Tres de los diez países de los que proceden más solicitantes de asilo en todo el mundo son latinoamericanos. En colaboración con la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), publicamos una serie de testimonios de jóvenes que han tenido que dejar su país por inseguridad, amenazas y discriminación, buscando refugio en otros territorios para poder sobrevivir.
Mi nombre es Roima Indonesia Mujica Silva, tengo 24 años y soy venezolana. Mi primer nombre es una mezcla de los nombres de mis padres, Robert y Mariela; y mi segundo nombre se debe a que mi padre, al enterarse de que sería niña mientras navegaba por los mares de Indonesia, decidió ponerme el nombre de aquel país.
Actualmente estudio y vivo en Perú con mi familia. En Venezuela logré ser atleta de alta competencia en la disciplina de Taekwondo, y tengo 14 años practicando este deporte… la mitad de mi vida.
Creo que para poder explicar lo que significa para mí el ser joven y solicitante de asilo en América Latina, debo contar por qué decidí en primer lugar salir del país.
En 2016, me encontraba en el mejor momento de mi vida competitiva. Sinceramente, la culminación de mis estudios universitarios no eran una prioridad en ese momento debido a la falta de materiales y la inseguridad. Para ese entonces, las paralizaciones universitarias por protestas duraron casi un año. Entre el 2015 y 2016, tuve en la mira cuatro eventos deportivos fundamentales para mí: los Juegos Universitarios Nacionales 2015, el Mundial Universitario Corea 2015, los Juegos Olímpicos Universitarios Corea 2016 y el X Mundial de Taekwondo Poomsae en Perú el 2016. Llegué a clasificar a todos, pero solo pude participar en dos de ellos. Finalmente, como familia tomamos la decisión de salir del país por las malas condiciones en las que ya habíamos empezado a vivir. Además de la inseguridad a la que nos enfrentábamos a diario, salir para ir a clases era imposible e incluso en la Universidad sufrimos el robo de los materiales para nuestras prácticas. Por esa razón, aprovechamos la excusa de asistir al Mundial en Perú del 2016 para poder salir de nuestro país.
Cuando viajamos representando a la Selección de Venezuela, mi papá y yo nos encontrábamos en el medio de una fantasía en la que aún éramos turistas y en la que pronto regresaríamos a casa. Teníamos en la mano un boleto de regreso que no nos hizo caer en cuenta de lo que realmente nos esperaba.
Más de una vez nos ha tocado empezar desde cero. En esta ocasión, ya en Perú, tuve que reiniciar mis estudios, pero en una nueva carrera. Lo que inició como un acto de rebeldía, terminó siendo lo mejor que me ha pasado y terminé enamorándome de la carrera de Fisioterapia. Y es que este país me ha permitido continuar con mi vida. Por ejemplo, ahora soy árbitro nacional de Taekwondo, posición que me ha permitido conocer personas que jamás pensé encontrar en mi camino.
El Perú también me ha dado la oportunidad de unirme a causas que abogan por la solidaridad entre nuestros países. A través del voluntariado en las “Brigadas Gracias Causa” no solo he podido compartir mi agradecimiento a esta nación por acogerme a mi familia y a mí, sino que he compartido mi amor por mi deporte y se lo he enseñado a personas de todas las edades y de ambas nacionalidades. “El Taekwondo no solo es un deporte de competencia o defensa. Es una herramienta que ayuda a las personas a integrarse y desenvolverse en una sociedad”. Allí, entre las risas de los niños, pude entender las palabras de mi papá.
Creo que esta frase de Paulo Coelho es la que explica lo que significa para mí ser una joven y solicitante de asilo en América Latina:
“En este exilio espiritual aprendí muchas cosas importantes: que solo aceptamos una verdad cuando primero la negamos desde el fondo de nuestra alma; que no debemos huir de nuestro propio destino, y que la mano de Dios es infinitamente generosa, a pesar de Su Rigor.”
Conoce más de ACNUR y el procedimiento de asilo en diferentes países .
Roima Mujica https://ift.tt/eA8V8J
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