Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
El desayuno es la comida más importante del día. Al menos es lo que a muchos de nosotros nos han hecho creer. Pero cada vez más estudios rechazan esta idea. Ayunar, de una forma u otra, está de moda, como podemos comprobar por la cantidad de “mataos” de gimnasio en YouTube que se mueren por compartir los secretos que les han llevado a olvidar, por fin, lo que les pasó en el instituto.
Para la mayoría, ayunar significa saltarse el desayuno.
Ellos des-ayunan más tarde. Otros prefieren ahorrarse la cena. En cualquier caso, el resultado es un ayuno de 16/8. Lo que quiere decir que, en un periodo de 24 horas, ayunas durante 16 y comes en una ventana de 8 horas. Otra variación popular es el ayuno en días alternos, que normalmente implica no comer calorías un día y comer lo que quieras al día siguiente.
Algunos de los beneficios del ayuno incluyen la reducción de la inflamación, la bajada del azúcar en la sangre y una esperanza de vida mayor —aunque esta última solo se ha demostrado en roedores, hasta ahora. No tuvo que pasar mucho tiempo para que la gente empezara a preguntarse si un ayuno más prolongado tendría resultados más pronunciados. Es mi deber recordarte que, si estás pensando en hacerlo, analices tus motivaciones, puesto que un periodo largo de inanición voluntaria puede ser un signo de un trastorno alimentario.
He tratado de juntar varias anécdotas con las conversaciones que he tenido con médicos y nutricionistas sobre el ayuno, para averiguar qué le pasa a tu cuerpo cuando te dejas llevar por las nuevas modas y sigues un régimen de no comer nada durante 72 horas seguidas. Curiosamente, no lo he probado, pero basándome en lo que sigue, puede que lo haga.
Vas a tener un hambre voraz, pero luego ya no tanto
Para muchos de nosotros, saltarnos el desayuno no es un problema, sobre todo cuando estás superocupado y te pasas toda la mañana dando sorbitos a un café negro. Pero sáltate la comida y por la tarde vas a tener al cerebro gritándote para que le des combustible. Obviamente, el cerebro no grita. Pero hace que te comportes como un bebé irritable y malhumorado hasta que alguien te haga caso y te meta un dónut en la boca.
Un estudio sobre el hambre reveló que la interrupción de la homeostasis del cerebro puede provocar respuestas emocionales complicadas. Este enfado descomunal unido a niveles peligrosos de energía y a una barriga que no deja de rugir hace que sobrevivir a la primera parte del ayuno sea extremadamente difícil.
Aunque, si lo consigues, las cosas empiezan a mejorar al segundo o tercer día. “El descenso gradual del hambre está documentado en la fisiología, mostrando un descenso paulatino en la grelina tras varios días de ayuno”, dice Jason Fung, nefrólogo de Toronto y uno de los autores del libro La guía completa del ayuno. La grelina, explica, es una hormona que te hace tener hambre. Se segrega en cantidades mayores cuando el estómago se contrae. Fung explica que el hambre se reduce a menudo durante un ayuno prolongado.
Quizás, debería mencionar aquí que 72 horas es mucho menos de lo que se necesita para que una persona sana se muera de hambre. Un artículo de fondo publicado en el British Medical Journal explica que los humanos pueden sobrevivir sin comida durante 30 o 40 días si se mantienen adecuadamente hidratados.
Según un artículo del doctor Alan D. Lieberson publicado en Scientific American, el tiempo que una persona puede sobrevivir sin comer dependerá de “factores como el peso corporal, variaciones genéticas, la salud personal y, sobre todo, la presencia o ausencia de deshidratación”. Morirse de sed, no obstante, puede ocurrir en cuestión de horas. En otro artículo de Scientific American, Randall K. Packer, profesor de Biología en la Universidad George Washington, dijo que un adulto en un entorno apacible podría durar potencialmente una semana sin líquidos.
Te puede oler el aliento
Cuando Fung habla de que el cuerpo usa la grasa como combustible, está refiriéndose a la cetosis. Para llegar a este estado, tienes que privar al cuerpo de su combustible rápido favorito, la glucosa, y obligarle a que busque alternativas. Cuando cierras el pico y no entra nada, el cuerpo comienza a tirar de células de grasa para generar energía. Por eso a los locos del gimnasio les mola tanto el ayuno y el estado cetogénico. Te dirán que el ayuno y la cetosis es lo que les mantiene con un porcentaje casi nulo de grasa en el cuerpo —y varios estudios han demostrado que puede que tengan razón. Lo que no te cuentan es el precio que hay que pagar para tener esas tabletitas de chocolate.
Un derivado de la conversión de esos michelines en energía son los cuerpos cetónicos. “Una forma que tiene el cuerpo de liberar cuerpos cetónicos es a través de la exhalación, lo que hace que el aliento sea dulce y afrutado”, dice Amy Shapiro, nutricionista neoyorquina, tratando de adornar el efecto que tiene en el aliento. Varias investigaciones han demostrado que el aliento cetónico es un indicio fiable de que estás en modo quemagrasas. Cuando expulsas cuerpos cetónicos a través del aliento, a menudo, el olor es tan desagradable que la gente sale corriendo espantada cuando te acercas para hablarle, por miedo a que tus pedos bucales le derritan la cara.
Pierdes peso
Ten en cuenta que Shapiro no considera un ayuno de 72 horas como una forma de perder peso substancial. “Probablemente pierdas más agua que grasa ya que tu cuerpo utiliza las reservas de glucógeno antes de tirar de la grasa”, dice. “Cuando liberas el glucógeno, pierdes agua y esa es la razón principal por la que se pierde peso tan rápidamente. Perder grasa requiere más tiempo”. Sin embargo, Fung, defensor del ayuno, difiere y sostiene que puedes perder casi 1 kilogramo de grasa en un periodo de 72 horas. Por esa razón, recomienda que la gente con un índice de masa corporal (IMC) menor a 20 no lo hagan. “La mayoría de la gente tiene un índice mucho mayor”, dice.
El cuerpo empieza a utilizar energía de emergencia
Tradicionalmente, no comer durante tres días se veía como algo absurdo. De hecho, en los tiempos de hambruna, se consideraría la mayor estupidez jamás vista. Pero mientras puedas comer el jueves sin problema, cerrar la despensa con llave de martes a miércoles puede mejorar las funciones cerebrales, al menos, según unos estudios con ratones.
Unos investigadores de Yale comenzaron a inyectar grelina a ratones y descubrieron que el desempeño intelectual a la hora de aprender y memorizar aumentó un 30 por ciento. En otro estudio de la Universidad de Swansea, en Gales, se le dio la hormona a unas células cerebrales de ratón que habían crecido en un plato. La infusión activó un gen conocido por desencadenar la neurogénesis, un proceso por el cual las células cerebrales se dividen y multiplican.
Como hemos mencionado, la producción de grelina se disminuye tras varios días sin comer. Pero, hasta entonces, el estómago produce mucha. Shapiro dice que podría ser un reminiscente de un tiempo en el que la comida era escasa y para conseguirla era tan importante ser listo como saber apuntar con la lanza. “En tiempos de hambruna, el cuerpo preserva dos órganos y reduce los demás”, explica. Estos órganos son el cerebro y, en los hombres, los testículos. “Biológicamente, es probable que esté relacionado con la necesidad de tener la mente clara para encontrar comida o para sobrevivir durante periodos largos sin sustento y poder perpetuar la especie”.
Quizás puedas practicar mindfulness
"Se dice que el ayuno es un reinicio mental, físico y espiritual”, dice Jim White, un dietista con base en Virginia Beach. Él cree que la gente que ayuna durante tres días a menudo se enfrenta a las emociones que tiene guardadas para estar mentalmente más estable tras haber ayunado. “Además, aquellos que ayunan aprender a apreciar las pequeñas cosas que no valoran en el día a día, como beber un vaso de agua frío o una cama en la que dormir por la noche. Centrándonos en las conexiones espirituales y mentales durante el ayuno en vez de la comida y los problemas de la vida, se puede conseguir una claridad mental”.
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