Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.
Boyle Heights está experimentando una transformación sin restricciones ni precedentes. El vecindario mexicano-estadounidense, ubicado al este del centro de Los Ángeles, se caracterizaba en el pasado por sus taquerías y tiendas de quinceañeras. Hoy en día, el barrio está lleno de nuevos cafés boutique, bares y tiendas de discos. Estos adornos comerciales pueden entenderse como presagios de la gentrificación. Son señales de que lo que ha sido un barrio predominantemente negro y mestizo de bajos ingresos, está en camino de convertirse en un centro de actividad para la gente blanca joven y adinerada.
Típicamente, los progenitores de la gentrificación son blancos, pero, ¿qué pasa cuando no lo son?
Recientemente, el barrio ha visto un influjo de mexicano-estadounidenses con educación universitaria y movilidad social. Por lo general, estos chicanos adinerados se sienten atraídos por el área, no solo por su renta relativamente baja y su proximidad al centro de la ciudad, sino también por la conexión con su patrimonio cultural. Con esta nueva especie de colonos surge un nuevo género de comercio: uno que —como sus antecesores— se encuentra en la encrucijada de dos compromisos: en primer lugar, con sus raíces mexicoamericanas; en segundo, con la estética escandinava dominante de la clase creativa urbana.
Primera Taza Coffee House antiguamente servía “café chicano” en lugar de café americano en Boyle Heights, pero desde que perdió su contrato de arrendamiento se mudó al Distrito de las Artes de Los Ángeles. En Mariachi Plaza se encuentra el bar de vinos Eastside Luv. En ESL, puedes comprar una sangría hecha en casa e inscribirte para participar en el MariachiOke, que es como un karaoke, pero con un catálogo de canciones tradicionales de mariachi. En el sitio web del bar, el propietario, Guillermo Uribe, describe a ESL como un “bar donde puedes ser tan mexicano como quieras y tan 'americano' como quieras, además de todo lo que está en medio”.
En 2007, Uribe acuñó un término para describir el movimiento que representaban su bar y otros establecimientos nuevos de propiedad chicana. Él lo llamó “genteficación”, una combinación de la palabra “gentrificación” y la palabra “gente”.
En una entrevista de 2014 con Los Angeles Magazine, Uribe dijo: “Comencé a ver el potencial de mejorar la comunidad desde adentro hacia afuera. Si la gentrificación se está llevando a cabo, podría provenir de las personas que se preocupan por la cultura existente. En el caso de Boyle Heights, sería mejor que la gente decidiera invertir en mejoras porque es más probable que preserven su integridad”.
En esencia, el objetivo de la genteficación es permitir que las comunidades latinas, generalmente de bajos ingresos, evolucionen sin tener que diluir sus raíces en la cultura blanca. En la superficie, esta evolución puede parecer puramente estética: cambiar las marquesinas y letreros tradicionales por los logos elegantes en sans-serif, blanquear las paredes de murales coloridos con un minimalismo estéril, haciendo que la ciudad se parezca menos a Tijuana y más a Berlín.
Sin embargo, más allá de la estética, la misión de la genteficación es llevar el tan necesario desarrollo financiero a los vecindarios latinos sin desplazar a las personas que han vivido allí durante generaciones y que más lo necesitan.
Evelyn Santos y Barney Santos cofundaron una organización dedicada a poner en práctica los objetivos de la genteficación. La acertadamente llamada Gentefy comenzó como una empresa de estrategia de contenido, esforzándose por modernizar los antiguos negocios locales latinos. Hoy en día, Gentefy trata de encabezar los esfuerzos de genteficación a través de la educación, la consultoría y la incubación empresarial.
Lo que los cofundadores identificaron fue un cambio en la oferta y la demanda: a medida que envejecían los millennials latinos, sus gustos evolucionaron, pero los negocios antiguos no evolucionaron con ellos. Debido a esto, los chipsters (hipsters chicanos) y latinos de la Generación Z gastan su dinero fuera de la comunidad en vecindarios predominantemente blancos como Echo Park, Silver Lake y el centro de Los Ángeles, donde ya se había llevado a cabo la gentrificación tradicional, explica Barney Santos. Gentefy usó el branding contemporáneo para hacer que estos negocios fueran más atractivos para los jóvenes latinos.
Sin embargo, al hacer que una comunidad latina sea más atractiva para los jóvenes latinos, los genteficadores tienen que preguntarse si también están volviendo sus comunidades más atractivas para las personas blancas adineradas. “Claro, podría ser atractivo para los forasteros y las personas que tradicionalmente se asocian con la gentrificación”, aclaró Santos, “pero no puede evitarse”.
Para Santos y otros que abogan por la reurbanización impulsada por la comunidad latina, hay una línea clara entre ser un genteficador y ser solo un gentrificador de color. Dado que los latinos son ahora la mayoría étnica de California, tiene sentido que la genteficación se haya originado allí. En todo el país se está llevando a cabo la “genteficación”, o en términos más generales, “la gentrificación étnica”. A medida que cada vez más jóvenes de color acceden a la educación superior, vemos el regreso de personas de color adineradas a barrios como Harlem, en Nueva York.
Defender Boyle Heights (DBH, por sus siglas en inglés) es una coalición de activistas comprometida con la lucha contra la gentrificación del barrio. La organización ha sido un baluarte en mantener a los “negocios hipsters” fuera de Boyle Heights y boicotear a aquellos que logran abrirse camino.
Hasta el momento, DBH y grupos afiliados, como la Alianza contra la Eliminación y Desplazamiento de Arte de Boyle Heights (BHAAAD, por sus siglas en inglés), han sido responsables del cierre de múltiples galerías de arte en los últimos años. El grupo de organizadores comunitarios también ha expulsado con éxito a negocios y organizaciones sin fines de lucro que consideran culpables de la gentrificación. Sus esfuerzos a menudo son criticados por ser violentos o radicales, pero el grupo es implacable. Por ejemplo, DBH tomó una postura firme contra el café Weird Waves, sin importar el hecho de que la cafetería fue fundada por el inmigrante salvadoreño Mario Chavarria.
En las preguntas frecuentes de su sitio web, DBH deja en claro su rechazo a todos los gentrificadores sin importar la raza. "Nos enfocamos en aquellos que hacen demandas de servicios en el vecindario que no satisfacen las necesidades de la comunidad y hacen que aumenten los alquileres y los inquilinos se vean obligados a marcharse", afirman.
¿Acaso la genteficación es realmente solo una gentrificación vestida con un concepto culturalmente apropiado? La gentrificación es un mecanismo de poder, y la etnicidad es solo una de las formas en que puede ejercerse el poder. Aunque tiende a estar vinculada con la etnicidad, la gentrificación puede llevarse a cabo sin tener en cuenta el color de la piel o el trasfondo cultural. Tal vez una rosa con cualquier otro nombre o color siga siendo una rosa, con espinas y todo. Muchos de los artistas que se mudan a áreas como Boyle Heights son personas de color, señala DBH: ”Obviamente, los boicoteamos”.
A medida que la gentrificación continúa desplazando a la gente pobre de todo el país, Boyle Heights sirve como un caso práctico de lo que puede suceder (bueno o malo) cuando los grupos activistas no ceden en su movimiento de resistencia. El activismo de DBH contra la gentrificación ha recibido mucha exposición en todo el país, tanto en su celebración como en su condena. Boyle Heights se ha convertido en el arquetipo de la guerra entre los actores y los antagonistas de la gentrificación. Entonces, solo era cuestión de tiempo antes de que Hollywood adaptara esa guerra en una serie dramática para la televisión.
El show de STARZ, VIDA gira en torno a dos hermanas latinas adineradas que regresan a Boyle Heights después de la muerte de su madre y se convierten en el blanco del activismo anti-gentrificación, un guiño no tan sutil a las acciones realizadas por DBH. La serie en sí es una proeza para la representación de la comunidad latina. La productora, Tanya Saracho, es una latina que lidera una sala de escritores casi todos latinos en el canal de televisión de habla inglesa. Sus representaciones de la sexualidad, la clase y el multiculturalismo son tan realistas como pueden ofrecerse en televisión.
Sin embargo, los activistas de DBH acusaron a la serie de apropiarse de la lucha del movimiento contra la gentrificación. Cuando VIDA fue renovada para una segunda temporada, DBH anunció que el show no era bienvenido en el barrio, por lo que planearon protestas para interrumpir la filmación en el lugar.
“Mientras nuestros jóvenes son arrestados en la calle y nuestros vecinos son expulsados, ¿qué cree este programa que debería hacer? Hacer una serie de televisión de Hollywood que menosprecia nuestros sacrificios para organizar a la comunidad y saca ventaja de nuestra lucha por mejores condiciones de vida en Boyle Heights”, publicó DBH en Facebook.
Algunas personas del vecindario rechazaron la resistencia de DBH a Saracho y su programa, dando la bienvenida a la producción de VIDA por aportar no solo dinero, sino también reconocimiento a Boyle Heights. Por supuesto, el cambio es inevitable, y para las comunidades marginadas de piel negra y marrón suele ser necesario. Barrios como Boyle Heights tienen una larga historia de falta de financiación y carencia de muchos de los recursos y servicios que los vecindarios más ricos, generalmente más blancos, a menudo poseen.
Rudy Espinoza es el director ejecutivo de la Red de Liderazgo para la Renovación Urbana (LURN, por sus siglas en inglés), que es una organización de investigación y defensa en Los Ángeles que promueve la planificación urbana y las políticas para combatir la pobreza y construir comunidades resilientes. Espinoza dice que incluso los desarrollos bien intencionados y diseñados para la comunidad, como un parque público, por ejemplo, pueden actuar como fuerzas de gentrificación.
“Las personas que quieren un parque merecen un parque”, afirmó Espinoza, pero dice que las comunidades también deben ser conscientes de lo que un parque puede hacerle a un vecindario. “¿Va a elevar los valores de las propiedades? ¿El aumento en el valor de la propiedad desplazará a las personas?”.
En esencia, la pregunta es: ¿por qué los latinos no pueden tener cosas buenas? No significa que lo que los latinos han estado creando y cultivando dentro de sus comunidades no sea bueno. Ya sea un parque o un café de olla con leche de almendras, los latinos no deberían ser excluidos de las cosas nuevas solo porque las personas blancas puedan sentirse atraídas por ellas. Es crucial, dijo Espinoza, que las comunidades anticipen y eviten los efectos gentrificadores de los servicios a los que todos los vecindarios deben tener derecho. "Tenemos que pensar creativamente sobre cómo desarrollamos una política que mitigue ese riesgo", agrega.
En 2009, la Línea Dorada del sistema de transporte Eastside Light Rail de la Autoridad de Transporte Metropolitano (MTA, por sus siglas en inglés) se extendió a Boyle Heights, uniendo el vecindario al revitalizado centro de Los Ángeles a través del tren subterráneo. Las mejoras en el transporte público son especialmente útiles para las comunidades más pobres en y alrededor de los núcleos urbanos, pero la extensión de la línea se basó en la compra de los terrenos donde residían los habitantes y los negocios locales, lo que provocó ansiedad sobre lo que el Metro planeaba hacer con el terreno. Un mejor acceso al centro de la ciudad convierte a Boyle Heights en una opción lucrativa para las personas quienes han tenido que abandonar los barrios más caros del centro.
Como señala Espinoza, Boyle Heights es una comunidad donde viven inquilinos en su mayoría, y en este tipo de comunidades, los planes para nuevos parques públicos, jardinería urbana, paradas de metro, etc., pueden aportar beneficios, pero también pueden actuar como fuerzas de la gentrificación. Para mitigar su amenaza de desplazamiento, argumenta que es importante que vayan acompañados de planes para fortalecer el control de los alquileres y la educación sobre los derechos de los inquilinos.
Espinoza no se siente cómodo usando la palabra “genteficación” porque implica desplazamiento. En su núcleo, sin embargo, la genteficación está destinada a describir algo muy diferente de la gentrificación, que podría llevarse a cabo por una persona blanca o de color acaudaladas. En cambio, LURN se enfoca en el “desarrollo económico responsable”.
Debido a que el desplazamiento es más probable en una comunidad que está compuesta principalmente por inquilinos, también es importante, según Espinoza, explorar formas de apoyar a los residentes antiguos que desean conseguir alguna propiedad del vecindario. Un ejemplo de esto son los fideicomisos de tierras donde, según Espinoza, "los residentes no tienen que vivir con el temor de que haya un nuevo propietario que vaya a subir el alquiler, y la gente realmente tiene una participación en esa propiedad".
Santos también cree firmemente en la importancia de poseer propiedades por parte de las comunidades latinas pobres. Es por eso que el más reciente proyecto de Gentefy es, para él, un sueño hecho realidad. “Es un comedor”, dice Santos, “pero también es un estímulo económico para la ciudad”.
BLVD MRKT comenzó en febrero y abrió sus puertas al público justo a tiempo para el verano. El sitio consiste en un desarrollo inmobiliario de media hectárea en el centro de Montebello, que es una ciudad predominantemente latina al este de Los Ángeles. El proyecto incluyó 28 casas viviendas llamadas BLVD WALK y un terreno de 2.590 metros cuadrados, BLVD MRKT, que funciona como un comedor al aire libre inspirado en los modelos de Europa y México. El desarrollo es el resultado de una asociación público-privada entre la Ciudad de Montebello, propietaria de las tierras no utilizadas, Olson Homes, y la organización de Santos, Gentefy. Cuando le preguntamos sobre las opciones asequibles de vivienda en BLVD WALK, un representante de Olson Homes contestó en un correo electrónico que el desarrollo estaría compuesto por 28 viviendas en venta a "precio de mercado".
El comedor de BLVD MRKT cuenta con diez puestos de venta de bebidas y alimentos. De esos diez, nueve son restaurantes modernos, informales, con menús y precios entre los 10 y 12 dólares, y cuatro son parte de una iniciativa de incubación que Santos diseñó a través de Gentefy. Los puestos de la incubadora pertenecen a empresarios locales que de otra manera no hubieran podido abrir sus propios puestos debido a la barrera socioeconómica. Como parte de la incubación, reciben un subsidio al alquiler y capacitación continua para garantizar que estén listos para abrir su propia tienda en el plazo de 18 a 24 meses del programa.
Para Santos y otros defensores de la genteficación, la inevitabilidad del desarrollo económico ya no es algo de lo que hay que preocuparse, sino que es algo que puede aprovecharse.
“Para que las comunidades mejoren sin expulsar a la gente”, dijo Santos, “tienen que involucrarse las personas de la comunidad”.
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