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jueves, 24 de enero de 2019

La resistencia de los videoclubes

Artículo publicado por VICE Argentina

El streaming se está llevando todo por delante desde que comenzó el siglo XXI. Las nuevas generaciones no vivieron el planazo de los sábados por la noche: ir a un videoclub, preguntar, alquilar y disfrutar de un estreno en el living de tu casa. Eso era una cita. Videoclub and chill

El videoclub no sólo es el lugar donde la gente alquila (o alquilaba) películas. Se trata de un lugar donde la gente se reúne a hablar (o hablaba) de cine. Originariamente tenía la ventaja de contar con un trato personalizado, una recomendación según el gusto de los clientes y sobre todo: una gran variedad de películas para elegir. Con el tiempo, las grandes cadenas le agregaron un plus, olor a pochoclo, dulces y promociones. Pero los clubes de barrio pisaron fuerte y se resistieron a la competencia: en la década del 90 podían llegar a existir hasta dos videoclubes por manzana, solo en la Capital Federal. Actualmente, según la única editora de DVD y Blu-Ray en Argentina que sigue vigente, SBP Transeuropa, solo quedan unos 10 en toda la ciudad de Buenos Aires.


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Dicen que los libros van a desaparecer, dijeron que los vinilos y después volvieron. Actualmente sabemos que los VHS nunca tendrán un retorno por su mala imagen y sonido. “Los DVDs, los VHS, el súper 8 son objetos para gente extraña” cuenta Luciano, dueño de un videoclub sobre la calle Charcas, en el barrio de Palermo. Un nostálgico de las épocas doradas. “Dos décadas atrás nos quedábamos sin nada, venía el cliente y se llevaba lo que sobraba. ‘¿Tenés esta peli?', me preguntaban, y si ya estaba alquilada buscaban otra, pero no se iban con las manos vacías, el plan existía y casi nunca se decepcionaban”. Luciano perdona a los clientes que tardan en devolver las películas, les cobra lo que cuesta el alquiler por 48 horas: 50 pesos. Tiene originales de Los tres chiflados y Chaplin. Clásicos del blanco y negro.

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Marcos

Jorge es dueño de un videoclub mítico de Buenos Aires ubicado en Rodriguez Peña y Av. Corrientes. Hace 25 años que compra y vende DVDs, llegan muchos turistas porque el local es conocido. “Se llevan de todo, desde estrenos hasta cosas viejas. Mi teoría es que la gente se lleva películas porque las quiere tener, así como los libros, si te gusta el cine te gusta tener esa película de los 50 en tu videoteca, existe gente así, por suerte bastante. Soy un optimista del cine. No todo está perdido”, concluye.

Hoy, los formatos físicos del cine en casa están destinados a la desaparición. En tiempos de la nube no parecen tener cabida. El mismo Netflix produjo recientemente una serie cuya finalidad es que los usuarios consigan la felicidad mediante el orden y el desprendimiento de los objetos materiales. Aun así, los videoclubes siguen existiendo como espacios de resistencia.

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Paloma Navarro Nicoletti http://bit.ly/2UhLaph

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