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miércoles, 21 de agosto de 2019

La infinita tristeza de los incels: un retrato de la juventud en crisis de Brasil

A diferencia de los Estados Unidos, las masacres en escuelas o lugares públicos no son parte de la vida cotidiana brasileña. Aunque masacres como la de Candelaria (1993) o la de Carandiru (1992) son notables en la historia del país, estas casi siempre involucran a agentes estatales, grupos de exterminio o facciones criminales. Los asesinatos en masa perpetrados por un individuo solitario son raros. Ha habido tres en la historia reciente, incluida la masacre de Suzano (2019), que tuvo lugar en la Escuela Estatal Raúl Brasil, en la ciudad de Suzano, en la región metropolitana de São Paulo.

El 13 de marzo de 2019, Guilherme Taucci Monteiro y Luiz Henrique de Castro cruzaron las puertas de su antigua escuela portando una pistola calibre 38, un hacha, una ballesta y un arco. Era la hora del recreo en la antigua escuela de los tiradores, y la mayoría de los más de 300 estudiantes estaba en el patio esperando a que diera inicio la siguiente clase. El par comenzó a disparar. Después de matar a siete personas dentro de la escuela —cinco estudiantes, de entre 15 y 17 años, y dos miembros del personal—, terminaron el ataque de la misma forma en que lo hicieron los tiradores de la masacre de Columbine en los Estados Unidos en 1999. Guilherme le disparó a Luiz y luego se disparó a sí mismo. Incluso su ropa era similar a la que usaban los estadounidenses que los inspiraron.



Guilherme y Luiz tenían 17 y 25 años, respectivamente, cuando organizaron la masacre. Eran amigos de la infancia, criados en familias de clase media baja. Parte del plan, según lo revelado por la policía, era humillar y violar a las alumnas bonitas frente a todos y hacer que su ataque se volviera más famoso y sangriento que el de Columbine.

Hubo diez muertes en total, contando a los tiradores. El país entró en shock, la prensa hizo especiales sobre masacres en las escuelas, el vicepresidente culpó a los videojuegos violentos y fue redescubierta la existencia de espacios virtuales nocivos en el Internet de Brasil. En algunas de estas comunidades, las acciones de los tiradores fueron celebradas como si Brasil hubiera ganado una Copa Mundial. Una publicación del día previo a la masacre generó sospechas de que el par de jóvenes frecuentaba esos foros donde la misoginia, el racismo, la homofobia y el odio reinan protegidos por el anonimato. Estos son espacios donde jóvenes, como los tiradores de Suzano encuentran consuelo, aceptación y estímulo.

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https://www.youtube.com/watch?...Publicación realizada 24 horas antes de la masacre.

Revolución Incel

En 2014, a la edad de 22 años, Elliot Rodger se convirtió en el principal responsable de poner a los incels —expresión en inglés que significa "célibes involuntarios"—, anteriormente una subcultura de Internet, en el centro de atención de los medios. Frustrado y extremadamente enojado con las mujeres que lo rechazaron, mató a seis personas e hirió a 14 cerca del campus de la Universidad de Santa Bárbara, California, y después se suicidó.

En el mismo auto donde se mataría, un día antes de la masacre, Elliot grabó un video de sus motivos. "Chicas, no sé por qué no se sienten atraídas por mí, pero todas serán castigadas por ello. Es una injusticia, un crimen, porque no sé qué es lo que no ven en mí. Soy el chico perfecto, y aun así salen con chicos insoportables en lugar de salir conmigo, un caballero supremo", expresó ante la cámara. También dejó un manifiesto que describe su visión tergiversada del mundo: un pasaje relata las dificultades de ser hijo de una pareja interracial.



Después de la viralización del video y del manifiesto, Rodger se convirtió en una celebridad de los foros virtuales, en una especie de mártir patrono para todos los jóvenes solitarios cuyo acceso a la sociedad y el amor les había sido negado por no encajar en los supuestos estándares ideales de belleza, raza o condición económica.

Los actos extremos de pistoleros solitarios aumentaron durante la segunda mitad de la década de 2010, especialmente en los EE. UU., y fueron cometidos por personas de extrema derecha, tal como ocurrió recientemente en el caso del tiroteo en el El Paso y, 24 horas después, el tiroteo en Ohio. Para Gabriel Ferreira Zacarias, historiador de la Universidad Federal de Campinas (UNICAMP) y autor del libro No Espelho do Terror: Jihad e espetáculo [En el espejo del terror: Jihad y el espectáculo], los ataques ocurridos en Francia en nombre del Estado Islámico y las masacres escolares desde la de Columbine tienen más conexiones entre sí de las que podríamos imaginar. No se trata de un choque de culturas simplificado en discursos xenófobos, como si fuera una guerra cultural entre Occidente y Oriente, esto más bien se relaciona con una etapa del capitalismo tardío descrita como ‘la sociedad del espectáculo’ por el filósofo Guy Debord.

En algunas de estas comunidades, las acciones de los tiradores fueron celebradas como si Brasil hubiera ganado una Copa Mundial.

"Hablamos de una crisis de valores en la sociedad, que se manifiesta dentro de la misma a través de una crisis del individuo", explica el historiador. “Es un sujeto patriarcal en una crisis subjetiva, una sensación completa de vacío. En estos casos, la motivación principal de los responsables por las masacres era la producción de una imagen que circularía a través de las redes sociales, esa motivación era más importante que la acción misma”.

En el caso de la masacre de Suzano, como ha pasado con muchos otros asesinatos masivos, además de la sospecha de que los tiradores publicaron mensajes en un foro web conocido por producir contenido de odio, Guilherme publicó unas fotos suyas apuntando con un arma a la cámara horas antes de dirigirse a su antigua escuela. Fue su despedida y su mensaje para el país.

La filósofa Natalie Wynn, le donó al canal ContraPoints una compilación de algunos videos que explican el modo de pensar de los Incels.

Si bien las masacres y tiroteos planeados por jóvenes que se han radicalizado a través de Internet son nuevos, no hay nada innovador en el pensamiento incel, especialmente en países misóginos como Brasil. La novedad radica en la forma en que esa misoginia se manifiesta. Los incels tienen un vocabulario propio, con el que racionalizan el funcionamiento de la sociedad y el supuesto papel de las mujeres en la exclusión de personas como ellos. Se trata de un pensamiento determinista y rígido, sin cabida para la complejidad o los matices: las mujeres controlan el mundo, maltratarán y rechazarán a hombres como nosotros por siempre, nunca saldremos de esta condición porque la apariencia física y el dinero son lo único que importa en la sociedad, y moriremos solos.

El lenguaje, como William Burroughs postuló, es un virus. Muchos jóvenes que frecuentan esos espacios virtuales violentos, misóginos y xenófobos terminan contaminados por el vocabulario que ahí se emplea y, en consecuencia, por la cosmovisión de los incels. Es fácil deshumanizar a esos hombres, así como ellos deshumanizan la figura femenina, pero al leer las frustraciones de los incels brasileños, nos damos cuenta de que el problema va mucho más allá de no lograr perder su virginidad.

Si bien no hay investigaciones sobre el perfil de los jóvenes brasileños que se consideran incels, es posible darse cuenta en los foros virtuales que no todos son radicales extremos y que no se trata necesariamente de jóvenes blancos con privilegios. Muchos hablan de las dificultades de conseguir un empleo, acceder a la educación, ganarse la vida y poder salirse de casa de sus padres con el salario bajo que reciben del subempleo; eso si no se encuentran desempleados. Esos problemas económicos, que también influyen en el bienestar mental, hacen que la ideología incel se vuelva atractiva y reconfortante para estos jóvenes.

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Fotografía de Silas Barboza, un incel brasileño. Foto por Ênio Cesar

“Soy solo un extra dentro de mi propia vida”

Silas Barboza tiene 33 años y se considera un incel "blackpillado", es decir, sin ninguna esperanza de que su situación mejore. Nacido en un barrio de las afueras de São Paulo, en una familia de obreros, Silas fue objeto de discriminación racial y social desde una edad muy temprana. A un gran costo, afirma, sus padres lo inscribieron en una buena escuela privada. Ahí, sufrió acoso escolar por parte de sus compañeros y rechazo por parte de las chicas blancas y ricas que le gustaban. En la universidad ocurrió lo mismo. El sentimiento de rechazo, especialmente por parte del sexo femenino, es una constante en la vida de Silas.

Silas también dice que nunca ha dado o recibido un beso, que nunca ha tenido el afecto de una mujer y que solo tuvo sexo al pagar por él, a pesar de decir que condena la prostitución. "Mis padres piensan que soy gay porque nunca he llevado una novia a casa para que la conozcan", se lamenta.

Silas es un hombre guapo, bien vestido y bien articulado que trabaja como gerente del área comercial de una empresa de tecnologías de la información (TI). En las redes sociales, Silas, quien se dice un "incel original", publica fotos donde fuma cigarrillos y textos en los que afirma estar solo y nunca haber recibido el afecto y la compañía de una mujer. Algunos comentarios en esas publicaciones lo llaman héroe o "Tyrone", un término para referirse a los hombres negros "alfa".

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Los incels hablan constantemente de masculinidades rotas e invisibilidad. Ilustración Lenny Nuñez

"Soy invisible", repite Silas varias veces mientras explica su visión del feminismo y el racismo en Brasil, como si de alguna manera hiciera referencia a El hombre invisible de la novela del mismo nombre del autor estadounidense negro Ralph Ellison.

Una de las historias que más lo atormenta es sobre una chica que conoció en Internet y con la que mantuvo contacto durante unos meses. Como a ella parecía gustarle, Silas decidió darle una sorpresa romántica yendo a la ciudad en que ella vivía y llevándole regalos. Lo cual salió mal. La chica huyó de él y le pidió a un hombre que lo alejara de ella. Silas ha contado esta historia varias veces. Una de ellas fue en 2018, cuando habló sobre su vida en un podcast y se convirtió en una especie de portavoz de un grupo cerrado de incels más jóvenes que él.

Para los miembros más jóvenes de ese grupo, Silas es como un punto fuera de la curva, un rayo de esperanza. Tiene un buen trabajo y, como él mismo dice, "se enfrenta a la Matrix" saliendo de casa y ocupando espacios en los que no es bienvenido. No han sido pocas las situaciones en las que cuenta haber sido confundido con un guardia de seguridad o en que ha sido completamente ignorado por los demás.

Silas también dice que nunca ha dado o recibido un beso, que nunca ha tenido el afecto de una mujer y que solo tuvo sexo al pagar por él, a pesar de decir que condena la prostitución.

Uno de los incels con los que Silas está en contacto es Chimpa, un carioca de 30 años que vive en una de las 13 comunidades que conforman el barrio Lins de Vasconcelos, en la zona norte de Río de Janeiro. Chimpa creó el podcast A Vida de um Incel [La vida de un incel], donde discute y trata de desmitificar algunos supuestos "prejuicios" sobre el grupo.

Chimpa estudió e incluso trabajó en el área de TI, pero ahora está desempleado y hace trabajos pequeños aquí y allá para sobrevivir. “Por mucho que estuviera calificado en el área, mi salario siempre fue malo. Incluso, cuando voy a las entrevistas de trabajo siempre surgen los prejuicios. No me contratan debido a mi apariencia, porque el personal de Recursos humanos no me considera atractivo. Sucedió una vez que no me contrataron porque no tenía el perfil que querían para la vacante”, dice.

Siendo de piel negra, se define a sí mismo como fuera del canon, y menciona episodios de racismo y situaciones en las que las mujeres gozan de más ventajas que él. “En la última compañía en la que trabajé bajo contrato, había una chica que recibía más y además obtenía beneficios. Y nosotros, los técnicos, ganamos solo el salario y sin ningún beneficio. Ese mito inventado de que las mujeres tienen menos acceso a empleo es una mierda. No tengo idea de por qué ella ganaba más dinero”, dice.

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Silas Barbosa se considera un incel "blackpillado". Foto por Ênio Cesar.

A lo largo de su juventud, Chimpa tuvo muchos problemas para encajar en la sociedad. Fue acosado en la escuela y rechazado por las mujeres. Sus experiencias sexuales más recientes han sido con prostitutas. “Salí con una chica hace muchos años y ella era mucho más bonita que yo, no es que eso fuera demasiado difícil. La trataba muy bien, gastaba todo mi dinero en ella en lugar de gastarlo en apuestas. (...) Después de terminar, se buscó un novio con automóvil.

Silas y Chimpa, residentes del sureste de Brasil, son parte de la población negra o morena del país, la cual es más de la mitad del total de los brasileños. A pesar de que las personas de color son mayoría aquí, la mayor parte de ellos pertenecen a las clases sociales más bajas y tienen muy poco acceso a la educación, el empleo y las oportunidades en un país marcado por un racismo velado, pero poderoso.

Silas también habla sobre lo difícil que es para los incels vivir en una sociedad donde la apariencia es más importante que la capacidad. Especialmente al ser negro y de origen humilde. “Si no cumples con el estereotipo de negro aquí en Brasil —traficante de drogas, practicante de samba o jugador de fútbol—, eres tratado como basura. Si eres un empleado, por mi dios del cielo que nadie te volteara a mirar. En otros países, a un hombre negro con ambiciones lo encuentran muy interesante. Por eso creo que soy un incel de ubicación. Soy un incel en Brasil, pero no lo sería en otros países".

"Los alfas son los que son misóginos, son hombres que tienen sexo con una mujer tras otra, que las tratan como basura y van dejando madres solteras a su paso", explica Silas.

Aunque la cosmovisión de los incels separa a hombres y mujeres en dos categorías —las mujeres se dividen en Stacys (mujeres bonitas que viven de su apariencia y son tontas) y Beckys (mujeres no tan bonitas que se interesan en los videojuegos y la cultura nerd para atraer la atención de los hombres), y los hombres en alfas (guapos y/o ricos) y betas (hombres comunes, sin dinero y belleza)—, Silas y Chimpa argumentan que los incels no son misóginos como la mayoría de la gente suele decir.

"Los alfas son los que son misóginos, son hombres que tienen sexo con una mujer tras otra, que las tratan como basura y van dejando madres solteras a su paso", explica Silas.

"Los hombres beta no tenemos nada que ofrecer ya que vivimos en un mundo de apariencias y dinero", dice Chimpa. "La mujer, que está al margen de los estándares sociales, por más fea que sea siempre podrá conseguir un hombre".

Para Chimpa, es injusto relacionar a los incels con ataques y actos de violencia. Condena a cualquiera en el grupo que pretenda hacer una apología a los ataques como el de Suzano o que se interese en los discursos de supremacía racial. “No porque el tipo [que cometió el ataque] tenía el mismo comportamiento de un incel significa que todos los incel harán lo mismo que él. Los partidarios del crimen no se unen al grupo incel, ya que como es muy perseguido si alguien ve a un tipo nazi en el grupo, seguro habrá problemas".

"Cuando un joven se suicida, se debe a un fracaso de nuestra capacidad como sociedad para proporcionar un tratamiento adecuado a esas personas".

Silas, a su vez, argumenta que los incels realizan actos extremos al mezclar la ideología incel con otras, como la de la supremacía blanca. Para él, la misión de los incels es jamás rechazar a nadie, pues la sociedad se encarga de rechazarlos siempre que es posible. En el grupo, con otros incels, revela que incluso es amigo de un incel que se considera nazi. Él mismo se ríe de tal afirmación, ya que sabe lo contradictoria que es la situación.

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Publicación hecha en el perfil de Silas.

Silas se diferencia de otros incels no por su trabajo y apariencia, que distan mucho de la invisibilidad que dice sentir, sino por su deseo de desradicalizar a otros jóvenes inconformes con las mujeres y la falta de oportunidades en la vida, tratando de evitar acciones extremas como son los tiroteos en las escuelas. Para él, la esencia del incel es el rechazo, el cual comienza en casa y luego es potencializado por la sociedad.

“Muchos niños con los que hablamos están enojados por la situación en casa. (...) El incel, por lo regular, no tiene una estructura familiar. No tiene un padre comprensivo, no tiene una madre que entienda la realidad de su hijo, y a menudo es criado en hogares rotos. Este chico no tiene un apoyo, lo intimidan en la escuela y comienza a sufrir intimidación virtual debido a su apariencia. Al caminar por la calle, puedes ver que es invisible. Eso no es posible notarlo en los clubes nocturnos, los cuales incluso repudia. (...) Estos muchachos son como un proyecto de energía de uranio, son una gran bomba nuclear".

La descripción que hace Silas de los jóvenes que acuden a él en busca de consejo no parece distar mucho de la juventud brasileña actual en general. Después de un período marcado por una inusual sensación de progreso, el país entró en una profunda crisis económica y política que culminó en 2016 con la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, en el momento en que cumplía su segundo mandato. Dilma fue la sucesora de Lula, quien gobernó el país de 2003 a 2010 y era conocido por invertir en programas de inclusión social y aumentar el poder económico de las clases bajas.

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"Muchos niños con los que hablamos están enojados por la situación en casa. (...) El incel, por lo regular, no tiene una estructura familiar". Silas Barbosa. Foto por Ênio Cesar

Con la crisis económica, los jóvenes que alguna vez fueron optimistas acerca de la posibilidad de un ascenso en la escala social fueron los más afectados. De 2014 a 2018 el número de desempleados se duplicó, pasando de 6,7 millones a 12,8 millones. Entre los jóvenes, la tasa es aún más alarmante: el 25% de los brasileños entre 18 y 24 años no tiene trabajo. El desempleo y la acentuación de la crisis económica tienen efectos devastadores en los jóvenes, y esto se refleja en la tasa de suicidios del país.

Un estudio realizado por la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp) demuestra que factores como la desigualdad social y el desempleo son determinantes en la tasa de suicidios de los jóvenes brasileños. Entre 2006 y 2015, la tasa de suicidios entre los jóvenes de 15 a 29 años aumentó 24%. La mayoría de los afectados son hombres jóvenes, según el psiquiatra Elson Azevedo, uno de los médicos responsables del análisis. "Cuando un joven se suicida, se debe a un fracaso de nuestra capacidad como sociedad para proporcionar un tratamiento adecuado a esas personas", dice.

"Los alfas son los que son misóginos, son hombres que tienen sexo con una mujer tras otra, que las tratan como basura y van dejando madres solteras a su paso".

Para los brasileños que dependen del sistema de salud pública, las posibilidades de recibir tratamiento y ayuda se reducen considerablemente. “A pesar de los esfuerzos realizados en los últimos 30 años, la disponibilidad de instalaciones públicas y servicios de salud mental es muy escaza. En Brasil hay mucho menos equipo para atender los problemas de salud mental del que se necesita. La mayoría de las personas que dependen del Sistema Único de Salud público (SUS) no reciben ayuda”, explica el psiquiatra.

Con el país entrando en un período de incertidumbre social y económica, Chimpa dice que los más afectados por tal situación son los incels. Ni siquiera tiene más energía para discutir, solo quiere que lo dejen en paz, al igual que los otros incels.

“Soy un tipo que se queda en su habitación, juega videojuegos y bebe cerveza barata porque no tengo dinero para comprar una mejor. Soy solo un extra dentro de mi propia vida”, dice.

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En Brasil la cultura se desarrolló especialmente a través de la sección "Vale Tudo". Ilustración Lenny Nuñez.

Schadenfreude brasileño

Como parte de quienes se autodenominan incels en Brasil, Silas y Chimpa frecuentan grupos de Facebook y WhatsApp donde otros hombres buscan consuelo y un sentimiento de comunidad. Muchos usan vocabulario y chistes internos que se han gestado durante años en otros espacios.

En Brasil, esta cultura se desarrolló especialmente a través de la sección "Vale Tudo" [Todo vale] del foro UOL Jogos, el cual formaba parte de uno de los mayores portales brasileños de periodismo y entretenimiento. Fue creado en 2002 y deshabilitado en diciembre de 2018, a pesar de haber acumulado millones de publicaciones y miles de usuarios.

Este espacio gestionó lo que el periodista Daniel Salgado, asiduo visitante de “Vale Tudo” (VT) en la década de 2.000, describió como la "cultura masculina adolescente cooptada por la nueva derecha brasileña". En cierto modo, VT fue la precursora del sitio web 4chan en Brasil. Alojó discusiones sobre juegos y anime, incluso las más dañinas en la red mundial. Cualquier brasileño que haya accedido a Internet en la década de 2.000 en algún momento cayó involuntariamente (o a propósito) en VT.

Según un usuario y exmoderador de uno de esos foros, 55chan, lo único que importa es permanecer en el anonimato (los asistentes se llaman a sí mismos "anões", una palabra derivada de la palabra anon, que significa anónimo en inglés ) y hacer bromas que se burlen de la desgracia ajena

El foro se vació gradualmente y surgieron otras comunidades, las cuales heredaron el mismo idioma, así como también el mismo aprecio por el anonimato y por el contenido sin censura. Luego surgirían los foros chan brasileños, cuyos usuarios tenían el mismo perfil que varios de los usuarios de VT: hombres, interesados en la tecnología y los videojuegos, y con una inclinación considerable por los chistes de mal gusto. Según un usuario y exmoderador de uno de esos foros, 55chan, lo único que importa es permanecer en el anonimato (los asistentes se llaman a sí mismos "anões", una palabra derivada de la palabra anon, que significa anónimo en inglés ) y hacer bromas que se burlen de la desgracia ajena. Son usuarios que buscan un refugio en el cual expresar, con impunidad, ideas que tendrían serias consecuencias si se expresaran en la vida real y en persona.

Para 2010, la mayoría de los usuarios del foro UOL Jogos era predominantemente de derecha y comenzaba a participar en los cursos en línea de Olavo de Carvalho, un exastrólogo señalado como el gurú ideológico del actual presidente de derecha de Brasil, Jair Bolsonaro. Junto a las lecturas que circulaban en el curso también había libros de autores oscuros que contaban supuestas verdades sobre las mujeres, y que daban consejos para flirtear y conquistar.

En los foros, frecuentados por un público más joven, paradójicamente hay un apoyo masivo a los candidatos de izquierda. También en 2010, por ejemplo, el año electoral que condujo a la victoria de Dilma Rousseff, la primera mujer presidenta de Brasil, el candidato favorito del foro 55chan fue Plínio Arruda, del Partido Socialismo y Libertad, la izquierda del Partido de los trabajadores. Las posibilidades de Plinio eran escasas, pero sus posiciones antisistema en los debates llamaron la atención. Sabiendo que apoyar a Plinio era casi absurdo, 55chan decidió hacerle campaña. Todo a manera de broma.

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El hombre desde muy joven tiene que ser un proveedor, y por ello hoy en día su identidad está totalmente en crisis. Ilustración Lenny Nuñez.

La construcción de un mito

Los espacios virtuales como VT y los chans brasileños han sido influenciados por eventos políticos de otros países, especialmente de los Estados Unidos, y su impacto cultural en Brasil es abrumador. Como se observó en 4chan, la radicalización de los jóvenes en estos espacios se profundizó a tal grado que se convirtieron en figuras decisivas para el ascenso y la elección de figuras de fuertes derechas como Donald Trump en 2016 y Jair Bolsonaro en 2018.

Hasta 2013, Jair Bolsonaro era solo uno de los 513 diputados federales brasileños. En su carrera política de 28 años, no fue conocido por aprobar leyes o presidir comisiones, sino por hacer declaraciones explosivas que le sirvieron como un truco para que la prensa brasileña, en nombre de la audiencia, prepara el escenario para el político. Bolsonaro, exmilitar y firme defensor de la dictadura que devastó el país entre 1964 y 1985, solía dar declaraciones racistas y sexistas descaradas, además de honrar a un notorio torturador del régimen durante el juicio político de la presidenta Dilma, quien fuera arrestada y torturada durante la dictadura debido a su militancia en la izquierda revolucionaria.

“El hombre desde muy joven tiene que ser un proveedor, y por ello hoy en día su identidad está totalmente en crisis. No puede conseguir un empleo y ve que en los últimos tiempos se ha abierto un mundo de oportunidades para las mujeres”.

Según Isabela Oliveira Kalil, investigadora y coordinadora del Centro de Etnografía Urbana y Audiovisual de la Fundación de la Escuela de Sociología y Política de São Paulo, los hombres jóvenes de entre 16 y 34 años que frecuentan estos foros virtuales conforman uno de los grupos responsables de crear la imagen "mítica" de Bolsonaro. “Esas personas ayudaron de diferentes maneras a construir esa imagen. No tenía tiempo de televisión, pero tenía una gran cantidad de personas creando memes y ayudando a construir su personaje”, dice la investigadora.

Durante la campaña electoral, Bolsonaro trató de personificar un espíritu de rebeldía juvenil, que paradójicamente era al mismo tiempo conservador y revolucionario, el cual se contraponía al gobierno de centro-izquierda que manejó Brasil por 12 años, y al cual sus partidarios consideraban como el sistema establecido. Los jóvenes votantes partidarios de Bolsonaro encarnan un elemento de transgresión que involucra ser extremadamente antifeministas y hostiles hacia cualquiera que represente a "la izquierda" y, por lo tanto, lo "políticamente correcto".

La actual crisis de la masculinidad es uno de los factores que explican la radicalización de los jóvenes de derecha, y también es el telón de fondo de ataques como el de Suzano. Para Rosana Pinheiro-Machado, antropóloga y profesora del Programa de Posgrado en Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Santa María, la frustración de muchos hombres que simpatizan con el bolsonarismo proviene de una crisis relacionada con el papel del hombre como proveedor, la cual se ha gestado durante varios años en Brasil, afectando especialmente a las personas más pobres.

“El hombre desde muy joven tiene que ser un proveedor, y por ello hoy en día su identidad está totalmente en crisis. No puede conseguir un empleo y ve que en los últimos tiempos se ha abierto un mundo de oportunidades para las mujeres. Por un lado, las mujeres realmente se empoderan a partir de algunas iniciativas y políticas públicas, como el programa brasileño de bienestar social Bolsa Familia, y por otro lado, el feminismo en sí ha acogido a muchas mujeres, incluidas las de la periferia”, explica Pinheiro-Machado. “Entonces el hombre tiene una crisis de identidad, tanto como proveedor como al ver a esas mujeres protegidas por el feminismo. Es un individuo con el potencial de detonar y sacar a relucir esa frustración en ese tipo de grupos, pues así, de alguna manera, tendrá reconocimiento, surgirá a la existencia y proyectará su frustración".

De hecho, ha habido ligeros avances en el tema feminista en Brasil, especialmente en la lucha contra el feminicidio y la violencia sexual. Paralelamente, también existe el reconocimiento de la unión estable homoafectiva y de la criminalización de la homofobia por parte de la Corte Suprema Federal. En el resto del mundo, especialmente en los países occidentales, ha habido un auge publicitario centrado en la apropiación de estos poderes de las identidades no masculinas, incluidas las mujeres y los miembros de la comunidad LGBT.

“La sensación que tienen es que ni siquiera hay un lugar para ellos. No hay posibilidad para ser, para poder construir su vida”.

Sin embargo, no todos los incels brasileños son bolsonaristas. Silas y Chimpa, por ejemplo, no se identifican con la política de Bolsonaro y no lo apoyaron durante las elecciones, un hecho que creó tensión en el grupo que frecuentan. La suposición de que Bolsonaro rescataría la masculinidad "perdida" por los hombres es el factor más importante entre los incels que simpatizan con el presidente actual.

"Por lo general, son los incel más pobres quienes no apoyan a Bolsonaro, a diferencia de los incel blancos y con mejores condiciones económicas", explica Chimpa. “No apoyé a Bolsonaro y expliqué mis razones, pero también entiendo las razones de ellos. Bolsonaro es un tipo que actúa contra la criminalización del hombre común. Dentro de poco aceptarían que un hombre recibiera un disparo que le toca a una mujer. Pero Bolsonaro no está gobernando bien, porque el pobre hombre de derecha no es bueno en absoluto”.

Para Silas, el discurso de Bolsonaro contra la legalización de las drogas y, especialmente, contra la figura del "narcomenudista" es una de las razones por las que los "betas" le brindan su apoyo político al presidente.

“Bolsonaro se ha vuelto particularmente carismático porque nos defiende en un asunto de gran relevancia que le ha causado muchos problemas a los betas. A nuestros chicos los destruye a diario la música funk, son oprimidos por los drogadictos y es por eso que hay una gran revuelta contra ellos. ¿Y quién vino a enfrentar a los drogadictos? Bolsonaro”.

Dice Silas que no se identifica con ninguna de la polarizaciones, ni la de derecha ni la de izquierda, que empeoraron después del comienzo del segundo mandato de Dilma. “Esos universitarios, los de izquierda. Fui de izquierda toda mi vida, la izquierda en la universidad intimidaba a esos muchachos. Donde fueron a buscar apoyo, encontraron odio. Porque si no concuerdas al 100% con la izquierda, no eres uno de ellos. Te conviertes en un hazmerreír”.

Sin embargo, tampoco encontró nada que le gustara de la derecha. “También fui al mitin en la Avenida Paulista a favor de Bolsonaro y fue horrible, me sentí como un pez fuera del agua. Yo era el único pobre en ese lugar. Había una gran presencia de miembros de las élites, de alfas, de hombres dominantes. Esas son las mismas personas que te dicen que necesitas perder peso, cambiar de ropa y cambiar tu color".

"La sensación que tienen es que ni siquiera hay un lugar para ellos. No hay posibilidad para ser, para poder construir su vida".

Kalil identificó en su investigación, con el avance del proyecto neoliberal, una profunda crisis de identidad entre los jóvenes. “Especialmente en los grupos más jóvenes, me llamó la atención esta sensación que relatan de que no hay lugar para ellos en el mundo. Ni siquiera es un sentimiento de insuficiencia, porque eso supone que pertenezcas a algún lugar o espacio. La sensación que tienen es que ni siquiera hay un lugar para ellos. No hay posibilidad para ser, para poder construir su vida”, dijo la investigadora.

La victoria de Bolsonaro ha validado un discurso repetido una y otra vez en las comunidades virtuales donde los enemigos son claros: las mujeres interesadas y feministas que solo quieren destruir a los hombres y la izquierda que buscan desmantelar el valor de la familia. Perdidos en una sociedad ultrasexualizada, prejuiciosa y desigual, los incels como Chimpa y Silas luchan por sobrevivir y construir un espacio, a pesar de que se base en conceptos de género preocupantes. El ascenso al poder de la figura de Bolsonaro tiene innumerables significados para estos jóvenes pegados a la computadora, incels o no, incluido un sentimiento de incredulidad peligroso, casi nihilista, ante el mundo que tienen delante.

Este texto fue publicado originalmente en Vice Brasil

Marie Declerq https://ift.tt/2MtSpdU

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