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En 2020, los plásticos de un solo uso se han convertido en un arma de doble filo. Las mascarillas, los EPI y los guantes son esenciales para proteger a los sanitarios, pero el aumento de los materiales desechables ha afectado a un sistema de gestión de residuos que ya de por sí estaba sobrecargado. El problema no viene solo de los hospitales, sino también de los hogares. La gente continúa evitando los espacios públicos y acude a internet para hacer las compras y pedir comida a domicilio, que viene envuelta en rollos y contenedores de plástico. Esta práctica tan poco sostenible es un problema desde hace tiempo. Además, la mayor cantidad de desechos plásticos viene de la industria del envase y el embalaje.
En julio, una investigación de opinión pública llevada a cabo por YouGov y patrocinada por la ONG internacional Oceana halló que los clientes de Amazon en los Estados Unidos compraban más por internet desde el comienzo de la pandemia. Sin embargo, más del 40 por ciento de los 1268 participantes reconoció estar molesto por el plástico extra que recibían en sus casas.
En la región Asia-Pacífico, el 58 por ciento de los consumidores aumentó la frecuencia con la que compraban por internet, según una encuesta de Adobe. Otra consultora de gestión estadounidense, McKinsey & Co, halló que los países asiáticos habían visto un crecimiento de entre el 16 y el 70 por ciento de las compras de comida en línea.
En mayo, los organismos mundiales de vigilancia, como el Foro Económico Mundial (FEM), ya habían avisado de este incremento en la dependencia del plástico, tanto en la industria médica como en las compras. El aumento de los plásticos de un solo uso va a desencadenar una “nueva crisis sanitaria”, decía el informe del FEM, especialmente en el sur global, donde la mala gestión de los desechos hace que se amontonen en los centros de las poblaciones o acaben en los ríos y océanos. Esto es bastante preocupante, teniendo en cuenta que en todo el mundo ya se desechaban 29 millones de toneladas de plástico en los océanos al año, incluso antes del coronavirus.
Así suele ser el embalaje habitual de una compra por internet:
Así suelen ser los envases de la comida a domicilio:
Con frecuencia, estos envases contienen plásticos de un solo uso, como los plásticos de burbujas, las bandejas de espuma o los cubiertos desechables. Cuando no se reciclan adecuadamente, se acaban convirtiendo en microplásticos que van a parar al mar, a la tierra, a los animales marinos y, al final, a nuestros cuerpos.
Estudios recientes han demostrado que el adulto promedio come y respira al menos 50 000 partículas de microplásticos al año. De hecho, se acumulan en el cuerpo humano en unos niveles alarmantes.
Algunos estudios hallaron que Asia produce más del 50 por ciento del plástico mundial, mientras que los países del sudeste asiático son los que más contribuyen a la fuga de plásticos en los océanos. Esto se debe a varios factores, como los mecanismos de organización y sistemas de gestión de residuos deficientes, el crecimiento de la población y el aumento de la demanda de los bienes de consumo que vienen en envases plásticos. Pero no se trata de un problema regional. Parte del embalaje de plástico utilizado en Asia proviene de compañías multinacionales de países occidentales. Las organizaciones medioambientales también han avisado de que los países asiáticos se han convertido en un vertedero de residuos provenientes de los países occidentales ricos.
Los países asiáticos se han enfrentado a este problema de varias maneras, algunas más efectivas que otras.
Tailandia
Se estima que los residuos plásticos de Tailandia, un país con aproximadamente 69 millones de personas, aumentarán anualmente un 12 por ciento. Eso son 2 millones de toneladas, de las cuales solo el 25 por ciento pueden ser reutilizadas. El resto, que se compone de un 80 por ciento de plásticos de un solo uso, termina en vertederos y vías fluviales.
En 2019, se estimó que Tailandia había producido 2000 toneladas de plástico al día. Durante la pandemia de la COVID-19, entre enero y abril del 2020, esa cifra pasó a 3440 toneladas al día.
Solo en Bangkok, según consta, los residuos plásticos crecieron un 62 por ciento en volumen en abril a causa de las compras por internet. Antes de la pandemia, la capital tailandesa ya generaba unas 2000 toneladas de residuos plásticos al día.
Los expertos en gestión de residuos también han avisado de que Tailandia se está convirtiendo en el vertedero del mundo, a causa de la cantidad de residuos plásticos que se han importado de países como Japón, Hong Kong y Estados Unidos. Hoy en día, se encuentra entre los cinco países que más plástico vierten al océano.
En 2017, el país se comprometió a reducir los desechos plásticos para 2030. A principios de ese mismo año, prohibieron las bolsas de plástico de un solo uso en la mayoría de tiendas y están contemplando prohibir por completo las importaciones de residuos para 2021. Sin embargo, desde que comenzó la pandemia, el Gobierno admitió que han vuelto a empezar de cero en la lucha contra los residuos plásticos a causa del aumento de las compras de comida a domicilio. Los servicios de pedidos a domicilio como Line Man o Grab registraron un crecimiento de los pedidos de entre un 300 y 400 por ciento durante el comienzo de la pandemia.
En cuanto al plástico, el Gobierno tailandés aboga firmemente por las plantas de energía a base de residuos, pero algunos expertos creen que esto solo serviría para incentivar el uso de los plástico y las importaciones de residuos. Además de prohibir las bolsas, tomaron la inusual decisión de censurar las bolsas de plástico en la televisión.
Singapur
Singapur es uno de los planetas más limpios del mundo. Sin embargo, el Consejo Medioambiental de Singapur (SEC, por sus siglas en inglés) halló que los singapurenses utilizaban al año 467 millones de botellas de plástico PET y 473 millones de objetos plásticos de un solo uso, entre los que se encuentran los cubiertos y envases desechables de los pedidos a domicilio. Una encuesta llevada a cabo entre abril y mayo durante el confinamiento reveló que los 5,7 millones de residentes de Singapur habían desechado 1334 toneladas más de plástico provenientes de la comida a domicilio y para llevar, lo que equivale al peso de 92 autobuses de dos pisos.
Según un informe del SEC, tan solo un 4 por ciento del plástico usado en 2018 se recicló. Además, el hogar promedio produce 1,56 toneladas de residuos al año, de la cual una tercera parte son plásticos de un solo uso y envases de comida, lo que equivale a 10 piscinas olímpicas. En 2019, Singapur mandó 3 millones de toneladas de residuos, del cual un 30 por ciento era plástico, al vertedero de Semakau, el único que queda en el país.
Bangladés
La gran mayoría de los plásticos de un solo uso desechados en Bangladesh durante la pandemia fueron bolsas de plástico fino de polietileno. Estudios anteriores mostraban que en Daca, la capital del país, se utilizan 14 millones de estas bolsas al día. Muchas de las cuales terminan en los ríos y océanos. Todo esto, a pesar de que se prohibieron en 2002.
Según un estudio de la Organización de Desarrollo Social y Medioambiental de Bangladés, se estima que el país produjo alrededor de 14 500 toneladas de residuos plásticos peligrosos solo en el primer mes del confinamiento el pasado marzo. Antes de eso, generaba unas 3000 toneladas de plástico al día.
Un estudio de 2019 del ministerio de Medioambiente y la ONG Waste Concern, reveló que Bangladés recicla un 36 por ciento del plástico en la economía informal, deja un 39 por ciento en los vertederos y filtra un 25 por ciento al medioambiente, que llega hasta el golfo de Bengala.
Filipinas
Filipinas ha sido catalogada como el tercer país que más plásticos emite al océano. Según un informe de 2015 del grupo medioambiental Ocean Conservancy, el país genera 2,7 millones de toneladas de residuos plásticos al año. En 2019, una auditoría de la Alianza Global por las Alternativas a la Incineración halló que los filipinos desechaban al día 48 millones de bolsas de la compra, 45 millones de bolsas de plástico fino y 163 millones de envoltorios de plástico.
Mientras que el confinamiento llevó a un aumento de las preocupaciones y la concienciación sobre el plástico generado en los hogares filipinos, las políticas de distanciamiento social han hecho que las ciudades den varios pasos atrás en la lucha contra el plástico. La ciudad de Parañaque en la Gran Manila, pospuso la implementación total de la prohibición de los plásticos de un solo uso de junio de 2020 a enero del 2021, después de que las empresas avisaran que no podían cumplirla por el impacto económico del confinamiento. Ciudad Quezón, la población más grande de la zona con 3 millones de habitantes, también relajo las políticas de plásticos de un solo uso.
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