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martes, 27 de noviembre de 2018

El botín de la gasolina corrompe la frontera de Colombia con Venezuela

Artículo publicado por VICE Colombia.


El lunes 4 de octubre, Yohendry Palmar, un wayuu de 19 años que se dedica a "chupar" y revender gasolina en La Guajira, del lado venezolano, echó a correr cuando escuchó un estallido y sintió el calor del fuego en el mercado de Los Filúos, donde habitualmente trabajaba.

Un hombre apodado "El Cojoro" había perdido el control de su camioneta, una Ford 150 color marrón oscuro. "Virga", nuevecita, la describe el joven. La estrelló contra uno de los tres postes de la orilla donde los contrabandistas almacenaban a plena vista su botín del día: 60 pimpinas llenas de combustible, que sirvieron para hacer arder todo después del accidente.

Las llamas se elevaron seis metros hasta rozar los cables del alumbrado público. Yohendry volteó a los pocos segundos de su huida y vio a algunos amigos envueltos por la hoguera. Regresó y usó su chaqueta para azotarla contra ellos. El esfuerzo para apagar el fuego resultó inútil. Como pudo, arrastró a uno de sus compañeros lejos del lugar. Su cuerpo estaba quemado casi por completo.

mecateros
Laura y José, pareja de 'mecateros' de una de las trochas en la Guajira venezolana. | Foto cortesía de La Liga Contra el Silencio.|

"Eso ayuda un poquito", comenta el padre, bajo una enramada que trepa su hija de 10 años. "A veces, comemos una sola vez". Una perra olfatea el caldero que arde cerca, bajo un techo de palmas.

Las oportunidades de reivindicar el oficio milenario de los indígenas, como la ganadería y la artesanía, son mínimas en Guajira. Hay quienes se ofrecen para acompañar a vehículos en determinados tramos de la vía, para garantizar que nadie los detendrá o les cobrará. Se hacen llamar "maleteros".

Casi todos aquí son sospechosos. Yohendry, el joven que sobrevivió a las llamas, se debate entre retomar sus estudios o continuar "chupando" gasolina. Quiere ser detective o militar. No busca dar un golpe a la corrupción. Pretende administrarla "tratando mejor a la gente" que vive de ella.

"Tengo miedo, pero estamos 'claro' de que esto es lo que hay", dice, encaramado en una motocicleta, rodeado de gasolina, ya de vuelta en su oficio.

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