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jueves, 3 de septiembre de 2020

Tengo grasa en la cadera, estrías y celulitis, y me encanta

Artículo publicado originalmente por VICE Australia.

Soy Laura y estoy orgullosa de mi cuerpo, pero no siempre lo he estado.

Estar cómodo en tu propia piel es muy difícil. Recuerdo mirarme en un espejo cuando tenía 11 años y detestar la forma en que mi estómago sobresalía de mis jeans. Pero poco a poco, muy paulatinamente, me ha ido gustando cómo me veo, e incluso las partes de mí que la sociedad dice que no deberían gustarme. Aquí están esas partes y cómo he aprendido a amarlas.

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Todos los retratos son de los fotógrafos Charlie Craig y Mohani Sharma.

Celulitis

Recuerdo que mi vecina de al lado solía pasearse con unos shorts diminutos de mezclilla y que noté que en la parte superior de sus piernas tenía una textura ondulada. Nunca antes había visto eso en piernas jóvenes.

"¿Qué es eso en sus piernas?", le pregunté a mi mamá.

Ella respondió: "Es celulitis. No te preocupes, eso no te pasará por un largo tiempo".

Me sentí confundida. Mi vecina solo tenía 18 años. Yo tenía 15. Nunca me han gustado las matemáticas rápidas, pero tres años no parecían algo muy lejano.

A partir de ese momento, noté la celulitis en chicas de todas partes. Aparecía sin importar qué tan firmemente cruzaran las piernas, cómo se sentaran en una superficie, qué tan cortas fueran sus faldas, cómo se pararan. También noté que en las fotos nadie parecía tener celulitis. No entendía de dónde venía ni por qué parecía que solo las chicas la tenían, o cómo algunas la tenían y otras no; todo lo que sabía era que deseaba no tenerla jamás.

Cuando comencé a notar celulitis en mi propio cuerpo, sentí que había fracasado. Había fracasado en seguir siendo hermosa, joven y perfecta, y mi oportunidad de convertirme en modelo, bailarina o novia se había esfumado. Pensé que había fracasado antes de que mi "futuro" pudiera siquiera comenzar.

Tenía 17 años.

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Estrías

Un chico con el que me acostaba fue el primero en notar mis estrías. Estaba fascinado por ellas, como si nunca antes las hubiera visto en nadie. Era el comienzo del verano e íbamos a nadar. No había usado bikini por un tiempo y aún no tenía la confianza para disfrutar el mirarme desnuda frente al espejo. Su fascinación me hizo sentir extraña, ¿era yo la única con estas líneas en mi cuerpo?

Las estrías vienen en diferentes formas, tamaños, colores y lugares. A pesar de lo que puedas pensar, aparecen en cuerpos de todos los tamaños. Yo tengo muchas. Tengo unas rojas con ligero volumen a lo largo de las curvas de mis caderas, otras translúcidas en la parte superior de los muslos, algunas rojas sin volumen dispersas en la parte interna de los muslos e incluso algunas claras en los senos.

Una vez más, traté de ocultarlas. Empecé a usar trajes de baño de una pieza. Empecé a tener más sexo en la oscuridad. Intenté deshacerme de ellas con diferentes cremas, bálsamos y ejercicios. Nunca vi a chicas atractivas exhibiendo sus estrías con orgullo, lo que para mí era el código silencioso de las chicas sexys para expresar "eso no es algo que quieres que la gente vea".

Mantuve mis estrías ocultas vergonzosamente, hasta que me di cuenta de que ocultarlas no iba a cambiar nada.

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Grasa en la parte baja del abdomen

Solía ​​trabajar en un lujoso bar de cócteles, un lugar donde aprendí que la gente no tiene miedo de decir lo que piensa. Es increíble lo que pueden decir después de unos martinis.

Me gustaba arreglarme para asistir a ese trabajo. Una noche en particular, llevaba un vestido rojo oscuro ajustado que me encantaba. Estaba sirviendo a quienes pensaba que eran una pareja de mediana edad, relativamente reservados, cuando la mujer me dijo: "Debe ser difícil trabajar con tanto alcohol estando embarazada".

Me tomó un momento encontrar una respuesta, ya que, honestamente, estaba sorprendida por su falta de tacto.

"Ah, no estoy embarazada", terminé por responder.

Su pareja se ruborizo de vergüenza y le puso su mano en la rodilla como diciendo, “por favor no digas nada más, solo discúlpate”.

"Bueno", agregó con desaprobación, "entonces, tal vez estarías más delgada y más guapa si no bebieras tanto".

Me alejé de su mesa, temblando de rabia, espanto y vergüenza. Creo que puede haber sido una de las únicas veces que lloré en un lugar de trabajo. Cuando llegué a casa esa noche, me arranqué el vestido y lo tiré.

He sido consciente de la grasa en la parte inferior de mi estómago desde siempre. Nos han condicionado a pensar que tener un abdomen "plano" te hace atractiva, y toda mi vida he sido consciente de que no lo tengo así. Ya que soy víctima de la temida hinchazón estomacal y, además, naturalmente también tengo más peso en la parte baja del estómago, he sido dura conmigo misma por mi panza en momentos en que no lo merecía. He elegido mis atuendos en función de cómo se veía mi estómago con ellos puestos, he usado cinturones, blusas sueltas, tacones altos, corsés. Pasé años de mi vida haciendo todo lo que estaba a mi alcance para ocultar la grasa de la parte baja de mi estómago, pensando que me hacía ser menos atractiva. Todavía es algo con lo que yo y, me atrevo a decir, la mayoría de las mujeres luchamos.

No sé por qué las palabras de esa mujer de mediana edad me afectaron tanto. Supongo que se debió a que era una desconocida que me dijo una "verdad" sobre mi cuerpo que había temido escuchar por largo tiempo.

Pero había algo más.

Tenía mucho enojo dentro de mí, porque ¿qué derecho tenía ella a asumir cosas sobre mi estilo de vida y mi cuerpo? Asumió que yo estaba embarazada, que era una gran bebedora, haciéndome sentir con ello que no era bonita o flaca (como si esas dos cosas dependieran una de la otra). Luego me di cuenta de que ella representa la razón por la que seguimos luchando con nuestra imagen corporal.

Decidí en ese momento que ella se merecía un gran VETE AL DIABLO, al igual que cualquiera que perpetúe la idea de que solo se te permite tener abultado el estómago si estás embarazada.

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Grasa en la cadera (o al usar los jeans de tamaño incorrecto: la cadera con forma de panqué)

La grasa en la cadera es lo que más me complica la compra de pantalones. Es la parte de mi cuerpo que siento que se sacude cuando corro. Hace que me resulte imposibles usar bikinis.

El año pasado consideré seriamente comprar unas fajas. Estaba harta de que la gente describiera mis caderas como "de mamá". Estaba harta de que la gente me describiera como "muy femenina" de una manera en que realmente significa "no delgada". Era como si estuvieran tratando de explicarme mi propio cuerpo en un intento de asegurarme que mi peso extra tenía un propósito, un nombre.

Mis caderas fueron una de las últimas cosas en cambiar de forma. Durante la pubertad, me crecieron los senos, mi cintura se definió más, mis muslos engrosaron... pero mis caderas no crecieron hasta mucho después.

También son lo que he tardado más en aceptar, porque realmente han modificado mi manera de vestir, desenvolverme sexualmente, caminar y hasta bailar.

Ahora me miro al espejo y amo lo que veo. Es como si un día hubiera despertado y me hubiera dado cuenta de que si me sentía bien con mi cuerpo, todas las demás voces no importaban. Fue entonces cuando decidí perseguir mi sueño de toda la vida de convertirme en modelo. Desde que llegué a la pubertad y vi cómo cambiaba drásticamente mi cuerpo, me había desalentado por completo debido a mi talla. Pero con mi confianza renovada, decidí que soy hermosa y única... así que, ¿por qué no puedo ser modelo?

¿Y por qué no puedes serlo tú también?

Sigue a Laura en Instagram junto, y también a los fotógrafos Charlie Craig​​ Artículo publicado originalmente por VICE Australia.y Mohani Sharma​​​.

Laura Roscioli https://ift.tt/2Z4KVCD

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