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jueves, 29 de agosto de 2019

“En los últimos años en mi país, fui víctima de seis asaltos a mano armada”

Tres de los diez países de los que proceden más solicitantes de asilo en todo el mundo son latinoamericanos. En colaboración con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), publicamos una serie de testimonios de jóvenes que han tenido que dejar su país por inseguridad, amenazas y discriminación, buscando refugio en otros territorios para poder sobrevivir.


Mi nombre es Armando, oriundo de Cabimas, estado de Zulia, Venezuela, capital petrolera del país. A los siete años de edad comencé mi formación musical con profesores particulares, los cuales me impartían clases de teoría y solfeo. En el año 2006, formé parte de una de las primeras Orquestas de Vientos de dicha ciudad, en la fila de clarinetes.

En el año 2008, me uno al Sistema Nacional de Coros y Orquestas en el capital del estado donde mi carrera artística inicia de la mano de la Orquesta de Viento “José Luis Paz”, la cual me abre sus puertas para participar en la Orquesta Juvenil Regional del Zulia, el Coro Regional, así como también Orquesta de Rock Sinfónico.

En ese momento descubrí que no hay otra vida para mí que no estuviese de alguna manera ligada al arte. Por este motivo, continué formándome como artista en la Facultad Experimental de Artes, en la Escuela de Música de la Universidad del Zulia, una de las principales universidades del país. A la par, estudié inglés y francés con el propósito de que ninguna frontera limitara mi arte.

Mi carrera artística en Venezuela iba en ascenso, pero la situación del país no acompañaba en nada a todo el trabajo que había logrado. Al ser de un pueblo lejano a la ciudad, debía trasladarme por mucho tiempo en un muy deficiente transporte público hasta mis ensayos o la universidad, pero la escasez de combustible me impedía continuar mis metas. En los últimos años en mi país, fui víctima de seis asaltos a mano armada, todos de diferentes formas, siempre temiendo más por mi instrumento que por mi vida.

Los hechos de violencia social se incrementaron y se repitieron en numerosas ocasiones en mi vida. Un desafortunado recuerdo ha sido cuando mi hermana es tomada de rehén en un asalto en un transporte público, donde la apuntaban con un arma en su cabeza, mientras a todas las personas del bus les quitaban sus pertenencias. Es muy difícil borrar esos recuerdos.

Mi familia es la principal razón por la cual he podido convertirme en el artista que soy, porque siempre me han apoyado en cada una de las decisiones que he tomado en mi vida. En ningún momento me sentí rechazado o juzgado por querer ser lo que siempre he sido, un artista. De hecho, un gran pilar fundamental en toda mi carrera es mi tío, el cual es un bailarín contemporáneo y profesor, así como sus hijos, bailarina y músico respectivamente. Nuestra familia siempre estuvo unida, hasta que mi mamá comenzó a faltar en casa, porque su hermano, exalcalde, comenzó a ser perseguido por figuras del Gobierno por ser abiertamente opositor a su ideología política. Estuve tres navidades sin ella, ya que ambos tuvieron que irse del país hasta Perú.

A medida que el tiempo transcurría la calidad de vida iba en detrimento, la inseguridad se apoderaba de las calles, el deterioro de todo el sistema social fue muy rápido y violento, creando un miedo en mi familia para que yo pudiese seguir viajando hasta mi universidad, por lo cual tomamos la decisión de que me mudaría a Quito, Ecuador.

Al llegar comencé a trabajar como cocinero, siguiendo una de las pasiones de mi mamá, el arte culinario. Al cabo de unos meses tuve la oportunidad de ejercer como profesor de inglés en diferentes entes educativos, lo cual me permitió volver a una de mis vocaciones, la educación.

Durante mis diez meses allí luché día y noche por volver al arte, por hacer música. Me encontré personas maravillosas quienes me dieron la oportunidad de trabajar en el campo audiovisual y de tener una pequeña formación teatral, pero a pesar de esto, mi estadía no fue nada placentera ya que también fui víctima de robos y nunca tuve el espacio para poder tocar clarinete. Decidido a seguir mis sueños, emprendo mi viaje en autobús desde Quito hasta Buenos Aires por casi una semana.

Argentina me ha presentado un sinfín de posibilidades para desarrollarme desde todas las perspectivas. Primeramente conocí a la orquesta de Latin Vox Machine donde encontré esa gran familia que había dejado atrás. Aquí también pude comenzar a explorar nuevas fronteras del arte como lo es ahora el baile, el cual me ha da dado la plataforma para poder ser una voz para toda la comunidad LGBTIQ+ a través del vogue, dentro de la hermosa casa que es el BallRoom de la Fiestas Turbo en el que la reina es la diversidad.

Hoy en día puedo decir que más allá de las adversidades que se me han presentado en la vida, sé que soy solo uno de muchos artistas que se han visto obligados a irse de su país, refugiándose en el seno de uno desconocido, para así transformar las desgracias en algo positivo. Hoy me he reconstruido, me siento renovado y me siento muy afortunado y agradecido por tener salud, seguridad y amigos en quién confiar. ¿Qué más puedo pedir?

Conoce más de ACNUR y el procedimiento de asilo en diferentes países .

Armando Luzardo https://ift.tt/eA8V8J

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