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martes, 20 de agosto de 2019

Cómo es ser el jefe de Estado más joven del mundo

Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.

Europa es una unión, pero también es una compleja colección de países con sus propias leyes, idiomas, valores, políticas sobre drogas, salarios mínimos, licores nacionales y chistes malos. La vida puede ser totalmente distinta según el lado de la frontera en que hayas nacido, incluso dentro de los límites de la UE.

Una de las preguntas que te suelen hacer cuando vives en un microestado es: “¿De quién eres hijo?”. Ocurre en la escuela, cuando te inscribes en un equipo de fútbol y cuando empiezas en un nuevo trabajo: todo el mundo conoce a todo el mundo.

Al igual que en cualquier otro país, los microestados tienen sus propios tribunales, banderas nacionales, himnos, sistemas sanitarios e instituciones gubernamentales. Sin embargo, la mayor diferencia con cualquier otra nación soberana es que la población de los microestados es la misma que la de una ciudad mediana.

Al ser de San Marino, sé exactamente lo que es venir de un país del que la mayoría de la gente se pregunta cómo es que subsiste, como si se tratase de alguna historia antigua.

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San Marino

En abril de 2018, San Marino, con una población cercana a los 30.000 habitantes, apareció en los titulares internacionales cuando Matteo Ciacci se convirtió, con 27 años, en el jefe de Estado más joven del mundo. Como es tradición, Ciacci compartió el cargo con su compañero Stefano Palmieri como cocapitanes regentes durante seis meses. Sus funciones principales eran esencialmente de carácter ceremonial, con algunos poderes ejecutivos. Aunque el papel de Roger Padreny Carmona es menos interesante, este joven de 25 años probablemente sea el chico más activo en la vida política del microestado de Andorra, con una población de aproximadamente 80.000 personas.

El partido de Ciacci, Civico 10, fundado en 2012, formaba parte de la coalición que ganó las elecciones en 2016. Ciacci se graduó en Derecho, pero actualmente ejerce como político de tiempo completo.

Actualmente Roger Padreny es parlamentario andorrano por el Partido Socialdemócrata y es miembro del ejecutivo del mismo partido: un alto cargo, teniendo en cuenta que el partido tiene mucho más peso que Civico 10. También es el fundador y presidente del Fórum de la Juventud Andorrana, y representó a su país en conferencias organizadas por grupos internacionales como la Unicef, la Unesco y el Consejo de Europa.

En primer lugar, quise indagar acerca de cómo llegaron a su puesto actual en una fase tan temprana de sus carreras. “La política en Andorra no es igual que en las grandes ciudades, como podría ser Barcelona”, explicó Roger. “Entre los 18 y los 30 años, la gente suele irse del país por motivos relacionados con la educación, y cuando vuelven se centran en formar una familia y empezar sus carreras profesionales, habiendo pasado los años más 'revolucionarios' de su vida en otra parte”.

La parte más desafiante, según Roger, es “conseguir algo para la gente joven, porque no hay ningún movimiento en Andorra que luche por sus derechos. Durante las últimas elecciones, la mitad de los votantes de menos de 30 años no acudieron a las urnas”.

“Cuando tenía 8 años me enfrenté a una incineradora de residuos. Me sentí muy bien después de aquello. Se empieza con una acción política, y a partir de ahí vas creciendo"

La aversión hacia la política entre los de su generación, combinada con su carácter trabajador, fueron los elementos que hicieron destacar a Roger. “Cuando tenía ocho años me enfrenté a una incineradora de residuos”, dijo. “Me sentí muy bien después de aquello. Se empieza con una acción política, y a partir de ahí vas creciendo. Además, mi madre estaba involucrada en política a nivel local, así que lo viví en casa”.

“Aquí es más común que la gente joven se dedique a la política”, dijo Matteo, quien empezó en el rubro de adolescente. “Esto se debe a una serie de razones relacionadas con una crisis económica internacional y una crisis local provocada por el arresto de varios políticos”. En 2011, varios políticos fueron acusados, en algunos casos, de vinculación con el crimen organizado y lavado de dinero, en un país que en el pasado llegó a tener una elevada cifra de bancos e instituciones financieras.

Como es el caso de algunos otros microestados, San Marino era un paraíso fiscal. El comercio con los votos era una práctica común y aceptada, especialmente en los años 80 y 90.

El reciente escándalo de 2011 provocó una oleada de arrestos, pero también una revolución importante en la forma de hacer política: se crearon nuevos movimientos como Civico 10, y los partidos tradiciones empezaron a buscar nuevas caras para demostrar que habían expulsado a “los malos”. Durante la constitución del Parlamento en las elecciones de 2016, una tercera parte de los 60 miembros eran nuevos candidatos.

Padreny también admite que para algunos, dedicarse a la política en un microestado puede ser desalentador. “A veces, el hecho de que alguien esté vinculado a un partido político en concreto puede generar problemas a la hora de buscar trabajo, tanto a ellos como a sus familiares”.

"En Andorra la influencia de la iglesia es tan grande que no podemos cambiar la ley que prohíbe el aborto"

¿Creen Ciacci y Padreny que sus países son demasiado conservadores?

“En Andorra he podido observar una falta de conciencia en cuanto a los derechos humanos”, dijo Padreny. “Por ejemplo, la influencia de la iglesia es tan grande que no podemos cambiar la ley que prohíbe el aborto. Tenemos dos representantes simbólicos, el presidente de Francia y el obispo de las regiones españolas circundantes, y el último hizo presión diciendo que abdicaría en el caso de que se aprobase el aborto”.

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Matteo Ciacci.

Según Ciacci, la situación en San Marino es muy parecida: “Nuestro principal partido católico ha estado gobernando durante décadas, y eso no solía favorecer los cambios. Aquí hay mucha influencia religiosa. No en vano, nuestro país tiene nombre de santo: San Marino. Esta influencia no va tan ligada a la iglesia como institución, sino más bien al sentimiento que tiene la gente, una especie de sensibilidad”. Las cosas están cambiando poco a poco en algunos aspectos. “En noviembre de 2018, San Marino aprobó una ley de unión civil que reconoce a los matrimonios del mismo sexo por igual”. Pero en cuanto al aborto, Ciacci añade: “Tenemos una ley en contra y debe modificarse, pero es complicado, sobre todo teniendo en cuenta el poder que tienen los partidos conservadores en nuestra cultura”.

Este sentimiento de conservación parece tener causas más profundas. “Si no eres hijo de un ciudadano de San Marino, no es fácil conseguir la nacionalidad sanmarinense”, señala Ciacci. “Tienes que vivir de manera regular durante 25 años para poder ser residente, o llevar 15 años casado con alguien que lo sea”. La doble nacionalidad no está permitida en Andorra, “¿Y sabes por qué?”, preguntó Padreny. “Porque votaría más gente. Se trata de una manera de mantener el equilibrio actual, un factor que favorece a los partidos conservadores”.

“Puedo constatarlo cuando la gente dice que le da miedo la relación que tenemos con Europa [tanto San Marino como Andorra forman parte de la Unión, pero están negociando un Acuerdo de Asociación], porque creen que perderemos nuestra soberanía y nuestras peculiaridades”, me dijo Padreny.

"A la gente le da miedo la relación que tenemos con Europa, porque creen que perderemos nuestra soberanía y nuestras peculiaridades".

A otro nivel, Roger y Matteo estuvieron de acuerdo en que un microestado ofrece una relación más cercana con las instituciones locales, en comparación con las grandes ciudades, y como político es más fácil que tengas un impacto inmediato y relevante. Eso ha sido un apoyo para ambos políticos, especialmente a nivel de activismo, con movimientos como la recolección de firmas para la petición de la apertura de un lugar donde los jóvenes puedan ir a estudiar, que fue una de las iniciativas más exitosas de Matteo antes de que dejara de trabajar de tiempo completo en la política.

Eso también se aplica a los votantes, ya que en un microestado no hay muchos filtros entre los votantes y los candidatos elegidos.

Roger siente mucho aprecio por la unión que caracteriza a su país natal. “Estudié en Barcelona, pero solía ir a casa los fines de semana. Aquí puedo hacer que se oiga mi voz y marcar la diferencia, involucrarme en procedimientos exclusivos como la creación de una ley, o formar parte de un consejo concreto. En una ciudad grande es diferente, es más complicado conseguir ese tipo de oportunidades”.

He vivido largos períodos en el extranjero, por lo que puedo afirmar sin equivocarme que la vida en San Marino tiene beneficios importantes. En un microestado es más fácil entrar en contacto con las personas clave a la hora de buscar ayuda en aspectos relacionados con el trabajo o la salud. Sientes que formas parte de un grupo selecto.

Sin embargo, aunque se trate de un grupo reducido, vas a seguir respondiendo a la misma pregunta una y otra vez: “¿De quién eres hijo?”.

“La última vez que me lo preguntaron fue la semana pasada”, dijo Padreny. “Para mí no es nada raro, sobre todo en reuniones formales o en grupos de trabajo, pero al mismo tiempo lo veo como una manera obsoleta de pensar y de actuar. Es como si te estuvieran juzgando por tu pasado y por tu familia, sin importar quién eres realmente o lo que hayas hecho”.

Jeffrey Zani https://ift.tt/2NlBU3g

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