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miércoles, 30 de enero de 2019

No es posible 'curar' a los pedófilos y es peligroso sugerir lo contrario

Artículo publicado originalmente por Tonic Estados Unidos.

Tanto psicólogos como psiquiatras han estado buscando una cura para la pedofilia durante décadas. Pero los esfuerzos terapéuticos diseñados para convertir la atracción hacia los niños en atracción hacia los adultos realmente no han dado resultados satisfactorios. A últimas fechas, este campo de estudio se ha inclinado por la idea de que la pedofilia es un tipo de orientación sexual, una característica innata que es altamente resistente al cambio.

Sin embargo, un psiquiatra, Paul Fedoroff, de la Universidad de Ottawa, tiene una postura muy distinta. De hecho, recientemente publicó un artículo titulado: "¿Pueden las personas con pedofilia cambiar? ¡Sí pueden!".

La perspectiva de Fedoroff es que la pedofilia no es una orientación sexual; él más bien la caracteriza como un "interés sexual" o algo que una persona simplemente desea hacer sexualmente. El interés sexual, dice, es algo que adquirimos a través del aprendizaje, la experiencia y la observación y, como tal, es "cambiante a lo largo de la vida".

Fedoroff incluso llega a decir que "no hay evidencia que sugiera que el interés, por ejemplo, en el vegetarianismo, la col rizada o las ostras sea algo diferente en términos de capacidad de cambio al interés sexual". En otras palabras, en su opinión, al igual que se pueden adquirir continuamente nuevas preferencias en alimentos, puedes adquirir nuevas preferencias sexuales (aunque, para ser claros, no está argumentando que puedas cambiar tu orientación sexual).

Fedoroff está tan convencido de esta idea que recientemente dijo en un libro: "Ahora, rutinariamente le digo a mis nuevos pacientes [con pedofilia] que su pronóstico es excelente y que pueden esperar no tener evidencia alguna de la enfermedad en menos de un año".

¿Pero hay alguna evidencia de que los pedófilos realmente puedan cambiar? Hasta el momento, solo hay un estudio publicado que apoya esa idea. Ese estudio, del cual Fedoroff fue uno de los autores, involucró observar a 43 hombres que se sometieron a pruebas de activación genital en dos ocasiones diferentes. En cada sesión de prueba, los participantes escucharon escenarios eróticos hablados que representaban a niños o adultos, mientras tanto los cambios eréctiles de estos hombres fueron registrados con un pletismógrafo de pene, que es básicamente un anillo que rodea al pene y mide los cambios en el flujo sanguíneo.

Todos los hombres mostraron un patrón de excitación pedofílico en el primer período de prueba, lo que significó que las historias de los niños los excitaron. Sin embargo, aproximadamente la mitad de estos hombres (49 por ciento) mostraron un cambio en su patrón de excitación en el segundo período de prueba: su excitación con los niños disminuyó mientras que su excitación con los adultos aumentó. Sin embargo, no podemos decir cuál fue la razón, pues éste no fue un estudio de tratamiento. Los participantes fueron seleccionados únicamente sobre la base de haber tomado la prueba dos veces, independientemente de si se sometieron a tratamiento.

Fedoroff señala este estudio, así como una serie de otras pruebas, para sugerir que la pedofilia no es algo "innato" y, en realidad, está sujeta a cambios. Por ejemplo, también menciona el hecho de que, a nivel mundial, las tasas de reincidencia entre los delincuentes sexuales infantiles son relativamente bajas y que, a pesar de crecimiento poblacional, el abuso sexual infantil está disminuyendo. Si lapedofilia no fuera cambiable, argumenta, se esperaría un aumento en la tasa de reincidencia y más delitos sexuales. De manera similar, señala estudios que muestran que los delincuentes sexuales en general tienden a perder el riesgo de reincidir con el paso del tiempo, lo que toma como evidencia de que sus intereses sexuales van cambiando.

Aunque Fedoroff cita estudios científicos para defender su postura, lo que se ha criticado es su interpretación de los datos, y algunos afirman que la evidencia que cita está profundamente equivocada. James Cantor, un psicólogo clínico de la Universidad de Toronto que se especializa en el tratamiento de pedófilos, ha sido uno de sus mayores críticos. En una serie de comentarios argumentativos por parte de Cantor y Fedoroff que fueron publicados en la revista Current Sexual Health Reports, Cantor destaca las principales deficiencias en el estudio de 2014 que sugieren que la pedofilia es algo cambiante.

Por ejemplo, Cantor señala que un nuevo análisis de 2016 de esos mismos datos concluyó que hubo un "error de medición considerable" en el estudio original y que los resultados obtenidos no reflejan ninguna otra variabilidad probable. El problema es que el método que utilizaron para clasificar a las personas con intereses pedófilos nunca ha demostrado ser válido. En otras palabras, no hay datos de apoyo que demuestren que tal método puede clasificar con precisión a alguien que es un pedófilo. También es un caso atípico entre los estudios que evalúan los cambios en los intereses pedófilos a lo largo del tiempo, la mayoría de los cuales han señalado altos niveles de estabilidad.

No es solo eso, sino que hay un problema con el uso de las medidas de activación genital para identificar a los pedófilos, pues estas personas podrían estar motivadas para suprimir sus respuestas, tal vez porque quieran creer desesperadamente que han cambiado o porque quieran convencer a sus médicos de ese cambio. Hay estudios que han demostrado que los hombres no pedófilos pueden suprimir intencionalmente sus erecciones al ver imágenes eróticas simplemente con pensar en cosas desagradables, como un baño sucio. ¿Podría ser que los hombres pedófilos que mostraron cambios en sus patrones de excitación solamente estaban tratando de controlar sus respuestas genitales, lo que significa que podrían no estar mostrando un verdadero cambio en sus atracciones?

En cuanto a los señalamientos de Fedoroff sobre la disminución en las tasas de abuso sexual infantil y del riesgo de reincidencia por parte de los delincuentes sexuales, Cantor destaca que esta caída en los delitos sexuales no significa necesariamente que la pedofilia en sí misma esté disminuyendo porque no todos los que cometen abusos sexuales infantiles son pedófilos. Muchas personas no se dan cuenta de esto, pero algunos adultos que en realidad no sienten atracción por los niños cometen delitos sexuales contra ellos. De hecho, la mayoría de los abusadores de niños no son pedófilos. Además, muchos pedófilos nunca cometen delitos sexuales. Lo que todo esto significa es que aunque las tasas de delitos sexuales contra niños puedan estar disminuyendo, la tasa de pedofilia en la población podría seguir siendo la misma.

Esa disminución del riesgo de reincidencia en delitos sexuales infantiles que se produce en los individuos a lo largo del tiempo no significa necesariamente que sus intereses sexuales cambien a medida que envejecen. Podría ser simplemente resultado de la disminución del deseo sexual que se produce a medida que las personas envejecen, lo cual podría facilitar el manejo de un interés sexual desviado.

En resumen, al ver más de cerca la evidencia que sugiere que los pedófilos pueden cambiar lo que resulta claro es que para nada es definitiva. Cantor y otros creen que el mensaje que Fedoroff le está enviando a los pedófilos —que pueden dejar de ser pedófilos si lo desean— evitará que algunos de ellos desarrollen las habilidades que necesitan para regular sus impulsos sexuales y así poder evitar cometer delitos sexuales. En otras palabras, algunos pedófilos podrían pensar que ya están curados cuando no es así, y podrían quedarse sin herramientas útiles para manejar su atracción por los niños.

El psicólogo canadiense Michael Seto hizo eco a estos pensamientos en un artículo reciente, en el que resumió la evidencia existente diciendo que el "consenso de los expertos" en el campo es que la pedofilia y otras atracciones inusuales relacionadas con la edad son "estables en el tiempo", lo que significa que el foco de las intervenciones debe estar en el "manejo de esas atracciones en lugar de en su 'cura'".

Es de notar que, incluso, algunos pedófilos se han opuesto a la idea de que el cambio es posible. Por ejemplo, los autores del blog Pedophiles About Pedophilia [Pedofilos hablan de pedofilia], dirigido por hombres pedófilos que no quieren reaccionar ante sus sentimientos de atracción, escribieron que "dar este tipo de falsas esperanzas a los pedófilos es peligroso e incorrecto".

Contacté a Fedoroff en busca de sus comentarios y mantuvo su enfoque y las pruebas que cita. Escribió: "El Dr. Cantor básicamente le dice [a los pedófilos] 'tus intereses nunca cambiarán, así que acéptalo y aprende a vivir sin sexo'. [Nuestro] enfoque es decir 'existe la esperanza de que puedas tener intereses sexuales no dañinos y una vida sexual sana, feliz y legal'”.

Y planteó la siguiente pregunta: “¿Qué enfoque es más probable que tenga éxito? ¿Uno en el que se les dice a las personas que "manejen" sus intereses "incurables"... o uno en el que las personas reciban educación con respecto a que son responsables de sus comportamientos sexuales y que su terapia (individualizada para ellos) esté diseñada para ayudarlos a cambiar sus intereses y que así ya no tengan el 'deseo' de dañar a los niños?

En un breve intercambio de correos electrónicos que tuve con Cantor, acerca de los intentos de convencer a las personas que sienten atracción por los niños de que pueden curarse, dijo lo siguiente: "Me asusta muchísimo. Es una bomba de tiempo".

El doctor Justin Lehmiller es investigador en The Kinsey Institute y autor del blog Sex and Psychology.

Justin Lehmiller, PhD https://ift.tt/eA8V8J

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