohibido.
“Que te manden demostradores a tu casa era algo que no habían hecho antes (PMI y BAT); empezó sobre todo con las restricciones de movilidad. Entonces me parece que es donde la industria tabacalera se aprovecha con todos sus recursos de publicidad y entregas (...)
Para el Convenio Marco no debería haber ningún tipo de publicidad y patrocinio de productos de tabaco, y esa violación en México la tenemos desde que está la Ley General de Control del Tabaco”, explica Erick Ochoa, director de Salud Justa, iniciativa que recién publicó el informe Reporte de Evidencia. La Industria Tabacalera se aprovecha de la pandemia a pesar de vender un producto que agrava la COVID-19 .
‘Vapeo’ en popa
Cualquier persona ha sentido alguna vez esa sensación de sofocamiento o de falta de aire al subir unas escaleras, o practicar algún deporte. Ese efecto es mucho más intenso en los fumadores, y si a ello se suma una enfermedad como la COVID-19, ellos pueden llegar a requerir cuidados intensivos; es decir, el uso de ventiladores, pues tienen mayor posibilidad de fallecer.
“La sintomatología de la enfermedad por el coronavirus no es diferente en fumadores, lo que sí ocurre es que puede ser mucho más grave”, explica la doctora Guadalupe Ponciano, directora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo en la Facultad de Medicina de la UNAM.
El neumólogo Emanuel Vega Sánchez, adscrito a urgencias del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) y hospitales privados, donde se encuentra en la primera línea atendiendo a pacientes con COVID-19, explicó que los fumadores al llegar al hospital, son los que “se ponen más graves”.
“No es que los fumadores lleguen peor a un hospital, pero ya después, son los que hemos visto que se ponen muy mal. La principal causa de la gravedad en estos pacientes es la falla respiratoria, tienen dificultad para intercambiar oxígeno con el medio ambiente, y eso hace que requieran intubación, que es el estado más grave. (...) Hasta ahorita no hay algún tratamiento que mejore esa situación, que haga la diferencia en la evolución de los pacientes; parecería que la prevención es la mejor arma que tenemos para esta enfermedad”, detalla Vega Sánchez.
A pesar de todo ello, la venta de los cigarrillos tradicionales continúa viento en popa, según las propias tabacaleras. El presidente ejecutivo de BAT, Jack Bowles, declaró en una videoconferencia dirigida a sus inversionistas a mediados de marzo: "No vemos ningún cambio en los patrones de consumo de cigarrillos debido a COVID-19. (...) Es una compra diaria, por lo que los consumidores continúan comprando, incluso en Italia y Francia”. A su vez, PMI informó en su primer reporte trimestral de 2020 que el arranque de año fue “muy sólido” por su estrategia “libre de humo” (eslogan de iQOS), y de los “precios favorables” de su cigarrillo tradicional.
PMI —dueña de iQOS— y BAT —dueña de Vype— insisten en llamar a sus artículos lanzados en 2019 en México “Productos de Riesgo Reducido (PRR)”, pese a que la propia Organización Mundial de la Salud ha declarado que esto no está comprobado. Lejos de detener su actividad publicitaria, han aprovechado para lanzar ofertas a través de las redes sociales durante la pandemia.
Desde que la SSA registró el primer caso de coronavirus el pasado 27 de febrero, la actividad en Facebook y WhatsApp, de grupos de “vapeo” (un verbo inventado por las tabacaleras como parte de una estrategia publicitaria) no ha parado. Algunos de estos grupos son Resistencias, Baterías y Otras Cosas; Vapeo Extremo; Vapeo Guadalajara; Vapeo CDMX y Vapeadores principiantes.
De acuerdo con las consultas de las interacciones de usuarios, todos los días se ofertan decenas de sustancias ya sea de nicotina o de esencias de sabores, incluso con sabor a Gansito, Mamut o Coca-Cola. PMI, por ejemplo, promociona iQOS en sus redes sociales, y aunque el promotor ya no visita las casas, sí se hacen demostraciones en línea. BAT, de igual modo, publicita su dispositivo Vype, un vaporizador que se asemeja a una usb, y sirve para nicotina y otras sustancias saborizadas.
Ante la pandemia, los kioskos de Vype fueron cerrados —pues no es una actividad esencial— pero los pedidos online, prohibidos por la Ley General para el Control del Tabaco, continúan; y de hecho hay promociones de 80% de descuento. Mientras un vaporizador costaba entre 500 y 600 pesos, ahora tiene un precio especial por cuarentena de 99 pesos.
Con estas acciones las tabacaleras van en contra del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco (CMCT), de acuerdo con el abogado de Salud Justa, Javier Zúñiga, quien apunta que “las ventas por internet contravienen lo que sugieren las recomendaciones” del acuerdo internacional.
“Para estos productos de tabaco calentado ya hay una interpretación de la Suprema Corte. La publicidad, promoción y patrocinio se equipara a los productos de tabaco, y está prohibida. Así sí podemos hablar que la promoción de este tipo productos (por internet) es una violación y tendrían que ser sancionadas en términos de la propia ley”, indica Zúñiga, quien agrega que de igual manera se viola el artículo 16, fracción IV de la LGCT.
Ciencia vs Tabacaleras
Juan García de 29 años sabe que fumar puede ser mortal si enferma de la COVID-19. Él vapea, pero ha bajado su consumo, dado que sus padres de formación médica y química se lo han recomendado. El primer paso para comenzar a cuidarse fue poner en duda “los estudios de Inglaterra, esos que todos aclaman por ser los que dijeron que (el vapeo) tiene un 95% menor riesgo que el tabaco”.
Y es que en redes sociales, fumadores y vapeadores han desestimado las advertencias, asegurado que: “en Francia los estudios apuntan a que la nicotina podría presentar ciertos beneficios para evitar la propagación del virus”.
Pero el doctor Luis P., quien es pediatra —dedicado a neonatos— en un hospital para pacientes con COVID-19 al sur de la Ciudad de México, y vapeador, ha confrontado a otros vapeadores y fumadores: “Vapear disminuye la movilidad de los cilios de las células epiteliales [que ayudan a proteger los órganos] de la vía respiratoria. Yo también vapeo, pero estos días lo hago muy poco o al menos para bajarme la ansiedad ”, dijo Luis.
Fumar a través de cigarros o vaporizadores -explica la doctora Ponciano- provoca que haya elementos oxidantes que dañan a las células pulmonares; después se inflaman crónicamente y producen un “estrés oxidativo”, lo que implica la destrucción del tejido de los alvéolos. Esta parte, parecida a diminutas bolsas de aire, es la más fina del aparato respiratorio y permite el intercambio gaseoso entre el dióxido de carbono y el oxígeno con el torrente sanguíneo. Ambas condiciones, hacen posible la respiración.
Pero el tabaquismo no solamente daña al tejido, sino que también afecta a los mecanismos de defensa pulmonar, entre los que destacan los macrófagos, células móviles que protegen contra infecciones respiratorias, por ejemplo, las que ocasiona la influenza y el SARS-CoV-2 (el virus de la COVID-19), comenta la científica de la UNAM.
“Son células que tienen movimiento y si te los imaginas de forma didáctica, son soldados buscando cuerpos o partículas extrañas en el aparato respiratorio, como por ejemplo virus y bacterias, para destruirlos y emitir señales de formación de anticuerpos. Es un mecanismo de limpieza fundamental”, explica la doctora Ponciano.
Como si se tratara de una guerra, el ejército de los macrófagos se debilita por la constante inhalación de humo o aerosoles, de tal manera que no logran llevar a cabo su función de defensa. Dicho de otra manera: no tiene armamento suficiente, ni logra traer refuerzos, para defender al organismo del coronavirus.
Aunque ya hay evidencia científica recabada a nivel mundial sobre el agravante del tabaco, la contraparte no tardó en llegar con un estudio que colocaba a la nicotina como un protector contra la COVID-19.
A finales de abril salieron al menos un par de estudios pro tabacaleras en Queios Publishing, titulados Una hipótesis nicotínica para Covid-19 con implicaciones preventivas y terapéuticas de Jean-Pierre Changeaux, Zahir Amoura, Felix Rey y Makoto Miyara; y Baja incidencia de tabaquismo activo diario en pacientes con COVID-19 sintomático , elaborado por 14 científicos, entre ellos Miyara, quien aparece como investigador principal.
Al respecto, la organización Stopping Tobacco Organizations & Products (STOP) publicó un comunicado el 28 de abril donde afirma que esas investigaciones son “inconsistentes” con la mayor parte de la evidencia y literatura científica generada hasta la fecha.
Ambos estudios (también desmentidos por la OMS) ya habían dado pie a la publicación de notas periodísticas con titulares “potencialmente engañosos”, de acuerdo con STOP. Estos artículos llegaron a México bajo titulares como: “Estudio revela que la nicotina podría tener efecto protector contra Covid-19” o “Científicos investigan si la nicotina puede frenar el coronavirus”. Sin embargo en México, las autoridades sanitarias no emitieron ninguna nota técnica al respecto.
“Esta es una táctica de la industria tabacalera (publicar estudios pro-tabaco), la cual se ha visto avasallada durante la pandemia por varios gobiernos y por la propia OMS (...) No se mete al tema de producto con combustión (cigarro) porque sabe que no tiene manera de ganar el debate; pero sí mete (a la nicotina) como una sustancia que puede ayudarte en una lucha contra el coronavirus; y el manejo de esta información inquieta y preocupa”, dice en entrevista Juan Arturo Sabines Torres, director de la Oficina Nacional para el Control del Tabaco.
Coincide con ello el maestro Jorge Cárdenas de la Unión Internacional contra la Tuberculosis y Enfermedades Respiratorias, organización aliada de la iniciativa STOP, quien indica que “las tabacaleras son entidades corporativas que a pesar de tener una actividad legal, se comportan en contradicción con la agenda de los derechos humanos y los objetivos de desarrollo sostenible al patrocinar estudios con la finalidad de engañar”.
Uno de los esfuerzos del gobierno mexicano fue la publicación del decreto en el Diario Oficial de la Federación el pasado 13 de mayo para informar medidas sanitarias a través de leyendas, imágenes, pictogramas y mensajes sanitarios al exterior de los productos de las tabacaleras. “Se tomó la decisión de manera emergente de poder meter un mensaje lateral en las cajetillas y vamos a ser el primer país de la región (latinoamericana), que en sus cajetillas va a advertir de esta asociación peligrosa (...)”, presume Sabines.
Pero este anuncio parece un poco tardío. Según fuentes de Conadic que pidieron anonimato, aunque la publicación ya se hizo en el DOF —y el anuncio se hará el próximo 31 de mayo, Día Mundial sin Tabaco— las impresiones en las cajetillas sobre la COVID-19 se verán hasta diciembre de este año, y la advertencia vendrá solo en los laterales y no en los frontales de los paquetes.
“Llega tardía, muy tardía, pero es parte de la estrategia de las tabacaleras y sus defensores diputados y senadores, y la interferencia que hacen contra las políticas públicas de salud contra el tabaquismo”, comenta un exservidor público de Conadic que ha pedido el anonimato.
*Para este reportaje se buscó la postura de Philip Morris Internacional (PMI), British American Tobacco (BAT), Cofepris y la Secretaría de Salud, pero al cierre de la edición no hubo respuesta.
* Este reportaje forma parte de Fostering transparency and accountability in the design and implementation of tobacco control policies , un proyecto de Ethos Laboratorio de Políticas Públicas, que contó con la coordinación general de Liliana Alvarado, Rodrigo Bolaños y Silvia Márquez. Edición: Karla Casillas Bermúdez. Diseño: Óscar Alva. Este documento fue posible gracias a una subvención administrada por la Unión Internacional Contra la Tuberculosis y Enfermedades Respiratorias ( The Union ) y financiada por Bloomberg Philantropies. El contenido de este estudio es responsabilidad de los autores y bajo ningún caso debe considerarse que refleja el punto de vista de The Union o de Bloomberg Philantropies.
Sergio Rincón y Alejandro Melgoza / Ethos https://ift.tt/eA8V8J
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