Artículo publicado por VICE México.
A pesar de que el fenómeno cinematográfico de la temporada, Roma, no se proyectó en las cadenas comerciales de cine, sino en la plataforma de video por streaming Netflix –que ha venido dando hit tras hit en los últimos años–, la piratería encontró una manera de vender en el mercado negro mexicano la película del director Alfonso Cuarón.
Ante la imposibilidad de grabar la cinta en el cine, los piratas mexicanos optaron por la descarga ilegal. A las pocas horas de ser liberada, la película protagonizada por Yalitza Aparicio ya podía conseguirse en mercados sobre ruedas de todo el país, por unos 10 pesos, que equivalen a medio dólar, apenas una fracción de lo que cuesta la suscripción mensual al servicio básico de video bajo demanda (109 pesos).
Este caso ejemplifica cómo los esfuerzos por combatir la piratería, sin importar si vienen de autoridades o la iniciativa privada, se han quedado cortos frente a un delito que no distingue de marcas y genera pérdidas por 43 mil millones de pesos en México (lo que gastaron los mexicanos en ese rubro en 2014), donde ocho de cada 10 habitantes consume imitaciones sin remordimiento, pues no lo consideran grave.
Esto según el reporte Piratería: entendiendo el mercado “sombra” en México, realizado por el Centro de Investigación para el Desarrollo (CIDAC) y American Chamber de México, en el que la frase que despunta en una encuesta es: “Gracias a la piratería, las familias de menos recursos pueden comprar cosas que antes no podían”, con la que 52 por ciento está de acuerdo. En contraste, en tercer lugar, con 36 por ciento, está la afirmación: “Tiene efectos negativos para el país”.
Entre 2012 y principios de 2019, las autoridades federales comandadas por la extinta Procuraduría General de la República (PGR) –ahora Fiscalía– lograron asegurar más de 33 millones de objetos piratas en más de 3 mil 209 inmuebles cateados en todo el país, según datos oficiales.
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Tan sólo en el mercado de Tepito – La Meca de la imitación–, ubicado en la Ciudad de México, aseguraron 10 por ciento: 3.3 millones de productos apócrifos entre películas, aparatos de audio y video, prendas de vestir, calzado, bolsas y piezas de perfumería, de acuerdo con datos obtenidos vía transparencia por VICE. La inmensa mayoría de la mercancía asegurada en el barrio bravo corresponde a películas y discos de música.
De acuerdo con datos obtenidos por VICE, en los últimos 12 años se aseguraron en Tepito 52 mil pares de zapatos y tenis de marcas disponibles en centros comerciales, pero a una fracción de su precio real; 146 mil prendas de vestir para mantenerse con las tendencias de la moda que se marcan desde Nueva York, París o Milán; 29 mil aparatos de audio y video de última generación, los cuales no pasan por aduanas; además de 800 bolsas imitación de las marcas más cotizadas y más de 500 piezas falsas de perfumería.
En total son más de 11 millones de productos pirata decomisados en Tepito, donde los discos de música y películas –cuyos contenidos se obtuvieron ilegalmente– siguen siendo los más solicitados y representan 98 por ciento de la mercancía decomisada por la Unidad Especializada en Investigación de Delitos contra los Derechos de Autor y la Propiedad Industrial.
La investigadora Ximena López Arzate, coautora del estudio mencionado anteriormente, señala a VICE que el problema con los aseguramientos de piratería en México es que, a pesar de los números presentados por las autoridades, se desconoce el volumen de mercancía que no se aseguró y que sigue moviéndose en el mercado, alimentado así un imperio que no parece tener fin.
Amos de las copias
La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) señala que la piratería incluye desde reproducir hasta distribuir copias ilegales de productos que estén protegidos por el derecho de propiedad intelectual. En México, estos delitos son perseguidos de oficio desde 2010, gracias a las modificaciones al Código Penal Federal y a la Ley de la Propiedad Industrial (LPI). Sin embargo, el endurecimiento de las leyes no ha frenado la expansión de este imperio ilegal, como los muestran los reportes de aseguramientos realizados por la extinta PGR durante la pasada administración presidencial.
Además de los 33 millones de productos pirata asegurados, entre diciembre de 2012 y hasta principios de 2019, las acciones contra la piratería permitieron catear más de 3 mil inmuebles y detener 339 personas en todo el país.
En ese periodo, la unidad especializada de la PGR –ahora FGR–, encargada de combatir estos delitos, también realizó 436 operativos en la vía pública, desmanteló 132 laboratorios clandestinos y 16 fábricas donde se generaban productos piratas. De igual forma lograron asegurar más de 700 inmuebles y locales, además de 616 mil pesos decomisados como parte de las acciones antipiratería.
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El primer reporte de 2019, que corresponde al mes de enero, señala que se han autorizado nueve órdenes de cateo, 38 inmuebles inspeccionados, un operativo en la calle, 10 mil 50 objetos incautados, 34 inmuebles asegurados, pero ninguna persona detenida hasta el momento.
Visto en perspectiva, 2014 fue el año más efectivo en las operaciones federales contra la piratería. Lograron asegurar más de 12 millones de objetos y fueron detenidas 109 personas, pero, aunque a finales de 2018 las cifras se desplomaron hasta 754 mil productos y solo 23 detenidos.
El índice de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) señala que durante el gobierno de Peña Nieto se abrieron 13 mil 800 carpetas de investigación por delitos relacionados con la Ley de la Propiedad Industrial.
El streaming es el nuevo campo de batalla
En una conferencia de noviembre pasado, Ana María Magaña, directora de Motion Picture Association de México, señaló que nuestro país es el sexto consumidor mundial de películas pirata, con 63.7% de internautas involucrados en esa actividad. Si la tendencia se mantiene, para 2022 ascenderá al quinto puesto. “Existe una necesidad de proteger a los creadores y respaldar al mercado legal que representa una fuente de ingreso importante y de generación de empleos”. También presidenta del Comité de Derechos de Propiedad Intelectual de la American Chamber, Magaña precisó que las pérdidas por este delito son de mil 516 millones de dólares al año.
Ximena López, maestra en ciencias políticas y política económica, comenta a VICE que la presencia de tantas piezas de discos y películas pirata se explica por la demanda que tienen en estos mercados ilegales, además que que los consumidores de piratería física como la que se describe están asociados a niveles educativos bajos (primaria y secundaria), poca capacidad económica y escaso acceso a internet o a una computadora.
Con estas condiciones, se entiende que un consumidor prefiere comprar música ilegal o películas pirata en la calle, en lugar de pagar por servicios como Spotify o Netflix, o descargarla ilegalmente por internet, una práctica que está asociada a otro perfil de consumidor.
La especialista añade que los consumidores de piratería digital son un caso difícil de analizar, pues se trata de personas que descargan contenidos no porque no puedan pagarlos o porque lo necesiten, sino que pareciera que lo hacen porque pueden.
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Hay estudios como The Global Internet Phenomena Report , elaborado por la compañía Sandvine, que sugieren que la aparición de cada vez más plataformas de entretenimiento vía streaming para competirle a Netfllix, como HBO Go o Amazon Prime, ha propiciado el incremento de piratería en el mundo digital, por la incapacidad de los usuarios para pagar todos los servicios que hay en el mercado. Es decir, con la sobreoferta de series y contenidos, los infractores valoran cuáles sí vale la pena pagar y cuáles resulta mejor descargar ilegalmente por internet.
De acuerdo con este reporte, Netflix es actualmente la plataforma número uno a nivel mundial en streaming de video, incluso por arriba de Youtube (26.58 vs 21.30 por ciento del tráfico). Desde hace tiempo permite la descarga temporal de contenidos para verlos sin necesidad de Wi-Fi, con restricciones específicas: cantidad de títulos por cada cuenta, número de dispositivos que pueden alojar contenido offline, periodo de disponibilidad y cuánto tiempo permanecen accesibles, así como la imposibilidad de compartir.
Esto no impide que mucha gente acceda de manera ilegal a contenidos en páginas apócrifas, a pesar de los riesgos legales.
No vemos un problema en robar ideas
En México, actualmente no existe una estrategia integral para combatir delitos de contrabando y piratería más allá de la Ley de Propiedad Intelectual. Las acciones programadas por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) para combatir este delito están limitadas a las visitas de inspección, aseguramiento de mercancía, imposición de multas administrativa y la suspensión de la libre circulación de mercancía de procedencia extranjera. Sin embargo, como se aprecia en los datos oficiales de la ahora Fiscalía General de la República (FGR), estas acciones no son constantes y en el sexenio anterior se desplomaron después de 2014.
Con el Paquete Económico 2019, la unidad especializada de la Fiscalía, responsable de combatir los delitos contra derechos de autor y la propiedad industrial, recibió para sus operaciones 28 millones de pesos, cuatro millones menos en comparación con 2018, aunque a decir de Gilda González Carmona, quien fuera directora general adjunta del IMPI, todavía no queda muy claro cómo se combatirán estos delitos con la nueva Fiscalía.
La especialista en propiedad intelectual explica que hasta el momento todas las estrategias que se han intentado implementar en México y el mundo han quedado rebasadas y sólo exhiben las fallas del gobierno, de la industria y de la sociedad para hacerle frente con prevención.
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González Carmona añade que el marco legal para proteger la propiedad intelectual es bueno, pero el problema es de fondo. Por un lado, los mexicanos no valoramos estos delitos como graves y tiene mucho que ver con la concepción que tenemos de las ideas originales. No vemos un problema en robar ideas, ni tampoco nos han enseñado el valor de proteger nuestras creaciones.
“Nos falta disuadir el delito (…) Porque la sociedad permite este delito, no lo consideran delito grave, no es algo significativo para la gente, como si yo robara un pan o mercancía de la tienda, la gente no lo ve en ese contexto”, asegura la exfuncionaria pública y maestra en derecho.
Ximena López coincide en ese señalamiento. “Se ha querido entender o fundamentar la piratería desde las pérdidas de las empresas, pero es muy miope hacer ese análisis, hay que ver las externalidades hacia el sector innovación, consumidor, sector gobierno y la percepción de estado de derecho”, dice la investigadora, y añade que aunque mucha gente sabe que la piratería está mal moral y legalmente, es un riesgo que consideran manejable.
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