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miércoles, 13 de marzo de 2019

Lo dijo Maradona: “Ni Dios ni la FIFA pueden prohibir que se juegue al fútbol aquí”

Artículo publicado por VICE Argentina

Para llegar al Estadio Municipal de Villa Ingenio en la ciudad de El Alto desde La Paz no hay más opción que amigarse con las alturas. La mejor alternativa es combinar cuatro de las nueve líneas del teleférico urbano que unen el altiplano boliviano. Primero debes subir a la línea blanca, de ahí pasar a la naranja para luego ver los primeros techos alteños en el teleférico rojo y cerrar el recorrido en la estación Río Seco, la última de la línea azul. Habrás llegado a El Alto y además, habrás pasado de los 3600 metros de altura de La Paz a casi 4100. Esa es la mejor forma para acercarse al estadio donde es local el Club Always Ready, recién ascendido a la Primera División del fútbol boliviano. Sería un recorrido común, para ver a uno más de los 14 clubes que disputan la máxima categoría del país, pero no. Se trata del camino para ver al equipo que más alto jugará al fútbol profesional en el mundo en 2019. Always Ready será local a 4095 metros sobre el nivel del mar.


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El Millonario fue fundado en abril de 1933 en el barrio de Miraflores, en La Paz, y allí se mantuvo durante prácticamente toda su historia. En 1951, cuando el profesionalismo asomaba en el fútbol boliviano, obtuvo su primer título. Luego de tres subcampeonatos viajó a Europa, transformándose en el primer y último club boliviano en realizar una gira cruzando el Atlántico. Allí jugó 27 partidos: enfrentó al Herta alemán, al Anderleich belga, al Panatinaikos griego y al Sevilla, entre otros. En 1968 disputó la Copa Libertadores por única vez y luego desapareció del radar del mundo fútbol hasta este regreso a la máxima categoría.

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“Hace un año, cuando jugábamos en Segunda, decidimos representar a la hermosa ciudad de El Alto”, dice Andrés Costa, vicepresidente de Always Ready. “La idea de la dirigencia es que El Alto recupere el sitial en el fútbol profesional y lo estamos logrando”, agrega. Después de una vida en La Paz, el pensamiento fue pragmático: los paceños están bien representados por Bolívar y The Strongest pero 500 metros arriba, la gente de El Alto no tiene un equipo al cual seguir. Ese equipo debía ser Always Ready. Y su casa debía ser el Estadio Municipal de Villa Ingenio, inaugurado dos años atrás por el presidente boliviano Evo Morales.

En 2007, la FIFA de Joseph Blatter quedó en el centro de la polémica al sugerir que era inviable competir a más de 2500 metros de altura, que no era “recomendable” para la salud de los futbolistas. Además definió los partidos a gran altitud como un problema “ético-moral” por forzar a clubes y selecciones a enfrentarse a condiciones que no les eran favorables. Sí, la FIFA hablando de problemas ético-morales. Esta postura encontró reacciones automáticas, particularmente en Bolivia y en Perú, donde gran parte de los escenarios deportivos se encuentran por encima de aquel límite. Evo Morales, reconocido amante del fútbol, encontró una particular forma de protestar, disputando un partido en el coloso de Sajama, en Oruro, a 6000 metros sobre el nivel del mar ante un combinado de alpinistas para demostrar que si él podía hacerlo, un futbolista profesional no tendría por qué sufrir mayores inconvenientes a 2500 metros, o algo más que eso.

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Guillermo Aponte, médico deportólogo y vicepresidente de la comisión médica de la Federación Boliviana de Fútbol, afirma que jugar en la altura no acarrea ningún problema para la salud. “Especialmente si hablamos de atletas, que en teoría son personas sanas y expuestas a chequeos médicos constantes. No hay por qué preocuparse”. “Es cierto que el rendimiento físico pleno se logra recién a los 20 días, pero lo mismo sucede para los atletas acostumbrados a la altura y su aclimatamiento al llano”, sostiene. Debo decir que en mis primeros días en La Paz me costaron las calles pendiente arriba, pero que con el correr del tiempo, si no me recordaban la altura, estaba dispuesto a jugar un fútbol 5 sin pensarlo.

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Un año después de aquella imposición, en los 3600 metros del emblemático Estadio Hernando Siles, escenario de los mayores hitos del fútbol boliviano, el propio Diego Maradona disputó un amistoso junto a Morales. “Ni Dios ni la FIFA pueden prohibir que se juegue al fútbol aquí”, afirmó el 10 argentino. Las presiones se hicieron cada vez más fuertes y la FIFA cedió algunos meses después, luego de excusarse argumentando que no prohibían el fútbol en altura sino que pretendían que los futbolistas puedan aclimatarse antes de cada juego.

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El Alto es una de las ciudades más jóvenes de Latinoamérica. Creció en la meseta altiplánica desde principios de los años 30 y fue declarada Ciudad en septiembre de 1988. Con cerca de 830 mil habitantes, es la segunda urbe más poblada de Bolivia detrás de Santa Cruz. Durante la Guerra del Gas, el conflicto que se desató en el país en 2003 cuando el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada buscó entregar las reservas hidrocarburíferas de Tarija a manos de capitales extranjeros, El Alto tomó un protagonismo extremo. Su pueblo se sublevó ante estas políticas. Entendió que los recursos nacionales no podían ser entregados sosteniendo el pueblo un silencio cómplice. 65 personas murieron bajo fuego militar y el punto final llegó recién tras la renuncia del presidente Sánchez de Lozada. A El Alto no se lo volvió a mirar de la misma manera que antes. “A El Alto se lo respeta”, dice un hincha de Always antes de subir las gradas. Hace referencia al fútbol y a su club, pero también a su historia.


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Aclimatarse a El Alto es cuestión de un rato si venís desde La Paz. Es recomendable llevar protector solar y una gorra para pasar el día, “Estás 4000 metros más cerca del sol”, dicen los locales, y un buen abrigo para enfrentar la noche. Sus calles, asfaltadas a medias, cruzan de punta a punta la zona de Villa Ingenio sin demasiada elevación, lo que hace más sencilla la llegada al estadio. Entre casas de adobe y ladrillo sin pintar comienzan a verse banderas y camisetas blanquirrojas. “Ahora El Alto se siente representado”, grita un hincha al que cruzo. “Es muy importante que Always Ready haya pensado en nosotros”, sostiene una chica con la bufanda del equipo —estilo importado de Europa— y un piloto que la cubre de la lluvia de pies a cabeza. El sentimiento es el mismo en cada uno de los 20 mil asistentes al estadio, número que se replica cada vez que la banda roja juega allí.

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Soledad Chapetón, alcaldesa de la ciudad, afirma que “es una emoción ver tanta gente acompañando al equipo. Está la sensación de que a la juventud y a la niñez definitivamente le gusta esto. Que puedan tener a Always Ready como una referencia es algo muy importante”. Y suena lógico que en una población donde el 60 por ciento de los habitantes es menor de 25 años, un estímulo como este genere semejante expectativa.“Creo que hay que mirar hacia El Alto, aquí hay una gran alternativa. No paramos de crecer”, sostiene movilizada tras presenciar el regreso del equipo a Primera.

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La pelota rueda en los 4095 metros de Villa Ingenio y el ambiente emociona a todos los alteños. A tres pasos del campo de juego no noto más agotamiento en estos jugadores del que veo en los futbolistas que juegan apenas centímetros arriba del nivel del mar. Oscar Villegas, segundo entrenador de la selección boliviana de fútbol y ex DT de juveniles de Always Ready, afirma que “el trabajo en altura al momento de entrenar a los jugadores es exactamente el mismo. No cambia respecto a los ejercicios que realizan los equipos entrenados en el llano”. “Es más —agrega— uno no debería confiarse en que al rival le va a afectar la altura”. Le pregunto al Dr. Aponte sí se pueden comparar condiciones extremas de altura con condiciones extremas de temperatura porque siento, después de un rato largo en el césped, que el calor sofoca más que la falta de oxígeno. “Por supuesto que no se puede comparar una cosa con otra. Jugar con calor extremo sí es peligroso para la salud”.


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Jamás un futbolista murió por jugar en altura. Lo confirma Aponte. Villegas afirma que “evidentemente hay jugadores que se sugestionan, evidentemente”. Y Costa lo tiene claro: “Lo que vivimos en este estadio cada fin de semana es la imagen de que se puede jugar en la altura. Como ciudad de El Alto queremos demostrar a todas las personas y a todas las autoridades que se juega donde se nace”.

Para El Alto, una pelota rodando en su suelo es mucho más que fútbol. Es inclusión y representatividad. Es el símbolo de que se puede mirar para el costado —y para arriba— y hacerle un lugar a los que antes no lo tenían. Es que la pelota vuele más alto, literalmente. Es que ese pueblo, que de luchar sabe, pueda gambetear, patear al arco y abrazarse, pueda gritar un gol sin quedarse sin aire. Así como lo gritan los que juegan en el llano.

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