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jueves, 22 de noviembre de 2018

Tu empleo actual tiene más en común con el trabajo sexual de lo que imaginas

Artículo publicado originalmente por VICE Reino Unido.

Probablemente tengas tu opinión sobre el trabajo sexual. Si eres un cierto tipo de feminista, podrías pensar que es desagradable, deshumanizante, y completamente inaceptable: que la pornografía es poco más que propaganda para el patriarcado, que la prostitución es simplemente una "violación por la que se paga". En ese caso, podrías pensar que el trabajo sexual cuando menos debería ser abolido por el bien de los millones de mujeres que son "traficadas" por los proxenetas de las naciones más pobres hacia las naciones más ricas y obligadas a vender sus cuerpos.

También hay otra alternativa: puede que te guste el trabajo sexual. Podrías consumir pornografía de manera entusiasta, y apoyar la prostitución. Podrías pensar que el trabajo sexual ofrece un servicio vital para, por ejemplo, las personas discapacitadas; que para las mujeres que lo llevan a cabo es una profesión divertida y empoderadora. Podrías pensar que el trabajo sexual debería ser celebrado y normalizado como parte integral de cualquier sociedad saludable y funcional.

Según las activistas del trabajo sexual (y trabajadoras sexuales) Molly Smith y Juno Mac, estas dos opiniones opuestas son básicamente erróneas. El trabajo sexual es una mierda (definitivamente piensan eso) y está sujeto a todo tipo de problemas que surgen del contexto económico en el que tiene lugar, así como al contexto legal en el que se hacen cumplir las prohibiciones en contra del mismo. Pero en el fondo, no hay nada especial en el trabajo sexual. Si eliminamos todas las proscripciones y predilecciones lascivas, podríamos verlo tal cual es realmente: un trabajo de mierda como cualquier otro.

Este es el núcleo del argumento detrás del libro Revolting Prostitutes: La lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales. A lo largo de las 144 páginas de su libro, Smith y Mac cubren una gran cantidad de terreno: ofrecen críticas detalladas de los diversos regímenes legales que han evolucionado en torno al trabajo sexual en todo el mundo, y sugieren algo así como un modelo ideal. Sin embargo, a lo largo del camino, también ofrecen algunas de las teorías más perspicaces desde el punto de vista clínico sobre cómo se interceptan el sexo, el trabajo, la ley y las fronteras. El lector queda convencido de que la lucha por los derechos de las trabajadoras sexuales es relevante no solo para las trabajadoras sexuales, no solo para las feministas, y no solo para los clientes; sino que es relevante para todas las personas que tienen que trabajar para vivir en el sistema capitalista.

Llamé a Molly Smith para hacerle algunas preguntas sobre el trabajo sexual, los trabajos de mierda y cómo podemos resistirnos a un mundo que se está volviendo cada vez más desquiciado y en el que hay que trabajar cada vez más para poder sobrevivir.

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VICE: Hola, Molly. Para mí, probablemente el aspecto más impactante del libro fue cómo utilizas los debates sobre el trabajo sexual para hablar sobre el trabajo en general. ¿Consideras que el activismo entorno al trabajo sexual ayuda a los trabajadores en general? Si es así, ¿en qué forma ocurre eso?
Molly: Sí, definitivamente así lo veo yo. Las trabajadoras sexuales, como trabajadoras en condiciones precarias, tienen mucho que decirle a los demás trabajadores. El auge de la economía del trabajo por honorarios significa que el trabajo es cada vez más precario en muchas maneras distintas. El paradigma de un trabajo para toda la vida —dejar la escuela o la universidad a los 16 o 21 años, conseguir un trabajo con un buen sueldo y los beneficios básicos, y permanecer ahí durante 30 o 40 años—, en el que el activismo sindical se ha basado y se sigue basando, en muchos sentidos, ya no existe. Las trabajadoras sexuales siempre han tenido condiciones laborales precarias, por lo que tienen mucho conocimiento para compartir con los demás trabajadores sobre cómo funciona esto y cómo organizarse para enfrentarlo.

¿Cómo se volvieron activistas tú y Juno?
Ambas nos involucramos en el activismo por el trabajo sexual después de graduarnos, y aprendimos mucho de nuestras políticas a través de los movimientos por los derechos de las trabajadoras sexuales y la izquierda en Twitter. El movimiento por los derechos de las trabajadoras sexuales ha sido una experiencia increíble en educación política. Tiene un enfoque bastante preciso y, uno se ve obligado por necesidad a aprender sobre cosas como las fronteras, la migración, la ley de drogas y el capitalismo. Juno y yo llegamos a esto de los derechos de las trabajadoras sexuales con un feminismo liberal bastante básico: al volvernos comunistas, hemos profundizado nuestra comprensión del feminismo.

Como afirman en el libro, el activismo por el trabajo sexual ha existido por lo menos desde el siglo XV; pero se ha convertido en una parte mucho más importante del discurso feminista en los últimos diez años. ¿Esto lo atribuyes al aumento de la precariedad poscrisis económica?
Absolutamente. En 2008, sucedieron dos cosas. La crisis hizo que muchas personas quedarán en condiciones aún más precarias, razón por la que más personas se vieron obligadas a dedicarse al trabajo sexual. Ese tipo de asuntos masivos son importantes: el aumento en sus número, significó que las trabajadoras sexuales tuvieran la suficiente confianza como para hacerse más visibles y audibles; encontraron sus experiencias reflejadas en las de los demás.

Esto se relaciona con otro factor, que es que en 2008 tuvimos acceso a los primeros teléfonos inteligentes. Esto en sí mismo hizo más fácil ser trabajadora sexual. Al usar plataformas como Backpage, puedes organizar tu trabajo por ti misma. Incluso hace 15 años, las trabajadoras sexuales tenían que hacer la mayor parte de su trabajo en la calle, o trabajar para alguien más, lo cual te pone en peligro de sufrir todo tipo de daños. Pero también significó que nos podíamos comunicar mucho más fácilmente, con el pseudo anonimato de lugares como Twitter. Esto coadyuvó a hacer posible la organización. El trabajo sexual aún puede ser muy solitario, pero trabajar para alguien es peor: si eres parte de una agencia de escorts, por ejemplo, no conocerás a las demás escorts. Obviamente, así no es posible organizarse.

Parece que, mientras que la economía del trabajo por honorarios ha hecho que las condiciones laborales para los taxistas, los que se dedican a la limpieza o los repartidores sean notablemente peores, para las trabajadoras sexuales, que de por sí ya tenían condiciones mucho peores, está economía fue de ayuda, ¿no?
Sí, eso creo. Pero creo que en esto también hay lecciones para los demás trabajadores. La organización se convierte en un circuito de retroalimentación positiva: una vez que comienzas a hacerlo, ves que tu vida mejora en varias formas tangibles, por lo que piensas: Sí, esto es algo que seguiré haciendo, seguiré haciendo conexiones con otras trabajadoras sexuales. Y luego se hacen amigas, crean una comunidad: las trabajadoras sexuales tenemos una gran red de apoyo, donde compartimos información sobre los clientes que son peligrosos o que son un desperdicio de tiempo, y sobre cómo vengarnos de ellos de manera creativa y comunitaria.

Uno de los muchos problemas que resaltas con respecto al trabajo es la idea de que se supone que debemos "disfrutar" nuestro trabajo, que se supone que debe ser "satisfactorio". Esto se remonta a controversias acerca del trabajo como las esgrimidas por personas como Marx. Por un lado, el trabajo en el sistema capitalista claramente es malo: es agotador, repetitivo, y perjudicial para la salud del trabajador en formas muy profundas. Pero, ¿eso significa que el trabajo en general debería ser abolido? En otro nivel, "el trabajo" solo es nuestra actividad en el mundo externo, lo que significa obtener las cosas que necesitamos para sobrevivir, pero también incluye cosas como la libre expresión creativa. Entonces, si no obtenemos satisfacción de él, bueno... ¿de dónde podemos obtenerla?
No sé, es una muy buena pregunta, ¿cierto? Soy comunista y definitivamente creo que una vez que hayamos alcanzado el comunismo, el trabajo como lo conocemos será abolido. Por supuesto, habrá que hacer las cosas colectivamente para mantener a la sociedad en marcha, pero encontraremos la manera de dividir ese trabajo de manera más justa.

¿Habría lugar para el trabajo sexual en una utopía comunista?
La abolición del trabajo sexual es un asunto muy complicado dentro del movimiento por los derechos de las trabajadoras sexuales. De hecho, esta es una de las cosas que más he discutido con la gente en las últimas semanas. A la gente le preocupa que si decimos que queremos abolir el trabajo sexual, bueno... la mayoría de las activistas por el trabajo sexual son trabajadoras sexuales. Entonces, ¿estaríamos diciendo que el trabajo sexual ahora es algo malo

?

Para mí, la respuesta es: bueno, sí, ¡eso es lo que estamos diciendo! Para mí, la prostitución es de manera muy obvia un síntoma del capitalismo y el patriarcado. Es un trabajo innecesario: nadie necesita a alguien que le ofrezca sexo a cambio de dinero. Entonces, en cualquier sociedad ideal que diseñemos, con seguridad nos gustaría decir que la prostitución no debería de existir. En este momento, debemos exigir cualquier derecho que podamos; pero como cualquier mal trabajo, el trabajo sexual es algo que las personas hacen porque las circunstancias materiales las obligan. Deberíamos luchar para que nadie tenga que hacerlo.

Solo un par de preguntas más acerca de este punto, en el libro mencionan la figura del "cliente digno". Por ejemplo, algunas personas con discapacidades necesitan que las trabajadoras sexuales les brindan el sexo y la intimidad que de otra manera tal vez no conseguirían. ¿No habría personas que seguirían necesitando del trabajo sexual, incluso en un hipotético mundo ideal?
Bueno, en nuestra opinión, la figura del "cliente digno" es una forma de caricatura discriminatoria, es una forma de desexualizar a los hombres discapacitados. En un mundo ideal, creo que todos tendríamos muchos menos problemas sexuales. Seríamos mucho mejores en todo tipo de relaciones: mejores en la comunicación verbal, en el afecto físico no sexual. Actualmente, tener relaciones sexuales es algo con lo que las personas relacionan su autoestima. Creo que la idea de que cualquier persona "necesita sexo" a tal grado que legitima la compra del mismo, se ve reforzada por la manera en que somos realmente ruines unos con otros. Así que no, en un mundo ideal no creo que necesitemos trabajadoras sexuales para satisfacer ese tipo de necesidades.

También utilizan la lucha por los derechos de las personas que ejercen el trabajo sexual como un medio para criticar lo que denominan pensamiento "carcelario"; la opinión de que la intervención policial y otras intervenciones legales pueden resolver varios problemas sociales ya muy arraigados. ¿En qué sentido es malo el pensamiento carcelario?

Hay dos problemas principales con las soluciones carcelarias. En primer lugar, perpetúan el daño de muchas maneras. Si metes a personas que son sexualmente violentas a la cárcel, no estás terminando con la violencia sexual. Las cárceles son fábricas de violencia sexual. A menos que pongas a los delincuentes en prisión para siempre, saldrán enojados, lastimados y listos para perpetrar aún más violencia. En segundo lugar, no abordan las rutas materiales de por qué ocurre el daño. El otro día vi un ejemplo de esto en las noticias: la violencia contra las personas sin hogar podría convertirse en un crimen de odio. Puedo ver por qué una persona progresista podría pensar que esto es buena idea. ¡Pero seguramente una mejor manera de asegurarnos que no haya violencia contra las personas sin hogar es simplemente abolir la falta de vivienda! Esto es algo que podríamos hacer fácilmente si existiera voluntad política. Si deseamos un mundo mejor, no deberíamos limitar nuestras demandas tan pronto.

También hablas de cómo la vigilancia policial del trabajo sexual se entrelaza con la vigilancia de las fronteras. Hoy en día, hay una tendencia creciente hacia el endurecimiento de la vigilancia fronteriza, especialmente entre el mundo desarrollado y el mundo en desarrollo. ¿El activismo del trabajo sexual puede contribuir a mitigar o superar esto?
¡Realmente espero que sí! No sé si es posible. Conservo cierta esperanza derivada de la creciente firmeza de las trabajadoras sexuales para identificar las fronteras como un problema clave para el trabajo sexual y para todos los demás trabajos, y para vincular eso con los derechos de los trabajadores en general. Las fronteras son algo a lo que deberíamos considerar seriamente ponerle fin. Así que espero que el movimiento por los derechos de las trabajadoras sexuales pueda ayudar a efectuar algún cambio, aunque no sé bien cómo.

Gracias, Molly!

Tom Whyman https://ift.tt/2FDsIET

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