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Este año nos propusimos cubrir lo que signica ser joven en 2018. En mayo lanzamos nuestro número Distopía y Utopía, en el que investigamos si debiéramos sentirnos aterrorizados u optimistas sobre el futuro. En septiembre fue el turno del número Privacidad y Percepción, que mostró las intersecciones de la sexualidad, la intimidad, la privacidad y el género, y cómo se desarrollan en internet de manera compleja. Ahora nos complace lanzar nuestra tercera edición trimestral del año: el número Poder y Privilegio.
Al armar este número nos fijamos en la encuesta de VICE Voices realizada en Estados Unidos y Reino Unido a principios de 2018. La encuesta preguntó a miles de jóvenes qué piensan del futuro: qué temas son importantes y qué está en juego. Hubo tres hallazgos clave en los que quisimos profundizar: los millennials y la Generación Z no sienten que su educación los esté preparando para el futuro y les preocupa no conseguir empleos ni tener seguridad financiera, pero aún creen en el llamado a la acción y en el poder de cambiar las cosas. Nos centramos en estos sentimientos y perspectivas para dar forma al contenido, formato y diseño de esta edición.
Las siguientes páginas se dividen en tres secciones. En la primera, echamos un vistazo a lo que nos podría deparar el futuro de la educación, desde el uso de la tecnología de reconocimiento facial en las escuelas hasta lo que las universidades están (o no están) haciendo para preparar a los estudiantes para la automatización de la fuerza laboral, y ofrecemos testimonios de personas afectadas por el estado actual del sistema educativo. La segunda sección proporciona un conjunto diverso de perspectivas sobre el mercado laboral, los desafíos que enfrentan los trabajadores hoy en día y lo que puede hacerse para solucionar los problemas del sistema económico. En la tercera, desentrañamos las tácticas de las protestas juveniles del siglo XXI y damos voz a las personas que desde la vanguardia promueven el cambio.
El diseño y la estética del número están inspirados en el estrés: el estrés que enfrentan los adultos jóvenes mientras tratan de dar sentido al mundo y constantemente tienen que llenar un flujo interminable de formularios, que puede resultar engorroso e inútil. Por lo tanto, imitamos las estructuras formales de la planificación del futuro —hacer pruebas y llenar formularios— para transmitir un grado de alienación e incertidumbre, y empleamos formatos deconstruidos, cuadros de opción múltiple, marcas de lápiz, borraduras y tipografía de máquina de escribir. También usamos la repetición como un guiño gráfico opresivo a las tareas monótonas que hacemos en la vida, combinado con una sensación de sobrecarga de datos para evocar la frustración de tener que examinar tanta información para encontrar el significado real.
Para la mayoría de nosotros, nacidos desde principios de la década de 1980, ser “joven” en 2018 significa heredar un sistema roto y las consecuencias de la generación de nuestros padres. Pero si hay un rayo de luz al final del túnel, entonces nos corresponde enfrentar las formas insidiosas en que el poder y el privilegio se manifiestan dentro de nuestra propia generación, al continuar elevando las voces de aquellos cuyas experiencias, históricamente, han sido empujadas a los márgenes. Esto es por un futuro mejor, según ellos.
— Los editores
Staff de VICE http://bit.ly/2RvrE6Y
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