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viernes, 8 de mayo de 2020

En tiempos de pandemia, la moda sigue en boca de todos

La moda tenía listas las tendencias de 2020 desde el año pasado. Mangas infladas, shorts tipo bermuda, estampados de polka dots… ¿Y los tapabocas? Eso no lo vimos venir. La pandemia nos desvió completamente de la programación y este negocio hace ahora su mejor esfuerzo por adaptarse.

La industria textil produce aproximadamente 150 billones de prendas al año, lo que serían más o menos veinte prendas por persona. Esa cantidad ya era exagerada y ahora la pandemia lo resalta. ¿Cuántas prendas están usando ustedes durante su confinamiento? ¿Se están pasando de veinte? El lío no son solo los números, el encanto de las tendencias se basa en conceptos estéticos que perdieron relevancia. Las fronteras entre la ropa para la oficina, la noche y el fin de semana se borraron, para muchos, incluso fundiéndose con el momento de dormir como se funde uno con su pijama favorita.

Con esta nueva rutina es necesario reevaluar la importancia de las tendencias como pretextos de consumo. “Mucha de la ropa que se estaba consumiendo en Colombia pre-covid estaba muy ligada a lo social. La moda tiene un componente social muy fuerte: te vestías para el espacio, para la fiesta, para el evento”, explica el diseñador antioqueño Camilo Álvarez. La disrupción a nuestro ritmo acelerado de consumo fue notable, y el diseñador cree que el efecto se sentirá incluso después del aislamiento obligatorio. “Vamos a salir a la vida exterior, pero yo no lo llamaría vida social porque eso va a ser lo más demorado en retomarse. Lo gráfico y lo ornamental se van a calmar un poco. Son cosas que dependen mucho de la conversación o la interacción y, si eso se reduce, la ropa va a ser más austera desde los elementos de diseño”, asevera, agregando que no es solo una nueva mentalidad por parte de los consumidores sino una estrategia desde las marcas: “Necesitan vender a los mismos precios creando prendas con menos costos”.

Sobre las nuevas actitudes del consumidor, la experta en estrategia empresarial de moda Kahren Rondon sugiere que habrá un cambio de mentalidad porque las personas descubrieron que una situación incierta puede cambiarlo todo. “Habrá más nivel de conciencia sobre la importancia de conservar empleos, sobre si lo que me pongo le hace bien o mal al mundo, y también más conciencia sobre decisiones que tienen que ver con la inversión en prendas de vestir”, señala Rondon. “Ya vivimos una situación donde muchos hemos tenido que apelar a nuestros ahorros, así que aumentará la cultura de ahorrar y comprar prendas como una inversión porque me van a durar o son útiles”.

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Ciclo de Prosperidad. Foto cortesía de Kahren Rondon.

Kahren lidera junto a tres amigos una iniciativa llamada “El Valle de Moda”. Se trata de una logia empresarial para fortalecer 200 empresas del sector moda en el Valle del Cauca, a través de capacitación y alianzas. Este clúster reaccionó a la pandemia poniendo sus capacidades al servicio del país a través de la fabricación de tapabocas. “Lo llamamos un Ciclo de Prosperidad: creamos los tapabocas, mantenemos a las personas con empleo, con algo que les da dinero para poder llevar día a día a sus hogares, y les donamos los tapabocas a las personas más necesitadas”.

Comenzaron financiando por sus propios medios las donaciones. Llegó un momento en el que detectaron una necesidad superior a sus recursos y crearon un Vaki para recibir aportes y mantener el ciclo. “Hemos donado 32.000 tapabocas y desde esta semana empezamos a producir 20.000 más”, expresa Kahren. Después de apoyar cárceles, recicladores y centros de salud en los barrios más vulnerables de Cali, sus tapabocas están llegando a Cauca, Nariño y Cartagena.

Camilo Álvarez también orientó su marca homónima a la creación de tapabocas. Buscaron donantes para apoyar la fabricación y entrega a centros médicos y colectivos en barrios vulnerables de Medellín. Las donaciones crecieron tanto que han podido llegar a Tumaco, Quibdó y Nuquí. Para Camilo, ha sido gratificante: “Realmente la donación era para cubrir los costos y sostener el equipo. Pero pudimos seguir dando trabajo y como superó nuestra capacidad, empleamos también talleres aliados que trabajan desde las casas. Es muy positivo trabajar haciendo algo valioso que es entregar tapabocas a quienes lo necesitan”.

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Ilustración por Camilo Álvarez.

Siendo la moda un fenómeno de cambio acelerado, no sorprende que empresas y diseñadores reaccionaran rápidamente para asumir su rol en la protección colectiva, a través de los tapabocas. También en la academia se manifiesta el deseo de aportar. La Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de los Andes, en asocio con el programa de Ingeniería Biomédica y la Escuela de Gobierno, está investigando sobre tejidos caseros que permitan filtrar de forma efectiva las partículas del covid-19.

De acuerdo con Carolina Agudelo, docente de diseño de los Andes “los tapabocas han subido de precio de manera insostenible para la población en general, en donde se ven afectadas las personas con menos recursos y queremos brindar alternativas para que puedan resolver sus propios implementos de protección”. La investigación encontró que camisas, sábanas, limpiones e incluso bayetillas son de utilidad y presentan distintos grados de efectividad. Con esta información lanzaron la campaña, con descargables y videotutoriales para aprender hacer tapabocas a la medida en casa.

Carolina también expresa la preocupación de la Universidad de los Andes frente a la escasez de materiales para la elaboración de Elementos de Protección Personal (EPP) para personal médico y público general. “La mayoría de estos materiales son importados y se está especulando con los precios aumentando el costo”, afirma. Para incentivar la fabricación de estos diseños en el país, siguiendo los estándares internacionales, proponen la creación de una app “donde empresas en capacidad de elaborar EPP puedan conectar requerimientos, fechas, cantidades, proveedores y materiales referenciados desde los productores textiles nacionales que están logrando estándares de protección en sus telas”.

2020 podría ser un año catastrófico para la moda. Si los cierres de tiendas duran dos meses o más, se estima que 80% de las empresas de moda que se cotizan en la bolsa, tanto en Europa como en Estados Unidos, van a enfrentar una crisis financiera. ¿Pueden imaginar cómo le irá a las empresas pequeñas y medianas?

“Ahora el discurso de venta no es estar a la moda sino tener un motivo para consumir. Y las personas vamos a querer demostrar que somos conscientes de nuestro entorno”, insiste Kahren. Ella sugiere construir historias de consciencia para fidelizar consumidores: “Empezar una narrativa más explícita sobre los empleos que generan con su marca o los que puedan hablar de su huella sostenible, para que las personas se sientan conectadas”.

Junto a otros diseñadores y talentos de moda nacional, la marca de Camilo Álvarez está apuntando a esa conciencia del consumidor. “Tenemos que reconciliarnos con lo local”, dice. Por este motivo, lanzaron el Proyecto de Apoyo Local, PAL (que también suena a “amigo” o “colega” en inglés), para unir fuerzas y preservar empleos en confección, marroquinería, joyería y artesanía. Comenzaron con una estrategia de descuento por compra cruzada, pero ahora algunas de estas marcas están creando insumos especiales para otras participantes en el colectivo. De esta manera, los productos finales serán la materialización de su espíritu colaborativo. “La idea es incentivar la compra de productos locales de diseño para seguir brindando bienestar a todos los que hacen parte de la cadena de valor”. Este creador paisa espera que PAL sobrepase la coyuntura y se convierta en una nueva forma de unir talentos.

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Proyecto de Apoyo Local, PAL. Poductos de Olga Piedrahita y Andrea Landa.

Las empresas de moda nacional que logren sobrevivir serán las que realmente se adapten a los tiempos más allá de los caprichos estéticos. Y en medio de las dificultades que trae la pandemia, los inventarios acumulados y las tiendas cerradas, se siente la emoción de los que saben leer el panorama. “La moda será transformada sustancialmente, también desde la utilidad, con el reto de no perder el potencial de comunicación y de hacernos soñar”, dice Carolina. “Es maravilloso, en medio de todo”.

Diana Lunareja https://ift.tt/3duFCkN

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