Un trueno es el sonido generado por un rayo que calienta el aire instantáneamente. Es una onda de choque que se expande con intensidad. Es el flow que Mateo Palacios Corazzina genera entre las nubes. El rapero y freestyler argentino lleva bien su sobrenombre.
Nacido en el barrio porteño de La Boca, Trueno supo alcanzar la cima en 2019 con tan solo 17 años. En mayo hizo una sesión con BZRP que llegó a ser el video de freestyle más visto en el mundo (tiene más de 122 millones de reproducciones hasta el momento); en junio fue subcampeón del God Level Fest en Chile y en octubre ganó la Red Bull Batalla de los Gallos en Argentina.
Trueno se convirtió en un hito dentro de la nueva tendencia de traperos jóvenes en Latinoamérica. Cuenta que en parte quien lo motivó a elegir este camino fue su padre, el rapero Pedro Peligro, actual líder del colectivo artístico Sur Capital Clika, de la Comuna 4, zona sur de la Ciudad de Buenos Aires.
En febrero de este año lanzó un primer single, “Atrevido”, que superó las 21 millones de vistas online, y fue un adelanto de su álbum debut, que lleva el mismo nombre. Más tarde presentó “Azul y Oro”, el segundo single, donde nos muestra un freestyle dedicado al barrio que lo vio crecer. El álbum completo, lanzado el pasado julio, cuenta con la participación de Nicki Nicole, Wos y el mexicano Alemán, compañerxs de éxitos dentro del ambiente de rap y trap.
Trueno creó un lugar propio donde está a la altura de tantos grandes que llevan años de carrera. Durante este último mes no paró de trabajar en giras virtuales; pidió que le lleven el estudio a su casa y dice que “la clave en activar es uno mismo”.
Desde La Boca conversamos hace unos días sobre su primer álbum y me contó de su futuro artístico.
VICE: ¿Cómo te introdujo tu padre en el mundo de la música? ¿Cuál es tu primer recuerdo?
Trueno: Lo primero que recuerdo en relación a la música fue haber flasheado con la película de Eminem —8 mile (2003)—. Yo era muy chico, tenía tres o cuatro años así que en las partes más fuertes me tapaba los ojos, pero toda la escena del freestyle la veía y me encantaba. A los pocos días, mi viejo me dijo: “Esto mismo existe acá y en español”. Me mostró la RedBull de España en 2007 y yo no lo podía creer. Al poco tiempo ya dejé los juguetes y pasé a batallar con mi viejo todos los días, con eso me divertía, con eso jugaba. Me disfrazaba con un outfit súper particular y aprendía a improvisar.
Digamos que ahí empezó todo. Igualmente, en paralelo, mi viejo tenía su banda en Comuna 4, entonces conviví con los ensayos en casa. Me acuerdo que los domingos iba a tocar con él, me subía al escenario. Mis viejos se conocieron en el teatro Catalina Sur, de La Boca, entonces me era familiar el público, la gente. Nunca me costó subir al escenario y agarrar el micrófono.
¿Qué música se escuchaba en tu casa?
Con mi viejo escuché mucho rap y mucho reggaetón de Puerto Rico, mi mayor influencia fue Daddy Yankee. Mi madre da clases de canto, en casa siempre había instrumentos, ella es más hippie y me enseñó a escuchar funk brasilero, rock nacional. Creo que por toda la música que se escuchaba en casa hoy siento que puedo ser diverso. No había un solo género sonando, había muchos y no todos eran superconocidos, también creo que por eso no me conformo con escuchar solo lo que está sonando en las listas, no escucho solo rap o trap.
La Boca es tu barrio. ¿Qué significó para vos componer “Azul y Oro” como freestyle?
Yo soy de Boca, el club, pero soy más hincha de La Boca, el barrio. Este freestyle tiene el mensaje de mi infancia, intento mostrar las imágenes mentales que tuve cuando guacho, con mis amigos, en el barrio. Todo ese recorrido de cuando podía salir sin ser reconocido. Ese freestyle representa lo que yo siento por La Boca. Siento que los otros barrios de la Capital Federal son transitados por mucha gente de distintas partes, me pasa cuando voy al centro, lo noto muy diferente. Sin embargo, cuando circulas por La Boca te das cuenta de que la gente que camina es la gente de ahí, no es un barrio transitado por gente de afuera, salvo la zona de Caminito donde hay turistas, pero después es otra cosa. La Boca es el último barrio de la Capital, es la conexión con el sur antes de pasar a Provincia, tiene mucha historia y se nota. Yo sigo viviendo acá, en el mismo lugar donde nací.
Ese tema en particular empieza con una guitarra criolla y un cajón peruano. Pero el disco entero tiene una variedad de estilos musicales.
Siempre me gustó experimentar, ponerme a prueba con cosas nuevas. En el 2018 sale “4am”, que es electrónica; en ese momento me había flasheado el house, y se me cantó rapear encima de esa base. Y para este disco me saqué todas las ganas de experimentar sobre todo lo que tenía en la cabeza, con el dancehall, rap, rock, trap, hice de todo. Pero el mérito claro que se lo lleva Tatool, mi productor, que más allá de lo que yo quiera él supo plasmarlo y lo multiplicó por diez.
Particularmente en “Azul y Oro” hicimos una mezcla entre guitarra criolla, candombe, dancehall, cajón peruano. Son países unificados.
¿Qué representa _Atrevido_**?**
Atrevido representa mi infancia, cuando era un guachín soñador y veía la RedBull como si fuese la cima del mundo y soñaba llegar ahí. Atrevido es todo lo que logré hasta los 17 años, es haber cumplido lo que me propuse desde guachín.
Sé que es un disco que cuando tenga 50 años voy a volver a escucharlo y va a seguir representando lo mismo, mi pasado. La gente que lo escucha lo entiende. Son energías que se perciben. Siento que ahora empieza otra etapa que tendré que descubrir cómo contarla.
Elegiste contar parte de tu historia con algunas personas como Wos, Nicki Nicole, el Alemán. ¿Por qué quisiste trabajar con ellos?
A Wos lo elegí porque su música me ceba y porque siento que nos pasó algo parecido en cuanto a la transición de batallas a la música. También hay algo en relación al nivel de exposición, de dónde venimos, el mensaje que tenemos, claro que cada uno con su pasado y con sus ideales, pero creo que ambos defendemos ideales parecidos y nos sentimos representados por casi lo mismo. Me gustó invitarlo. Con el Alemán me pasó que él es muy rapero, yo soy amante del rap y creo que es uno de los que más está sonando, yo lo quería en mi disco sí o sí, y con la Nicki nos estaba pasando lo mismo: ella desde su lugar femenino y yo desde el masculino, sentí ahí un buen complemento. Nos estábamos dando a conocer al mismo tiempo y su música me encanta.
¿Cómo vivís la diferencia entre el freestyle en una batalla y el freestyle en una grabación de un disco?
Creo que son dos cosas distintas pero al mismo tiempo parecidas. Para mí los temas del disco son un freestyle elaborado. A veces me sale un tema en media hora y otras tardo tres meses hasta terminarlo como me gusta.
Creo que la diferencia más importante es que cuando grabas un disco es el concepto lo que importa, es tu obra, tu creación, con los tiempos que vos le quieras dedicar. Es en ese momento donde tenés algo más que decir, es totalmente personal; en un tema podés mandar a todos a la mierda, en otro podés estar triste y en otro estar feliz. En Atrevido soy yo en todas mis versiones. Tengo temas que escribí un mes antes de que salga; tenés el tiempo mental de vivencias y situaciones para plasmar lo que me fue sucediendo en distintos momentos para que quede musicalizado.
En la batalla de freestyle también sos vos con tus ideales y tu historia, pero no deja de ser una batalla donde te estás imponiendo ante el otro. En una batalla te estás defendiendo.
¿Cuál es tu próximo paso después de todo lo que hiciste?
Quiero hacer música, nunca me quedo tranquilo cuando saco algo, estoy pensando en nuevos proyectos aunque ahora ¡quiero tocar Atrevido en vivo! Apunto también a encontrarme a mí mismo musicalmente. Más adelante me encantaría aprender a producir bases, son horas frente a la computadora pero a veces siento cosas en la cabeza que yo solo puedo plasmarlas.
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