Artículo publicado por VICE Colombia.
Con mi novio hablo prácticamente todos los días. Él vive en Texas y yo en Boston, donde estoy hace ocho años, aunque hace más de 20 que no vivo en mi país, Colombia, de donde me fui más o menos a los 23 años. A pesar de vivir en dos estados distintos, muchas veces nos escribimos para saber si nos vamos a ver en la noche. Si estamos libres, nos vemos, vamos a un lugar a bailar, estamos en su casa o en la mía. Todo lo hacemos mirando la pantalla de nuestro computador, en Second Life.
Hace seis meses que estamos juntos: en Second Life nos conocimos y por ahora estamos felices con que nuestra relación tenga lugar solo en el juego y en los mensajes de texto que nos mandamos.
La primera vez que entré al juego fue hace unos diez años después de ver un programa de televisión en el que hablaban sobre él. Yo ya jugaba World of Warcraft y otros juegos en línea y me dio curiosidad ver cómo era este. De hecho muchas personas que están en Second Life también juegan otros videojuegos.
A medida que pasa el tiempo uno empieza a conocer mucha gente y a hacer amigos. Con esos amigos uno empieza a explorar el mundo del juego, porque Second Life, al igual que el mundo real, tiene continentes, países y lugares a los que se puede ir y donde se pueden hacer mil cosas: hay clubs para bailar, parques de diversiones, juegos de rol, búsquedas de tesoros, puedes comprar yates, ir a esquiar, montar en helicóptero. En fin, no hay límite para lo que uno puede hacer.
Una de las cosas a las que me dediqué después de entrar al juego fue a perfeccionar a Dakota, mi avatar: a comprar y ponerle todo tipo de maquillaje, de pelo, de piel, a comprarle ropa, en fin. Que, de hecho, es todo lo opuesto a mi personalidad en la vida real. Gracias a eso me contactó una persona por mensaje privado, un día que estaba bailando en un club con mis amigos, diciéndome que mi avatar era muy lindo y que quería contratarme en su agencia de modelaje. Que ella creía, me dijo, que me podían salir contratos con diseñadores.
Second Life es tal vez el único juego en el que los usuarios tienen libertad total para crear todo tipo de cosas dentro de la plataforma. Hay diseñadores que crean desde casas hasta cosas sexuales, pasando por pelo, maquillaje, ropa y accesorios. Esos diseñadores contratan a agencias de modelaje para poder mostrar sus productos en avatares que sirven de modelos. Ese fue mi trabajo durante unos ocho meses: usaba la ropa que los diseñadores creaban y la modelaba en pasarelas donde otros usuarios la veían y la compraban.
Al principio fue divertido porque era nuevo y hacía dinero, gané cerca de 200 dólares, un dinero que de hecho hubiera podido tener en la vida real pero que preferí dejar en el juego para comprar cosas. Pero con el tiempo, el trabajo de modelo se fue volviendo tortuoso, había demasiada presión y a veces me exigían horarios que no coincidían con mi trabajo real. Además, como en la vida real, había chismes y drama entre otras modelos. Y mucha gente rara. Eventualmente me aburrí y no volví. A eso se le sumó el drama que de repente empezó a haber entre algunos conocidos.
Lo que a mí me interesaba de Second Life era socializar y tener amigos, cuando todo empezó a complicarse me cansé y no volví a entrar el juego por unos tres años.
Mientras tanto tuve una relación de pareja que duró unos cuatro años, seguí jugando otros videojuegos y seguí trabajando.
Hace más o menos un año volví después de que dos amigas de la vida real, que también están en Second Life, me convencieran de hacerlo. En ese momento mi relación se había acabado y tenía mucho más tiempo libre, así que decidí intentarlo.
Volví y de entrada tuve que invertir unos 50 dólares para rehacer a mi avatar: la tecnología en esos años había cambiado abismalmente y la Dakota que antes era modelo ahora era un ser arcaico y obsoleto. Esta vez estaba decidida a que Second Life fuera un espacio de esparcimiento y diversión, no iba a trabajar ni a preocuparme por hacer dinero, para eso ya estaba la vida real.
Así, dedicándome absolutamente a la diversión y al ocio, conocí a Brax, mi novio. Fue en un club en el que estaba bailando con una amiga, él estaba ahí con su familia —porque en Second Life también se puede escoger tener hermanos, esposos, cuñados—. La frase de “háblame que no muerdo” que los dos teníamos en la descripción de nuestros perfiles fue nuestro punto de encuentro. Empezamos a hablar, nos hicimos amigos y cada tanto nos seguíamos viendo para bailar, para estar con su familia o para estar con la mía.
Poco a poco nos fuimos enredando y sabiendo más el uno del otro. La cosa con Second Life es que ese tipo de intercambios son muy intensos y rápidos porque el tiempo pasa muy rápido. Uno se conecta todos los días y por eso habla todos los días, es distinto a la vida real donde uno tiene que esperar al próximo fin de semana, por ejemplo, para verse y poder salir. Así que al poco tiempo de hablar y conocernos ya estábamos hablando de si teníamos novios y de ser exclusivos el uno con el otro.
Tomó un poco más de tiempo decidir mostrarnos las caras, compartir fotos para saber cómo lucíamos en la vida real. Y es normal, creo que mucha de la gente que usa Second Life son personas tímidas que usan esa plataforma para socializar, de lo contrario sería gente que estaría socializando en la calle y no en esta plataforma. Por eso no es fácil decidir compartirse la foto, hay mucho miedo, miedo de que de pronto no le gustes a la otra persona, o de que esa persona resulte ser un gremlin.
Afortunadamente, ese no fue el caso, fue un alivio cuando vi la foto que me envió.
Lo otro que nos hemos compartido son nuestros números de teléfono, así hablamos por mensajes de texto casi todos los días y acordamos cuándo encontrarnos en Second Life. Hasta ahí llega nuestro contacto. Hemos hablado de vernos por Skype, pero siempre se nos olvida o nos hacemos que se nos olvida. Creo que todavía no estamos preparados para dar ese paso.
En este momento, mi mamá, mi hermana y varias amigas ya saben que tengo novio y que es una relación virtual, que nos vemos e interactuamos en Second Life. Hay gente que reacciona normal cuando les cuento, otras personas se aterran. Siento que cualquier reacción negativa que pudiera recibir sobre mi relación vendría de una persona que no entiende de qué está hablando, que nunca ha usado la plataforma y por eso no entiende.
Second Life es simplemente una simulación, una inmersión en otro mundo, pero las emociones que se sienten son tan verdaderas como las de la vida real. Hay muchas emociones involucradas en cada beso virtual.
Para mí, lo que hago en Second Life con Dakota, mi avatar, es una extensión de mi personalidad, es un lugar en el que puedo hacer algunas cosas que no creo que pueda hacer en la vida real, como volar un helicóptero o tener un yate, en donde la gente tiene una libertad distinta para ser y hacer. También es el espacio para explorar cosas que en la vida real no me interesan, como cuidar mucho de mi apariencia. Es un espacio en el que exploro mi creatividad y otros aspectos de mi personalidad. Y en el caso de una relación, ha sido el espacio para explorar una relación afectiva sin todo las dificultades que trae tener un novio en el mundo real.
En este momento, Brax y yo llevamos seis meses de estar juntos en la vida real, dos años en Second Life, donde el tiempo pasa más rápido. Y siento que por ahora esto que tenemos, así, es lo que necesito. Hemos hablado de vernos en la vida real, pero aún no estamos listos ni tenemos ningún afán en hacerlo. Nuestro plan es esperar un año más y si todavía estamos juntos y nos gustamos, nos conocemos.
Creo que una relación de Second Life no tiene tantas complicaciones. Ninguno de los dos tiene tantas expectativas sobre el otro ni sobre la relación, nos aceptamos como somos con nuestras circunstancias personales. No existe la cantidad de exigencias que normalmente hay en las relaciones de la vida real en las que hay peleas por no pasar tanto tiempo juntos o por estar haciendo otras cosas diferentes a estar viéndose. Esto que tengo lo siento más liberador.
Yo me siento libre y feliz así como estoy. La verdad, no quiero complicar las cosas, precisamente por eso es que estoy en Second Life, porque no me quiero complicar mi vida real.
*Este texto es el resultado de una entrevista que la periodista Tania Tapia Jáuregui le hizo a la protagonista, quien, además, nos permitió solamente usar su pseudónimo virtual.
Dakota Swansong https://ift.tt/eA8V8J
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