Artículo publicado originalmente por VICE Alemania.
Hablar con tus padres sobre sexo, gargantas profundas y masturbación es el "espeluznante"equivalente emocional de entrar a un baño portátil que está de cabeza. La mayoría de mis compañeros de clase tuvieron la suerte de recibir una plática rápida sobre que debían "ser cuidadosos", y ya. No fue nada parecido a lo que Otis del nuevo programa de Netflix Sex Education tiene que soportar. Su madre es una terapeuta sexual, que ayuda a sus clientes a redescubrir la intimidad en sus relaciones. "¿Como una prostituta?", le pregunta uno de sus compañeros de clase en algún punto. "No, como una doctora loca", le responde Otis corrigiéndolo.
En otra escena, cuando su compañero Adam, que es mucho más cool que él, llega a visitarlo y se da cuenta de las practicas de la mamá de Otis, éste se ve obligado a responder por qué "hay tantas pinturas de vaginas en las paredes" y luego por qué en la TV está puesto un DVD de un chico exprimiéndose las bolas. Todo lo que Otis puede hacer para proteger el secreto familiar es fingir que el video es parte de su propia colección de pornografía personal. Él dirá cualquier cosa para ocultar lo que su madre hace para ganarse la vida. Sus esfuerzos, sin embargo, finalmente resultan inútiles, pues a todos en la escuela les pasan un video de educación sexual donde su madre usa una berenjena para enseñarles cómo masturbarse.
Sé lo que siente Otis. Durante mi infancia, en mi casa hubo suficientes conversaciones sobre penes erectos como para hacer sentir incómodo a cualquiera, no hablemos ya de a un niña en plena pubertad. Mi padre es un urólogo orgulloso y apasionado, o: un médico de penes. Y aunque nuestra casa no estaba llena de películas de cómo tener sexo, mi padre me avergonzaba constantemente.
Por ejemplo, como familia, solíamos visitar la alberca local para nadar. Pero dejé de ir cuando, cuando al llegar a la pubertad, mi padre insistió en usar una toalla que le regaló una compañía de Viagra. En la toalla, con el famoso color azul de la marca, estaba la ecuación: símbolo de Venus + extremidad flácida + Viagra = pene erecto.
Cuando tenía 14 años, mi padre fue a mi escuela para dar una conferencia sobre enfermedades venéreas y sexo seguro. Intenté fingir una intoxicación por alimentos para poder faltar ese día, pero es bastante difícil fingir una enfermedad cuando tu padre es un médico real. Así que, en lugar de obligarme a tomar el autobús escolar, él mismo me llevó a la escuela, en un automóvil con una calcomanía en el parachoques del "Capitán Catéter". Mientras conducía, cantó una canción de la banda Mannheim Uroband, cuya letra dice algo como "Oh, próstata, siempre estás ahí para nosotros".
Para ser justos, Otis la tiene un poco más difícil que yo. Por la mañana, los pacientes sexuales de su madre siguen entrando en su habitación, confundiéndola con el baño. Después del desayuno, su mamá tiene que entablar una pequeña conversación con sus pacientes, uno de los cuales lleva puesto un strap-on, y Otis tiene que sentarse ahí y ver a su madre compartir un churro de marihuana con Adam, mientras le da a su compañero un plática sobre impotencia.
Pero finalmente, Otis descubre que su peculiar educación puede tener sus ventajas. No solo porque se convierte en un experto en anatomía femenina, sino también porque los adolescentes, a pesar de que pretendan lo contrario, no saben nada sobre sexo, lo que hace que Otis sea el único experto en sexo de la escuela.
De nuevo, me siento identificada con él. Por cada provocador "tu papá mete el dedo en el culo de la gente por dinero", o "¿Cuántos penes ha tenido tu papá en su mano?", un compañero de clase me hacía una pregunta genuina sobre sexo y pubertad. Y luego, a medida que crecí, comencé a notar que algunos de los chicos de la escuela empezaron a evitar hacer contacto visual conmigo. No tenía idea de por qué hasta que se lo mencioné a mis padres durante el almuerzo, y mi padre dijo: "No tienes idea de cuántos de ellos han estado en mi consultorio".
Él estaba en lo correcto. No lo sabía, pero mis compañeros no sabían que yo no lo sabía. Fue entonces cuando me di cuenta de que ser hija de un urólogo puede no ser tan malo, después de todo. O, como lo dijo el mejor amigo de Otis, Eric: el conocimiento es poder y el poder es estatus.
Laura Antonia https://ift.tt/eA8V8J
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