El rap es un ente que se ha desdibujado para retomar nuevas formas con el paso de los años. Ese ente estricto que alguna vez fue dejó de tener sentido. El juego cambió de reglas. Y no es para menos. Hablamos de una cultura nacida de unos gatos batallosos haciendo fiestas donde compartían el ponche y la música disco. Pensar que de eso tendría que convertirse en el sentido del underground donde la protesta y las rimas hardcore son lo único válido es simplemente ingenuo. Porque los chicos quieren bailar. Los chicos quieren fiesta. Y la calle es la mejor amiga de la fiesta.
Neto Peña es nacido en Guadalajara, criado en Monterrey y crecido en Nuevo Laredo. Una fábula de tres ciudades que se completa en un proyecto con 500.000 oyentes mensuales en Spotify y más de 200 millones de views en YouTube. Su acercamiento al rap es natural. Conoce los códigos de banqueta y sabe retratarlos en el boom y el bap, pero también sabe cómo se deben adaptar a la noche, a los momentos de loquera necesarios para la juventud embebida en stories de Instagram y ego trips de lunes a domingo. Digamos que, Neto es uno de esos MCs que llaman y atraen plays como flautista de Hamelín, pero que lo hacen con el mejor sentido del camino que lleva. Además, tiene un estilo vocal que le permite flotar y distinguirse del resto, una credencial buscada que le ha permitido ser parte de colaboraciones junto a otros nombres como Gera MX, Akapellah, Charles Ans o MCKlopedia.
Lo conocí personalmente apenas unos días atrás. El chaparro de la cuadra. Gafa oscura y electrolitos en mano. Es lunes y se vale. Hablamos y es atento, cuida sus palabras como cada una de sus sílabas en el cuaderno. Es de esos personajes que salen del molde por su capacidad para ser elocuente. Forma parte de Alzada Records, una de las efigies más sólidas del hip hop mexicano con sede en Guadalajara —de donde surgen otros nombres como Santa Fe Klan o Yoss Bones—, y lleva en la arena unos once años, cuatro de manera profesional.
Días atrás lanzó "Alcohol Amargo", corte que surge de esa semillita que une el mundo de la música urbana con el regional mexicano y que poco a poco se ha convertido en el pan del presente y, presumiblemente, también del futuro próximo. Tuba, trompeta y acordeón acompañando a Neto y Lefty SM en las rimas. Oro para la posteridad en un track del cual estrenamos ahora su tratamiento visual dirigido por Daniel Takenaga. Chécalo a continuación, y lee después la entrevista que tuvimos con Neto para conocer la raíz de su proyecto y los componentes de su estilo.
VICE: Naciste en Guadalajara, creciste en Monterrey, y pasaste parte de tu vida en Nuevo Laredo. ¿Cómo fue crecer entre ciudades distintas y cómo te formó como artista?
Neto: Sí, me fui de Guadalajara muy morro, como a los seis años, terminé la primaria en Monterrey y como mi jefe trabaja en el rollo de los trailers le ofrecieron chamba en Nuevo Laredo, que fue donde hice la secundaria y donde hice mis primeros acercamientos al rap ahí con compas que rapeaban, tenían sus estudios y demás.
¿Cómo era el rollo en Nuevo Laredo?
Pues bien malandrote, bien peligroso, si estaba bien pesado. Es como una “ciudad”, que no es tanto ciudad porque todos se conocen, si alguien empieza a rapear de alguna forma te enteras, y en general por eso todo era más fácil que en una ciudad más grande. Pero yo estaba bien morro y por penoso y eso nunca me animé a empezar o a decirle a alguien que me enseñara, yo solo empecé a descargar programas y ver tutoriales de YouTube para aprender más o menos.
Aparte supongo que con el brinco tan cercano a Estados Unidos el contacto con el rap era bien directo y de alguna forma accesible.
Sí, totalmente, la cultura musical de las fronteras es más gringa que mexicana. Sí creo tener una influencia muy fuerte de la música de allá y de la industria de allá, eso es cierto.
¿Y cuándo comenzaste ya a darle de manera más seria?
Yo creo que hasta que me fui a Guadalajara, porque hice la secundaria en Nuevo Laredo, después me regresé unos años a Monterrey, y como a los 18 o 19 fue que me fui a Guadalajara. Ahí conocí a la gente de Alzada, me enfoqué y comencé a darle. A mí lo que me gustó más siempre fue producir, cantaba porque me gustaba obviamente, pero lo hacía más para poder seguir produciendo. Cuando llegué a Alzada empecé a tener más contacto con el rap, con el estudio, y pues a profesionalizarlo.
¿Pero llegaste allá ya rapeando y escribiendo? ¿O cómo fue que decidiste dejar un poco de lado la producción para entrarle a la pluma?
Ajá, es que todo lo hacía yo solo, me costaba animarme a decirle a un compa que me grabara. Me gustaba cantar machín, y nunca pensé dedicarme a eso pero siempre me gustó, me ponía a cantar solo, y no la armaba pero ahí lo intentaba. Muchas veces ahí en mi casa me grababa o cantaba yo solo en mi cuarto y luego entraba mi jefa o mi carnal y me daba pena o no sé, de que “¿qué estás haciendo?”.
¿Tenías ya contacto con Alzada antes de llegar a Guadalajara o cómo los conociste?
Fue bien curioso porque a la primera persona que conocí fue al Sornoza ahí de Alzada, que toca la batería. En ese entonces él y mi manager y todos ellos tenían bandas de metal, grababan y escuchaban puro metal y puro rock, nada de rap. Y por ahí el Diego me dijo “ve con Alan, ese wey graba videos y canciones, te puede ayudar”, pero la verdad no le hacía mucho caso. Ya un día tenía una feriecita y le hablé al Alan para grabar, sacamos unas cosas y de ahí. Después me ofreció un jale de medio tiempo para ayudarle a repartir unas cosas, pero el día que llegué para trabajar de eso me quedé ahí en el estudio, y ya de ahí le seguí, me agarró. En realidad nunca chambeé de lo que habíamos quedado jajaja.
Y caíste en blandito, porque Guadalajara es una de las capitales centrales de la producción de rap en Latinoamérica, en términos de los crews que concentra, pero también de un público sólido y lo que este permite generar en cuanto a una industria. ¿Cómo ha sido vivir y trabajar tu proyecto desde Guadalajara?
Bien chingón, es de alguna forma más fácil, tienes acceso a muchas cosas, a mucha gente, permite que los proyectos evolucionen de manera más rápida para todos, porque estamos todos ahí en lo mismo. Fue un poco como Monterrey en su momento, ¿no? Que tuvo su propia escena fuerte de rap, y ahora mismo pues todo está más concentrado en Guadalajara y en Ciudad de México.
Hago énfasis en el público porque es un público generado por y para ustedes, de un nicho particular que se aleja del consumidor común de rap del resto del país. Un público quizás más laxo pero también más comprometido en cuanto a plays, shows, merch, etc. ¿Cómo vives ese desfase de públicos?
Creo que es la manera en que crecimos, bajo la cultura del rap que tiene mucho de hate y de competencia, y así creció la cultura, bajo esos parámetros. Pero después se convirtió en industria, y cuando ya estás metido en ella y viviendo de ella, no puedes estarte peleando con todos, tienes que pensar en tu proyecto en el presente y en el futuro. Tener tanta gente en Guadalajara, tanta competencia sana o no, nos ha ayudado a crecer, a voltear y querer mejorar. Ya eso de envidias y tirar rolas creo que ya no va, ahora es dar pelea pero con tu jale. A la vez eso de colaborar con más personas y demás es por un bien común, sin que suene al cliché de estar unidos o lo que sea, es solo beneficiarse de estar unidos, que también te deja hacer nuevos compas, conocer personas fuera de este rollo.
Hablando de estos puentes entre colectivos y gente, veo que hay una relación muy cercana entre ustedes y los Pájaros Cumbia de Gera. ¿Cómo se dio esa relación y en qué momento se encuentra?
Pues con ellos nos empezamos a juntar hace como dos años porque el Bipo [Montana] hizo una rola con el Ángel [Santa Fe Klan], ese fue nuestro primer acercamiento. Antes de hacer la rola el Bipo nos invitó a su cantón a cotorrear y ahí le cayó el Gera y los demás y pues la pasamos bien, como te digo eso de ver al artista en videos y demás no es lo mismo que llegar a su casa y cotorrear ahí en corto, a veces funciona y a veces no, tampoco te vas a llevar bien con todos y ni siquiera tiene que ver con la música, así funciona el mundo ¿no?
Volviendo al asunto de los públicos, creo que Alzada y sobre todo lo tuyo está logrando reconciliar a la calle y la fiesta, en el sentido de que se puede consumir desde ambos contextos sin clavarse mucho en ni uno ni otro.
Ajá, antes se marcaba mucho el rap en México, si era real o no, comercial o no, y ese tipo de cosas que cada vez pasan menos. Creo que a la nuevas generaciones, a las personas de 14 o 15 años eso de los cuatro elementos ya no les importa, les importa la música y ya, distinguen lo que es rap y lo consumen sin preocuparse por cómo etiquetarlo. Ya para nosotros pero también para ellos las etiquetas dejaron de importar.
Hay otra cualidad muy marcada en tu estilo y es la vocalidad, que eres capaz de rimar, luego entonar un par de sílabas, hacer un corito y terminar en una punchline. ¿Cuál es tu herencia en ese sentido? ¿Qué y a quienes escuchabas?
Pues en realidad nunca tuve muchas influencias en mi casa, creo que es algo que me ayudó. En mi casa no se escuchaba mucha música, solo recuerdo que mi jefe desde chiquito me decía que le gustaba mucho la música clásica. Pero por eso mismo, por no tener tantas influencias, creo que hago esto y lo hago así por el puro gusto de la música. No hay bandas o artistas que pueda marcarlos como tan importantes para mí. Solo sabía que quería hacer música pero no sabía cómo. Escuchaba canciones e intentaba copiarlas, siempre fue eso, mis experimentos, fui muy autodidacta.
Conversando con Ángel [Santa Fe Klan] me contó de ese viaje a Puerto Vallarta donde grabaron sus discos, él Bendecido y tú Cora. ¿Cómo se puso? ¿Cómo se hizo tu disco?
Estuvo muy chido, lo planeamos desde noviembre, ir a la playita a sacar algo. En enero fue que ya lo logramos y nos llevamos todo, allá compramos también un acordeón, un ukulele y varias cosas más para grabar. Es otro rollo, ir a la playita y escribir desde ahí te cambia mucho la manera, de hecho yo creo que tanto para él como para mí eso fue una evolución, un cambio, porque empezamos a pensar en nuestra música de manera más orgánica, con instrumentos y demás. Empezamos a salir de la zona de confort del rap, de tener un beat y darle ahí, empezamos a crear a partir de los instrumentos y de lo que salía ahí. Y salieron cosas chingonas, creo que es el mejor disco que ha hecho él y también el mejor que he hecho yo.
Hablando del tema que presentamos acá, “Alcohol Amargo”, creo que reúne mucho de esto. Está muy cercano al regional mexicano, tiene por ahí arreglos de tuba, trompeta, acordeón, etc. Y este parece ser el momento definitivo en que ambos mundos se están acercando, el de lo urbano con lo regional. Al final, creo que es una fusión natural, porque ambos géneros parecen venir del mismo lugar, del mismo surco. La escuela del Noro, el rap gangsta y el rap cholo, los traps de Atlanta sobre Pablo y el Chapo, son muestras bien claras de que los contextos están claramente unidos. ¿Qué lectura le das tú al asunto?
Son géneros distintos pero hechos por personas que vienen de lo mismo. Uno crece con eso, yo en Monterrey y Nuevo Laredo con muchos corridos, cumbia, banda, norteño y demás. Pero fue hasta ahora que grabamos el disco y empezamos a convivir con más artistas y músicos que empezamos a hacerlo así, crear beats que no salgan de samples si no de música propia, ¿sabes? Haces una fusión real de géneros.
¿Y hacia dónde crees que vaya esa fusión? ¿Qué camino tomará?
Sí pues esas fusiones son necesarias, pensar en los proyectos de maneras más grandes, meterle más coco a la música. Porque siempre vamos a hacer rap, pero este tipo de rolas te abre las puertas de otros mercados, que quien escucha banda o norteño pueda gustarle y acercarse a sí. No sabemos a dónde vamos pero sabemos que vamos bien.
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Juan Carlos Rios https://ift.tt/2MTp4XX
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