Todo comenzó cuando me puse a buscar tamales diferentes para pagar mi deuda el próximo 2 de febrero (según la tradición, en México quien descubre un muñequito en su rosca de Reyes, debe poner los tamales el Día de la Candelaria). Vi tamales de muchos sabores y estilos, pero de corazón gordo como soy, uno llamó particularmente mi atención: el zacahuil, un tamal gigante.
Tristemente para mí, un mexiquense radicado en la Ciudad de México, estos tamales enormes resultaron ser oriundos de la región huasteca, es decir, de la zona geográfica comprendida por el norte de Veracruz, el sur de Tamaulipas y partes de los estados de San Luis Potosí e Hidalgo. ¿Podría mi insaciable gula llevarme hasta aquellas tierras con tal de satisfacer mi curiosidad? Primero lo pensé y después me dije: “no, creo que es demasiado”. Pero momento, había una carta más por jugar: buscar un lugar de la CDMX donde vendiesen comida regional huasteca y particularmente, este brutal tamalote.
Fue así como me enteré de la existencia de “Corazoncito Huasteco”, un pequeño restaurante localizado en la Colonia Algarín (cerca del Metro Lázaro Cárdenas) en la Ciudad de México. Ahí me recibió Denisse Martignon, quien con una amplia sonrisa se sentó conmigo a platicar de este restaurante, uno de los poquísimos en la Ciudad de México donde puede degustarse comida realmente huasteca.
VICE: Cuéntame Denisse, ¿cómo surgió la idea de crear este lugar?
Denisse Martignon: Mi familia es de origen huasteco, así que fue un “movimiento natural”. Este es un negocio familiar, y eso es lo que queríamos hacer sentir a la gente que nos visitara: que se sintieran como en una gran familia, pero también que probaran los platillos tal como los preparaban en su tierra, pero aquí en la ciudad.
¿Y cómo los ha recibido la gente?
Les gusta mucho. Nos dicen cosas como “no había probado esto desde hacía años, cuando me lo preparaba mi abuelita”. Obviamente también hay algunas personas que nos dicen que en su casa lo comían diferente, pero eso es lo bonito de la cocina mexicana: todos le ponen algo de su propio estilo y sazón.
¿Entonces pasan la prueba entre los verdaderos huastecos?
¡Sí! Puedo decirte que de nuestros clientes recurrentes, un 60 o 70 por ciento son huastecos que vienen felices por poder probar las cosas que les gustan.
Ahora hablemos del zacahuil, que es lo que me trajo aquí y por lo que los descubrí. ¿De verdad es un tamal tan grande?
Sí, aunque obviamente no es para una sola persona, imagínate. Aquí cada porción que servimos es de 400 gramos, lo cual ya es bastante. Casi medio kilo de tamal por plato.
¿Y cómo es la preparación?
El zacahuil lo prepara mi mamá. Y es muy laborioso, no sólo por el tamaño, sino porque para que quede bueno, se debe hacer de la manera tradicional. Ella lo hace en horno de piedra, por eso lo prepara una vez al mes nada más. Y es que el que preparamos pesa entre 12 y 14 kilos. Pero el zacahuil más grande puede llegar a pesar más de 20 kilos.
O sea que me tocó la buena suerte de encontrarlo hoy.
Sí, además de que te llevaste el último plato. Siempre anunciamos en nuestras redes sociales que el último sábado del mes vamos a tener zacahuil, por si se les olvida. Lo tenemos desde las 10 de la mañana hasta que se acaba. Y les decimos que no se confíen, porque ve, ahorita no son ni las 2 de la tarde y ya no hay.
¿Y sí puede considerarse un tamal?
¡Claro que sí! Te explico más de cómo lo cocinamos: primero lo preparamos en su totalidad, lo envolvemos en hoja de plátano (como los oaxaqueños que seguramente ya conoces) y se hornea. Luego se trocea y ya se sirven las porciones individuales. Por eso es que ahorita ya no parece tamal, porque ya está troceado. Pero ahorita que lo pruebes vas a ver que sí sabe como un tamal.
¿Y piensan prepararlo para La Candelaria, siendo la fecha tamalera por excelencia?
No, como te decía, es sólo el último sábado de cada mes. Pero la buena noticia es que justo el 2 de febrero es nuestro segundo aniversario. Entonces vamos a preparar tamalitos huastectos, así que si quieren venir, están más que invitados. Ah, y vamos a tener un trío de música huasteca en vivo, así que se va a poner bueno. ¡Vengan!
Oye, otra cosa que me llamó la atención es que dicen que tienen enchiladas ilimitadas. ¿Eso es cierto? ¿Cómo funciona?
Pues así como lees: la persona pide su orden de enchiladas y le servimos cinco. Puedes pedir un paquete con huevo, solas, con una pieza de carne. Si te acabas las cinco te servimos otras cinco, y así sucesivamente, hasta que ya no puedas comer más.
¿Y hay alguna restricción?
Los platos son personales, es decir, no se pueden compartir. Solo puedes pedir más enchiladas si ya te acabaste tu plato, y es sólo para comer aquí. Ah, y la carne o el acompañamiento de las enchiladas solo se sirve una vez. Las enchiladas son las que son ilimitadas.
¿Cuántas se ha comido el más tragón?
Una vez vinieron unos chicos que se comieron treinta. No sé cómo lo hicieron, pero lo lograron.
Pues suena a un buen reto para los de diente afilado. Y además del zacahuil y de las enchiladas ilimitadas, ¿por qué más deberían conocer Corazoncito Huasteco?
Por conocer la cocina mexicana. En México tenemos una cocina tan deliciosa y variada que de verdad, no tenemos idea de lo diversa que puede ser. Pueden estarse perdiendo de muchas cosas deliciosas. Vengan y prueben la comida huasteca y verán que les va a encantar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario