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lunes, 26 de agosto de 2019

¿Qué pasa cuando un procedimiento abortivo no funciona por completo?

Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.

El año pasado tuve un aborto. Mis razones son muy personales, dolorosas y no es asunto de nadie más que mío. Una vez que decidí interrumpir el embarazo, una mujer del Servicio Británico de Asesoramiento sobre el Embarazo (BPAS, por sus siglas en inglés) me preguntó por teléfono si quería un aborto con pastillas –que todavía era posible en mi etapa del embarazo (nueve semanas)– o quirúrgico. No tenía ni idea.

"¿Cuál es la diferencia?"

"Bueno, con el primero te tomas una pastilla y el otro es más invasivo".

No tenía mucho tiempo para entrar en más detalles, y para ser sincera, no quería hacerlo, así que decidí realizar el aborto con medicamentos, suponiendo que sería más simple.

En la cita preliminar la enfermera me explicó que los abortos médicos tempranos (EMA, por sus siglas en inglés) son más efectivos si tomas los dos juegos de pastillas con 24 a 48 horas de diferencia. Me tomé la primera pastilla (mifepristona) ese día y regresé dos días después para completar el procedimiento, que consistía en insertar en mi vagina el segundo conjunto de pastillas (misoprostol). Fue como un acto de autoviolencia. Recuerdo caminar de regreso a la sala de espera y correr a los brazos de mi madre, llorando con una ferocidad que no había experimentado desde la infancia.

"Lo sé", dijo suavemente mientras acariciaba mi cabello.



En la clínica me habían dicho que el aborto podría comenzar en cualquier momento desde el momento en que me tomara el medicamento hasta dos semanas después. Sería muy parecido a un período intenso, y no tardaría más de un día en terminar, pero podría tener algunos cólicos leves por hasta una semana. Podría tomar paracetamol e ibuprofeno si me dolía.

Alrededor de cuatro horas más tarde, una vez que regresamos al departamento, sentí un dolor desconocido que se revolvía dentro de mí, cerca de mi columna vertebral y mi ombligo. En menos de una hora, había comenzado el trabajo de parto completo. Lo siguiente se resume en: contracciones, vómitos, sangrado, llanto y mierda. Durante horas. Mi mamá se portó increíble. Yo estaba traumatizada. De alguna manera nos hizo más cercanas.

Aproximadamente 12 horas después, las contracciones se volvieron menos frecuentes, lo que supuse era una señal de que ya había pasado lo peor. Sin embargo, una semana después, las contracciones persistieron y fui con mi doctor de cabecera para que me recetara medicamentos más fuertes. Fue entonces que me tomó la presión y dijo que estaba "peligrosamente baja", y me mandó directo al hospital.

Después de cuatro horas de llanto en agonía, acostada en el piso de la sala de espera entre mujeres embarazadas, una tomografía reveló lo que temía: que el aborto no había tenido éxito y lo clasificaron como "incompleto", una palabra que recordaba haber escuchado vagamente en mi primera consulta. En términos de entender las complicaciones que pueden ocurrir, es importante hacer la distinción entre abortos "sin éxito" e "incompletos". Un "aborto sin éxito" es cuando el paciente se toma todas las pastillas y el proceso de aborto no se inicia por alguna razón. Un "aborto incompleto" es cuando se inicia el proceso pero el cuerpo no puede expulsar el "producto" de los desechos sobrantes.

Me programaron para cirugía tres días después para eliminar los "productos restantes", y me mandaron reposo absoluto por otra semana. Todo el asunto me dejó física y emocionalmente destruída.

Al igual que con cualquier otro problema relacionado con la salud de las mujeres, el aborto –lo que implica, cómo se siente, cómo sabes si funcionó, cómo lo experimentan diferentes personas– es un tema que nuestra sociedad lamentablemente desconoce. En lugar de utilizar nuestra energía para difundir conocimientos y experiencias valiosas que podrían permitirle a las mujeres tomar decisiones más informadas sobre sus cuerpos, a menudo terminamos encerrados en debates interminables en Twitter sobre la moralidad. Esto nos distrae de lo importante del asunto, que es que –nos guste o no– las mujeres abortan, independientemente de si reciben apoyo legal, moral o médico. Por lo tanto, garantizar que las mujeres tengan acceso a información justa, honesta y detallada sobre los diversos procedimientos involucrados solo puede describirse como una cuestión de salud pública.

"Como sabemos, el aborto es increíblemente común", me dice la Dra. Yvonne Neubauer, Directora Clínica Asociada de Marie Stopes UK, una ONG de aborto. "Sabemos que una de cada cuatro mujeres interrumpirá un embarazo en su vida, y que el aborto con medicamentos es, por mucho, el método más común, con 9 de cada 10 abortos en 2018 antes de las 13 semanas, cuando son más efectivos". De estos, la Dra. Neubauer me dice que el 70 por ciento fueron inducidos médicamente, de los cuales el 95 por ciento fueron "exitosos en expulsar por completo el producto retenido", haciendo que mi experiencia con un procedimiento incompleto sea bastante, pero no extremadamente, rara.

Cuando Diana*, una contadora, tenía 19 años y estaba en su primer año de universidad, abortó. "En ese momento, no conocía a nadie que hubiera abortado, y mucho menos a alguien que no hubiera tenido éxito", dice. El procedimiento salió según lo planeado, y Diana fue enviada a casa, esperando dejar atrás la experiencia. Sin embargo, unas semanas después, cuando estaba de vacaciones en familia, el sangrado no había disminuido. “Fue simplemente horrible. Me bañaba y veía hacia abajo y el piso estaba rojo. Me cambiaba la toalla sanitaria a una velocidad asombrosa y no podía meterme a nadar".

Diana se dio cuenta de que algo andaba muy mal cuando, en el avión de regreso a casa, el sangrado se volvió más intenso. “Sentí que la sangre me brotaba y me manché el vestido y los asientos del avión. Fue humillante y aterrador”. Al aterrizar, Diana y su familia fueron directamente al hospital. Le dijeron que el aborto no había tenido éxito y que necesitaría someterse a una cirugía.

"Quedé traumatizada por mucho tiempo y terminé dejando la universidad", dice. Además del trauma, sentía una gran culpa y vergüenza debido a las complicaciones. "Sentía que me estaban castigando por haber querido abortar".

El problema es que, como con cualquier cosa relacionada con la salud reproductiva, la experiencia de una mujer puede variar mucho de la siguiente y, según lo que ha visto la Dra. Neubauer, incluso la misma persona puede responder de manera diferente al mismo procedimiento en dos ocasiones diferentes. "Damos consejos basados en la experiencia promedio", me dice.

Todos hemos oído hablar de casos donde la mujer estornuda a su primogénito después de dos horas de contracciones leves, e igualmente, también hemos oído hablar de casos en los que tuvieron que realizar una cesárea de emergencia después de 72 horas de agonía. Lo mismo pasa con la amiga que dice que no tiene dolores menstruales y la que se queda acostada durante cuatro días al mes sin poder trabajar. "Los cuerpos de las mujeres son complejos y extremadamente variables, y todas las experiencias de aborto son diferentes", dice la Dra. Neubauer. “Es por eso que priorizamos dar apoyo antes, durante y después del proceso, y brindamos acceso a una variedad de recursos, incluida una línea de soporte las 24 horas".

Pero, ¿qué pasa con los casos extremadamente raros (menos del 1 por ciento), cuando un aborto simplemente no funciona?

Después de someterse a un aborto a las nueve semanas de embarazo, Zoë Beaty, una periodista independiente, se dirigió a su casa, donde esperó a que comenzara su aborto. Esperó y esperó. Las horas se convirtieron en días y no pasó nada. Incapaz de ir a trabajar por temor a abortar allí y obedeciendo las instrucciones de la clínica que le dijo que no podía regresar hasta que hubieran transcurrido las dos semanas posteriores al tratamiento, quedó atrapada en su casa.



"Fue muy frustrante", me dice. "Sabía que aún estaba embarazada, podía sentirlo dentro de mí, pero nadie me tomaba en serio hasta que la clínica lo confirmó mediante una tomografía dos semanas después". Esto inevitablemente tuvo un costo emocional. “Simplemente sentía que las cosas se estaban saliendo de control. Nunca había oído hablar de abortos que no funcionaban, y cada vez que lo buscaba en Google, lo único que encontraba era pura mierda pseudoreligiosa que me decía que era una 'señal' que algo hubiera fallado, lo cual obviamente era completamente inútil”. Zoë finalmente fue ingresada para cirugía a las 11 semanas, y el embarazo fue interrumpido.

Los abortos fallidos pueden ser difíciles de procesar psicológicamente. En algunos casos, el sangrado comienza después de tomar el medicamento, pero el embarazo continúa. En muchos lugares, esto puede remediarse mediante un procedimiento quirúrgico una vez que se confirma el embarazo en curso. Pero ese no es siempre el caso en el extranjero.

Mara Clarke, fundadora de Abortion Support Network, una organización benéfica que apoya a las mujeres obligadas a viajar para tener un aborto seguro y legal, dice que esto es especialmente abrumador si el periodo de dos semanas más el tiempo de espera de la cita lleva al paciente al límite para acceder al aborto legal. Esto podría suceder en un país como la República de Irlanda, por ejemplo, donde el aborto solo es accesible hasta las 12 semanas de embarazo. "Es desgarrador", dice, "e increíblemente complejo de procesar emocionalmente para los involucrados". Afortunadamente, los votos recientes hacia la igualdad de acceso en Irlanda del Norte y la República de Irlanda, además de planes para permitir que las mujeres en Inglaterra tomen pastillas abortivas en casa, son grandes indicadores de que estamos progresando.

No me arrepiento ni por un segundo de mi decisión de interrumpir el embarazo, que fue lo correcto tanto para mí como para el niño. El aborto es un procedimiento médico seguro y muchas mujeres han tenido abortos con pocas o ninguna complicación. Aún así, este es el artículo que quería leer tanto antes del procedimiento como después, para poder estar completamente informada y preparada para lo que podría pasarle a mi cuerpo, en lugar de averiguarlo durante el proceso. No quiero que la historia de no saber nada, se vuelva a repetir. Como dice la Dra. Neubauer, "La única forma en que podemos ayudarnos mutuamente es ser honestas y abiertas... y hablar de ello".

@RoseStokes

Rose Stokes https://ift.tt/eA8V8J

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