Este artículo es presentado por Amafore.
No creo en las verdades absolutas, pero si hay una afirmación que se acerca peligrosamente al concepto, es aquella que dice que la vida es lo que pasa mientras haces planes. Y tienes deudas.
Salimos del vientre materno con deudas. Crecemos y aprendemos a vivir con ellas. No obstante, no vienen con manual, y aprender a tomarlas, manejarlas, darles un buen uso, y cumplir con ellas, es una cosa que simplemente no sabemos hacer y no te enseñan prácticamente en ningún momento de la vida. Es un secreto mejor guardado que Walt Disney congelado y la fórmula de rejuvenecimiento de Keanu Reeves. Nadie sabe verdaderamente cómo lograrlo.
Aún así, hay claves que nos lleven caminando de la mano a la tierra prometida, en el corto y mediano plazo. Crear un balance financiero es difícil, pero no imposible, aunque para hacerlo, hay que entender una serie de variables y pequeños how-tos que nos ayuden a conocer a fondo las deudas y, entonces sí, perderles el miedo. Spoiler alert: No todas las deudas son malas.
A continuación, una breve guía para saber cómo no caer, cómo entender, cómo distinguir, y de una vez por todas, cómo salir de deudas.
Cómo no caer en deudas
La primera gran y más obvia solución para no tener deudas es no haber caído en deudas. Suena sencillo, pero en el fino arte de endeudarse, terminamos siendo Botticelli. Freddie Mercury en Wembley. Michel Platini en los 80. Genios de poner las tarjetas a tope y sacar créditos indiscriminadamente.
El primer gran consejo para no caer en deudas es tener consciencia financiera. Saber para qué sí y para qué no nos alcanza. Entender nuestros ingresos y nuestros gastos. Acomodar las prioridades y darse cuenta de que los lujos también terminan formando parte de una odiosa deuda.
De acuerdo a Alejandro Martínez, asesor de finanzas personales, todo parte de una estrategia. “Es importante hacer un presupuesto, un análisis financiero donde se consideren mis ingresos, mis gastos fijos -como la renta o hipoteca, la alimentación, el automóvil o transporte, la manutención de personas que dependen de mí, la educación, etc. Ese presupuesto es de mucha ayuda porque nos permite segmentar lo que es indispensable y lo que no. ¿A qué le llamo yo cosas no indispensables? Pues al cafecito diario en la calle, a la salidita del fin de semana, a los que fuman pues el cigarro,el restaurante caro, todos esos gastos que al final son “innecesarios”, lujos que no son prioritarios”.
Como ya sabemos, seguir un consejo requiere de una disciplina que quizás no tengamos, así que hay que ponernos más autoritarios con nosotros mismos. Y para ello hay que analizar el doble filo de uno de los instrumentos financieros que nos ponen en mayor situación de riesgo respecto a deudas: las tarjetas de crédito. “Si ves que no eres bueno administrando tarjetas de crédito, cáncelalas y ya”, dice Ricardo Chavero, director general de newtWorth. “Las tarjetas de crédito no son malas, los malos somos quienes no sabemos usar ese instrumento a nuestro favor. Si eres de esos, mejor no las ocupes, no las saques”. Y sí. Decirle que no a una tarjeta de crédito es mucho más fácil que decirle que no a una pantalla de 80 pulgadas para ver tus series en 4k.
Cómo entender la deuda
Una de las metas esenciales y más recurrentes en la vida de un humano es irse de este mundo con la cuenta en ceros. Sin deber nada a nadie, ni en el sentido económico ni en un sentido mucho más personal. No obstante, se trata de un fino limbo que quizás no nos deja ver qué hay más allá de la deuda. ¿Por qué no pensar más allá de la deuda? ¿Por qué el objetivo es el cero y no un número positivo que ayude a quienes se quedan en el mundo? Ricardo Chavero ahonda más en esta idea.
“Te platico un ejercicio que yo le pongo a mis clientes. Imagínate una línea recta, como cuando aprendimos los números, de un lado tienes menos infinito y del otro más infinito. La mayoría de las personas cuando empezamos nuestra vida financiera estamos a la mitad, estamos en ceros. Ni tengo, ni debo nada. Y usualmente conforme vamos por la vida vamos cumpliendo metas. Ya tengo mi primer trabajo, saco mi coche, y vas caminando hacia la izquierda de deudas, luego terminar de pagarlo y caminas hacia el otro lado. Y lo que hacemos la mayoría de las personas es que constantemente vamos hacia el lado negativo de esta línea hipotética y nos endeudamos y usualmente creemos que estar en ceros es estar bien”.
Entender la deuda de esta forma es importante porque nos deja ver que, al solo poder ocupar una posición dentro de esa línea recta, estar ubicados en una posición de deuda es estar impedido de ir hacia el otro lado del camino, el lado del patrimonio, el ahorro, y, en un modelo ideal, el lado del placer y los lujos.
Cómo distinguir deudas buenas y malas
Una vez puesto todo esto sobre la mesa, creo que es bastante claro darnos cuenta que no todas las deudas son necesariamente malas. Las deudas también forman parte de un modelo financiero estable, siempre y cuando tengamos plena consciencia de ellas, y formen parte de nuestra realidad presupuestaria.
¿Cómo distinguirlas? Ahí la clave. “La deuda, o crédito, entendido de otra forma, es muy necesaria, muchísimo, es una forma en la que las economías pueden crecer, ocuparlo de forma correcta es donde está la magia. ¿Cuál es una deuda buena? Pues sacar un crédito hipotecario para pagar una casa, porque al final estás generando un patrimonio. ¿Cuál es una deuda mala? Pues pagar no sé, el super, a 18 meses, porque es algo consumible que te vas a acabar en una semana y que vas a seguir pagando por mucho tiempo más, esa es la peor deuda que te puedas imaginar”, dice Ricardo.
Por otro lado, Alejandro rescata la idea pero para deudas que en lugar de patrimonio se convierten en fuentes de inversión. “Hablemos de emprendimiento, por ejemplo, si uno no cuenta con capital, pero sí con un buen historial crediticio, es una buena inversión pedir un crédito para un negocio. Una buena deuda es una deuda que no necesariamente genere intereses, y sobre todo, que de acuerdo a nuestro presupuesto, sea una deuda pagable que mes con mes yo pueda cubrir. Al final estas deudas también se pueden hacer crecer y con ello obtener utilidades que terminen contrarrestando los intereses, depende cómo se cree ese balance porque si con todo e intereses no estoy obteniendo utilidades pues para qué endeudarse”.
Ahora sí, cómo salir de deudas
Cada deuda es un caso. Cada una tiene su propio contexto, monto, y desde luego, capacidad de ingreso. Sin embargo, la solución que todas comparten en común, es que el ahorro y la planeación son escaloncitos cruciales en esa misión de salir de las profundidades del débito.
“Salir de una deuda no es fácil porque estamos ya acostumbrados a un estilo de vida, y para poder salir de una deuda se tiene que de alguna forma sacrificar un poco para crear una disciplina financiera que nos permita ahorrar y con ese ahorro poder salir de las deudas. La receta no siempre va a ser la misma para cada caso, porque obviamente el monto y el contexto de cada deuda es distinto. También depende desde luego el ingreso”, establece Alejandro Martínez.
¿Cuánto se debe ahorrar para pensar en liquidar una deuda? El acuerdo común sugiere un 10% o 20% de nuestros ingresos totales, sin embargo, se debe planificar quizás más allá de eso y pensar en cubrir más allá de los mínimos que el propio plan de liquidación de la deuda te ofrece para acabar con la deuda antes y, con ello, evitar la suma de intereses. “Un error típico que hacemos es empezar a pagar los mínimos, a pagar por abono. Nunca pagues mínimos, pagar mínimos es pagar un permiso al banco por que le sigas debiendo un mes más, le vas a deber exactamente lo mismo o más después. No lo hagas, se debe intentar pagar por lo menos dos veces y media más de los mínimos”, dice Ricardo Chavero.
El cuándo salir es cuestión de timing, y de cómo funcione tu plan de ahorro, pero entre antes, mejor. Cabe destacar que dentro de esa organización personal de tus finanzas, se tiene que considerar también una deuda con nuestro yo del futuro. Un crédito invisible que se debe comenzar a pagar desde nuestro presente, para que nuestro retiro llegue en forma de casa en la playa y no de agujero en la miseria. Así lo concluye también Alejandro. “La recomendación es ahorrar un 10% para el retiro, idealmente. Van a haber muchas situaciones adversas que van a complicar ese ahorro, pero se puede reducir quizás el porcentaje a un 5% siempre y cuando se siga ahorrando. Solo así se va a construir ese hábito del ahorro, un hábito que se tiene que empezar a construir desde ya, y que va a terminar siendo nuestra única solución para escapar de las deudas”.
Estas recomendaciones de estrategas financieros son presentadas por Amafore.
Juan Carlos Rios https://ift.tt/30fBCAk
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