Marihuana, éxtasis, popper… Se podría decir que los nombres de las drogas les dan personalidad y sobre todo, según los casos, contribuyen a cómo son presentadas por los medios de comunicación generalistas: para un redactor de las noticias que leen tus padres, el hecho de tener que hablar sobre una nueva sustancia que está causando problemas y que además se hace llamar, por ejemplo, “droga caníbal” es un auténtico regalo. El terror a lo desconocido vende periódicos y sube las audiencias, pero normalmente no contribuye a que los ciudadanos estén mejor informados para tomar sus decisiones de consumo y reducir riesgos.
El kratom, la planta también conocida como Mitragyna speciosa, lo tiene mal en este sentido. Su nombre te hace temblar, suena a Apocalipsis, suena como una explosión, suena a una droga que tomarían en Blade Runner, a destrucción de la raza humana. ¿Influyó este nombre en los intentos del gobierno de Estados Unidos a la hora de prohibirla en 2016? Supongo que no, pero apuesto a que tampoco ha ayudado.
¿De dónde sale?
Bromas aparte, “kratom” no es más que el nombre que se le da coloquialmente a una planta de la familia de las Rubiaceae, a la que también pertenece la planta del café en su lugar de origen, el Sudeste Asiático. A veces también se la llama ketum, kakuam, ithang o thom. Tradicionalmente y durante siglos se ha utilizado en países como Tailandia, Indonesia, Malasia, Birmania o Papúa Nueva Guinea como remedio medicinal con un doble y opuesto propósito: por la mañana, los trabajadores mascan las hojas en busca de un efecto estimulante; al final de la jornada laboral, un té con las mismas hojas proporciona un efecto relajante y analgésico. Estos impactos antagónicos de la planta son una de sus características principales: en dosis bajas es estimulante, en dosis más elevadas, calmante.
La ciencia occidental la descubrió hace casi 200 años gracias al botánico holandés Pieter Korthals en 1839, pero en Europa y América ha sido prácticamente desconocida hasta mediados de la primera década de este siglo. Hay algunos expertos, como por ejemplo el profesor de la Universidad de Florida Oliver Grundmann, que relacionan este inicio de consumo de kratom en Occidente como una consecuencia del aumento descontrolado del uso de opiáceos a partir del inicio de este siglo.
Legal pero difícil de encontrar
Salvo en Dinamarca, Letonia, Lituania, Polonia, Rumania, Suecia y en algunos de los países donde se consume tradicionalmente, como por ejemplo Tailandia (aunque este estado está en vías de legalizarla), la venta de kratom es perfectamente legal. También es cierto que debido al desconocimiento que todavía existe en Europa y Latinoamérica sobre esta sustancia, el kratom todavía no es fácil de encontrar en estas zonas. Habitualmente se encuentra en páginas de internet dedicadas a la venta de semillas, head shops y smart shops, lo que no deja de suponer un cierto nivel de incertidumbre. Es necesario informarse bien y acudir a proveedores lo más confiables posible.
El intento de prohibición
En 2016, el gobierno estadounidense, a través de la DEA, declaró su intención de incluir al kratom en el “Apéndice I” de su Ley de sustancias controladas, una clasificación que agrupa a esas drogas que no tienen reconocido un uso médico y que además pueden producir dependencia en mayor medida. Es el rango de las drogas consideradas más peligrosas, en el que hay narcóticos como la heroína, el peyote o el LSD.
Cuando se hizo público el propósito de la DEA ocurrió algo insólito en la historia estadounidense: tanto los usuarios de la sustancia como la comunidad científica protestaron enérgica y activamente contra el gobierno, alegando que no se habían realizado los estudios necesarios que concluyesen que era una droga tan perjudicial. Además, aseguraron, su prohibición frenaría o, al menos, dificultaría mucho las investigaciones para aclarar sus efectos.
Imágenes de las protestas realizadas en Estados Unidos en 2016 en contra de la prohibición del kratom.
La respuesta no tuvo precedentes: los anuncios de la agencia estadounidense suelen ser algo rutinario a lo que nadie presta atención, pero esta vez se realizaron manifestaciones en las calles, peticiones con más de 100.000 firmas y requerimientos al Congreso estadounidense para que se reconsiderara esta posición.
La DEA se había basado sobre todo en el número de personas fallecidas en cuyos análisis se habían encontrado restos de kratom, pero los detractores de la medida declararon que, aunque era evidente que esas personas habían consumido kratom antes de morir, sus muertes se debían al consumo de otras sustancias.
Una droga que se parece mucho a un medicamento
Una encuesta anónima realizada en octubre de 2016 a más de 8.000 consumidores estadounidenses de kratom y publicada en la revista Drugs and Alcohol Dependence, concluyó que esta sustancia la consumen habitualmente personas con un rango de edad de entre 31 y 50 años, de ingresos medios y con la intención de aliviar su dolor crónico, mitigar problemas emocionales y mentales o moderar los efectos de la adicción a los opiáceos con receta.
Y según el artículo en cuestión, se estima que los usuarios de kratom en Estados Unidos (quizá donde más extendido está su uso) son entre 10 y 16 millones, entre un 3 y un 5% de la población. Eso es muchísima gente y explica la potente reacción de los ciudadanos cuando sonaron ecos de prohibición.
De cualquier modo, el kratom no deja de ser una planta poderosa y con un cierto potencial peligroso si no se utiliza correctamente. Según datos de la Fundación ICEERS (International Center for Ethnobotanical Education, Research & Service), su consumo prolongado puede provocar la aparición de algunos síntomas desagradables y negativos, como anorexia, temblores, hiperpigmentación, pérdida de peso o de pelo y adicción (además de tolerancia, así que cada vez hay que consumir más para conseguir los mismos efectos). Según la misma fuente, en el pasado también se han registrado varias muertes relacionadas con la toma de kratom junto con algunos medicamentos de farmacia como las benzodiacepinas y algunos fármacos para combatir el resfriado.
El futuro del kratom
Si nos fijamos en el número de usuarios de la sustancia en Estados Unidos, parece claro que sus propiedades están ayudando a muchas personas pero, a la vez, la ciencia ha demostrado que no es precisamente algo que pueda tomarse sin riesgos. El ámbito científico considera que lo más inteligente no es prohibirlo y renunciar a sus efectos calmantes sino regularlo para así proteger a los ciudadanos. En algunos estados comoArizona,Georgia yUtah ya se han aprobado enmiendas a sus leyes sobre sustancias controladas para lograrlo. Estas regulaciones, sumadas a un estricto control médico para reducir el riesgo de interacciones no deseadas con otros medicamentos, deberían contribuir a que la sociedad pueda beneficiarse finalmente de todo lo positivo que puede aportar esta planta sin incurrir en riesgos innecesarios.
Juanjo Villalba https://ift.tt/eA8V8J
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