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jueves, 31 de enero de 2019

En 2019 (en este corto año que vamos) a las mujeres en Colombia #NosSiguenMatando

Artículo publicado por VICE Colombia.


Según el informe de la fundación Feminicidios Colombia, en el año que acaba de pasar se presentaron 297 feminicidios en Colombia.

Doscientas noventa y siete mujeres a las que mataron en este país por el lugar que ocupan en el mundo, por el cuerpo que habitan, por el género que les asignaron al nacer y por las dominaciones que este sigue implicando en todas las partes de este planeta.

De los 297 casos que hubo en 2018, según el informe de la fundación, hubo 35 menores de edad, 133 madres y cinco mujeres que estaban en estado de embarazo. De la totalidad de feminicidas, 203 eran conocidos por las víctimas. Ochenta y tres eran exparejas. El departamento más violento fue Valle del Cauca, con 46 feminicidios, y el mes más violento fue julio, con 36 casos.

Para diciembre de 2018, tan solo 37 feminicidas habían sido condenados por sus crímenes.

Lastimosamente, los feminicidios en nuestro país están lejos de acabarse. Al término del primer mes de 2019, hubo 13 en Colombia. Esto quiere decir que aproximadamente cada dos días mataron a una mujer en nuestro país por el hecho de ser mujer. Y a pesar de que la cifra bajó un 38% respecto al mismo mes del año pasado, lo cierto es que siguen matándonos.

Así le pasó a Angie Lorena, una niña de 12 años, cuando apenas estaba comenzando el año nuevo. Luego de haber sido reportada como desaparecida, según la fundación, el cuerpo de Angie fue encontrado sin vida y con signos de violencia sexual en el municipio de Barranca de Upia, en el Meta. El principal sospechoso del crimen fue capturado.

Este no fue el caso de María Edith Mesa, la mujer que pasó a ser la cifra número dos de este conteo infame, el 1 de enero en Bello, Antioquia. La mujer, de 65 años, fue apuñalada por su propio hijo, quien sigue prófugo de la justicia. Al parecer, según vecinos de la zona, el hijo la apuñaló luego de que ella se negara a darle plata.

El conteo siguió el 3 de enero en Timbío, Cauca: Katherine Astaíza, una joven de 20 años, se encontraba con su novio cuando su exnovio, al parecer un exintegrante de la Policía Nacional, la asesinó y tiró su cuerpo al río Quilcacé. A pesar de que el presunto criminal fue capturado, la justicia no ha hecho avances con el caso. Esta lentitud en el proceso, algo con lo que tienen que lidiar las mujeres de este país o sus familias cuando ellas ya no están, hizo que los habitantes del pueblo y la familia de Katherine salieran a marchar a modo de protesta el pasado 30 de enero.

Ese mismo día, parte del país se conmocionó por el caso de Lady Johana Morales, una mujer de 25 años que trabajaba en ventas y que estaba terminando su carrera de administración de empresas. A Lady, a su cuerpo, a su ausencia, la encontraron cerca al río Cauca, con signos de una tortura aberrante que muchos medios detallaron y que no vale la pena mencionar. La gobernación ofreció 15 millones de pesos y la Alcaldía de Cali ofreció 40, por encontrar al responsable del crimen.

Dos días después, a Gloriceth Virgen unos sicarios le dispararon cuatro veces mientras salía de su casa ubicada en Cali y se montaba en un taxi. Según la Sijín, los sicarios no le robaron ninguna pertenencia. La mujer, de 30 años, era modelo de protocolo desde hace una década y tenía una hija de tres años.

El 6 de enero en San Isidro, Santa Marta, Maritza Quiroz pasó a ser la primera lideresa social asesinada en Colombia. A su esposo ya lo habían asesinado. Sus cuatro hijos quedaron huérfanos. Uno de ellos estaba con ella en la casa cuando varios sicarios entraron a su casa y la asesinaron. Maritza era la líder de las mujeres afrodescendientes víctimas de desplazamiento en la zona rural de Santa Marta, y desde hace 25 días hace falta.

Mientras tanto a Cindy Yerania García, de 21, se le iba la vida en una ambulancia camino a un hospital en Ibagué después de que Juvenal Bobadilla, su expareja, llegara borracho a su casa y la atacara con un arma blanca, hiriendo también al papá que salió a defenderla. A pesar de que la Policía del sector tiene identificado al atacante, este sigue prófugo de la justicia.

Luego, el 8 de enero, Sandra Patricia Piamba, fue asesinada en la Sierra, Cauca, por su hermano en circunstancias que aún se desconocen. La mujer, de 39 años, estaba terminando su carrera de Derecho en la Universidad Autónoma del Cauca y dejó huérfanos a cinco hijos, entre ellos un bebé de nueve meses de nacido. El hermano, el feminicida, fue capturado.

Al día siguiente, en Pácora, Caldas, a Marcela Loaiza López la apuñalaron y la lanzaron a la quebrada El Bollo, donde encontraron su cuerpo. Gracias a sus zapatos y a su celular, la Policía pudo dar con el paradero del presunto feminicida, al que capturaron. A Sandra Marcela le decían ‘la guitarrista’, porque se la pasaba con una guitarra y era muy dedicada a su música. Tenía 25 años y dejó a una hija de cuatro.

La décima mujer asesinada en el país este mes fue María Elisa Trujillo García, una mujer de 39 años que vivía en Flandes, Tolima. Luego de separarse de Luis Alberto Huertas éste, desesperado para que volvieran, la buscó el pasado 11 de enero en la casa de sus papás, donde estaba viviendo después de la separación, y le disparó hasta matarla. Minutos después, el feminicida se quitó la vida. Ambos tenían un hijo menor de edad.

Maritza Ramírez Chaverra sería, presuntamente, la segunda lideresa social asesinada este año. El cuerpo de la mujer, de 43 años, apareció en el monte, en la vía que conduce de Tumaco a Pasto. A pesar de que ayer la Fiscalía dictaminó que se trató de un accidente de tránsito, familiares de la lideresa aseguran que hace pocos días la habían amenazado y que no apareció muerta en la vía, sino en el monte.

Luego, el pasado 17 de enero, apareció en Norte de Santander el cuerpo de Xiomalba Charlotte Blancoviera, una ciudadana venezolana de 42 años. La mujer, que había sido reportada como desaparecida desde hace días, apareció muerta y con signos de tortura.

El último feminicidio que reporta la fundación Feminicidios Colombia, que hace un seguimiento riguroso de los feminicidios reportados en todos los medios colombianos, fue el de Dora María Cortez Quintero, una mujer de 56 años que vivía en Becerril, Cesar. Antonio Padilla Arteaga, su asesino, la amenazó en repetidas ocasiones, asegurando que a ella la iban a matar los demonios. Luego de asesinarla con un arma blanca, Padilla intentó suicidarse sin éxito. En este momento el feminicida se está recuperando de sus heridas en un hospital cercano. La pareja tenía 10 hijos.

La palabra, feminicidio, la usó en español por primera vez la antropóloga mexicana Marcela Legarde, siguiendo los pasos de las autoras Jill Radford y Diana Russell, que lo dieron forma antes en su libro Femicide: the politics of woman killing. Legarde sintió que la definición del término debía ir más allá, y abarcar también los procesos que llevaban a ese exterminio. Para ella no se trataba del simple acto de asesinar a una mujer, sino que también tenía que ver con todos los sistemas de control y miedo que tienden a anularnos, sin posibilidad de liberación alguna. “La opresión de las mujeres tiene una profunda marca feminicida”, dijo en su momento la antropóloga.

Esta opresión, sistemática, violenta, genera no solo en la anulación psicológica y espiritual de nosotras las mujeres, sino que muchas veces termina en nuestra eliminación física, como en los 297 casos de 2018, como en los 14 de este mes. Recordé, párrafo por párrafo, la muerte de cada una de estas mujeres, porque lo merecen, porque es necesario. Es necesario recordar que eran madres, que eran hijas, hermanas, abuelas. Es necesario recordar que tenían nuestra edad, que se llamaban como nosotras, que se veían como nosotras y que, al momento de ser asesinadas, estaban haciendo algo parecido a lo que nosotras hacemos durante nuestro día.

Es necesario entender que pudimos ser nosotras, y que, en vez de quedarnos agradeciendo que menos mal 'no nos tocó': tenemos que indignarnos hasta la rabia, y nos tienen que dar ganas de remover este sistema de mierda que nos está matando, porque no 'nos tiene que tocar', porque la violencia en nuestra contra es algo que no debería ser natural, sino algo enfermo y retorcido que tenemos que derribar.

Al cierre de esta nota, la fundación Feminicidios Colombia había informado sobre otro feminicidio en Santa Marta, el de Ludeimis Paola Losada Cantillo, de 24 años. La mujer, madre de dos hijos, fue asesinada en frente de su casa. Las investigaciones apuntan a que su asesinato está relacionado con su pareja.

A todas ellas, paz en sus tumbas. Por ellas, por nuestras muertas, las de este mes, las del año pasado, las de todos los años, ni un minuto de silencio, más bien toda una vida de lucha en contra de la violencia feminicida.


* Nathalia es nuestra columnista feminista. Sígala en Twitter.

Nathalia Guerrero Duque https://ift.tt/eA8V8J

Ser stripper de un show positivo para el cuerpo me enseñó cómo ser gorda y sexy

Artículo publicado originalmente por VICE Estados Unidos.

El 14 de diciembre del año pasado, le mostré mis tetas a una sala de alrededor de 300 personas. Y mi culo. Y sacudí mi abultado vientre para el deleite de sus ojos.

La canción con la que hice mi striptease fue "Criminal" de Fiona Apple, la cual editaron para que solo durara aproximadamente dos minutos y medio, pues era mi primera vez y no creí que pudiera bailar por más de dos minutos y medio.

No soy el tipo de mujer a la que la gente suele mirar y luego piensa, ella podría ser una stripper. ¿Por qué? Bueno, porque estoy gorda y los cuerpos gordos, incluso en 2019, están excluidos de la erotización. Un show de striptease para tallas grandes parece ser la manera perfecta de desafiar esa noción, porque desnudarte mientras bailas es agresivamente sexual, deja muy poco a la imaginación y, según me dijeron, te empodera. Así que, junto con mis amigas Linda Douglas y Elizabeth Flores, decidí comenzar nuestro propio show de striptease para tallas grandes llamado Thicc Strip.

A stripper in a red fishent top, swinging on a pole

Publicamos una convocatoria abierta, invitando a participar a cualquier persona en Los Ángeles que se identificara como mujer, independientemente de su nivel de experiencia, y luego lanzamos un campaña para recaudar fondos en Indiegogo. No alcanzamos nuestro objetivo, pero logramos encontrar un patrocinador (una aplicación de citas llamada HUD ) que nos dio suficiente dinero para comenzar.

Entrenamos con una bailarina y coach de estilo de vida positivo llamada Cera Byer. Tomó algo de tiempo, pero finalmente encontramos a nuestro grupo definitivo de 13 mujeres. En lugar de tener un proceso de audición, permitimos que participara cualquier persona que demostrara interés y dedicación hacia el proyecto. Algunas ya provenían del mundo del striptease profesional y el burlesque, mientras que para otras era su primera vez. Dado que cada una de nosotras tenía un origen, personalidad, vibra y actitud diferentes, no pude evitar compararnos con GLOW, pero mucho más erótico. Como todas éramos tan distintas, la elección de la canción, el estilo de la interpretación y el nivel de desnudez quedaron completamente a discreción de cada una de las bailarinas. Algunas se sintieron más empoderadas al mantenerse vestida durante su baile, mientras que otras se desnudaron por completo.

Soy alguien que se muestra semidesnuda con bastante regularidad en Instagram, así que realmente pensé que ya había superado el sentimiento de vergüenza con respecto a mi cuerpo. Pero el proceso de obligarme a salir del ámbito de Internet, donde mi semidesnudez se esconde detrás de una pantalla, me hizo darme cuenta de que todavía tenía muchos problemas que resolver en relación con mi cuerpo y el erotismo.

Habiendo crecido con esta complexión, nunca me vi como alguien sexual pues creía que mi cuerpo no tenía esa capacidad. Ser sexy, pensaba, era algo reservado exclusivamente para los cuerpos delgados. Entonces, lo que desarrollé fue mi sentido del humor. Durante gran parte de mi edad adulta temprana, me involucré en actividades sexuales sin sentirme jamás verdaderamente sexy. Dejaba que los hombres tuvieran sexo conmigo, pero estaba convencida de que en realidad no querían estar ahí.

A stripper kneeling on a stage

A mediados de mis veinte, finalmente comencé a preguntarme por qué me sentía así. Aprendí más sobre positividad corporal y la noción radical de que todos tienen derecho a amarse y apreciarse a sí mismos. Me di cuenta de que los sentimientos negativos que tenía hacia mi persona y mi apariencia me habían sido impuestos por fuerzas externas, y realmente no correspondían a cómo me sentía por mi apariencia. Fue entonces cuando comencé a anhelar ser más sexualmente abierta. Quería dejar de esconderme detrás de camisas enormes, y convertirme en la mujer de mis fantasías. Fantaseaba con mostrar mi cuerpo sin vergüenza, usar minifaldas y lencería, y deleitarme desatando la excitación sexual de los demás. Así que en eso me convertí. Una puta gorda y orgullosa. No hubo intentos de perder peso, ni programas de ejercicios o cambios en mi apariencia de ningún tipo. En todo caso, he ganado más peso desde entonces. El único cambio fue el cambio en mi actitud.

Ahora, dos años después, exponer mis muslos gruesos y mi vientre flácido en Internet es algo natural para mí. Sin embargo, todavía incorporo el humor tanto como puedo. Las fotos que publico son de naturaleza sexual, pero la leyenda que les pongo por lo regular contrarrestan la sexualidad con una broma más inocente. No fue hasta el show de striptease que me di cuenta de que el humor sigue siendo una muletilla para mí.

Thicc Strip me obligó a dejar de esconderme detrás de las bromas y a tomar en serio a mi ser sexual. Tuve que desnudarme legítimamente, sin terminar con algún tipo de cautela vaudeviliana. Algo que nuestra instructora Cera nos decía continuamente durante las prácticas es que es muy fácil que las mujeres gordas y desnudas se conviertan en un chiste, y por eso tenemos que trabajar el doble para demostrar que no lo somos. Para que esto tenga éxito, no podemos simplemente fingir que tenemos confianza. Tenemos que tener confianza de verdad. Como alguien que estaba muy segura de su confianza, el desnudarme me abrió los ojos a lo vulnerable y temerosa que aún me sentía. Esa chica tímida y avergonzada todavía vivía dentro de mí, y había convertido su exposición en comedia para protegerse de ser tomada en serio.

Alison Stevenson stripping on a stage
La autora.

Superé el miedo y la duda a medida que pasaban las semanas. Las mujeres con las que bailé me ayudaron inmensamente con eso. Me dejaron saber que no estaba sola. Cuando le pregunté a Linda cómo había superado los pensamientos negativos que tenía de sí misma, me dijo: "Estaba cansada de dejar que esos pensamientos destructivos se interpusieran en mi camino. No permitía que nadie me menospreciara así, entonces ¿por qué yo lo hacía?

La gran cantidad de comentarios positivos que recibimos de las personas que escucharon por primera vez sobre el show también fue un gran impulso para aquellas de nosotras que dudábamos de nosotras mismas. Las ventas de boletos en línea se agotaron una semana después de haber sido publicadas. Una vez que eso sucedió, Elizabeth, Linda y yo dijimos colectivamente, Ay, mierda, esto realmente está sucediendo. Nos sentimos aliviadas de que el deseo de que algo así sucediera en Los Ángeles no solo se quedó en nuestras cabezas. Al final, Thicc Strip pudo donar $511.55 dólares de nuestras ganancias al Downtown Women's Center, una organización benéfica que brinda asistencia a mujeres sin hogar en Los Ángeles.

Hacer un show de striptease me obligó a salir de mi zona de confort. Me ayudó a convertirme en una mujer que no siempre siente la necesidad de esconderse detrás de una broma para expresar su sexualidad. Cada persona que participó en Thicc Strip tenía su propio propósito para estar ahí. Este era el mío. Todos deberíamos tener algo como Thicc Strip en nuestras vidas, algo que te desafíe a enfrentar tus inseguridades y superarlas de frente (y quizás hasta sin ropa).

A woman in a mask standing in front of a pink curtain
dollar bills on a floor
A stripper on a pole
A stripper in a msk, clinging on to a pole
A stripper on a stage
A stripper swinging on a pole
A stripper on a stage

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Alison Stevenson http://bit.ly/2HHPCfn

Conocí a mi novio en Second Life y solamente me veo con él ahí

Artículo publicado por VICE Colombia.


Con mi novio hablo prácticamente todos los días. Él vive en Texas y yo en Boston, donde estoy hace ocho años, aunque hace más de 20 que no vivo en mi país, Colombia, de donde me fui más o menos a los 23 años. A pesar de vivir en dos estados distintos, muchas veces nos escribimos para saber si nos vamos a ver en la noche. Si estamos libres, nos vemos, vamos a un lugar a bailar, estamos en su casa o en la mía. Todo lo hacemos mirando la pantalla de nuestro computador, en Second Life.

Hace seis meses que estamos juntos: en Second Life nos conocimos y por ahora estamos felices con que nuestra relación tenga lugar solo en el juego y en los mensajes de texto que nos mandamos.

La primera vez que entré al juego fue hace unos diez años después de ver un programa de televisión en el que hablaban sobre él. Yo ya jugaba World of Warcraft y otros juegos en línea y me dio curiosidad ver cómo era este. De hecho muchas personas que están en Second Life también juegan otros videojuegos.

A medida que pasa el tiempo uno empieza a conocer mucha gente y a hacer amigos. Con esos amigos uno empieza a explorar el mundo del juego, porque Second Life, al igual que el mundo real, tiene continentes, países y lugares a los que se puede ir y donde se pueden hacer mil cosas: hay clubs para bailar, parques de diversiones, juegos de rol, búsquedas de tesoros, puedes comprar yates, ir a esquiar, montar en helicóptero. En fin, no hay límite para lo que uno puede hacer.

Una de las cosas a las que me dediqué después de entrar al juego fue a perfeccionar a Dakota, mi avatar: a comprar y ponerle todo tipo de maquillaje, de pelo, de piel, a comprarle ropa, en fin. Que, de hecho, es todo lo opuesto a mi personalidad en la vida real. Gracias a eso me contactó una persona por mensaje privado, un día que estaba bailando en un club con mis amigos, diciéndome que mi avatar era muy lindo y que quería contratarme en su agencia de modelaje. Que ella creía, me dijo, que me podían salir contratos con diseñadores.

Second Life es tal vez el único juego en el que los usuarios tienen libertad total para crear todo tipo de cosas dentro de la plataforma. Hay diseñadores que crean desde casas hasta cosas sexuales, pasando por pelo, maquillaje, ropa y accesorios. Esos diseñadores contratan a agencias de modelaje para poder mostrar sus productos en avatares que sirven de modelos. Ese fue mi trabajo durante unos ocho meses: usaba la ropa que los diseñadores creaban y la modelaba en pasarelas donde otros usuarios la veían y la compraban.

Al principio fue divertido porque era nuevo y hacía dinero, gané cerca de 200 dólares, un dinero que de hecho hubiera podido tener en la vida real pero que preferí dejar en el juego para comprar cosas. Pero con el tiempo, el trabajo de modelo se fue volviendo tortuoso, había demasiada presión y a veces me exigían horarios que no coincidían con mi trabajo real. Además, como en la vida real, había chismes y drama entre otras modelos. Y mucha gente rara. Eventualmente me aburrí y no volví. A eso se le sumó el drama que de repente empezó a haber entre algunos conocidos.

Lo que a mí me interesaba de Second Life era socializar y tener amigos, cuando todo empezó a complicarse me cansé y no volví a entrar el juego por unos tres años.

Mientras tanto tuve una relación de pareja que duró unos cuatro años, seguí jugando otros videojuegos y seguí trabajando.

Hace más o menos un año volví después de que dos amigas de la vida real, que también están en Second Life, me convencieran de hacerlo. En ese momento mi relación se había acabado y tenía mucho más tiempo libre, así que decidí intentarlo.

Volví y de entrada tuve que invertir unos 50 dólares para rehacer a mi avatar: la tecnología en esos años había cambiado abismalmente y la Dakota que antes era modelo ahora era un ser arcaico y obsoleto. Esta vez estaba decidida a que Second Life fuera un espacio de esparcimiento y diversión, no iba a trabajar ni a preocuparme por hacer dinero, para eso ya estaba la vida real.

Así, dedicándome absolutamente a la diversión y al ocio, conocí a Brax, mi novio. Fue en un club en el que estaba bailando con una amiga, él estaba ahí con su familia —porque en Second Life también se puede escoger tener hermanos, esposos, cuñados—. La frase de “háblame que no muerdo” que los dos teníamos en la descripción de nuestros perfiles fue nuestro punto de encuentro. Empezamos a hablar, nos hicimos amigos y cada tanto nos seguíamos viendo para bailar, para estar con su familia o para estar con la mía.

Poco a poco nos fuimos enredando y sabiendo más el uno del otro. La cosa con Second Life es que ese tipo de intercambios son muy intensos y rápidos porque el tiempo pasa muy rápido. Uno se conecta todos los días y por eso habla todos los días, es distinto a la vida real donde uno tiene que esperar al próximo fin de semana, por ejemplo, para verse y poder salir. Así que al poco tiempo de hablar y conocernos ya estábamos hablando de si teníamos novios y de ser exclusivos el uno con el otro.

Tomó un poco más de tiempo decidir mostrarnos las caras, compartir fotos para saber cómo lucíamos en la vida real. Y es normal, creo que mucha de la gente que usa Second Life son personas tímidas que usan esa plataforma para socializar, de lo contrario sería gente que estaría socializando en la calle y no en esta plataforma. Por eso no es fácil decidir compartirse la foto, hay mucho miedo, miedo de que de pronto no le gustes a la otra persona, o de que esa persona resulte ser un gremlin.

Afortunadamente, ese no fue el caso, fue un alivio cuando vi la foto que me envió.

Lo otro que nos hemos compartido son nuestros números de teléfono, así hablamos por mensajes de texto casi todos los días y acordamos cuándo encontrarnos en Second Life. Hasta ahí llega nuestro contacto. Hemos hablado de vernos por Skype, pero siempre se nos olvida o nos hacemos que se nos olvida. Creo que todavía no estamos preparados para dar ese paso.

En este momento, mi mamá, mi hermana y varias amigas ya saben que tengo novio y que es una relación virtual, que nos vemos e interactuamos en Second Life. Hay gente que reacciona normal cuando les cuento, otras personas se aterran. Siento que cualquier reacción negativa que pudiera recibir sobre mi relación vendría de una persona que no entiende de qué está hablando, que nunca ha usado la plataforma y por eso no entiende.

Second Life es simplemente una simulación, una inmersión en otro mundo, pero las emociones que se sienten son tan verdaderas como las de la vida real. Hay muchas emociones involucradas en cada beso virtual.

Para mí, lo que hago en Second Life con Dakota, mi avatar, es una extensión de mi personalidad, es un lugar en el que puedo hacer algunas cosas que no creo que pueda hacer en la vida real, como volar un helicóptero o tener un yate, en donde la gente tiene una libertad distinta para ser y hacer. También es el espacio para explorar cosas que en la vida real no me interesan, como cuidar mucho de mi apariencia. Es un espacio en el que exploro mi creatividad y otros aspectos de mi personalidad. Y en el caso de una relación, ha sido el espacio para explorar una relación afectiva sin todo las dificultades que trae tener un novio en el mundo real.

En este momento, Brax y yo llevamos seis meses de estar juntos en la vida real, dos años en Second Life, donde el tiempo pasa más rápido. Y siento que por ahora esto que tenemos, así, es lo que necesito. Hemos hablado de vernos en la vida real, pero aún no estamos listos ni tenemos ningún afán en hacerlo. Nuestro plan es esperar un año más y si todavía estamos juntos y nos gustamos, nos conocemos.

Creo que una relación de Second Life no tiene tantas complicaciones. Ninguno de los dos tiene tantas expectativas sobre el otro ni sobre la relación, nos aceptamos como somos con nuestras circunstancias personales. No existe la cantidad de exigencias que normalmente hay en las relaciones de la vida real en las que hay peleas por no pasar tanto tiempo juntos o por estar haciendo otras cosas diferentes a estar viéndose. Esto que tengo lo siento más liberador.

Yo me siento libre y feliz así como estoy. La verdad, no quiero complicar las cosas, precisamente por eso es que estoy en Second Life, porque no me quiero complicar mi vida real.


*Este texto es el resultado de una entrevista que la periodista Tania Tapia Jáuregui le hizo a la protagonista, quien, además, nos permitió solamente usar su pseudónimo virtual.

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Cociné DMT en mi casa durante cuatro años

Artículo publicado originalmente por VICE Países Bajos.

Willem* estaba agotado. Era tarde, y estaba parado en ropa interior en medio de su laboratorio de DMT, que también era su cocina. Willem había estado trabajando durante 20 horas seguidas; estaba tan cansado que sus ojos empezaron a arder.

Por quinta vez consecutiva, agitó 32 frascos uno por uno, cada uno lleno de DMT cristalizado, agua y éter de petróleo. A un metro de distancia, un huevo salpicaba aceite en la estufa. Mientras agitaba uno de los frascos de vidrio con ambas manos, salían gases de la tapa. Willem estaba a punto de hacer 25 gramos de DMT en una sola sesión, con un valor de 2,566 dólares. Estaba muy cerca de terminar su trabajo; sin embargo, una llama apareció frente a él. Sus manos estaban en fuego.

Rápidamente dejó el frasco y apagó la llama con un paño de cocina. El intenso y repentino olor a petróleo hizo que sus ojos se dirigieran a su barba chamuscada y más abajo a sus manos y brazos ahora sin pelo. Por un momento, todo lo que Willem pudo hacer fue mirar fijamente el huevo quemado en el sartén mientras vertía agua tibia en sus brazos. Poco después, cerró su laboratorio y se fue a dormir.

"Por suerte no me quedó cicatriz, pero me dejó marcado", dice Willem ahora. "Cuando ignoras tus propios límites, al trabajar más tiempo o al hacer demasiadas cosas al mismo tiempo, comienzas a cometer errores. Y en este negocio, los errores pueden costarte la vida".

Willem con frecuencia trabajaba toda la noche en su cocina, emanando gases químicos de su casa, el olor solo enmascarado por el incienso arde en el marco de las ventanas. Pero el dinero ha hecho que todo valga la pena. Durante cinco años, contribuyó a un mercado negro global de medicamentos que valía 21,4 mil millones de dólares tan solo en 2017, según una investigación reciente realizada por la academia de la policía holandesa.

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Un lote de DMT secándose en su cocina.

Durante la semana, Willem vive en un remolque en una granja en Brabante –una provincia al sur de los Países Bajos– donde ha trabajado cultivando frutas y verduras orgánicas durante unos meses. Los fines de semana, cuando no está trabajando, vive en una casa real, en otro lugar de la misma provincia. Willem me muestra sus dedos, cubiertos de arena negra. "[La agricultura es] muy diferente a cocinar drogas, pero yo estaba preparado para eso", sonríe.

Hemos acordado reunirnos cerca de su nuevo trabajo para hablar sobre su vida anterior cocinando DMT. Lo primero que quiero saber es cómo este joven de 26 años, educado y ordenado, entró en la producción a gran escala de drogas sintéticas a la edad de 22 años. "Todo comenzó con una fascinación básica por eso", explica.

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Una selección de los utensilios de cocina de Willem

Willem tenía 21 años cuando fumó DMT por primera vez. Desde la secundaria, había sentido curiosidad por lo psicodélico, pero como era bastante raro, al principio le resultaba difícil encontrarlo. Con el tiempo, consiguió algunos. "La primera vez que lo hice, sentía la sangre correr por mi cuerpo", recuerda. "Respiré hondo, le di tres fumadas y, antes de poder bajar la pipa, me encontraba en un mundo completamente diferente. Hace efecto de inmediato. Me quitaron la pipa y el encendedor de las manos y, con un empujón delicado, me llevaron al sofá de mi amigo. Había perdido todo el control".

Willem describe que cada objeto en la habitación se aleja de las paredes y vuela. Mientras tanto, sus amigos se estaban contorsionando en diferentes formas, antes de flotar y caminar en el techo. "No tienes tiempo para procesarlo, todo pasa demasiado rápido", dice. "Durante un viaje como ese, no sientes ningún temor, todo lo que experimentas es un indescriptible sentido de conexión y amor. Pero cuando volví a la realidad, me cagué. Fue traumático, pero al mismo tiempo, hermoso".

La experiencia dejó tal marca en él que no pudo dejarla ir. Comenzó a investigar los orígenes de DMT para comprender mejor su propia experiencia, y descubrió que incluso él –alguien que no sabía mucho de química– podría hacer la droga en casa siguiendo unos sencillos pasos. "Una reacción ácido-base no es tan complicada, y hay un montón de consejos de química casera en internet", explica Willem.

Por 170 dólares, Willem compró el kit de inicio para convertir su cocina en un laboratorio de drogas experimental. "Hacer ese primer lote fue complicado", recuerda. "Terminé con dos gramos de DMT. Me sentí muy bien, aunque no sabía si realmente funcionaría".

Willem sabía que lo justo era probar el producto antes de ofrecérselo a sus amigos. "La primera vez fue estresante", dice. "Estaba en casa de un amigo con mi novia de entonces. Sabían que había estado trabajando en ello, pero cuando puse mi DMT casero en la mesa, hubo un silencio tenso. Decidí subir al piso de arriba y fumé de la pipa mientras mi novia estaba sentada a mi lado. No sé por qué tenía tanta fe en que las cosas saldrían bien, pero lo hice, y tenía razón. ¡Fue mágico!"

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La casa de William se llenó rápidamente de matraces y DMT.

Un año después, Willem terminó la escuela y se convirtió en reparador de relojes. Trabajaba en un almacén cinco días a la semana, y eventualmente ahorró los 1,709 dólares que necesitaba para comprar equipo de cocina profesional. Pasaba fines de semana enteros en casa, enseñándose a sí mismo a cocinar DMT. "Aparte de la droga en sí, desarrollé un amor y fascinación enorme por la química", dice. "Podía mirar el DMT durante horas mientras se cristalizaba en un frasco de vidrio. La química convertida en pornografía", dice.

El sol comienza a ponerse mientras vamos de regreso a su remolque. "Cuando algo me fascina, me sumerjo profundamente en eso", dice.

Pronto, todas sus repisas se llenaron de frascos de hidróxido de sodio, botellas de vinagre y grandes matraces cónicos. Había jeringas de plástico por todas partes y carpetas llenas de recetas y notas de investigación. Mientras enumera todas las cosas que solía tener en su casa, Willem se ríe. "Al principio, era bastante imprudente tener todo por ahí de una manera tan desorganizada. Los amigos que venían al principio se asustaron. Pero nunca guardé el secreto, y al final a ellos también les pareció emocionante".

Sin embargo, nadie quería comprarle. "La respuesta inicial fue decepcionante", admite. "Algunos amigos compraban una dosis única de vez en cuando, pero eso era todo lo que vendía. En un momento dado, había producido 300 gramos, que se tendrían que vender en las calles por 30,728 dólares. Así que busqué más compradores". Willem no nos dice cómo encontró a estos grandes compradores, pero revela que eran excelentes para los negocios. "Eran muy diferentes a los hippies y los psiconautas a los que les vendía antes. De repente, estaba hablando con hombres de negocios reales, tipos ricos que siempre cumplían su palabra y cumplían con los contratos. El dinero empezó a llegar".

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Willem se volvió más y más eficiente en su pequeña cocina: pasó de trabajar con un solo frasco de vidrio a 32 contenedores simultáneamente. "Eso significa que agregas líquido 160 veces y agitas los frascos 3,200 veces", calcula en voz alta. "En ese momento, se convirtió en un trabajo de tiempo completo, no solo en un pasatiempo, y tuve que aceptar que estaba infringiendo la ley a lo grande. Me di cuenta cada vez más de que era un criminal, un sentimiento que disfruté. Mientras más profesional me hacía, más grande era la emoción".

Una vez que llegamos a su remolque –estacionado en la propiedad de su nuevo jefe– nos enfocamos al lado más práctico del proceso. "La mayoría de las cosas las compraba en una ferretería", me dice. "La primera vez no hicieron preguntas. Pero cuando te presentas por décima vez para comprar cinco botellas de hidróxido de sodio, quieren saber para qué las estás usando. Necesitas todo eso para producir casi cualquier droga sintética en el libro, e incluso se puede usar para fabricar bombas. A veces te piden una copia de tu identificación. Esto significa que tuve que ir a un montón de tiendas diferentes".

Dentro de su remolque, saca unos cuadernos. "Para mí, ya no se trataba de seguir un método establecido". Al investigar, realizar experimentos y mantener un montón de notas, Willem siguió mejorando sus recetas y procesos. También comenzó a especializarse en hacer una mezcla para fumar con DMT llamada Changa. "¡Incluso más rara que el DMT!" se jacta Willem.

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Recipiente con Changa (izquierda) recipiente con DMT (en medio). Un pequeño tubo de DMT (derecha)

Willem está hablando con más suavidad ahora. "Los residuos químicos son un problema", dice. "Solo una vez tiré los residuos en el escusado, pero me sentí muy mal por eso. Otras veces, los puse en contenedores y los dejé en una esquina. Pero eso tampoco está bien: lo vuelves un problema ajeno. Pero cuando haces cosas contra la ley, no hay nada que puedas hacer".

A los 24 años, Willem había conseguido suficientes compradores para renunciar a su trabajo habitual. En casa, todo lo que hacía era cocinar DMT. Tenía que trabajar con las ventanas abiertas, lo que causaba que el aire alrededor de su casa oliera constantemente a éter de petróleo. Eso, a su vez, le causaba miedo de que el incienso no fuera suficiente para enmascarar el olor y mantener a raya las sospechas de sus vecinos. Willem se ponía cada vez más nervioso con cada persona que pasaba por su casa y se sentía cada vez menos cómodo ahí. "Cuando trabajaba [haciendo DMT] a tiempo completo, me volví muy paranoico", dice. "La falta de sueño tampoco ayudaba. Trabajaba durante semanas sin ver a mis amigos".

Muy pronto, el dinero no parecía valer tanto estrés. "Solía pensar que el dinero me haría feliz, pero hace mucho que no me siento así", dice. "Los tipos para los que trabajaba en ese momento querían que empezara a producir metanfetaminas o éxtasis. El plan era que me mudaría a una casa en medio de la nada que estuviera equipada con un laboratorio completo y todos los materiales y productos químicos que necesitaba. Podría trabajar sin que me molestaran y ganar miles de dólares al mes".

Se detiene un momento y pasa saliva. "Para mí, eso era ir demasiado lejos. Ya no quería hacerlo", dice. "Durante años, pasé todo mi tiempo cocinando drogas e inhalando vapores químicos, con el riesgo de que me atraparan o de que mi casa se quemara. Quería quedarme con el DMT y su mundo de hippies. Cuando produces metanfetaminas o cocaína, tratas con gente muy diferente".

Desde el año pasado, Willem ha estado disolviendo su imperio de las drogas. Todavía no revela para cuántas personas trabajaba, pero dice que el proceso de abandonar esas relaciones ha sido fácil. Entonces, ¿ya nunca lo volverá a hacer? "La química siempre será uno de mis pasatiempos. Pero mis días de cocinar han terminado", dice. "Me considero afortunado porque nunca me atraparon y ahorré una buena cantidad de dinero, pero al final, quería recuperar mi libertad".

Finalmente, Willem encontró esa libertad, me dice, en su nueva carrera como horticultor, después de volver a la escuela para estudiar agricultura. Estira las piernas, dobla los brazos detrás de la cabeza y mira la lámpara de aceite que está en una mesa pequeña afuera de su remolque. Nos despedimos poco después. Willem tiene que regresar al campo antes de las 7 AM.

* El nombre de Willem ha sido cambiado para proteger su identidad.

Eric Borghuis http://bit.ly/2SgNhMF

Cómo encontré las fuerzas para levantarme después del funeral de mi madre

Artículo publicado originalmente por Broadly Estados Unidos.

Estaba exhausta. Al pensar en esa semana, creo que no puedo recordar mucho. Asumo que comí. Estoy casi segura de que me bañé, me vestí, interactué con visitantes, pero no puedo recordar ningún detalle.

Después de que le dicen a uno que su madre murió a causa de un ataque de asma, los detalles se vuelven borrosos. Aún así, hay algunas cosas que recuerdo. Cosas que me sanan. Cosas que me atormentan. O cosas que hacen ambas. La vida ya es algo complicada. Los traumas inesperados la vuelven completamente insoportable. Estaba exhausta.

La semana anterior al funeral siempre es un torbellino. Para mi familia, fue un huracán. Dos días después de que mi mamá murió, su única hermana viva sufrió un gran infarto en nuestra casa. Hubo un momento en que toda la atención se trasladó al cuidado de mi tía. Aunque la comprendía, el hecho de haber perdido a mi madre impedía cualquier intento por enfocarme en otra cosa. Con la ayuda de algunos familiares y amigos, pasé a la planeación del funeral de mi mamá. Mientras tuviera algo que hacer, no tenía que aceptar la verdad. Pero mi rechazo a aceptar mi nueva realidad no hizo de esta menos cierta. Mi madre se había ido, y no volvería nunca.

Es aterrador cómo todo frena súbitamente cuando se termina el funeral. No había nada más que hacer, así que intenté dormir y recuperar una pizca de toda la fuerza que había perdido. Uno por uno, mis amigos y seres queridos vinieron a mi habitación para despertarme y despedirse. Me dijeron que me avisarían cuando llegaran a sus casas, y que me amaban y me tendrían en sus oraciones. Yo no recuerdo haber dicho mucho. No había nada que decir.

La mañana siguiente al día más difícil de mi vida, el día en que enterré a mi madre, aprendí una triste verdad: las personas siguen con sus vidas. Por mucho que las personas amaran a mi madre y a mí, y por mucho que reajustaran sus agendas para estar ahí, estaban volviendo a sus rutinas normales. Serían capaces de ir a trabajar el lunes, de 'repostear' memes graciosos en redes sociales, y de estar agradecidos en silencio de que no fue su madre la que se quedó en el cementerio en el fin de semana. Yo no me podía dar ese lujo.

Yo me enfrentaba a la realidad de que, a pesar de que hacemos del luto un evento comunal, dejamos que las personas sientan la pérdida solas.

Cuando salí de mi habitación ese primer día después del funeral de mi madre, ajusté mis ojos a la luz y escuché voces. Aunque dormí la mayor parte del día y los últimos de mis amigos acababan de irse, mis amigos Sheleda y Pierre se quedaron un día más. No querían que yo me quedara sola en la casa el día posterior al entierro. Más tarde esa noche, fuimos al cine local de 3 dólares para ver a Daniel Craig como James Bond en Spectre y comimos hamburguesas en el sitio de culto de Carolina del Norte, Cook-Out. Yo me habría quedado en la cama todo el día; en cambio, ellos intentaron encontrar una forma de traer una pizca de felicidad a mi mundo. No sabían que después compraría Spectre y la vería en varias ocasiones para acordarme de ese día.

Después de volver a mi casa, me metí de nuevo a mi cama sabiendo que no importaba cuando fuera a salir de nuevo. No estaría sola. Están los que se quedaron. Son amigos que condujeron hasta mi casa a verme cuando no me escuchaba bien o no había respondido llamadas o mensajes. Están los mentores que orquestaron mi cuidado a millas de distancia. Están los familiares que dejaron todo para viajar a Nueva Jersey para asegurarse de que, cuando eventualmente fui hospitalizada por depresión, no viviera el trauma sola. Nunca estuve sola.

Tres años después, los pensamientos de ese día todavía me provocan pesadez. Ese día marcó el comienzo de la intensa revelación que controló mi vida por los siguientes tres años. La muerte de mi madre me dejó completamente deshecha, y no intenté ocultarlo. Ya era suficiente con intentar sobrevivir a cada día; no podía hacer eso siendo deshonesta.

Cada aspecto de mi vida resultó afectado. Si recibía un mensaje de texto o una llamada, inmediatamente entraba en pánico pensando que eran malas noticias. Para resolver ese problema, mi teléfono estuvo en modo "No molestar" por seis meses. Enfocarme en el trabajo era imposible. Ya no sabía nada de nada. Nada tenía sentido. Mis movimientos eran restringidos; mi respiración estaba afectada. No sabía cómo sobrevivir en un mundo sin la persona que me enseñó a vivir y amar y perdonar y sobrevivir. No sabía como vivir sin el arquetipo de mi propio ser, mi alegría.

Y aún así, hay algo acerca de ese día —el día del entierro de mi madre— que de alguna manera me dio licencia para enfrentar los días que vendrían después. Después pensaría en ese día, y en el cuidado de mis amigos, para recordarme a mí misma que, en medio de profunda oscuridad, podía escoger la luz. La mentira de las grandes pérdidas es que nada permanece. Pero no lo perdemos todo. Hay algo que lucha para quedarse, lucha para vivir. Y cuando nos apoyamos en eso, incluso si solo es por un momento, podemos ver la recompensa que todavía tenemos en esta vida tan fracturada.

Aunque escoja quedarme en la cama con las luces apagadas y las persianas cerradas o ver películas y comer hamburguesas con amigos, ya he hecho lo que nunca creí que sería capaz de hacer: le dije adiós a mi madre, y nada nunca será más difícil que eso. De alguna manera, eso me dio una paz empoderadora.

Candice Benbow https://ift.tt/eA8V8J

El silencio de la Javeriana legitimó la transfobia contra una de sus estudiantes

Artículo publicado por VICE Colombia.


En febrero del 2017, a Juli Salamanca —la estudiante trans que denunció a la Javeriana por transfóbica—, la universidad le había asegurado que le iban a respetar su identidad de género y su nombre —aunque no hubiera hecho cambio de nombre ni de sexo en su cédula— y que iban a adaptar uno de los baños ya existentes en las instalaciones de la universidad para que fuera un baño mixto. Así lo documentamos y celebramos en #FuriaTravesti, mi columna de VICE, en esa época.

Indagué quién le había dicho que sí a Juli, y quién fue el que reculó. Después de enfrentar violencia y discriminación por parte de otras estudiantes, personal de seguridad y señoras del aseo, la Javeriana aceptó las peticiones de Juli. Esto ocurrió en una reunión con presencia de la Facultad de Comunicación Social, la Vicerrectoría del medio (encargada de la oficina en la universidad de todos los temas de identidad) y el grupo estudiantil Stonewall. Durante los próximos dos años, Juli se acercó constantemente a preguntar por la ejecución de la decisión y le decían que hacía falta la aprobación de la oficina jurídica.

Mientras la oficina jurídica decidía, le dieron una solución brillante y espectacular para curar la discriminación: segregarla. Le dieron tres baños para ella solita y un carnet sin nombre, solo con su apellido. Es decir, que se hiciera lejitos y escondidita para que se evitara problemas. ¡Y hasta le dieron su propia llave para abrir los baños! ¡Una verraquera esos jesuitas! ¡Todos unos loquitos y open-minded!

La respuesta de jurídica, después de dos años de espera, fue que habían elevado la petición a la Rectoría y esta decidió ignorarla. El silencio en casos de violencia se llama complicidad: “La Vicerrectoría me informó que la Rectoría, a cargo del Padre Jorge Humberto Peláez desde el 2014, nunca dio respuesta a la petición” ¿Por qué el padre Jorge Humberto Pelaez Piedrahita decidió ignorar un caso de violaciones de derechos humanos a personas de grupos históricamente discriminados dentro de su institución?

Su silencio facilitó el acoso de Juli. Me contó que el personal de seguridad empezó a acosarla y a pedirle el carné a toda hora: "un día, alcancé a contar tres requisas de parte de vigilantes diferentes en menos de 20 minutos".


Tan insoportable se volvió la situación, que Juli decidió el camino difícil: enfrentarse al poder. Durante el gobierno anterior, Juli pidió un concepto a la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio del Interior y este expidió un concepto favorable a las peticiones de Juli. Hablé con una persona que estaba vinculada a la Dirección de Derechos Humanos para la época y me confirmó que el concepto si se generó y de forma favorable. Asimismo, aparece en el correo de Juli desde un correo institucional.

Cuando hubo cambio de gobierno, la universidad solicitó al Ministerio que se pronunciara sobre la veracidad de dicho concepto, a lo cual el equipo encargado de Derechos Humanos, ahora en cabeza de Nayid Abú —quien se afirma que es la cuota política que pagó Iván Duque a los cristianos por su apoyo en la campaña presidencial y quien es simpatizante del partido católico y ha trabajado con Viviane Morales—, respondió en dos comunicaciones dirigidas a la Universidad Javeriana, ambas con fecha de diciembre del 2018, que no pudieron encontrar dicho concepto por ninguna parte. ¿Por qué niega Nayid Abud la existencia de un concepto favorable expedido desde un correo institucional del Ministerio del Interior?

Aunque los medios y las redes sociales han reportado el caso de Juli como una victoria del reconocimiento del nombre y la identidad de género, a nosotras nos sigue pareciendo una decisión muy salomónica y tibia. La jueza, así como la universidad, también decidió ignorar y no pronunciarse frente a otras peticiones que Juli incluía en su tutela: capacitaciones para vigilantes (la jueza se salió por la tangente y dijo que “sugería”, no ordenaba, hacer capacitaciones de género); un evento público de reparación donde se le pidiera perdón (petición absolutamente ignorada); y un manual de prevención de suicidio (la jueza le recomendó ir donde las psicólogas que ya tenía la universidad) ¿Por qué la jueza ignoró tan descaradamente peticiones tan específicas y concretas?

Lo que busca con su tutela es una reforma integral del plantel educativo para que las personas trans puedan sentirse iguales al resto de sus compañeros. Un movimiento estudiantil iniciado en el 2015 denominado la #ReformaTrans, que marcó un hito en Perú y logró que la Pontificia Universidad Católica del Perú fuera la primera universidad del país en reconocer el derecho de los estudiantes a cambiar su nombre de acuerdo a su identidad de género, fue el detonante que llenó de coraje a Juli para darse la pelea en la Javeriana. Por eso, decidieron impugnar el fallo y están a la espera de una respuesta menos salomónica.

Al igual que en el caso de Juli, una autoridad jerárquica dentro de la institución intentó echarles para atrás su proceso de reconocimiento de derechos. Después de que la Asamblea Universitaria la aprobara, el rector de la universidad, Marcial Rubio Correa, manifestó en una carta su discrepancia con la política; dijo que los estudiantes debían cambiar primero su documento de identidad oficial como requisito para que la universidad lo reconociera. La excusa de la Universidad Javeriana también fue: “que cambie su documento de identidad primero”.

Este tipo de requisitos representan una falta de empatía tremenda con la realidad de las personas trans. En Colombia aún sigue siendo súper engorroso y costoso realizar un cambio de nombre y sexo en los documentos de identidad. Aunque el Decreto 1227 del 2015 cambió mucho las cosas (ya no se requieren pruebas médicas y el proceso cambió de judicial a administrativo agilizando el trámite), la falta de coordinación entre las notarías (encargadas de realizar las escrituras públicas) y las registradurías (encargadas de registrar el nuevo registro civil corregido mediante la escritura pública) —en particular cuando están en diferentes ciudades— y los costos en un contexto de desempleo y exclusión estructural, hacen del requisito un lujo al que sólo las personas trans con privilegios de clase podemos acceder.

El requisito además revive debates jurídicos que ya habían sido resueltos por la Corte Constitucional colombiana. Por un lado, la Corte ya ha dicho en repetidas ocasiones que la prueba más idónea para determinar la identidad de género de una persona es mediante el autorreconocimiento, es decir, preguntarle a la persona cómo se identifica.

Por otra parte, la Corte ya se ha pronunciado con respecto al derecho a la educación de las personas trans en instituciones de educación posteriores al colegio. En 2016, la Corte Constitucional resolvió el caso de un estudiante trans en el SENA que pedía que se le respetara, entre otras cosas, que le reconocieran su identidad de género en la institución, aunque no había hecho cambio de nombre ni sexo en sus documentos de identidad. La Corte le ordenó al SENA abstenerse de interferir “en el desarrollo y la expresión legítima de la identidad de género… brindar un trato acorde con el desarrollo y expresión legítima de la identidad de género”.

Adicionalmente, le dio seis meses para diseñar un plan que incluyera como elementos mínimos: desarrollo de actuaciones administrativas que faciliten los procesos de afirmación de la identidad de género; implementación de mecanismos de sensibilización sobre la protección de los derechos de las personas trans; diseño e implementación de rutas de atención efectivas para casos de violencia y discriminación; implementación de sistemas de información más inclusivos y menos rígidos; y promoción de grupos de interés, foros y actividades académicas que desarrollen temas de orientación sexual e identidad de género ¿Habrá cumplido el SENA con la tarea?

En el primer round la ilusionaron, le pintaron pajaritos en el aire y le salieron con un chorro de babas. Juli se levantó como pudo de ese golpe y dio el suyo con guante blanco al defender su dignidad por vías legales. Aún falta la sentencia de segunda instancia y la posible revisión de la tutela por parte de la Corte Constitucional. Mantengamos la vigilancia sobre el proceso y, mientras tanto, podemos ir avanzando en comprender mejor el problema.

Con el fin de poder dimensionar de mejor manera el problema, Juli y yo queremos invitar a todas las personas trans que están, han pasado o quieren llegar a la universidad a que compartamos en nuestras redes sociales con el #TransEnUniversidades nuestras experiencias, miedos y propuestas sobre la situación de las personas trans en las universidades.

Nos vemos en Twitter, amigues.


* Esta es una columna de opinión. Por tanto, no refleja las posturas ni opiniones que VICE en Español tenga sobre el caso.

Sigue a Mati por acá y a Juli por acá.

Mati González Gil https://ift.tt/eA8V8J

“Destruyó mi pito de tanto morderlo”: Tu peor one-night stand en seis palabras

Artículo publicado por VICE México.

¿Qué mejor manera de sentirnos seres humanos, vivos y activos, que cogiendo con un desconocido? Está en las antiguas escrituras y está bien el amor y todo eso que existe en las películas de Adam Sandler, pero, ¿saben lo liberador que es poder encontrar alguien que quiera coger con nosotros y luego, nunca jamás, volver a molestarnos? Cada persona que cohabite en el planeta tiene que vivir esto para entender de lo que hablo.

Las relaciones sexuales de una sola noche son liberadoras: no importa nada más que el placer de las personas involucradas en el acto. No vale el "¿pero qué somos?", todo lo que suceda en ese lugar debe estar hecho para generar placer.

Pero claro, no todo es hermoso en esta terrible e injusta vida y muchas veces estas experiencias son horriblemente culeras. Las dos personas están borrachas y todo es muy torpe, no hay conexión, una de las dos está pensando en el ex o que dejó la llave del gas abierta. Siempre pasan estas cosas y en honor a todas esas terribles experiencias que probablemente queremos olvidar y hacer como si nunca hubiesen existido, le pedimos a varias personas que resumieran en seis palabras sus peores one night stands.

"Cambié mis sábanas por el olor" —Diana, 28

"Disfunción eréctil unida a mucho LSD" —Jorge, 30

"Sus padres nos hicieron el desayuno" —Karina, 28

"¡Subió historias a Instagram mientras cogíamos!" —Miguel, 32

"Disfruté mucho más pedirle el Uber" —Sofía, 27

"Destruyó mi pito de tanto morderlo" —Iván, 33

"Su boca olía a humedad pura" —Laura, 31

"Me vine justo en dos minutos" —Armando, 30

"Ni siquiera me cuchareó el puto" —Daniela, 26

"Se me quedó el condón adentro" —Adriana, 28

"Me hizo fisting y casi vomito" —Jesús, 30

"Andaba bien ajo y me malviajé" —Luis, 30

"Le gustaba que lo escupiera siempre" —Fabiana, 28

"Subió una foto a Instagram juntos" —Israel, 30

"Pedos vaginales, mal olor, terrible sabor" —Daniel, 32

"Se encerró horas en mi baño" —Gabriela, 26

"Dijo que si podíamos ser novios" —Amanda, 28

"Treinta segundos trágicos, dolorosos y olvidables" —Fernando, 25

"Me recordó demasiado a mi madre" —Rodrigo, 30

"Me vine dentro y sin permiso" —Alberto, 29

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Diego Urdaneta https://ift.tt/eA8V8J

Cómo hacer un torneo de 'Mario Kart' para ponerte hasta el culo

Artículo publicado por VICE México.

Recientemente se han abierto demasiados bares y restaurantes con juegos de video, pareciera que después de Stranger Things, la fiebre nostálgica nos seguirá golpeando con fuerza durante un rato. Originalmente, muchos de estos lugares estaban pensados para niños: el plan ideal era llegar, jugar y comer hamburguesas, hotdogs, papas fritas y helado, pero esta fórmula necesitaba revitalizarse para seguir siendo relevante entre los millennials, necesitaba algo nuevo que pudiera volverlos a poner en el mapa del entretenimiento, y la herramienta secreta para lograrlo fue el alcohol.

Hace menos de un mes se cumplieron 22 años desde que Mario Kart 64 se lanzó al mercado, y para celebrarlo, el departamento editorial de VICE en Español mutiló su jornada laboral un martes para ir a LevelUp, un restaurante bar en la CDMX con decenas de consolas y emuladores que van desde el Atari 2600, hasta el Xbox one, y con títulos como Super Smash Bros, Call of Duty, Halo y, obviamente Mario Kart. Fue así que decidimos diseñar un nuevo plan de juego colectivo para la versión rápida y furiosa de las aventuras de Mario Bros.

Cuando terminamos nuestro cometido, logramos corroborar con nuestra propia experiencia qué la mezcla de comida, mucho alcohol, gritos y videojuegos, era lo único que necesitaba nuestro martes para ser feliz, así que decidimos realizar un torneo de lo que más conocíamos y con lo que más nos gustaba: cerveza y Mario Kart.


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Participantes

Éramos ocho personas y todas habíamos usado este videojuego en alguna etapa de nuestras vidas, en ese momento estábamos listos para engendrar la primera edición del Torneo Amateur de Mario Kart del Área Editorial de VICE en Español, TAMKAEVE, por sus siglas en español.

Nuestra intención era viajar en el tiempo y poder revivir esos momentos infantiles en los que todo nos valía verga. Donde la única responsabilidad era no ser el último en cruzar la meta del Mario Circuit 2 y lo logramos.



Reglas

- Jugar lo mejor que puedas

- Beber todo lo que puedas

Sorteo

El TAMKAEVE estaba conformado por 8 jugadores con habilidades distintas. En una bolsa de plástico había ocho papeles numerados del 1 al 8. Cada jugador tomó uno al azar, de tal suerte que aquél que sacara el “1”, competiría contra el “2”, formando el grupo A; el “3” con el “4”, formando el grupo B, y así sucesivamente.

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Arranque

Así comenzó el TAMKAEVE: 4 duelos entre dos personas que terminaron por eliminar a la mitad de los 8 jugadores. La victoria de cada grupo se definió por un justo y clásico 2 de 3, dejando al final de esta serie de enfrentamientos, solamente a 4 de las 8 personas que vieron el banderazo de inicio de este torneo.

Señoras y señores, nos acercamos a la gran final; el ganador de cada grupo se enfrentará con los demás victoriosos, es decir: la persona ganadora del Grupo A competirá contra la del Grupo B, y la del Grupo C contra la del Grupo D, llegando así a la final del TAMKAEVE, la batalla que definirá al primer lugar.



La final

La final llegó. El alcohol ya había sido bastante, pero las jarras de cerveza seguían desfilando. Las vueltas eran menos calculadas. Nos tropezábamos y chocábamos más. Se nos olvidaban los premios. Estábamos comidos y bebidos. Lo único que quedaba de la barra editorial de VICE en Español era la euforia por conocer al campeón, y entre decibeles altísmos de porras y mentadas de madre, José Luis Martínez Limón, coeditor de VICE.com, salió victorioso de este primer campeonato.

“Para ser honesto, no fue fácil conseguir ser el campeón de este torneo de Mario Kart, todos fueron muy buenos oponentes”, comenta José Luis, el primer lugar. “Es un honor ser el primer campeón del TAMKAEVE, espero que esto motive a muchos jóvenes que tienen en su lista de sueños ganar un torneo como este”, concluyó.

Posterior al torneo, tuve la oportunidad de conversar con otras participantes:

“Fue una experiencia que me cambió la vida. Antes de ese día dudaba mucho de mis habilidades con los botones. No valoraba lo suficiente unos dedos llenos de agilidad. Me siento muy orgullosa de casi quedar en la final.” Me cuenta Daniela Silva del departamento de traducción, aunque no todo fue miel sobre hojuelas: “La situación no fue fácil, se me presentaron varios obstáculos como el sudor en las manos y la chela en el cerebro, pero procuré mantenerme concentrada”, concluyó.

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Por su parte, Laura Castro, también del departamento de traducción, agregó: “Me alegro de que haya alguien todavía más mala que yo en el manejo de Mario Kart; pero es terrible ser el cliché de la chica que no sabe de videojuegos. Practicaré mucho para salvar el honor femenino en el siguiente torneo", concluyó.

Así mismo, los comentarios del segundo y tercer lugar, se hicieron notar:

“Siempre he sido sumamente exitoso en cualquier competencia y me di cuenta que todos estaban en mi contra. Todos querían que yo perdiera. Querían que por una vez me saliera del lado de la gloria. Y bueno, yo soy un Cristiano Ronaldo, pero sudamericano. Y José Luis, muy bueno, es como Messi. Y en esta ocasión, ganó Messi”, nos explica Diego Urdaneta, redactor de VICE en Español. “José Luis reconoció mi talento, tú sabes, entre genios nos reconocemos, pero la gente está acostumbrada a verme ganar y ahora quieren que todo el tiempo sufra”, terminó.



“Me siento contento, creo que mi desempeño fue de calidad alta, aunque también noté que había espacio para mejorar. Quedé oficialmente en tercer lugar, pero creo que debió de haber existido algún tipo de repechaje, porque la verdad sí me quedé un poco ardido. Habrá que esperar las siguientes ediciones”, comenta Sergio Pérez —quien curiosamente comparte nombre con el piloto de la F1—.

Los ánimos siguieron en el lugar después del primer Torneo Amateur de Mario Kart del Área Editorial de VICE en Español, exitosamente habíamos logrado completar nuestro experimento.

Oficialmente quedé en los últimos lugares del torneo, pero recuerden: lo importante es competir.

Sigue a Luis en Instagram.

Luis Carreño http://bit.ly/2RuNlUl

Los tamales de chilaquiles sí existen y no son chilangos

El tamal de chilaquiles pica intenso, tanto, que después de comerlo se respira mejor. Tras el primer bocado ya se pueden ver las capas alternadas de la masa y el naranja intenso de la tortilla con jitomate y chile jalapeño rojo. La hagúakata, que es su nombre purépecha, es esbelta, nada que ver con la gordura de otros tamales, ni mucho menos con su prima, la torta de chilaquiles.

Tangancícuaro, Michoacán, es la cuna de esta preparación. La versión original se rellena con frijoles. Fue a Elia Gudiño Magaña, quien un día de 1990 se le ocurrió echar mano de unos chilaquiles rojos que sobraron del desayuno. La primera en probarlos fue la señora Lucita Cholico, una de las mujeres más conocidas del pueblo, quien se los llevó a probar al señor cura. Se corrió la voz y el éxito llegó al puesto de Gudiño, ubicado afuera del mercado municipal.

Elia empieza la faena de moler el nixtamal a las 12:30 de la noche. En su casa dispone de un molino y de la ayuda de las ánimas del purgatorio, a quienes les reza con devoción para evitar —según dice— que le muevan las sillas y le hagan ruidos, pero también para que la ayuden a terminar más pronto. A las 3:30 enciende las ollas y media hora después empieza a meter los tamales. Esta labor la hace en capas, para que no se le aplasten, una nueva cada 15 o 20 minutos. Ya cuando está por amanecer, prepara el atole: de tamarindo entre semana y de leche los domingos. A las 6AM queda todo listo y a las 7:20, con la ayuda de su hija Elia Ríos, instala su mesa plegable y tres bancos sobre los que coloca las ollas. En 20 minutos lo vende todo.

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La demanda es tal, que los domingos tiene que repartir boletos para que la gente no se amontone alrededor de las ollas. La mayoría de los compradores son locales, algunos más, llegan de los poblados vecinos y de ciudades como Guadalajara, que queda a dos horas y media de viaje. En diciembre, decenas de migrantes que vienen de Estados Unidos para ver a sus familiares, acuden por su ración de tamales para llevar consigo al regreso.

Los chilaquiles y frijoles con los que se rellenan los tamales los prepara la hija de Elia un día antes por la tarde. Ambos guisos son picosos, quizá porque responden a la necesidad de despertar al comensal y ayudarle a comenzar el día. Para los chilaquiles se usan 10 kilos de tortillas cortadas en pequeños cuadros, a los que luego de aceitarlos, los bañan en una salsa preparada con 24 kilos de jitomate y 750 gramos de chile serrano rojo, por último, como se acostumbra en Tangancícuaro, se le incorpora el huevo, dos kilos en este caso. El resultado es una pasta casi compacta y homogénea.

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La receta con la que aprendió la señora Gudiño, hoy de 67 años de edad, se la enseñó su madre. Requería de un metate y un paño, sobre los que se colocaba una capa de masa y luego una del guiso ya frío, con ayuda del paño, se doblaba varias veces hasta dar lugar a un cuadrado. Sin embargo, dada la demanda, descubrió que es más rápido si se ayuda de una prensa para tortillas. La masa es fina y compacta, pues como dice Elia “va remolida, como la de las tortillas”, no lleva levadura ni manteca, solo sal. Tampoco se envuelve en hoja de plátano ni en las tradicionales hojas de la mazorca, sino en la hoja del tallo del maíz, sharákata, en purépecha.

Hoy ya son casi 29 años los que lleva vendiendo tamales. Al principio era toda la semana y desde hace dos años solo de jueves a domingo, en los que cada madrugada envuelve entre 260 y 280 tamales de chilaquiles y 120 de frijol, que vende a diez pesos cada uno.

Irene Vázquez http://bit.ly/2Ga6QQl

La piratería en internet puede ser buena para los negocios, revelan investigadores

Artículo publicado originalmente por Motherboard Estados Unidos.

La piratería no siempre es el villano ruin que la industria del entretenimiento retrata, según un nuevo estudio conjunto de la Universidad de Indiana.

La industria del entretenimiento ha pasado décadas satanizando la piratería. Ciertas organizaciones de la industria como la Motion Picture Association of America proponen "soluciones" cada vez más agresivas y costosas al problema (como entrar en litigios dudosos y la expulsión de los piratas de internet), que históricamente no han hecho mucho para detener la violación de los derechos de autor.

Sin embargo, en un nuevo estudio, investigadores de la Universidad de Indiana como Antino Kim dicen que la piratería en internet a veces puede tener un impacto positivo en los mercados, y que ser demasiado agresivo en la vigilancia y el castigo de los piratas puede ser contraproducente.

"En ciertas situaciones, cuando se venden bienes informáticos a los consumidores a través de un proveedor, parece que un nivel moderado de piratería tiene un impacto sorprendentemente positivo en las ganancias del productor y el proveedor, mientras que, al mismo tiempo, mejora el bienestar del consumidor", señalan Kim y sus colegas investigadores.

Como ejemplo, el estudio de Kim ("La "mano invisible" de la piratería: un análisis económico de la cadena de suministro de productos informáticos") se fijó en el exitoso programa Game Of Thrones de HBO, que habitualmente rompe los récords de piratería gracias al intercambio de archivos en BitTorrent.


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Los investigadores descubrieron que la piratería a menudo actúa como una forma de competencia invisible, que impide que tanto el productor (HBO) como el operador de cable suban demasiado los precios. Si se aumentan demasiado los precios, los usuarios simplemente recurrirán a la piratería, creando pérdidas aún mayores.

La idea de que la piratería actúa como un control competitivo en los mercados no es ciertamente un argumento nuevo. Innumerables empresas (como Good Old Games) han descubierto que la mejor solución a la piratería es ofrecer un producto mejor, más barato y sin DRM que haga que la piratería sea menos aceptable. No obstante, es una lección que muchos ejecutivos de la industria del entretenimiento no parecen entender.

Los investigadores tienen claro que sus hallazgos tienen sus límites y no están abogando abiertamente por que las empresas adopten plenamente la piratería. Sin embargo, argumentan que si entienden los beneficios de la piratería como una forma de competencia invisible, descubrirán que los esfuerzos demasiado agresivos contra la piratería pueden dañar al mercado.

"Nuestros resultados no sugieren que la vía legal deba comenzar a alentar activamente la piratería", dijeron los investigadores. "Lo que implica es simplemente que, en el contexto del mundo real, nuestros productores y proveedores deben reconocer que un cierto nivel de piratería puede ser realmente beneficioso y, por lo tanto, deben ejercer cierta moderación en sus esfuerzos contra la práctica".

Los ejecutivos de HBO han admitido públicamente que la piratería también puede resultar beneficiosa al generar mayor interés en los consumidores. No es enteramente diferente a la forma en que los ejecutivos de Netflix y HBO consideran que el intercambio de contraseñas es más una herramienta promocional que un comportamiento infame que debería ser eliminado (a menudo la posición de los ejecutivos de cable de la vieja guardia).

Esto no quiere decir que HBO se haya abstenido de participar en algunos esfuerzos dudosos contra la piratería a lo largo de los años, incluidas las veces que "sembró" archivos de BitTorrent "envenenados" para impedir el intercambio de archivos. Pero en años posteriores, la compañía ha adoptado la creencia de que la violación de los derechos de autor es más una espada de doble filo que un evento apocalíptico.

Dicho esto, Kim reveló en un correo electrónico que HBO podría tener más incentivos para acabar con la piratería a raíz de la adquisición del canal por parte de AT&T, ya que luego de la fusión es tanto el productor como el proveedor (a través de AT&T y DirecTV, que es propiedad de AT&T), lo que contradice algunos de los beneficios propuestos en el artículo.

"Sin embargo, hay otros efectos positivos de la piratería, como el efecto de la red positiva (es decir, mientras más gente usa el producto, más valioso se vuelve) y el aprendizaje (es decir, los usuarios piratas pueden aprender sobre el producto y comprar la versión legal más adelante)", añadió Kim. “Son ideas que ya habían sido tratadas en otros artículos. Lo que encontramos aquí se suma a esos artículos".

Karl Bode https://ift.tt/eA8V8J

Pasé una tarde probando helados de nitrógeno con mucho alcohol

Artículo publicado por VICE México.

Las heladerías son amor. En gran parte, porque nos recuerdan cuando de niños nuestras nociones de felicidad se resumían en barquillos y bolas congeladas. Las vitrinas llenas de recipientes con combinaciones y sabores clásicos, eran el sueño de todo menor que disfrutara medianamente de su infancia.

Pero uno eventualmente crece y quiere probar cosas nuevas, arriesgadas. Por eso llegué hasta la barra de Ice Cream Nation, una de las pocas heladerías en la Ciudad de México donde congelan sus sabores con nitrógeno líquido.

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Omar Sapien, el dueño del lugar, me explicó que ese método de preparación es ideal para experimentar con ingredientes fuera de lo común. “El secreto radica en que el gas licuado, que enfriará progresivamente la preparación líquida del helado, sale a 196 grados centígrados bajo cero", dijo.

Eso permite congelar lo que sea, y que el resultado tenga una textura más suave y uniforme. Por lo que le propusimos hacer el intento con algunos cocteles y alcoholes que acompañaron fielmente los tiempos universitarios de muchos mexicanos. Él aceptó, puso en marcha sus máquinas especiales y el resultado me puso tal y como esperaba: muy feliz.

Carajillo

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Bastaron unos cuatro minutos para que la preparación que Sapien vació en la batidora metálica se volviera sólida, debajo de una enorme nube de humo de nitrógeno. Luego de que el gas desapareciera, colocó el helado en un recipiente y como toppings le puso conejos de chocolates y trozos de waffle.


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Sí sabía al coctel, pero muy leve. Estaba bastante cremoso y al final dejaba en el paladar rastros del característico Licor 43 que se usa para dicha bebida. El café también estaba presente, pero se perdía en lo dulce de la preparación.

Podrías comerte unos cinco y no sentir el alcohol. Estaba bueno como para hacerle sentir a tu mamá que está brindando contigo en el postre.

Viña Real de kiwi

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Ni siquiera sabía que existía esa versión. Recordaba la de tradicional de durazno. Sin embargo, me arriesgué y lo intenté. En este caso, la preparación líquida venía directo de la botella. No tenía intervención por parte de la heladería. Es decir: el resultado no sería cremoso, ni tendría nada añadido que le bajara un poco los grados de alcohol.

Y en efecto, fue una bomba helada y mareadora. La textura es tersa, pero completamente de agua. El sabor a Viña me pareció fuerte y el olor era intenso desde la preparación. El topping era de naranjas frescas, así que la combinación de cítricos funcionó muy bien.

Después de comerme unas cuatro cucharas, empecé a sentir cosquillas en el estómago. Seguí. Cuando ya podía ver el fondo del vaso, pude percatarme de que los 4.5 grados de alcohol empezaban a incorporarse a mi torrente sanguíneo. Muy despacio, pero seguro. Quisiera llevarme una garrafa de esta belleza a la playa.

Cerveza de cereza

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Lo intentamos con Kriek, que es una cerveza belga obtenida mediante la fermentación de cerezas agrias. Como es bastante dulce, esperaba que el helado también lo fuera. Pero este caso, aunque el color era bastante similar al del líquido de la botella, el sabor era bastante más suave y sus 3.5 grados etílicos pasaban bastante desapercibidos.


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Era como comerte una nieve a la que le pusieron un chorrito de piquete. Al meterle la cuchara, el hielo se resquebrajaba al instante. Y también se deshacía mucho más rápido de lo habitual. Como me diría Sapien: "el calor es el peor enemigo del alcohol."

Más que como helado, definitivamente me tomaría este experimento como aguanieve.

Cerveza stout doble chocolate

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Decepción. A pesar de que en estado natural esta chela es deliciosa y con notas clarísimas a chocolate, no funciona para helado. Al menos, no sin agregarle algún otro ingrediente que disimule su sabor amargo.

Una vez más, este prodigio de casi 6 grados de alcohol perdió su sabor dulce original. En su lugar, repuntó un gusto metálico que me recordó a una cerveza 'quemada'. No lo volvería a probar. Creo que es un desperdicio de lo deliciosa que sabe en su presentación normal, y a una temperatura decentemente fría.


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Prefiero cincuenta veces lanzarme a rescatar la stout, antes de que la vacíen en la máquina donde pierde absolutamente toda el alma. Quizá si la preparación se hiciera con algo que le intensificara el chocolate y le quitara lo quebradizo a la superficie, podría considerarlo de nuevo.

Chocolate con mezcal

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Súper ganador. Nunca hubiera imaginado que un ingrediente tan grasoso pudiera ir tan bien con un destilado de esa naturaleza. Como ya se trataba de una receta de la casa, el resultado fue muy armónico: era suave, concentrado de un chocolate intenso, pero no empalagoso, y bien equilibrado en la cantidad de mezcal.

Ese me lo comí completo, con todo y los extras. Estaba tan rico, que no había forma de desperdiciarlo. La contraparte de eso fue que sí se me subió rápido a la cabeza. Tomando en cuenta que ya había probado de cuatro bebidas distintas antes, éste fue bastante efectivo, por decirlo de alguna forma.

De no ser porque me faltaba uno del que tenía también muchas expectativas, hubiera pedido otro igual. Muy recomendado para cualquier ocasión y día de la semana.

Four Loko Gold

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Aunque no terminamos de entender de qué está hecha esta bebida, la disfruté en helado. Eso sí, cabe hacer la advertencia de que es fuerte; tanto de olor, como de gusto y repercusiones. Sin duda, fue un buen final. Digamos que redondeó la experiencia.

Era bastante más terso que los otros que se hicieron directamente de la botella, pero también se derretía enseguida. Los 12 grados de alcohol evidenciaban su presencia a gritos. Y el sabor, aunque a leguas se sentía artificial, era bueno. Ni muy diluido, ni muy dulce.


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Eso sí, una vez que acabé con este —porque sí me lo terminé—, mi cuerpo se sentía más liviano y buena onda. Pero la cabeza empezó a dolerme: no sé si por la naturaleza de todo lo que me comí, o por el frío. Doy el beneficio de la duda.

Finalmente, Sapien me contó que en la carta habitual sí tienen el de carajillo y el de chocolate con mezcal. Los otros habían sido experimentos para divertirnos esa la tarde. Aunque, luego de probar algunos de ellos, no se cierra a la posibilidad de mejorarlos y quizá también venderlos.

Cuando decidí irme, me dio un último regalo. Había sobrado bastante helado de Four Loko y ya se había vuelto frappé. Así que me lo sirvió en un vaso de malteadas, le puso un popote y me deseo un buen regreso a casa. Ni mejor dicho. Bendito nitrógeno.

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María Fernanda tenía 17 años y estudiaba criminaslítica cuando fue asesinada

El feminicidio en México es un problema que nos debe importar a todos. Del 1 al 28 de enero, se han registrado 133 feminicidios documentados: principalmente en el Estado de México con catorce; Veracruz con diez, Puebla y Ciudad de México con nueve en cada entidad.

El viernes 24 de agosto de 2018, María Fernanda Cervantes se despidió de su mamá. Era fin de semana y le tocaba ir a casa de su papá. Claudia le dio un beso en la frente y como todos los días le hizo saber que la amaba. Al medio día Fernanda le avisó a su madre que su papá ya le había mandado el Uber que la llevaría a su casa. Fernanda y Claudia vivían juntas en Ecatepec de Morelos, el municipio más peligroso para ser mujer en este país. Fernanda se trasladaría a la Unidad CTM Risco, en la Alcaldía Gustavo A. Madero, en la Ciudad de México.

Fer era la tercera hija de Claudia, la más pequeña: nació el 22 de octubre de 2000, aunque los padres de Fernanda no lograron tener una buena relación como pareja, como padres seguían siendo los más amorosos, con una buena y solidad relación con sus dos hijas y su hijo mayor.

Fernanda vivía con su mamá, y cada fin de semana acudía con su papá. “Era una niña entregada a su escuela, siempre de excelentes calificaciones, con una conducta intachable. Desde muy pequeña se inclinó por el Karate, era ya cinta negra, estudiaba el tercer semestre de la Licenciatura en Criminalística en la Universidad de Ecatepec. Todos los días al llegar de la Universidad acudía a su entrenó frente a mi trabajo. No era una niña que anduviera buscando problemas”, detalla Claudia.

Ese viernes 24 Fernanda llegó con bien a casa de su padre, con quien también tenía una muy buena relación. El sábado 25, Fernanda pidió permiso a su papá de salir por la noche. El padre le otorgó el permiso. Pasaron las horas. La hermana mayor de Fernanda, la cual ya vive con su pareja, le marcaba y uno de los mensajes que contestó le hizo saber que estaba con unos amigos. Llegaron las nueve de la noche del 26 de agosto y Fernanda no aparecía.

El padre y la hermana de Fernanda preguntaron cerca de la colonia, y se enteraron de que habían encontrado el cuerpo de una mujer en uno de los andadores. Su hermana preguntaba a los vecinos mostrando la imagen de Fer. De los pocos que se atrevieron a responder, indicaron que la mujer estaba desnuda y que encima le había dejado la ropa.

Fernanda no tenía amigos en la zona. Claudia, su madre, no entiende en qué momento conoció a ese sujeto que la llevó a una reunión “de amigos”, muy cerca de la casa de su padre. Afortunadamente, Claudia me hizo saber que algunos chicos que acudieron a la fiesta, “señalaron que Mario Alberto, un sujeto de 27 años, había llevado a Fernanda a la reunión. Que en un momento Fernanda se levantó para irse a su casa, y que el sujeto fue el último con el que ella salió del lugar, para después aparecer violada y asesinada en un andador muy cerca de la casa de Mario Alberto, quien fue detenido el 11 de octubre de 2018, y quien se encuentra en proceso.

Sin embargo, Claudia está segura que el individuo no actuó solo. “Frida, mi hija era cinta negra, sabía defensa personal. Se habría librado muy bien de un solo sujeto, él no lo hizo solo, estoy segura”.

La carpeta esta residida en GAM-6, catalogada como feminicidio. Sin embargo, las autoridades igual que en cada doloroso caso mantienen una constante revictimización de Claudia, y de la misma Fernanda, sugiriendo que Mario Alberto era novio de Fer. “Quieren dejarlo así, ya no quieren investigar más, y yo no puedo permitir que suceda eso porque además estoy segura que no es la primera vez que este sujeto ataca a alguien, y me preocupa que siga atacando a más niñas como mi Fer. Por eso te busqué, porque necesito que el resto de la gente sepa que las autoridades de la Ciudad de México no tienen el más mínimo interés en crear justicia para mi hija”.

Mario Alberto está detenido en el Reclusorio Norte. Cuenta con un abogado particular que hasta el momento se ha negado a declarar algo. Solo piden prorrogas para dar muestras de su “inocencia”; el juicio está estancado.

“Por eso te busqué Frida, porque quiero que se conozca lo que este asesino le hizo a mi hija y que las autoridades siguen dándoles siempre privilegios. Como si quitarle la vida a mi hija fuera algo que a nadie le importa. También porque hubo una nota donde mencionaron que mi niña tenía una relación con él, y no es cierto”.

La historia de Fernanda no es muy diferente al del resto de las que hemos redactado en este espacio: una niña de 17 años que debería vivir en libertad, con la seguridad de que nada malo le puede suceder. Una mujer llena de sueños rotos, violada y asesinada cruelmente por uno o varios sujetos por el simple hecho de que no pasa nada o a pocos les importa, donde a diario nuestras adolescentes reciben el mensaje claro de que asesinar a una mujer en este país es posible.

Tenemos que entender que nadie sale de casa buscando ser brutalmente violada, que ninguna andamos buscando que nos asesinen, que queremos vivir con libertad, con seguridad, con tranquilidad.

Eres madre, padre, hermana, hermano, hija, hijo. De una mujer víctima de feminicidio, desaparición, o intento de feminicidio búscame, ayúdame a visualizarlas y contar su historia. Voces de la Ausencia.

@FridaGuerrera
fridaguerrera@gmail.com

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“Digo que soy lesbiana; el acoso está cabrón": ¿Cuál es la mentira que más dices?

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Artículo publicado por VICE México.

Mentir es una condición para existir. No existe un ser humano que haya pisado la tierra y que, intencional o involuntariamente, siempre haya dicho la verdad. ¿Por qué? Simplemente porque nadie sabe cuál es “la verdad” en todo momento. Es imposible. Mentimos para salirnos con la nuestra, para evitar conflictos innecesarios, para solucionar conflictos inevitables y, más que nada, para sobrevivir todas las situaciones que se nos presentan al interactuar con el mundo “real”.

Todos mentimos, pero no todos mentimos de la misma manera; hay gente que se enorgullece de su habilidad de tergiversar los hechos para construir una nueva verdad, argumentando que no es mentira; hay personas que se torturan por decir la más mínima y piadosa mentira. La realidad, al fin y al cabo, es que la mentira no es más una cuestión moral que una instintiva, por eso salí a las calles de la Ciudad de México a preguntar ¿cuál es la mentira que más dices?


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Michelle, 30 años.

Michelle, 30 años: No soy de ninguna parte

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Michelle: Que no soy de ninguna parte. Llegué a la CDMX hace un año y medio y muy seguido la gente se da cuenta de que mi acento, aunque siento que es muy normal, no es de aquí. Por lo que me preguntan de dónde soy o cuánto tiempo llevo aquí. Según yo es evidente que soy de California, pero muchos no se dan cuenta y, aún más, no me identifico con ser mexicana o californiana. Siento que mi identidad siempre ha estado entre los dos lugares, así que no sé si cuenta como una mentira, pero no siento que soy de ninguna parte.

¿Y la mentira que más te cuesta aceptar?
Que California es el mejor estado de EU. Digo sí me encanta y lo extraño, es genial, pero no sé, no todo es bueno.


Hombre de unos 50 años

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Sujeto: Sí, que tengo una junta del trabajo.

¿Me quiere platicar?
No puedo, tengo una junta del trabajo.


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Ayeri (frente) 18 años.

Ayeri, 18 años: Le miento a mi mamá para no estar con ella

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Ayeri: La verdad me la paso diciéndole mentiras a mi mamá. En especial que voy a comer con mi mejor amiga para no tener que hacer cosas con ella. La realidad es que si no me voy a beber con mis amigos voy a ver a mi novia y ella no sabe mucho sobre esas cosas, ¿sabes? Otra mentira que también he dicho es que alguien es sólo una amiga cuando en realidad le había estado poniendo el cuerno a mi novia con esa morra.


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Pamela, 29 años.

Pamela, 29 años: digo que estoy trabajando cuando me quedo dormida

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Pamela: Lo que más digo es que estoy trabajando cuando en realidad me quedé dormida. A mis maestros, más que nada. Yo ahorita estudio dirección de escena y cuando no llego a algo por irresponsable siempre digo que, según “me van a pagar” y no puedo estar ahí. Por ejemplo, si me dicen que tengo que llegar a las 11AM porque hay un ensayo de luces en el teatro y me quedé dormida, entonces digo “no puedo caray justo tengo una entrevista y apenas llegué a ese rollo”. También me gusta decir que soy lesbiana.

¿Por qué?
El acoso está muy culero. Les digo “ya güey, entiéndeme”, luego los tipos son muy intensos y cuando les digo eso como que se les apaga un switch y me dejan en paz.


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Kaleb, 23 años.

Kaleb, 23 años: que estoy en el tráfico

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Kaleb: El tráfico. Vivo en Lomas Verdes, Satélite, y normalmente hago una hora de mi casa a cualquier lado, mínimo. Pero siempre digo que tengo que hacer 2 para tener tiempo para fumar, tomarme mi tiempo, pensar un rato, bañarme, comer y la verdad es una mentira que uso con todos todo el tiempo. Con mi novia, para la escuela en cualquier ocasión es buena idea, todo por estar en mi casa más tiempo de lo necesario.

¿Y una mentira que te apene?
Pues durante toda mi vida, especialmente cuando era chico y estaba en la escuela aplicaba la del abuelito muerto. Hasta la vendía de una manera que a veces me puse a llorar tal cual. Una vez en exámenes finales le dije al profesor que acababa de fallecer mi abuelo y me dieron un plazo de una semana extra para hacer el examen cuando, la neta, lo dije porque no había estudiado.


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Diego, 22 años.

Diego, 22 años: digo que no fumo

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Diego: Que no fumo. Pero la mentira que más me cuesta trabajo aceptar es decir que estoy bien cuando en realidad me la estoy pasando muy mal, también cuando me he equivocado y miento para cubrir mis errores. Un ejemplo, mi roomie tenía un jabón super pro especial para la cara y le súper había jurado que ni lo tomé, ni mucho menos usé. Le dije que yo no lo tenía cuando hice ambas cosas, lo usé y luego lo tiré.


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Giovanna, 36 años.

Giovanna: me miento a mí misma

VICE: ¿Cuál es la mentira que más dices?
Giovanna: Normalmente es la de “sí lo voy a lograr”, es una mentira que me digo a mí misma y también a colegas en el trabajo. Pero también luego te sorprendes y, quién sabe cómo, termina haciéndose realidad y rompiendo la mentira. Es extraño porque cuando lo piensas o dices es una mentira, pero si de pronto se cumple por azar ya no lo es.

¿Y una mentira que te podría afectar mucho?
A lo mejor es cuando le digo a gente que voy ya estoy ocupada para ver a alguien más o cosas por el estilo. Mi novio es algo celoso así que luego le digo que voy con un grupito de amigos, cuando sólo voy a ir a platicar con uno de ellos.


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Sergio Pérez Gavilán http://bit.ly/2FYR9w1