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lunes, 31 de agosto de 2020

Preguntamos a Gen Z's sobre el futuro y sus hábitos de ahorro

Este artículo es presentado por Amafore.

El futuro es una constante fuente de ansiedad, especialmente cuando pensamos en dinero. Queremos saber qué será, cómo será y, especialmente, cómo seremos. Y para saberlo, no queda más que escuchar a la gente que terminará moldeándolo.

Para los millennials, ese futuro ya está cerca, quizás incluso ya llegó y no nos hemos dado cuenta. Querer predecirlo (como 2020 nos ha enseñado con una sutil cachetada en la cara) es inútil. Sin embargo, para la generación siguiente, los Z, aún hay un margen de tiempo. Y pensando que dentro de un par de décadas el mundo estará sostenido económicamente por la generación que inventó el floss y que ha desarrollado boicots gubernamentales desde Reddit, no queda mas que entregarle el megáfono a ellos y escucharlos.

Los centennials -nacidos posterior a 1997, según diversos consensos, y un 26% de la población total mundial- representan ahora la generación más joven presente en la fuerza laboral, de la cual ocuparán un 30% durante la siguiente década, y una mayoría a partir de 2040. Nativos digitales, emprendedores, criados en el medio de dos colapsos económicos, en una demografía saturada y viviendo su coming of age durante la crisis sanitaria más intensa del último siglo, los centennials son, a su vez, una generación crecida bajo un grado diferente de conciencia y confianza en sí mismos que deriva en la que quizás sea su diferencia más importante respecto a su generación antecesora: su visión del trabajo y el dinero.

De acuerdo a LinkedIn, y diferente a los millennials, los zoomers se encuentran más motivados a avanzar en su carrera basados en incentivos económicos y no necesariamente de bienestar, con un 59% de ellos dispuestos a aprender nuevas habilidades profesionales que les permitan hacer más dinero. Incluso, un 65% de la generación Z considera el salario como el factor más importante de elección de un trabajo, y solo un 38% de ellos creen que el balance trabajo-vida es relevante (contrario al 47% de los millenials). En conclusión, el dinero es importante para ellos, y parecen pensar en la vida de una manera no tan easy-going. De hecho, el CGK establece que un 35% de los zoomers están dispuestos a empezar a ahorrar para un plan de retiro en sus veintes, contrastando con el casi normalizado 12% de los millennials.

Platicamos con cinco miembros de la generación Z para saber qué piensan del futuro y cómo están trabajando para llegar a él con los bolsillos tranquilos.

Ilustración: Alina Najlis​.​
Ilustración: Alina Najlis​.​

Lissette, 21

¿Cómo administras tu dinero? ¿Te gusta ahorrar, gastar, invertir?

Administro mi dinero limitando la cantidad que gasto semanalmente en gasolina, gastos de la universidad, comida, gastos personales y entretenimiento/salir con amigos, considerando siempre menos dinero del que tengo. Me gusta ahorrar y creo que lo hago mejor cuando tengo un propósito como viajar o comprarme algo. También, invertir constantemente en cosas que me permitan generar más como vender postres, café, etc.

¿Consideras importante empezar a ahorrar desde ahora o crees que es algo que después podrás empezar a hacer bajo otras condiciones?

Sí lo considero muy importante, pensando en las opciones que tenemos las generaciones actuales para el futuro, sin embargo, aunque actualmente trato de ahorrar no está en mis posibilidades hacerlo como me gustaría. Cuando comience ya formalmente mi vida laboral está en mis planes prever más y tener algún plan de ahorro.

¿La pandemia ha cambiado tu manera de percibir el dinero?

Antes de la pandemia percibía dinero por medio de una beca, mis papás y vendiendo postres en la facultad. Actualmente conservo la beca, sin embargo, el dinero que recibía de mis papás era para transporte y gastos de la universidad por lo que ya no lo pido y de ahí podía ahorrar limitando mis gastos, tampoco recibo dinero de los postres que vendía en la facultad, de los cuales ya percibía una cantidad importante para mí. Ahora he ido adaptando las cosas que vendía para poder ofrecerlas durante la pandemia y aunque la cantidad que genero es mucho menor que la que acostumbraba, mis gastos también han disminuido mucho debido a la pandemia.

¿Te preocupa pensar en el futuro a largo plazo?

Sí me preocupa porque las opciones para retiro son muy poco viables como única opción para dejar la vida laboral. Me preocupa no lograr generar lo suficiente o no tener joven un ingreso estable. Me gustaría tener alguna empresa o negocio propio que me permita mantenerme activa pero con la libertad de no estar 100% presente. Me gustaría viajar y seguir aprendiendo.

Ximena, 22

¿Consideras el dinero como una de las prioridades en tu vida? ¿Por qué?

Sí, creo que incluso es más importante para mí que para otras personas de mi edad. Lo necesitas básicamente para todo, para comprar cosas, para salir, para todo. Y a mí la verdad es que no me gusta tener ese tipo de limitantes en cuanto al dinero. Sí es muy importante para mí, sí lo he pensado, también mucho en cuanto al futuro.

¿Cómo ahorras o planeas empezar a ahorrar? ¿Crees que es importante hacerlo?

Sí creo que es muy importante hacerlo sobre todo porque a veces aparecen estas cosas o metas donde el dinero puede ser una limitante. No sé, me gustaría un intercambio o a lo mejor pensar en independizarme. Ahorita como estoy mantenida por mi papá y no debo de pagar renta, no tengo que pagar servicios, no tengo que pagar nada más, pues chance es un buen momento para empezar a ahorrar.

Mi única fuente de ingreso por ahora es mi trabajo, un sueldo de becaria bastante normal, entonces lo que hago es intentar ahorrar lo mejor posible planeando un presupuesto mensual donde más o menos voy estimando lo que cuestan mis materiales de la escuela, mis salidas -que en realidad es en lo único que gasto-, y lo demás lo ahorro. Ahorita que no puedo salir ni hacer nada pues ahorro casi un 80% de lo que gano jajaja. Lo que hago para que no pierda su valor es meterlo en cetes, incluso ahora durante la cuarentena he comprado algunas acciones para tener ese dinero ahí invertido y ahorrado.

¿Has preguntado o te has acercado a expertos, familiares u otras personas que te den consejos sobre cómo ahorrar o cuidar tu dinero?

Como lo considero importante para mí, me gusta mucho leer sobre esos temas para mantenerme más o menos informada u organizada y tener un plan. También he llegado a tomar un curso sobre finanzas personales.

¿Qué piensas del futuro? ¿Has imaginado cómo va a ser tu vida, tu trabajo, tu familia dentro de unos años?

Es una pregunta difícil, obviamente lo pienso mucho sobre todo porque estoy a casi un año de graduarme, y pues en la edad en la que se supone ya estoy cerca de tener que independizarme, al menos dentro de unos años, y pues ya casi empezando una vida adulta.

¿Sabes qué es un plan de retiro? ¿Has pensado en qué te gustaría hacer cuando acabes tu vida laboral?

Me gustaría retirarme no tan grande, quizás a los 50 años, es una edad corta pero la verdad es que la meta de mi vida no es tanto el éxito profesional, más bien creo que es ganar dinero, tener un buen puesto, para que ya cuando te retires puedas hacer lo que realmente te hace más feliz, no sé, el ocio, vivir en la playa, algo así.

Alex, 21

¿Te incomoda tener que pensar en dinero y el papel que va a jugar en tu vida en unos años?

No sé, no creo. Pues ahorita no, porque todavía dependo mucho de mis papás, pero igual no siento que tenga que ser un problema, más bien al revés ¿no? Es una manera de resolver problemas. Obvio hay cosas que no va a solucionar, pero la mayor parte de nuestras necesidades sí. A lo mejor me preocupa más tener que pensar en cómo voy a conseguir ese dinero, porque ya después todo lo que se tiene que pagar con eso creo que solito va saliendo según el tipo de vida que tengas. La renta que vas a pagar es para la que te va alcanzar, ¿no? Y así todas las cosas, creo que es cosa de saber administrarse.

¿Tú ya tienes alguna idea de cómo administrar tu dinero desde ahora?

Pues un poco, tampoco tengo mucho dinero jajaja, pero por eso mismo me gusta cuidarlo mucho. La neta no me gusta casi gastar, se puede ver como que soy muy codo jajaja, pero hay varias cosas en las que prefiero no gastar, o gastar poquito. Cuando salgo con mis amigos o cuando voy a comer o al cine obvio sí gasto, pero no soy de gastar a lo menso. Prefiero ir a comer a lugares no tan caros o no comprar no sé, muchas cervezas o una botella cara, porque después ese dinero lo puedo usar en ropa o en materiales con los que puedo hacer playeras y cositas que puedo vender para juntar más.

Y para después, cuando ya tengas ingresos más fijos, ¿has pensado en planes de ahorro o maneras de ir juntando para tu futuro?

Sí a veces lo pienso, sí lo tengo presente, pero a lo mejor ahorita me importan más otras cosas como la universidad o conseguir un trabajo cuando salga, que al final después me van a ayudar a eso. Sí siento que a lo mejor debería pensarlo más, pero tampoco quiero empezar a meterme muchas cosas a la cabeza.

¿Qué posibilidad crees que es más factible que te ayude a vivir al final de tu vida laboral? ¿Una pensión, rentas e inversiones de lo que puedas cobrar, o un plan de retiro?

Pues una pensión yo creo que definitivo no, en mi carrera que es diseño la mayoría de los trabajos son más independientes y no veo mucho esas opciones de tener un trabajo estable donde te ofrezcan esas cosas, aunque obvio me gustaría encontrar un lugar así. Lo de comprar propiedades o tener un negocio pues también está padre, porque siento que no necesita tanto tiempo y te puede dar buen dinero, aunque igual luego pienso que no es tan seguro. Lo de un afore tal vez me gustaría más, porque es dinero que ya no tienes que hacer nada, ¿no? jajaja, es como que ya es tu dinero y ya solo tienes que sacarlo y usarlo. Si está feo tener que guardar de tu sueldo mientras trabajas pero al final siento que es un esfuerzo no tan grande que te va a ayudar cuando seas viejito.

¿Crees que todo este asunto de planificación de futuro y ahorro de dinero ha cambiado según las generaciones?

Sí, definitivamente sí. Siento que ahora es mucho más difícil que antes. Antes habían créditos, los papás tenían pensiones y esas cosas, y pues ahora no sé, no sé la verdad qué tanto pero parece que no mucho. Igual a veces pienso que poder ahorrar es también un poco un privilegio, ¿no? Porque no todos podemos hacerlo, no todos podemos ponernos a pensar en nuestro futuro, también creo que debemos ser más conscientes de muchas cosas, empezando por el dinero. Pero aparte de eso sí, siento que antes habían más posibilidades de poder vivir bien.

Ilustración: Alina Najlis​.​
Ilustración: Alina Najlis​.​

Valeria, 18

¿Consideras el dinero importante en tu vida? ¿Por qué?

Podría mentir y decir que no es importante en mi vida, pero la verdad es que sí, sí es importante, y sí, es una de las prioridades en mi vida. Yo sé que el dinero no compra la felicidad pero sí nos encamina a ser personas más felices, porque con el dinero tenemos opciones y oportunidades, la oportunidad de ir a una buena escuela, tener una buena educación, tener un hogar, tener de comer, comprar cosas que nos hagan felices, y más. Puede sonar materialista pero sí creo que el dinero es una prioridad.

¿Cómo administras tu dinero? ¿Cómo ahorras? ¿Cómo gastas?

Yo desde siempre he intentado ser una persona que ahorra. Siempre aunque tuviera poco dinero buscaba un lugar para guardarlo y ya hasta que tenía que gastar en algo lo sacaba, y eso dependiendo, porque la verdad es que tampoco me gusta quedarme en ceros, no me gusta no tener ni un quinto. Si voy a tener que gastar prefiero que sea con mi dinero, con mis ahorros, y no prestado, porque si no tú solito te cavas un hoyo, y después ya no vas a poder salir de él.

Ahorita lo que hago es que como por fin ya tengo tarjeta, voy y deposito mi dinero ahí, hago como si no existiera, y ya hasta que lo voy a usar lo saco. Pero no dejo mi cuenta en ceros, no me gusta dejar solo un peso o 10 pesos, prefiero tener por lo menos un colchoncito.

¿Has preguntado o te has acercado a expertos, familiares u otras personas que te den consejos sobre cómo ahorrar o cuidar tu dinero?

Mis consejeros siempre han sido mis papás, ellos son quienes me aconsejan y me ayudan a saber qué hacer con mi dinero. Mi mamá me apoya mucho en ver si las compras que voy a hacer realmente valen la pena, porque a veces gasto parte de mi dinero en cosas innecesarias, en cosas que a lo mejor de ropa solo me voy a poner una vez o voy a utilizar poco. Ella es quien me dice qué prioridades hay y me ayuda a irlas ordenando para saber cómo gastar. Ahora que ya soy mayor de edad, mi papá es quien me está ayudando a sacar todas mis tarjetas y cuentas, él es quien me dice qué tarjetas me convienen, por qué, me dice que no debo sacar todas las tarjetas del mundo porque eso en lugar de ayudarme me puede perjudicar, etc. Ellos, ellos son mis consejeros.

¿Qué piensas del futuro? ¿Lo imaginas?

Siempre imagino cómo va a ser mi futuro, por eso lucho para tener uno bueno. Me veo en unos años trabajando, en un trabajo que me haga feliz, casada, con hijos, viviendo en un lugar propio. Quisiera ser una persona exitosa para nunca depender de nadie más, así si me divorcio de mi esposo no tengo que depender de él. También quiero poder darles a mis hijos más de lo que me han dado mis papás a mí, no porque haya sido poco, sino porque para mí es como pensar en irnos superando, que yo pueda darles más a mis hijos, y mis hijos a mis nietos, y así sucesivamente.

¿Sabes qué es un plan de retiro? ¿Has pensado en qué te gustaría hacer cuando acabes tu vida laboral?

Según yo un plan de retiro es cuando de tu sueldo te van quitando una parte de tu dinero y tu jefe pone otra parte de dinero que se va acumulando para que cuando acabes de trabajar te den una pensión o algo así, como para darte las gracias ¿no? Quisiera acabar de trabajar y poder disfrutar de todo lo que hice, viajar por el mundo con mi esposo.

Paul, 20

¿Qué piensas del dinero? ¿Es una prioridad para ti?

No, la verdad no siento que sea una de mis prioridades. Yo creo que el dinero es prioridad depende de lo que hagas o a lo que te dediques, sí es muy indispensable para hacer la mayoría de las cosas con las que vivimos, pero para mí en lo personal hay otro tipo de cosas en las que tengo más preferencia o prioridad, mi familia o poder vivir bien y ser feliz, por ejemplo,

¿Crees qué es importante ahorrar? ¿Ya ahorras o has pensado en hacerlo?

No ahorro, pero sí me gustaría porque considero que ahorrar dinero es una cosa primordial, tanto para planes a futuro, como para cualquier imprevisto que surja y que tengas que resolver con los recursos que ya tengas guardados o ahorrados.

¿Has imaginado cómo va a ser tu vida, tu trabajo, tu familia en el futuro?

Creo que siempre debemos de saber cómo queremos que sean nuestras vidas a futuro, tener metas y objetivos. No es algo que se pueda planear y se pueda ir cumpliendo al pie de la letra, porque nunca sabemos qué puede pasar o con qué nos vamos a encontrar, pero sí debemos de ir pensando qué vamos a hacer, para tener un empleo que te guste, que te permita vivir bien, y pues con todo eso poder tener una vida estable. Yo siempre me he imaginado una vida con salud, con éxito, con armonía, con un buen empleo, con estabilidad emocional y siendo feliz rodeado de las personas que quiero. Esa es mi meta, ya después con lo que lo vaya logrando es otra cosa.

¿Has pensado en qué te gustaría hacer cuando acabes tu vida laboral y con qué recursos vas a poder hacerlo?

Me gustaría disfrutar a mi familia, y hacer actividades que no pude hacer cuando trabajaba. No pienso mucho en de dónde voy a sacar dinero después, pero supongo que mucho va a venir justo de ir ahorrando para que cuando me retire pueda estar tranquilo. Cuando tenga ya un buen trabajo voy a poder pensar más tranquilo en esas cosas.

Juan Carlos Rios https://ift.tt/3lC1zTW

Las mujeres que usaron tatuajes para salvarse de la esclavitud sexual

Durante la ocupación japonesa, miles de mujeres del sudeste asiático se vieron obligadas a trabajar como trabajadoras sexuales. Pero en una pequeña isla de Indonesia, las mujeres locales se resistieron al tatuarse.

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Cuentas Pendientes: Legalización en México

¿Qué pasa si no se regula? Conócelo aquí. #panycirco

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Cómic Vice: Adentro, bien adentro #3. Vuelo cancelado

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El Chico Sin Cabello de Pan https://ift.tt/2ESXw4t

Cómo discutir con un narcisista

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

En un mundo perfecto, la respuesta a "¿Cómo discutir con un narcisista?" sería... simplemente no lo hagas.

Pero, por desgracia, no vivimos en ese mundo. Ya sea que la persona sea tu pareja, padre, hermano, amigo, vecino, jefe o colega (o quizás incluso un extraño), todos tenemos al menos un narcisista en nuestras vidas, y la mayoría de nosotros tenemos varios. A continuación te explicamos cómo manejar de la mejor manera un conflicto con este tipo de personas.

¿Qué es una narcisista?

Comencemos con lo básico. Primero que nada, el narcisismo no es un diagnóstico; es un patrón. Y es un patrón que se caracteriza por la arrogancia, la falta de empatía, la búsqueda de validación y admiración, la sensibilidad a la crítica; por un sentimiento de grandeza, una falta de comprensión y dificultad para controlar las emociones, especialmente cuando se sienten frustrados o decepcionados.

En algunos casos, los narcisistas también viven en un estado constante de victimización y son malhumorados, resentidos, mezquinos, opositores y se sienten constantemente agraviados. Hay diferentes estilos y niveles de narcisismo, desde un nivel más moderado, sin dejar de ser molestos y arrogantes, hasta algo más amenazador, maligno y peligroso. En esencia, los narcisistas son inseguros y la forma en que discuten está diseñada para proteger sus frágiles egos.

¿Por qué parece imposible discutir con un narcisista?

Primero que nada, es importante tener en cuenta que discutir es saludable; cuando se hace bien, puede resultar en un debate sano, recíproco y respetuoso. En una oportunidad para estar en desacuerdo, expresar una posición o un sentimiento e idealmente terminar con una solución o al menos un compromiso. Nada de eso sucederá con un narcisista.

Una de las razones es la inclinación del narcisista por el gaslighting. El gaslighting es negar la realidad de otra persona. En su forma más simple, es decir cosas como: "eso nunca pasó", "deja de darle tanta importancia a esto" o "no tienes derecho a sentirte así". El gaslighting es típicamente parte de un patrón más grande de desviación; te deja tan confundido que te desvías del argumento original.

En discusiones saludables, muchas veces se logra una conclusión pacífica simplemente cuando una persona asume la responsabilidad de su papel en una situación. Eso no sucederá con un narcisista. Los estilos de personalidad narcisista también se asocian con eludir la responsabilidad. Ya sea que traten de culparte a ti por el problema en cuestión o culpen a otra persona.

Gran parte de esto es porque tienen una obsesión por ganar, que puede manifestarse en discusiones implacables, venganza, engaño, manipulación y sentir placer cuando otros pierden. También hay algunos elementos característicos del estilo de comunicación narcisista, sobre todo algo llamado "ensalada de palabras", que es cuando el narcisista simplemente comienza a atacarte con una serie de declaraciones sin relación que tienen la intención de desconcertarte, agotarte y confundirte.

Y finalmente, si no les gusta cómo está yendo la discusión o cómo fue, es posible que simplemente decidan responder con evasivas, marcharse enojados o dejarte de hablar por días o semanas (o alguna variante como solo escribirte notas, mandándote mensajes de texto o hablándote a través de otras personas).

Entonces, ¿cómo discutes con una narcisista?

Escoge tus batallas.

La mayoría de las discusiones con narcisistas son una pérdida de tiempo porque no será posible que cambien de opinión o que estén de acuerdo contigo. Evítalas cuando sea posible.

Por supuesto, no siempre será posible evadirlas, por lo que es importante estar consciente de las batallas que estás dispuesto a emprender. Pueden ser discusiones relacionadas con el bienestar de tus hijos, tu integridad en un asunto profesional o cuestiones económicas. Puede valer la pena soportar sus golpes psicológicos por el problema correcto, pero no por cosas banales.

Mantén un tono de voz calmado y mantén la compostura.

Cuando el narcisista se enfurezca y grite, tú no alces la voz. En lugar de eso, mantén el tono calmado y firme que usaría una persona cuando intenta razonar con un niño haciendo berrinche. Si te sientes tan frustrado que empiezas a gritar tan fuerte como ellos, es posible que de repente dejen de gritar y te digan con calma: “Cálmate, por favor, ¿por qué estás tan enojado?" Eso te dejará desorientado, a la defensiva y tentado a comenzar a discutir sobre quién tiene la razón.

No te defiendas ni des explicaciones.

Intentar explicar o defender tu punto de vista en una discusión con un narcisista es una pérdida de tiempo. Recuerda estas sencillas palabras cada vez que discutas con un narcisista: NO ESTÁN ESCUCHANDO. Tienen un objetivo que cumplir y una realidad distorsionada que mantener; tus defensas y explicaciones te dejarán confundido y distraído cuando las descarten y las nieguen.

Sus ataques se sentirán personales, y la mayoría de las discusiones lo son. Pero los narcisistas tienden a ser oportunistas que discuten con cualquiera sin piedad. Define cuál es tu objetivo en la discusión, porque algunos objetivos son imposibles. No harás que piensen como tú; no los vas a convencer de que asuman la responsabilidad; no los vas a persuadir para que hagan algo. Si sigues recordándote a ti mismo que ellos lo único que quieren es ganar, y no les importa lo que tú o cualquier otra persona tenga que decir, puede ayudarte a desconectarte un poco y no dejar que la conversación se convierta en una pelea de gritos hirientes y sin sentido que te deje molesto e inquieto.

Aférrate a tu realidad.

El gaslighting solo funciona si dudas de tu propia realidad. Aférrate a ella y no dudes de ti. Cuando digan "estás muy sensible" o "eso no pasó", no intentes corregirlos. Sonríe para tus adentros sabiendo que te están haciendo gaslighting y no te dejes arrastrar a su abismo manipulador.

No pierdas el hilo principal de la conversación.

Desviar la conversación y hacer ensalada de palabras son formas que tienen los narcisistas de esquivar y evitar el problema inicial planteado en una discusión. La desviación implica hablar de algo relacionado con el argumento inicial que puede trasladar la culpa a otra persona ("No puedo creer que estés haciendo un escándalo porque llegué tarde, sobre todo cuando tú duermes hasta tarde los fines de semana y eso retrasa todo, las últimas dos semanas hemos estado llegando tarde a todo porque duermes hasta tarde los fines de semana”). De repente, una discusión sobre los problemas causados ​​por la impuntualidad del narcisista, gira en torno a tus hábitos de sueño.

La ensalada de palabras es aún más confusa: te bombardean con un montón de palabras, por ejemplo, "Puede que llegue tarde, pero el tiempo no es dinero, el tiempo conmigo es dinero y gano dinero cuando me presento a cosas importantes. Y hago cosas importantes, cosas importantes que cambian vidas. Me hacen ganar dinero y cambiar vidas. Y luego, si lo piensas de esa manera, no se trata de que yo llegue tarde, se trata de que tú te ganes el sustento". Terminas tan confundido que el argumento inicial se pierde.

Asienta cortésmente después de escuchar su juego de palabras. Y luego vuelve al tema original de cuán importante es llegar a tiempo a ciertas citas. Si estás peleando por algo que te importa, sigue volviendo a ese punto. Eso enfurecerá al narcisista, pero está bien, significa que no estás cayendo en su desviación y confusión.

No menciones problemas del pasado (aunque ellos lo hagan).

Los narcisistas son maestros en recordar problemas y rencores del pasado. Desempolvarán ofensas que sucedieron hace años, o recordarán palabras que se dijeron hace meses. Son muy sensibles y se aferran a sus sentimientos heridos del pasado, que utilizan como armas en el presente. Cuando mencionen un problema del pasado, no caigas en la trampa de hacer lo mismo respondiendo con, "¿Ah, sí? Bueno, pues yo me acuerdo cuando dijiste bla, bla, bla, bla”, eso les permite guiarte hacia su narrativa desviada y confusa. Redirecciona la conversación o simplemente dejar de participar.

En una situación como esta, eso podría significar decir algo como "Está bien, para no estancarnos, centrémonos en el problema en cuestión...". Si sigue dándole vueltas y vueltas al asunto como en un loop sin fin, prueba siendo un poco empático y aceptando tu responsabilidad: "Sí, sí dije eso, y sé que fue difícil en ese momento... y me gustaría que resolviéramos lo que está sucediendo ahora para que podamos seguir adelante".

Está bien querer alejarse pero no te vayas enojado.

Si la discusión se convierte en gritos, acusaciones falsas, estupidez y confusión, está bien irse con calma. No salgas corriendo ni azotes puertas. Di con calma algo como: "Esto no es productivo para ninguno de los dos, así que me voy a tomar un momento" y aléjate tranquilamente. Hacer esto puede ser una forma de calmarte y evitar que quedes atorado en un loop agotador. Si sientes que debes retomar la conversación más tarde, tal vez acércate cuando estés más tranquilo y flexible, y cuando ambos tengan la fuerza para abordar el problema nuevamente. Pero debes saber que puedes terminar exactamente en el mismo lugar.

No caigas en provocaciones.

A los narcisistas les encantan las peleas. Te provocarán, te tentarán y te incitarán. Harán comentarios políticamente controvertidos. Es muy frustrante para ellos que no caigas en su trampa. Cuando dejas de ser una fuente de suministro narcisista que les da la satisfacción de una discusión, inicialmente se enfurecerán, luego se aburrirán y luego lo dejarán ir (al menos contigo). En algún momento, encontrarán una nueva víctima y tratarán de provocar discusiones con ella.

Retírate tranquilamente.

Las respuestas evasivas y la confusión que son parte de una discusión con un narcisista harán que quieras terminar la conversación lo antes posible. Esto no siempre es fácil; lo mejor es retirarte. Decir cosas como, "Ya no voy a discutir esto contigo" solo los hará oponerse más y puede resultar en que revisen el tema continuamente. Prueba los consejos anteriores y luego déjalo ir. Termina con un, “No tengo nada más que decir al respecto” y luego deténte. Puede que no se sienta como una resolución, pero al menos es un final.

La Dra. Ramani Durvasula es una psicóloga clínica con licencia y profesora de psicología, y autora de"Don't You Know Who I Am?": How to Stay Sane in an Era of Narcissism, Entitlement, and Incivility y Should I Stay or Should I Go: Surviving A Relationship with a Narcissist.

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Ramani Durvasula, PhD https://ift.tt/eA8V8J

Tres de los asesinos seriales más letales del mundo vienen del mismo lugar: ¿por qué?

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

En febrero de 1998, los cuerpos desnudos de tres preadolescentes fueron encontrados en una colina cubierta de maleza, en las afueras de la ciudad de Génova, en el centro de Colombia. La región es montañosa y semirrural, con una temperatura de alrededor de 20 grados centígrados durante el día, así que los cuerpos estaban obscurecidos e hinchados. Los tres muchachos habían sido atados por las muñecas y sus cuellos parecían haber sido lacerados con un cuchillo. Sus penes también habían sido cercenados y los tres cuerpos estaban cubiertos con marcas de mordiscos y mostraban señales de penetración anal. Cerca se encontró una botella de lubricante desechada.

Pronto se supo que los tres jóvenes eran pobres, tenían entre 11 y 13 años y habían sido buenos amigos. El detalle más inquietante provino de una de las madres de los niños, quien dijo que su hijo había regresado a casa a toda prisa el día de su desaparición, alegando que un hombre que necesitaba ayuda para transportar ganado le había ofrecido trabajo. Emocionado, se había marchado un viernes a media mañana. Su cuerpo fue encontrado el lunes.

En 1998, Aldemar Durán Saavedra era un investigador criminal de 31 años de la Fiscalía General de la Nación en el estado colombiano de Quindío. Por intuición, verificó los registros del estado en busca de casos similares y encontró 13 casos adicionales sin resolver, los cuales se remontaban años atrás. Encontró que los cuerpos de varios niños pobres y desamparados presentaban heridas de cuchillo en el cuello, el pecho y los genitales, y muchos mostraban evidencia de agresión sexual. A partir de ahí, Durán amplió la búsqueda a los estados vecinos y descubrió que los cuerpos de varios jóvenes habían estado apareciendo en las colinas boscosas de Colombia desde al menos 1992. En total, 13 de los 32 estados de Colombia tenían al menos un caso que coincidía con el perfil; una prueba bastante convincente de que el país estaba lidiando con un asesino en serie.

Sin embargo, de alguna manera, los jefes de Durán no estaban convencidos.

“Nuestros directores no creyeron ni imaginaron que podría haber un asesino serial aquí”, cuenta Durán a VICE News por teléfono, recordando varias reuniones frustrantes con su director. “Para nosotros, hace 20 años, un caso con estas características delictivas era como una telenovela o una película. Nunca imaginamos que tendríamos asesinos seriales en Colombia”.

Para cualquier occidental que haya crecido en una cultura que mitifica a los asesinos seriales desde la década de 1970, la idea de que un departamento de policía pueda encontrar ese patrón de asesinatos y no sospechar lo peor parece absurda. Sin embargo, fue lo que sucedió.

Este caso fue un punto de inflexión en Colombia, tanto para la capacidad de la policía de identificar las señales de homicidios seriales como para darse cuenta de que había un problema único a nivel nacional. Porque el país no solo había lidiado anteriormente con asesinos en serie, sino que también había albergado a algunos de los más prolíficos del mundo.

Cuando Durán y su equipo encontraron al asesino, resultó ser un vagabundo de 42 años llamado Luis Garavito. Garavito se hacía amigo de los jóvenes y los llevaba a zonas remotas y aisladas con el pretexto de ofrecerles trabajo, solo para torturarlos, violarlos y matarlos. Cuando finalmente confesó sus crímenes en 1999, se le atribuyó la cifra oficial de 138 asesinatos, convirtiéndose en el asesino más prolífico del mundo; un récord que aún mantiene hasta el día de hoy*

Pero no fueron tantas más víctimas que las de Pedro López, un compatriota colombiano que había matado a unas 110 niñas solo 20 años antes y que actualmente posee el segundo lugar de homicidios seriales a nivel mundial. También hay que tener en cuenta a Daniel Camargo Barbosa, quien durante un período similar al de López estranguló niñas en Colombia y Ecuador. Tuvo 71 víctimas confirmadas, lo que lo coloca en el quinto lugar de esta página de Wikipedia bastante horrenda titulada “Lista de asesinos en serie por número de víctimas”.

Juntos, estos hombres colombianos tienen tres de los cinco récords mundiales de homicidios. No son individuos asociados con el sangriento tráfico de cocaína del país, ni participaron en ninguna junta militar. En cambio, estaban motivados por una compulsión psicópata y sádica de cometer asesinatos, lo cual hicieron sin obstáculos durante años gracias a un sistema de justicia que no les prestó mucha atención.

La pregunta es: ¿por qué Colombia? ¿Qué tiene esta pequeña nación devotamente católica que ha producido y albergado tales monstruos?

El caso de Luis Garavito tiene algunas respuestas.

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Una foto policial sin fecha del asesino serial colombiano Luis Garavito. Imagen vía AFP PHOTO/FILES STR/AFP

Cuando el detective Durán llevó sus pruebas a sus superiores y les explicó su teoría del asesino serial, le respondieron con incredulidad no porque la violencia fuera inusual, sino porque no era del tipo al que estaban acostumbrados.

“Estábamos más interesados ​​en investigar masacres y hechos que estaban causando conmoción nacional”, recuerda. “En Colombia hemos soportado muchos tipos de violencia: violencia política, violencia por los conflictos armados, y de alguna manera [esta violencia] permitió que ciertos personajes operaran furtivamente. Significaba que no podíamos identificar, detener, capturar o construir un cuerpo de evidencia en torno a sus casos”.

Durán se refiere a la forma en que la violencia casi se había normalizado en la sociedad colombiana. Es una historia que vale la pena examinar para comprender cómo estos asesinos en serie pudieron “operar furtivamente”.

Colombia logró la independencia de España en 1810, pero nunca logró una verdadera estabilidad política. Los siglos XIX y XX estuvieron marcados por una serie de escaramuzas y revoluciones, que después de la Segunda Guerra Mundial se convirtieron en un período de agresión política generalizada conocido como “La Violencia”. Cuando el candidato presidencial liberal fue asesinado en 1948, la violencia motivada por la venganza entre los dos principales partidos políticos provocó la muerte de alrededor de 200.000 personas.

El país nunca se recuperó realmente. Una guerra civil lenta y tortuosa echó raíces, ocasionando que otras 220.000 personas perdieran la vida a partir de 1958; un problema que solo se agravó cuando el mundo descubrió que la planta de coca crecía en los Andes colombianos. Las posteriores guerras contra las drogas, combinadas con la escalada de violencia por el conflicto armado en el país, causaron la muerte de otros 50.000 individuos.

En la década de 1990, los colombianos habían desarrollado “una convivencia incómoda con el asesinato”, como lo describe el especialista en prevención del delito Robert Muggah. “Se ha convertido en parte del tejido de la vida, normalizado e incluso trivializado”.

Muggah, que dirige un grupo de expertos que trabaja con asuntos judiciales basados en datos en Latinoamérica llamado Instituto Igarapé, dice que la elevada tasa de homicidios de Colombia no solo dificultó la diferenciación de las víctimas de asesinos seriales de las otras víctimas, sino que hizo que fuera increíblemente difícil para la policía investigar y procesar a los perpetradores.

“En las décadas de 1990 y 2000, más de 20.000 personas murieron al año”, relata a VICE News por correo electrónico. “La policía, los fiscales, los defensores públicos y los jueces eran literalmente incapaces de seguir el ritmo de todos los cadáveres”.

Finalmente, en 2016, se firmó un histórico acuerdo de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (también conocidas como FARC), lo que llevó a muchos a creer que la nación estaba entrando en un nuevo período de estabilidad pacífica.

Por desgracia, el derramamiento de sangre en Colombia ha continuado sin obstáculos. A principios de este mes, cinco adolescentes de entre 14 y 18 años fueron encontrados con la garganta cortada luego de volar cometas en la ciudad de Cali. Apenas una semana después, un grupo de hombres encapuchados disparó contra un restaurante repleto de gente en Nariño, provocando el asesinato de ocho estudiantes. En ambos casos se responsabilizó a las pandillas locales y a los cárteles del narcotráfico.

El punto es que en la actualidad, así como a finales de la década de 1990, la tasa de homicidios en Colombia superó ampliamente la capacidad del estado de condenar a los delincuentes, lo que dejó en libertad a muchos criminales violentos.

“Colombia tiene una tasa de convicción de criminales extremadamente baja”, dice Muggah, refiriéndose a la cantidad de delitos por los que un criminal es imputado cuando se presenta un cargo. “En Colombia, la tasa de convicción es de alrededor del 10 por ciento. En otras palabras, el 90 por ciento de los homicidios en Colombia quedan impunes”.

Lo que sugiere Muggah es que en Colombia, así como en muchas otras partes de Latinoamérica, la amenaza de pasar tiempo en prisión no sirve como disuasorio. Es una conclusión poco sorprendente, pero con un peligro subyacente. Porque si Colombia fuera un ejemplo de la forma en que los humanos responden a una aplicación laxa de la ley y a la normalización de la violencia, el resultado parece producir más asesinos de todas las variedades, así como una mayor frecuencia en los homicidios.

Muggah está de acuerdo. Dice que la tasa de homicidios seriales del país “no es genética, como han sugerido algunos académicos. Tampoco existe algún factor cultural intrínseco que haga a los colombianos más violentos que sus vecinos de Chile, Ecuador o Panamá”.

“En cambio, creo que podemos esperar ver una mayor probabilidad de asesinos en serie en países con una aplicación laxa de la ley, bajas tasas de convicción de criminales, altos niveles de impunidad y la normalización de la violencia”.

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Un forense de la Fiscalia desentierra a una víctima de Garavito en octubre de 1998. Imagen vía AFP PHOTO/John Jairo Bonilla

Cuando el detective Durán estaba tratando de construir un perfil del asesino serial Luis Garavito en 1998, experimentó en carne propia por qué los casos de asesinato rara vez son esclarecidos. En su opinión, el principal problema fue el aislamiento departamental dentro del gobierno.

En 1998, la Fiscalía General era un concepto relativamente nuevo y competía directamente con la policía, que en muchos casos se negaba a compartir información. Además de eso, la falta de un proceso nacionalizado tampoco ayudó. “Actualmente la información se encuentra en bases de datos y sistemas de información”, explica. “Pero en aquel entonces solo teníamos un bolígrafo y un diario, y tomábamos notas. Todo era analógico”.

Para cuando convenció a los altos directivos de que estaban lidiando con un asesino serial, ni siquiera estaba seguro de lo que eso significaba. Sabía de los asesinos en serie por las películas y los detectives veteranos que habían trabajado en los casos de Pedro López y Daniel Camargo Barbosa en la década de 1970, pero no contaba con una formación especializada, así que tuvo que volverse autiodidacta.

“Al principio tuvimos que leer muchos libros”, dice. "Literatura estadounidense, literatura inglesa que hablaba del FBI y este tipo particular de comportamiento criminal”.

Durán menciona un programa de televisión que fue particularmente de gran ayuda: la serie policial Citizen X de HBO de 1995, protagonizada por Donald Sutherland. La trama sigue a un detective que lucha contra una burocracia desordenada para acabar con un asesino en serie en la Rusia soviética. Como menciona Durán, “fue muy similar a lo que estábamos observando”.

Finalmente, después de aproximadamente un año en el caso, lograron un gran avance. Fueron contactados por un hombre que dijo haber sido atacado cuando era un joven por alguien que le había prometido trabajar transportando ganado. Pero en lugar de ofrecerle un trabajo, lo había atado, violado y torturado. Por fortuna, el atacante estaba tan borracho que se quedó dormido, lo que permitió que el joven escapara.

Casi una década después, el joven, ahora en su adolescencia tardía, estaba comprando el almuerzo en un restaurante cuando se dio cuenta de que el cajero era el hombre que lo había atacado. Con sigilo, salió del restaurante y se fue a casa para reunir a sus tíos, quienes regresaron esperando un enfrentamiento. Pero para aquel momento, el hombre, que también había reconocido a su víctima, había abandonado su trabajo y desaparecido. La víctima no sabía el paradero de su atacante, pero conocía el nombre del restaurante: La Arepa.

A partir de ahí, Durán entrevistó al exdueño del restaurante, quien pudo brindar una descripción y el nombre de su excajero. Su nombre era Luis Alfredo Garavito.

Durán y su equipo fracasaron en localizar a Garavito, pero encontraron a su hermana en un pueblo llamado Trujillo, a solo dos horas al oeste de donde habían sido encontrados los tres niños en 1998. La hermana era profundamente religiosa y dijo que se mantenía alejada de Garavito porque siempre estaba borracho, pero refirió a los detectives a una maestra de escuela con la que a veces se quedaba: una mujer llamada Luz Mary que tenía varias cajas con las pertenencias del asesino.

Durán abrió las cajas y encontró recortes de periódicos que detallaban las desapariciones de jóvenes desde 1992. Algo que también los dejó horrorizados fue el hallazgo de un calendario marcado con números que iban del nueve al 14, garabateados en fechas aleatorias. “Descubrimos que estaba marcando la fecha y la edad de los niños que había asesinado”, cuenta Durán.

Años más tarde, tras la condena, se darían cuenta de lo estrecho que era el perfil de las víctimas de Garavito: muchachos de piel y cabello “rubios”, con ojos color azul o verde. Nunca se fijó en jóvenes color y solo una vez identificaron a una víctima con una ligera discapacidad. “Le gustaban los jóvenes con rostros bonitos”, dice Durán. “Eran chicos que estaban interesados ​​en generar algún ingreso para dar a su familia, chicos que buscaban oportunidades para ganar dinero”.

Durán y su equipo finalmente atraparon a Garavito después de que el asesino fallara un intento de secuestro en la ciudad de Villavicencio, cerca de Bogotá, donde los enfrentamientos con guerrilleros se habían recrudecido y las víctimas de Garavito eran menos llamativas. Allí conoció a un niño que vendía billetes de lotería en la calle, a quien le ofreció un trabajo transportando ganado, según su modus operandi habitual. Entonces atacó al niño en un terreno baldío, pero un indigente vio el ataque y comenzó a arrojarle piedras a Garavito, lo que llamó la atención de un conductor de taxi que alertó a sus compañeros taxistas de la ciudad. Garavito fue arrestado ese día bajo una identidad falsa, pero el equipo de Durán vio las fotos policiales y se dio cuenta de que tenían al hombre indicado.

El siguiente paso fue obtener una confesión, que tomó alrededor de 24 horas. “Estaba renuente a hablar”, recuerda Durán. Cuando le hacíamos una pregunta, a menudo pedía que la repitiéramos para ganar tiempo para pensar. “No tenía sentimientos ni reacciones, no se ponía ansioso ni nervioso”.

Finalmente, Durán dijo que obtuvo una confesión al fingir que los detectives sabían todo sobre el caso.

“Yo le dije: 'Mira, Luis Alfredo, sabemos que tú eres quien mató a todos los jóvenes, eres una buena persona… pero cuando bebes te pones iracundo y agresivo. En ese momento, hermano, es cuando atacas a los menores”.

Durán dice que el asesino lo miró y asintió con la cabeza. “Él me dijo: 'Está bien, entonces dime, ¿qué más sabes?’”.

Desde ese punto, Durán le mencionó los nombres de las ciudades donde habían encontrado los cuerpos de los jóvenes, las fechas en las que probablemente los había asesinado y la evidencia que sugería que Garavito era el homicida. Tumbas individuales, fosas comunes e historias de madres en duelo. La lista continuó.

“Finalmente me miró y dijo: '¿Sabes qué? Sí' y estiró los brazos al frente. Entonces dijo: 'Quiero pedir disculpas al director y a todos aquí, y al mundo, porque soy un demonio, y lo que han encontrado hasta ahora no es nada comparado con lo que he hecho’”.

Durán describe al equipo apiñado en las oficinas de la Fiscalía General de Villavicencio mientras el asesino en serie más prolífico del mundo describía sus crímenes, uno a la vez. Comenzaron a las 7 PM, pero no terminaron hasta el amanecer del día siguiente. En total, Garavito describió alrededor de 150 homicidios, pero las autoridades encontraron pruebas suficientes para condenarlo por solo 138.

Posteriormente, Garavito fue sentenciado a 1.853 años y nueve días de prisión, la pena más larga en la historia judicial de Colombia. Sin embargo, desde entonces se ha revelado que debido a su voluntad de ayudar a la policía a localizar los cadáveres, podría ser liberado a partir de 2023.

Ese tema particular está fuera del control de Durán, pero obviamente espera que Garavito permanezca en prisión. Dice que el caso de este asesino serial también lo llevó a preguntarse qué estaba haciendo el país para permitir crímenes tan crueles.

“También nos hacemos esa pregunta”, dice. “¿Por qué de toda Latinoamérica hay más casos de asesinos seriales en Colombia?”.

Su respuesta se asemeja a la de Muggah. Dice que es un producto trágico de la normalización de la violencia y la ineficacia de las autoridades, pero se apresura a argumentar que el papel de la policía ha mejorado.

“Hace veinte años, toparnos con estos eventos fue una novedad, así que no pensamos que un solo ser humano estaba detrás de esto... Por fortuna, en los casos posteriores al de Garavito hemos podido hacer mejores investigaciones”.


Actualmente, Durán dice que el sistema de justicia de la nación es mucho más hábil para reconocer y encontrar a delincuentes únicos. Está orgulloso de la forma en que ayudó a diseñar un marco formal para atrapar a los asesinos, particularmente la forma en que tomaron prestadas técnicas de elaboración de perfiles criminales del FBI, pero las adaptaron específicamente al entorno colombiano.

“Nos dimos cuenta de que los perfiles hechos en Estados Unidos no nos iban a funcionar”, cuenta, “porque los colombianos son muy diferentes en la forma de actuar, pensar, comer y en sus creencias religiosas. Entonces comenzamos a construir nuestros propios perfiles basados ​​en Colombia. Construimos perfiles para las víctimas, el asesino, los investigadores y la preparación que debe tener un detective. Construimos algo diseñado para nosotros, lo que nos permitió comenzar a procesar toda la información. Construimos un sistema de información muy bien organizado; con buen apoyo y dirección, lo cual nos permitió empezar a relacionar a este personaje con las víctimas que estábamos encontrando”.

Durán sigue siendo detective de la Fiscalía General de la Nación, luego de 30 años. Ahora tiene 50 años y sus recuerdos del caso se han difuminado, pero todavía piensa en él a menudo; en particular en las familias de las víctimas, quienes fueron efectivamente abandonadas por el gobierno. En la actualidad, Durán dice que esas familias recibirían servicios de asesoramiento y asistencia financiera, pero en aquel entonces fueron interrogadas por la policía y olvidadas.

“A diferencia de ahora, el estado no habló de reparaciones o compensaciones económicas para las víctimas”, dice. “En el estado de Quindío les proporcionamos apoyo psicológico a las víctimas, pero no fue una ayuda que ocurriera a nivel nacional. Nunca les prestaron atención”.

Luego, tras una pausa, menciona el horror que algunas de estas familias se vieron obligadas a soportar. Para él, es la verdadera tragedia del caso: los cientos de personas cuyas vidas fueron deformadas de manera irreversible por el sadismo de un solo hombre.

“Hubo varias familias que encontraron a sus hijos decapitados, apuñalados, quemados, mordidos”, cuenta Durán en voz baja. “Imagínense encontrar a su hijo con un palo en el recto hasta la boca. Como hermano, como padre, como madre, es impactante. Pero la policía nunca le prestó atención. Es mi opinión personal, y ustedes saben que estoy criticando al Estado, que es la institución que paga mi salario, pero sigo pensando que hubo falta de ayuda para estas personas, especialmente para las familias que fueron afectadas”.

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Con reportajes adicionales de Laura Rodriguez Castro.

*La mayor cantidad de víctimas se atribuyen técnicamente a Harold Shipman, un médico del Reino Unido quien asesinó a cientos de pacientes con sobredosis de diamorfina. Pero como médico, poseía libertades únicas y se encuentra fuera del perfil tradicional de un asesino serial.

Julian Morgans https://ift.tt/2Yivqa0

Ahora los "coyotes" están regresando migrantes a sus países debido a la pandemia

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

Hazel Lazo tuvo suerte. Ella llegó a los Estados Unidos desde El Salvador con autorización legal. Eso quiere decir que no tuvo que arriesgar su vida en la travesía por tierra desde Centroamérica a la que muchos no sobreviven.

Pero en cuestión de meses, debido a la pandemia, se quedó sin dinero y sin opciones en Estados Unidos y decidió regresar a casa. Y necesitaba un traficante de personas para hacerlo.

“Pensé en todas las personas que quieren estar ahí, en Estados Unidos, y arriesgan sus vidas para llegar allí. Nosotros arriesgamos nuestra vida de nuevo, pero esta vez para volver a El Salvador”, dijo.

Los cierres de fronteras regionales en respuesta a la amenaza del coronavirus han generado un nuevo fenómeno migratorio: los migrantes de países centroamericanos como Honduras y El Salvador tienen que regresar a casa de contrabando. La circulación tradicional de migrantes que se desplazan de sur a norte se ha ralentizado como resultado del confinamiento, y muchos han decidido quedarse en casa hasta que se reanude la vida normal. Pero ahora el tráfico ilegal va en sentido contrario.

"Nunca habíamos visto algo así en la frontera de Estados Unidos y en la región", dijo Olga Byrne, directora de inmigración del Comité Internacional de Rescate (IRC, por sus siglas en inglés), quien culpa a la política de Estados Unidos por esta nueva tendencia. El régimen de asilo prácticamente se ha detenido desde que llegó la pandemia, y las reglas temporales permiten que aquellos que buscan protección y los migrantes indocumentados que llegan a la frontera de Estados Unidos sean regresados a México sin el debido proceso.

Entre marzo y julio, más de 110.000 migrantes indocumentados han sido regresados a México por el gobierno de Estados Unidos, la mayoría de ellos de Centroamérica y algunos son niños desamparados, según Byrne. Las restricciones que han estado vigentes en la frontera entre Estados Unidos y México desde marzo también han hecho que miles de migrantes centroamericanos que se dirigían a los Estados Unidos se queden varados en México.

"Algunas personas están desesperadas y no pueden vivir indefinidamente en las ciudades fronterizas mexicanas a la espera de un litigio u otros cambios de política que restablezcan sus derechos y ofrezcan protecciones, por lo que algunos regresan a casa por su cuenta", dijo Byrne.

El cierre de las fronteras de Guatemala ha complicado aún más las cosas sobre todo para los nacionales. Guatemala comparte su frontera norte con México y al sur se encuentran El Salvador y Honduras. Los ciudadanos de El Salvador y Honduras no pueden ingresar y cruzar Guatemala legalmente, por lo que técnicamente están atrapados en México.

El Salvador fue uno de los primeros países en entrar en confinamiento en Latinoamérica cuando la pandemia se apoderó del mundo. Y el gobierno aplicó algunas de las medidas más estrictas de la región por parte de los militares. El presidente Nayib Bukele incluso cerró las fronteras del país a sus propios ciudadanos durante meses, lo que dejó varados a miles en el extranjero.

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El cierre de fronteras alrededor de Centroamérica debido a la pandemia ha provocado que algunos migrantes regresen a sus países de origen de manera ilegal. Mapa de Hunter French.

Los salvadoreños excluidos de su país comenzaron a llamarse a sí mismos "los varados". Crearon páginas de Facebook donde se reunían para compartir experiencias e ideas, según Lazo. Pronto, quedó claro que la gente estaba regresando a casa por tierra. Muchos inmigrantes indocumentados no quieren tomar los vuelos de deportación organizados entre gobiernos, por temor a ser forzados a entrar en centros de cuarentena, que en algunas naciones se han convertido en puntos críticos de contagio.

“La gente no pedirá ayuda a sus gobiernos; huyeron por temor a que sus gobiernos no pudieran protegerlos”, dijo Meg Galas, directora nacional para El Salvador, Honduras y Guatemala en el IRC.

Para Lazo, que se encontraba legalmente en Estados Unidos, volar directamente a casa seguía siendo imposible. Todos los aeropuertos de El Salvador estaban cerrados.

“El 17 de junio, encontré a una mujer en un chat de WhatsApp que regresó a casa por tierra, le escribí y me dijo que llegó bien y me envió fotos. Así que decidí hacer lo mismo”, dijo.

Ella y una compañera de viaje salieron de Estados Unidos caminando por el cruce fronterizo de San Diego hacia Tijuana. Desde allí, tomaron un vuelo a Tapachula, Chiapas. El río Suchiate que separa a los dos países suele estar lleno de migrantes en balsas hechas con neumáticos de camiones gigantes que los transportan desde Guatemala hasta México. Pero desde la pandemia, el río no ha tenido mucho movimiento y Hazel y su amiga se decidieron irse en otra dirección.

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Hazel Lazo (de negro) y su acompañante en Guatemala, quienes tuvieron que cruzar ilegalmente para llegar a casa en El Salvador. Crédito: Hazel Lazo.

“Fue rápido, nos tomó menos de cinco minutos”, dijo. “Luego parte del trayecto la hicimos en auto, y el resto en la parte trasera de una motocicleta hasta la frontera con El Salvador, pero cuando llegamos allí nos atrapó la policía”. Lazo estaba aterrorizada de que la arrestaran y la llevaran a un centro de cuarentena del gobierno.

“Tuvimos que sobornarlos. Nos pidieron 400 dólares a cada uno, pero solo pudimos darles 100 cada uno, que aceptaron de mala gana. Pero amenazaron con arrestarnos”.

Y la policía tiene el poder de hacer eso: las dos mujeres estaban en Guatemala ilegalmente durante una pandemia.

Todo el viaje fue organizado por contrabandistas, quienes les cobraron 300 dólares a cada una por llevarlas a casa. “En realidad, no eran contrabandistas, al menos no solían trabajar en eso para empezar. Eran hombres que se quedaron sin trabajo a causa del coronavirus y vieron la oportunidad de ganar dinero”, dijo.

Lazo dijo que al menos otras 20 personas con las que estaba en contacto a través de diferentes grupos de WhatsApp hicieron el mismo viaje, y VICE News habló con otros salvadoreños que también habían viajado a casa por tierra pagando a los contrabandistas y cruzando fronteras ilegalmente.

“Aunque hicimos el mismo viaje, vivimos cosas diferentes. Algunas personas hicieron paradas, otras no tuvieron suficiente para comer en el viaje”, dijo otro migrante, un hombre de 36 años que había hecho el viaje desde Los Ángeles y prefirió no dar su nombre. "Fue una experiencia que recordaremos por el resto de nuestras vidas".

No existen cifras oficiales sobre este nuevo flujo migratorio clandestino, y las rutas son tan nuevas que aún no se conocen informes de redes del crimen organizado que gravan o extorsionan a quienes las utilizan. Una vez que se levanten las restricciones para viajar causadas por la pandemia, los observadores predicen que la migración de Centroamérica a Estados Unidos se reanudará con mayor fuerza debido al daño económico que los países de la región han sufrido como resultado del confinamiento. Hasta entonces, sin embargo, los coyotes seguirán explotando esta nueva tendencia.

“Para mí tiene sentido que sean los coyotes quienes los ayuden a regresar a casa porque entrar a El Salvador ha sido muy difícil”, dijo Galas del IRC. “También era difícil pasar por Guatemala, cuando se prohibió viajar debido a la pandemia, la gente no podía cruzar el país. Ser salvadoreño u hondureño y ser detenido por la policía era aterrador para los que teníamos documentos de viaje, pero para aquellos que no los tienen ha de haber sido una pesadilla".

El 29 de junio, solo cuatro días después de salir de Estados Unidos, Lazo estaba de regreso en su país. En ese momento, el gobierno estaba permitiendo que las personas se pusieran en cuarentena en sus casas. Ella se fue a casa.

Portada: Locales y migrantes centroamericanos utilizan una balsa improvisada para cruzar el río Suchiate desde Tecun Uman en Guatemala hasta Ciudad Hidalgo en el estado de Chiapas, México, el 11 de junio de 2019. Foto de QUETZALLI BLANCO/AFP vía Getty Images.

Bryan Avelar https://ift.tt/32tJs9P

viernes, 28 de agosto de 2020

“No quiere morirse ahí”: Nicaragua castiga a mujeres activistas con cárcel en plena pandemia

Este texto es una colaboración con Amnistía Internacional.

El despertador que suena martes por medio a las tres y media de la madrugada anuncia el comienzo de una dolorosa rutina para Shirley.

Salta de la cama, se viste, comprueba que las bolsas de plástico con comida y productos de limpieza para dos semanas están bien empaquetadas según las estrictas directrices que les han dado y emprende el viaje de cuatro horas a la prisión de mujeres de Nicaragua, situada en el departamento de Managua.

La madre de Shirley, María Esperanza Sánchez García, es una de las tres mujeres activistas  de derechos humanos encerradas tras los deteriorados muros de esta cárcel por lo que, según afirman organizaciones locales de derechos humanos, son cargos falsos.

Desde que María Esperanza fue detenida arbitrariamente el 26 de enero, su familia hace campaña desesperadamente por su liberación. La activista sufre una serie de problemas de salud que la hacen especialmente vulnerable a las enfermedades respiratorias; por eso, cuando un mes después de que la pusieran entre rejas estalló la pandemia de COVID-19, la preocupación de su familia se convirtió en terror.

“La Esperanza”

Conocido comúnmente como La Esperanza, El Establecimiento Penitenciario Integral de Mujeres está situado en Tipitapa, a 25 kilómetros de la ciudad de Managua. Originalmente se construyó con el objetivo de proporcionar rehabilitación a mujeres que habían cometido delitos, pero organizaciones locales de derechos humanos afirman que las condiciones del lugar se volvieron rápidamente abusivas.

Las presas dicen que la vida en la cárcel es, en el mejor de los casos, difícil —el hacinamiento y la falta de agua potable, comida adecuada, camas y tratamiento médico son problemas constantes— y, en el peor de los casos, insoportable. Para las activistas, la situación es especialmente difícil.

Cuando Shirley pudo visitar por primera vez a su madre en prisión, María Esperanza le dijo que los guardias habían estado acosándola y maltratándola, y que animaban  a otras mujeres a hacerlo también. Según contó, la castigan por su activismo y por criticar las políticas y prácticas del gobierno de Daniel Ortega.

María Esperanza está acostumbrada a la lucha. En el momento de su detención había sufrido una oleada de amenazas y actos de acoso desde su participación en las protestas que habían hecho saltar a Nicaragua a las primeras planas de todo el mundo.

Las protestas que comenzaron en abril de 2018 fueron algunas de las más grandes que el país ha presenciado en su historia reciente. Miles de personas salieron a las calles para protestar; inicialmente, contra una serie de reformas al sistema de seguridad social. La respuesta de las autoridades fue brutal, y la policía y los grupos parapoliciales armados atacaron directamente a quienes se manifestaban.

Para final de 2019, al menos 328 personas habían muerto, la mayoría a manos de las fuerzas de seguridad y otros grupos progubernamentales, miles habían resultado heridas y cientos habían sido detenidas arbitrariamente. Se calcula que a más de 100.000 personas no les quedó otra opción que abandonar el país por miedo a lo que pudiera suceder.

Pero la represión no terminó ahí. Activistas de derechos humanos, familiares de activistas en la cárcel, periodistas e incluso profesionales de la medicina que apoyaban las protestas han denunciado haber sufrido acoso y ataques. Además, las denuncias de detenciones arbitrarias continúan.

María Esperanza había estado viviendo en casas de seguridad —refugios que lxs activistas de derechos humanos organizan para aquellos que están siendo hostigados— en un intento de proteger a su familia después de que hombres armados se presentaran en su casa en múltiples ocasiones y pintaran mensajes amenazadores en su pared.

Las protestas no han cesado. Tampoco lo ha hecho la represión, en la que la acusación por cargos falsos se ha convertido en una de las estrategias favoritas del gobierno para silenciar a la oposición.

Expertas locales dicen que las mujeres activistas son atacadas de maneras particulares.

“El elemento sexual siempre está presente, la amenaza sexual que va no solamente dirigida a ellas, sino a sus hijas. También vemos la invalidación de los liderazgos de las mujeres, el poner en duda su honestidad y su capacidad”, contó a Amnistía Internacional una defensora de los derechos humanos que pidió permanecer en el anonimato. “También está el elemento de la familia. Muchas de las mujeres tienen a cargo a sus familias y cuando están en las cárceles se generan situaciones muy complejas”.

Tras su detención, María Esperanza fue trasladada a El Chipote, una comisaría de policía de Managua tristemente célebre por el trato brutal que sufren allí las personas detenidas. No informaron a nadie de que ella estaba allí.

“Yo me di cuenta de que mi mamá había sido secuestrada en la tarde del 26. Había estado buscándola por todos lados. Pensamos que la habían matado y la habían tirado por algún lugar. Nos dio mucha angustia”, recuerda Shirley.

Cuando las autoridades de la comisaría finalmente permitieron que Shirley viera a su madre, ella notó que María Esperanza tenía marcas en los brazos y las piernas.

“La habían golpeado durante los interrogatorios”, afirma Shirley. “Ahí no pudimos hablar mucho porque todos están escuchando. Cada vez que me contaba se ponía a llorar entonces no hablamos mucho”.

María Esperanza había sido acusada de tráfico de drogas, un cargo que profesionales de la abogacía de Nicaragua aseguran que las autoridades utilizan para castigar y desacreditar a activistas.

Aquel fue sólo el principio de su pesadilla. Unas dos semanas después de su detención inicial, a María Esperanza la llevaron a La Esperanza. Era principios de febrero, y por entonces apenas se hablaba de la pandemia de coronavirus en Nicaragua.

A María Esperanza la recluyeron en un bloque con otras 75 mujeres, algunas de las cuales, como ella, sufren enfermedades crónicas. Contó a sus familiares que las hileras de camas no dejaban mucho espacio entre ellas. Se consideraba afortunada por tener una ventana pequeña justo encima de su cama.

Shirley cuenta que las condiciones en la prisión son inhumanas: “La comida es terrible. Nosotros le llevamos cosas que le duren, como avena, galletas, platanitos, queso, cosas que le duren y le ayuden a mantener su alimentación. El día de la visita yo le llevo cosas hechas para que coma ese día”.

Cuando María Esperanza y sus familiares se enteraron de la existencia del mortal virus, se alarmaron. Ella sufre asma e hipertensión, lo que la hace especialmente vulnerable en caso de contraer la enfermedad.

“Ella nos decía llorando que no quería morirse ahí. Nosotros empezamos a enviarle más productos de limpieza, más jabón, más cloro, más detergente. Al principio ni a los familiares nos dejaban entrar con mascarillas y con el tiempo fueron cediendo eso”, cuenta Shirley.

Desde que, a finales de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró la COVID-19 una pandemia, las autoridades de Nicaragua trataron de restar importancia a su impacto en el país. Promovieron reuniones públicas y mantuvieron las escuelas abiertas. Profesionales de la abogacía que representan a activistas de derechos humanos en la cárcel contaron a Amnistía Internacional que a algunos funcionarios estatales les impedían usar equipo de protección.

El grave hacinamiento, junto con la falta de agua y atención médica, convierten a las prisiones de toda Nicaragua en lugares especialmente vulnerables.

Las presas de La Esperanza empezaron a mostrar síntomas tales como tos, fiebre y dolor de cuerpo. La atención médica era sumamente limitada, y la realización de pruebas de COVID-19 era impensable, según las familias de las personas encarceladas y activistas de derechos humanos.

“Las presas lloraban, diciendo que tenían el virus”, recuerda Shirley que decía su madre. “Nosotras le llevamos como un minibotiquín y de ahí ella saca pastillas para darles a sus compañeras”.

Para finales de marzo, cuando María Esperanza sufrió un ataque de asma que alertó a su familia del deficiente trato que estaba recibiendo, los rumores de contagio de coronavirus entre rejas se habían extendido como pólvora por todo el sistema penitenciario nicaragüense.

Las autoridades, sucumbiendo a la presión, y quizás en un intento de descongestionar las prisiones, finalmente ordenaron la liberación de 4.515 reclusos y reclusas en junio. A mediados de julio se liberó a 1.605 más.

Sin embargo, únicamente cuatro de las al menos 80 personas recluidas por cargos de motivación política fueron puestas en libertad, según las organizaciones locales de derechos humanos.

Para quienes siguen entre rejas, las cosas han cambiado poco. María Esperanza permanece en condiciones de hacinamiento, según cuenta su familia. Las visitas pueden llevar mascarilla y deben lavarse las manos y someterse a un control de temperatura antes de entrar. Sin embargo, la atención médica de quienes tienen síntomas no ha mejorado. No se realizan pruebas a nadie, y nadie recibe atención médica adecuada, según abogados y familiares.

Lo que sucede tras los muros de las cárceles para mujeres de Nicaragua continúa siendo un misterio; sólo se conoce lo que dicen los testimonios de quienes han pasado tiempo allí. Desde hace años que a las organizaciones de derechos humanos no se les permite ingresar a verificar las condiciones penitenciaras. El Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH) reporta que desde el 2010 no ha obtenido autorización para ingresar en los centros penitenciarios del país.

Los abogados, abogadas y familiares de algunas de las activistas entre rejas dicen que hay dos categorías de presas: las recluidas por delitos comunes y las que participan en alguna forma de protesta o crítica contra el gobierno.

“A ellas [las detenidas por motivos políticos] las tratan diferente: no las dejan salir al patio, participar de actividades. En las requisas me revisan de más. Les roban la comida o no entregan las cosas que les llevamos”, explica Shirley.

Lucía Pineda recuerda como si aún estuviera allí el trato que recibió en La Esperanza.

Esta periodista fue detenida en una redada en las oficinas de 100% Noticias, donde trabajaba, en diciembre de 2018. Ella y el director del canal fueron acusados de “fomentar e incitar al odio y la violencia” y “provocación, proposición y conspiración para cometer actos terroristas”. Tras pasar 40 días en la celda de una comisaría de policía donde, según afirma, la interrogaron y la torturaron, Lucía fue trasladada a La Esperanza, donde permaneció en régimen de aislamiento 132 días, durante los cuales no pudo ver a nadie, ni siquiera a sus familiares.

“En Nicaragua nada es normal”, dice Lucía, que ahora vive en Costa Rica, donde sigue denunciando crímenes de derecho internacional y violaciones de derechos humanos cometidos en su país. “Hubo amenazas y presión constante para que se dejara de informar pero seguimos informando. A nosotros nos encarcelaron para enviar un mensaje a la prensa independiente de que tienen que alinearse, que tienen que pensar igual que el régimen”.

Lucía finalmente fue excarcelada  en junio de 2019. Su historia es un ejemplo más de la manera en que se utilizan las prisiones como herramienta para castigar a activistas.

“Ahí [en La Esperanza] estuve totalmente aislada”, dice. “Nadie se podía acercar, nadie podía establecer una conversación conmigo, la puerta siempre estaba cerrada. Afuera había una custodia las 24 horas del día. Pretendían que me volviera loca. Yo pasaba los días hablando sola, en voz alta. Ellos querían que estuviera en silencio pero no iba a estar en silencio. Así resistí”.

Entre los desvencijados muros de La Esperanza, la situación de María Esperanza se vuelve desesperada.

Un mes después de un juicio plagado de irregularidades, a principios de julio fue condenada a 10 años de cárcel y multada con 31.000 córdobas (casi 900 dólares estadounidenses).

Erika Guevara Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas, afirma que las prisiones de Nicaragua se han convertido en una herramienta del arsenal del gobierno para silenciar a quienes piensan de forma diferente.

“Las activistas como María Esperanza nunca deberían haber sido encarceladas, para empezar. El mantenerla allí, dado su estado de salud, en medio de una pandemia, no sirve a ningún propósito más que transmitir el peligroso mensaje de que no se permite disentir del gobierno”.

Los y las activistas locales dicen que la pesadilla no termina cuando las mujeres son excarceladas. La Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos ha documentado varios casos de mujeres activistas que han sufrido campañas de acoso y ataques que incluso les han impedido trabajar después de su excarcelación.

A Shirley le preocupa el futuro, pero dice que no se rendirán en su lucha por conseguir la libertad de María Esperanza.

“Soñamos por el día en el que la devuelvan a casa”, dice mientras se prepara para la próxima visita.

Astrid Valencia y Josefina Salomón https://ift.tt/eA8V8J

Así levantan los entrenadores de fitness el peso de la cuarentena

Seguro lo has visto en tu Instagram: un amigo prueba una receta nueva en la air fryer, tu prima muestra el libro que acabó de leer y tu ex revive su pasión por las acuarelas. Quizás lo tuyo es probar los resultados de la rutina de entrenamiento intensivo que encontraste en ese canal de YouTube. Decir que nuestro día a día cambió con la cuarentena es como decir que la vida de los dinosaurios cambió con el meteorito. En la vida casera, hemos tenido que reconfigurar nuestras actividades y buscar formas de adaptarnos a los límites espaciales para lo que queremos hacer. Ir al gimnasio a hacer tu rutina o encontrarte en el parque con tu entrenador se han vuelto actividades casi imposibles, y quizás es más cómodo descargar una app y seguir sus instrucciones. Pero ¿qué pasa con los instructores de los gimnasios que han cerrado? ¿Cómo han hecho los entrenadores personales para subsistir?

Carlos Marmolejo alquilaba un local para su gimnasio, el Club Atlético ATP, en Nezahualcóyotl, México. Cuando tuvo que suspender el servicio, varios clientes le insistieron que mantuviera sus puertas abiertas porque lo del coronavirus era mentira, y otros le propusieron alternativas para hacer ejercicio al aire libre. “Son faltos de consciencia. Yo entiendo que estamos en aislamiento, y es necesario evitar y limitar que se extienda el contagio por COVID-19 con estas medidas de sanidad. Lo que he hecho son tutoriales por WhatsApp”, explica. No tiene canal de YouTube, admite, pero está planeando abrir uno para adaptarse y poder llegar a muchas más personas que sus contactos de celular. 

Con historias y videos cortos ha establecido guías de entrenamiento para principiantes, intermedios y avanzados. La comunicación está abierta: sus clientes le pueden escribir si tienen dudas o preguntas. Así ha podido mantener activa la transmisión de conocimiento teórico y práctico junto con parámetros de nutrición, metabolismo y un glosario de terminología para que sea posible hacer ejercicio en casa. Y claro, si el ejercicio va a ser en casa, debe adaptarse al entorno. Por eso en sus nuevas rutinas incluye implementos como botellones de agua o sillas, que los usuarios pueden utilizar en caso de no tener mancuernas u otro equipamiento a la mano. 

Del 100% de las ganancias que percibía antes de la cuarentena, ahora Carlos recibe apenas el 20%. El contenido que distribuye a través de WhatsApp, y que tarda en preparar entre dos y tres horas diarias, no lo cobra. Tampoco recibe ganancias por el tiempo que invierte preparando el gimnasio para una posible reapertura. Buena parte de sus ingresos viene de dietas y rutinas personalizadas. Otra de sus estrategias ha sido alquilar equipos y kits de entrenamiento, como una bicicleta, un banco y una liga: “Así he logrado comer y que el gimnasio no se vaya a la quiebra”. 

La situación también es difícil, pero de otras formas, para los que son empleados de gimnasios y no dueños. Lalo Jiménez, entrenador de un gimnasio en Ciudad de México, dejó de recibir ingresos una vez este cerró. Según cuenta, se trata de un lugar premium, y va en contra de las reglas dar clases particulares. Varios de sus compañeros coaches han tenido que vender sus equipos o salirse de sus departamentos porque no tienen cómo pagar la renta. Él tiene casa propia, entonces ha estado un poco más cómodo, pero de igual manera necesita dinero. Aunque al inicio de la cuarentena hizo algunas transmisiones en vivo por las cuentas de Facebook e Instagram del gimnasio, para mantenerse ha optado por ofrecer entrenamientos personalizados por su parte, aun si va en contra de las normas de la empresa. No lo hace por internet ni por video: sus entrenamientos son cara a cara. “Está cañón, me he visto obligado a hacer cosas que no están tan padres. Pero es que si no lo hago, pues no tengo un ingreso”, admite. 

Lalo cumple con todas las medidas de seguridad: usa careta, cubrebocas y mucho gel antibacterial. Aun así, no se siente tranquilo: “Vivo con temor. Cada entrenamiento viene con el miedo de contraer algo e infectar a mi familia. Pero si no tomo ese riesgo, que puede estar en contra de la política del gimnasio con la que trabajo, me estaría muriendo de hambre. Está cañón”, insiste. Y aunque sabe que muchos colegas han optado por ofrecer servicios en línea —lo cual es más seguro—, a él no le convence: por un lado, piensa que ya hay varias personas y marcas que lo hacen gratis, ¿por qué alguien le pagaría a él? Por otro lado, conoce colegas que han tenido poco éxito. Por eso, los personalizados en vivo han sido su salida para sobrevivir en cuarentena. 

Si al norte la virtualidad no ha sido tan efectiva para Carlos y Lalo, al sur de América Latina herramientas como Zoom han sido aliados fundamentales para la supervivencia de los entrenadores. En Buenos Aires, Lucas Paredes —profesor de educación física y entrenador— había empezado el 2020 intercalando sesiones como personal trainer con un trabajo en un gimnasio de cadena en el que daba clases grupales de entrenamiento funcional. En marzo, con la llegada de la pandemia a Argentina, decidió aislarse de su trabajo para cuidar su salud. A los pocos días, el gimnasio anunció que cerraría por dos semanas. No fueron dos semanas, obvio, y él se quedó sin empleo y sin respuesta de la empresa. Encerrado en su casa y ante la perspectiva de que su situación se iba a extender y complicar más, decidió enviar material teórico y práctico a sus contactos de WhatsApp para que pudieran ejercitarse y ser conscientes de la importancia de que su entrenamiento no se detuviera. 

Entonces Lucas continuó con los entrenamientos vía Zoom y WhatsApp, abriendo espacio para rutinas específicas y seguimiento detallado. Les envió a sus alumnos una planilla en Excel para que pudieran rastrear cómo avanzaba su trabajo. Así su situación empezó a mejorar. “Me había quedado con el 30% de lo que ganaba en una situación normal, y con base en lo que comencé haciendo de manera gratuita pude armar grupos, poner horarios fijos y formalizar el asunto. Entonces pude cobrar y percibir una ganancia”, explica. La motivación, la información y el entrenamiento hicieron que sus conocidos lo recomendaran a otros conocidos y que, junto con sus clientes, aumentaran sus ingresos. “Así por lo menos llegué a cubrir los gastos que tenía y sacar la parte económica adelante”, confirma aliviado. Aun así, sus clientes oscilan y, en general, el trabajo no es fijo. Antes de la pandemia trabajaba entre diez y doce horas al día, y ahora hay días de seis horas y otros de tres horas, sin contar la planificación de las clases. Hoy percibe un 50% de lo que ganaba antes de la cuarentena. Por ser monotributista —una categoría fiscal a la que acceden los pequeños contribuyentes—, recibe 10.000 pesos al mes (alrededor de 135 dólares) por parte del Estado argentino, una gran ayuda. 

El aviso de una cuarentena que afectaría tu forma de trabajo podría azorar al más sereno, pero Mateo Fernández, un entrenador personal de Medellín, cuenta que recibió la noticia con tranquilidad. Para él, lo más importante era que las personas con las que trabajaba siguieran entrenando. “Yo me concentro en generar hábitos saludables a través del deporte y así despertar consciencia. Esa es mi semilla para el mundo”, resalta. Por eso no lo dudó y de inmediato cuadró videollamadas con sus practicantes —rechaza el término alumno, busca una relación más horizontal—, a los que antes visitaba en sus casas. Unos aceptaron; otros, en cambio, abandonaron su rutina y, según Mateo, se dejaron llevar por el ocio. Para fortalecer sus ingresos durante la cuarentena, él también empezó a venderles artículos de entrenamiento a sus practicantes. Le funcionó muy bien, celebra, y además hizo que los practicantes estuvieran comprometidos a aprovechar la inversión y se mantuvieran firmes en las clases virtuales. 

Si todo el mundo estaba en sus casas, Mateo iba a encontrar una oportunidad en esa situación para fortalecer su negocio. Y bueno, si todo el mundo estaba en sus casas, sus servicios no tenían por qué limitarse a Medellín, ¿no? Todo el globo era un espacio para ser conquistado. “Empecé a meditar y a hacer yoga. El coronavirus nos enseña que tenemos que ir dentro de nosotros, ahí es donde empezamos a despertar. Podemos tomar esta situación negativa y volverla positiva”, explica respecto a cómo se acercó al reto. La clave fueron sus relaciones personales. Empezó a trabajar con alemanes que había conocido unos años atrás cuando ellos habían estado de intercambio en Medellín. Grabó algunas de esas sesiones y publicó fragmentos en sus redes sociales. Así, y a través del voz a voz, se ha extendido para alcanzar clientes también en México, Panamá y Estados Unidos. “Entonces generé tarifas en euros y en dólares, habilité plataformas de pago. Vendo paquetes de 16 clases, cuatro veces a la semana, duración de treinta a cuarenta minutos. Busco generar consciencia y así lograr hacer una diferencia”. Por eso sus ganancias han aumentado frente a lo que generaba antes de la cuarentena: el impacto de los dólares y euros se nota en sus ingresos. Su horario se ha mantenido estable: de 5 a 11 AM y de 4 a 9 PM. 

Lucas también ha extendido su clientela fuera de sus fronteras previas. Varias de las personas a las que entrenaba no eran de Buenos Aires y volvieron a sus provincias de origen. Ha seguido entrenando a algunas de ellas y a sus amigos y familiares, contentos con la idea de poder ejercitarse en casa. Él cree que el ejercicio provee una ventana de escape y desfogue para los que están encerrados en sus apartamentos todo el día con sus familias, un momento para ellos solos. Esto se contrasta con que, según su análisis, varias personas dejaron de lado el ejercicio porque la vía online no cargaba la parte social del gimnasio que también les interesaba profundamente, por lo que hacer ejercicio solos en casa no los motivó. Carlos comparte ese análisis: “La convivencia social que se da en un gimnasio es importante. Mucha gente, con muchos ánimos, empieza su práctica deportiva en casa, pero me comentan que lo sienten aburrido, difícil de continuar. Buscan esa socialización a través del deporte, en un área deportiva como los gimnasios”. 

Además de la dificultad de convencer a los que priorizan esa experiencia colectiva de ir al gimnasio y hacer ejercicio rodeados de otros cuerpos sudorosos en la misma misión, un gran reto lo han erigido las aplicaciones y los canales de YouTube que prometen entrenamientos brutales y efectivos, muchas veces incluso sin entrenador. Hay infinidad de tutoriales para trabajar cada músculo de tu cuerpo, incluso los que no conoces ni sabías que existían. Ha sido una opción de fácil acceso y, aparentemente, tiene sentido: ¿por qué pagaríamos por entrenamiento si en internet está todo gratis? Te lo responde Mateo: “Todos los cuerpos son diferentes. Hay cosas que una app nunca te va a decir: si tienes tus pies mal ubicados, cuál debe ser la posición de tu espalda y qué necesitas para integrar tus articulaciones con el trabajo que haces”. Para Carlos, hay muchos tutoriales pero poca profesionalidad. Su consejo no es rechazar los tutoriales, pero tener cuidado y buscar conocimiento más especializado para complementarlos: “Hay que tomar lo positivo de ellos, y no lo negativo”. 

Pero para los entrenadores, quedarse en casa también ha traído ventajas. Lucas solía correr todo el día entre distintos puntos de Buenos Aires; si acaso paraba unos minutos a almorzar en su casa en Palermo, y luego salía de nuevo a la calle. “Y ahora en los últimos meses he podido pasar más tiempo en mi casa y así puedo dedicarme más a mí y a las personas con las que trabajo”, dice. La situación ha sido nueva para todos, es claro, y aunque augura que pronto la antigua normalidad empezará a volver progresivamente, cree que habrá residuos de estas prácticas para las que estará preparado con la experiencia. “Tendremos que adaptarnos a lo que es la normalidad de siempre de andar a las corridas, de estar de acá para allá. Pero calculo que algo va a quedar. Hubo gente que se interesó y siguió adelante y se armó un gimnasio en su casa, se compró bancos, pesas, mancuernas, discos, barras. Eso yo creo que va a quedar y va a seguir así, porque se sintieron más cómodos de esa manera. Otros sí están esperando a volver a sus actividades normales”. Una vez habiliten espacios públicos, cree que podrá entrenar a grupos reducidos luego de desarmar un poco de su rutina virtual. Aclara que varios clientes le han comentado que quieren seguir con sesiones virtuales: así lo disfrutan más. 

Conforme la cuarentena se hace insostenible y los gobiernos nacionales y locales van preparándose para ir abriendo la vida pública, estos entrenadores también se preparan. Carlos ya acondicionó el Club Atlético ATP para la apertura, que pondría el tope del aforo en el 30% del total. Serán obligatorios los tapabocas, habrá control de temperatura y se enfatizará la importancia del gel antibacterial. Personas de la tercera edad no podrán entrar. Nada de saludos de mano ni de beso. Habrá un tiempo máximo de entrenamiento y las mancuernas y las máquinas deberán ser sanitizadas después de su uso. Y, sobre todo, el distanciamiento social será la prioridad. Aun así, no es claro que, incluso con la apertura, vaya a poder abrir: no ha llegado a un acuerdo con su arrendador respecto al pago de los meses que han pasado y, además, con solo el 30% de actividad normal dice que no podría reunir lo suficiente para el alquiler. 

A pesar de las dificultades que para el gremio de entrenadores ha traído el coronavirus, Mateo no deja de sonreír. “Las casualidades no existen, todo pasa por algo. Me di cuenta de que el mercado es todo el mundo. Si aprendo inglés la rompo. Quiero seguir dándole duro a las redes sociales para darme a conocer y despertar consciencia a través de hábitos saludables”, afirma. 

Los humanos se adaptan y reman para que la corriente no los arrastre. Lucas, Lalo y Carlos han encontrado formas de mantenerse a flote, sea arriesgando el pellejo para mantener los entrenamientos presenciales o encontrando vehículos virtuales para comunicar su mensaje y transmitir su conocimiento. Pero el más optimista de todos, sin duda, es Mateo. Él lo dice así de claro: “La cuarentena ha sido una bendición para mí”. 

Santiago Cembrano https://ift.tt/eA8V8J

Científicos descubren criaturas tan inactivas que podrían revolucionar nuestra idea de la vida

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

En nuestro día a día, necesitamos estar activos para sobrevivir, socializar y mantenernos en forma. Sin embargo, existen unas misteriosas criaturas microscópicas que habitan en el fondo de los océanos para las que ahorrar energía es cuestión de supervivencia.

Ahora, un equipo de científicos ha descubierto que estos fascinantes seres vivos “subsisten con flujos de energía más bajos de lo que previamente se creía necesario”, decía un estudio publicado el miércoles en Science Advances.

Para que te hagas una idea, la energía necesaria para que un ser humano funcione podría alimentar a un ventilador de techo. Estos organismos requieren tan solo 50 trillones de veces menos de energía, según el estudio. De hecho, este descubrimiento, que muestra que algunas formas de vida son extremadamente inactivas, expande nuestra concepción de cómo es la vida tanto en la Tierra como en el cosmos.

“Hay un hábitat en los sedimentos debajo del lecho marino que hasta hace unas décadas desconocíamos”, decía el autor principal, James Bradley, un científico medioambiental de la universidad Queen Mary de Londres.

“Creemos que es un medioambiente que limita mucha la energía, pero que contiene una gran cantidad de microorganismos”, explicaba. “El número de células que hay en los sedimentos bajo el lecho marino de todo el mundo equivale al número de células de todas las superficies de la Tierra o de todos los océanos”.

Los científicos se encontraron por primera vez con esta biosfera marina hace décadas, mientras perforaban núcleos por todo el planeta, desde las zonas costeras hasta el mar abierto. Estas expediciones han revelado que la vida, en forma de células microscópicas intactas, ha encontrado la manera de sobrevivir en nichos que pueden estar a kilómetros bajo el lecho marino.

Bradley y sus colegas usaron bases de datos globales de mediciones de los lechos marinos para calcular los presupuestos de energía de estos seres frugales. El modelo numérico del equipo se centraba en cómo el ecosistema digiere partículas de carbón orgánico, provenientes principalmente de organismos muertos, que caen al lecho marino desde partes más altas del océano.

“Tenemos suficientes indicios que nos hacen creer que la oxidación del carbón orgánico, la combustión de esta materia orgánica, es la principal fuente de energía para la vida del subfondo marino”, explicaba Bradley. “Es un ecosistema sin luz solar que depende de este material orgánico que cae al lecho marino, se entierra y posteriormente sedimenta”.

“Utilizamos un modelo numérico para predecir el flujo de energía a través del sistema, el número de células que hay y el índice de carbón orgánico que se ha degradado y que suministra, en parte, la energía”, decía.

“Tus necesidades energéticas, suponiendo que seas un ser humano, son las mismas que las necesarias para hacer funcionar un ventilador de techo. El equipo de Bradley descubrió que estas células tienen un presupuesto energético 50 trillones de veces menor.

Como puedes imaginar, la vida en estas regiones tan oscuras se mueve a un ritmo muy diferente al de la superficie. En el fondo del mar, las células microscópicas a menudo existen en una especie de animación suspendida que puede durar millones de años.

“Parece que estos organismos viven con un régimen energético muy por debajo de lo que creíamos que era posible para mantenerse vivos, así que es poco probable que haya división celular y un crecimiento extendido”, decía Bradley.

“¿Son las mismas células —o al menos primas cercanas— que fueron depositadas hace decenas de miles, cientos de miles o incluso miles de millones de años?”, preguntaba. “Creo que es una cuestión que sigue sin respuesta”.

Es asombroso pensar que compartimos el planeta con seres vivos que pueden sobrevivir con tan poca energía y llevar a cabo actividades biológicas básicas. Pero esto también arroja luz sobre la posible habitabilidad de otros planetas en el sistema solar, como Marte o Europa, y sobre la probabilidad de que haya vida en los exoplanetas que orbitan otras estrellas.

“Lo que vemos con este estudio es que estos organismos tienen fundamentalmente una relación diferente con la energía comparados con las formas de vida que conocemos”, decía Bradley. “Si es posible que haya organismos que sobrevivan durante tanto tiempo con tan poca energía, eso amplía la lista de hábitats en los que podemos encontrar vida”.

Unos resultados prometedores que podrían abrir las puertas a planetas como Marte, que los científicos creen que pudo ser habitable para los microscopios hace tres mil millones de años. Quizás los microbios de Marte se sumergieron bajo la superficie hace eones y esperan desde entonces a que las condiciones del planeta rojo mejoren.

Nadie lo sabe, obviamente, pero que la biosfera de las profundidades, que tiene un ecosistema que bien podría ser alienígena, esté repleta de organismos ancestrales es un hallazgo prometedor. El estudio abarca sedimentos de hace más de 2,6 millones de años, pero los científicos esperan poder recuperar muestras que lleguen incluso a los 50 o 100 millones de años.

“Mientras sigamos explorando lugares de difícil acceso, zonas más calientes, sitios que han estado aislados de las partes más dinámicas de la tierra durante largos periodos, quizás encontremos áreas donde no exista la vida”, concluía Bradley. “Pero hasta ahora, en la mayoría de los lugares en los que hemos buscado, hemos encontrado estas células que parecen zombis”.

Becky Ferreira https://ift.tt/eA8V8J