Artículo publicado originalmente por Tonic Estados Unidos.
Se encontró un compuesto parecido al THC en un tipo de musgo que solo crece en Japón, Nueva Zelanda y Costa Rica
En la década de 1960, el bioquímico Raphael Mechoulam estaba investigando los compuestos químicos de la marihuana y descubrió que solo uno tenía algún efecto en los monos en los que estaba probándolos. "Para confirmar esto, se llevó una gran dosis de THC a su casa y le pidió a su esposa, Dalia, que la agregara a su receta de pastel", dice un perfil de Mechoulam de 2016. (Fue la única vez que el llamado 'padre del cannabis' se drogó).
Ahora sabemos que el THC es la sustancia en la marihuana que te droga, y los investigadores también han estado explorando las opciones terapéuticas del THC para una variedad de beneficios médicos y de salud. El problema es que en grandes dosis, el THC puede ser extremadamente embriagador y también es una sustancia controlada, lo que dificulta que los investigadores realicen ensayos clínicos a gran escala.
Hasta ahora, se pensaba que el cannabis era la única planta que producía THC. Pero en un nuevo estudio en Science Advances, los investigadores informan que la hepática contiene una sustancia similar al THC que podría actuar de manera similar, pero sin algunas de las desventajas.
Las hepáticas no son plantas de la clase de Herbología de Harry Potter (a pesar de que me recuerdan a la planta Gillyweed). Son pequeñas plantas verdes que generalmente crecen en lugares húmedos, como el musgo. Hay más de 9000 especies de hepáticas y son muy antiguas: se han encontrado fósiles de hepáticas de hace 473 y 471 millones de años.
Ya en 1994, un fitoquímico japonés Yoshinori Asakawa descubrió que una planta hepática llamada Radula perrottetii contenía algo parecido al THC; su estructura molecular es similar pero no exactamente igual.El fitoquímico llamó a la sustancia perrottetinene.
Se debe haber corrido la voz porque Jürg Gertsch, profesor del Instituto de Bioquímica y Medicina Molecular de la Universidad de Berna, notó que la hepática se estaba vendiendo en línea. "Algunos comenzaron a venderla en Internet como una droga legal", me dice. "Los informes de los usuarios eran contradictorios. Algunos dijeron que sí hacía efecto y otros dijeron que no. Como un investigador interesado en los compuestos psicoactivos, leo regularmente los chats anecdóticos en Internet de los usuarios de drogas, y fue ahí donde me topé con esta planta hepática por primera vez".
En el nuevo estudio, Gertsch y sus colaboradores utilizaron modelos animales para ver qué hace el perrottetinene en el cuerpo. Descubrieron que llega al cerebro y que activa los receptores cannabinoides, al igual que el THC. Como el THC, también puede reducir la inflamación.
El perrottetinene reduce la inflamación al inhibir las prostaglandinas, las cuales contribuyen a la inflamación, algo similar a lo que hacen los endocannabinoides de nuestro propio cuerpo. Es necesario realizar más estudios al respecto, pero el perrottetinene parece tener un mejor perfil de seguridad farmacológica. No es tan psicoactivo (lo que significa que no te drogará mucho) y probablemente tiene menos efectos secundarios, incluidos los problemas de memoria, escasa atención y confusión.
Y tenemos la suerte de haberlo descubierto. "Es sorprendente que solo dos especies de plantas", dice Gertsch en un comunicado, "separadas por 300 millones de años de evolución, produzcan cannabinoides psicoactivos".
Algún día podríamos evaluar las películas basados en los químicos que las personas emiten al verlas
La primera vez que vi Terminator fue a una edad muy temprana, probablemente antes de estar lista para manejar la violencia que hay en la película. No me causó daño permanentemente, pero recuerdo estar algo obsesionada por lo que vi.
Ya sea que estés de acuerdo o no, los niños no deberían poder ver a Arnold Schwarzenegger persiguiendo a una mujer llamada Sarah Connor, por eso le ponemos clasificaciones a las películas. Los padres reciben recomendaciones sobre el contenido que podría ser perturbador para niños de ciertas edades. Pero estas clasificaciones son muy subjetivas: ¿realmente reflejan cuán intenso puede resultar para una persona ver una película? ¿O es solo una suposición nuestra?
Los investigadores del Instituto Max Planck de Química de Maguncia han ideado una manera bastante única de responder estas preguntas. Los investigadores midieron lo que estaba en el aire durante 135 proyecciones de once películas diferentes, que en total tuvieron a 13,000 personas como audiencia. Descubrieron que la concentración de ciertos químicos emitidos por esas personas se correlacionaba con las clasificaciones de las películas. "Evidentemente, mientras más nerviosas y tensas están las personas", liberan más cantidades de químicos, dice un comunicado. "Esto se puede usar para deducir qué tan "estresante" podría resultar una película para los niños y adolescentes".
El compuesto que encontraron se llama isopreno, que es un gas que se encuentra regularmente en el aire en pequeñas cantidades. Las plantas lo liberan durante la fotosíntesis, por lo que las concentraciones más altas que los investigadores normalmente han encontrado están en la selva amazónica. Pero los humanos también emitimos isopreno en nuestra respiración, y se cree que es un subproducto de la síntesis natural de colesterol en el cuerpo.
"El isopreno que producimos internamente se almacena en nuestros músculos y cuando movemos las piernas y los brazos movilizamos el isopreno en el torrente sanguíneo desde donde sale a través de nuestra respiración", explica Jonathan Williams, líder de grupo en el Instituto de Química Max Planck.
Durante una película intensa, si te retuerces en tu asiento, saltas de miedo o tensas tus músculos, generas pulsos de isopreno en el aire. Las mediciones de isopreno podrían algún día, piensa Williams, revelar cuál sería el impacto emocional de una película en los niños y adolescentes.
Además de ser una forma genial de dar una clasificación PG-13, la idea de Williams y sus colaboradores revela que nuestro cuerpo, a través de nuestra respiración y piel, podría dejar otras huellas químicas de los procesos internos que lleva a cabo, podríamos investigarlos podríamos investigarlos.
"Demostramos en nuestro estudio anterior que ciertos productos químicos varían según el tipo de escena que vemos en la película", me dice. “Estamos transmitiendo información en forma química todo el tiempo. Tal vez sobre lo que hemos comido, si nos hemos lavado o sobre cómo nos sentimos”.
Cómo el dolor cambia el cuerpo.
Los primeros meses después de que alguien pierde a su cónyuge, tiene un mayor riesgo de sufrir problemas cardíacos y muerte prematura. De alguna manera, su sufrimiento afecta al cuerpo, y un nuevo estudio en Psychoneuroendocrinology examina un factor potencial coadyuvante: el aumento de la inflamación.
Siempre escuchamos que la inflamación crónica es mala, pero ¿qué es exactamente? Cuando tu cuerpo nota algo dentro de él que no debería estar ahí, como una bacteria o virus extraño, provoca una respuesta inflamatoria y los glóbulos blancos se acumulan para matar al invasor. Esta es una reacción saludable y normal, pero si la inflamación se vuelve crónica, puede tener el efecto contrario, y llevar a una disminución de la salud y una enfermedad.
Los niveles altos de inflamación son factores predictivos de la calidad de vida, la morbilidad y muchas causas de mortalidad en adultos mayores, dice Chris Fagundes, psiconeuroinmunólogo de la Universidad Rice. La inflamación crónica elevada está asociada con las enfermedades cardiovasculares, así como con otras enfermedades de la edad adulta. Se piensa que la inflamación sistémica crónica podría ser también un importante mecanismo biológico resultante de la depresión y la fatiga.
En el nuevo estudio, Fagundes y otros observaron los efectos del sufrimiento emocional en la inflamación. Entrevistaron a 99 personas cuyos cónyuges habían muerto recientemente y tomaron muestras de sangre para buscar marcadores de inflamación. Algunas de las personas tenían más síntomas de sufrimiento que otras: como "añorar al difunto, dificultad para seguir adelante, sensación de que la vida carece de sentido e incapacidad de aceptar la realidad de la pérdida", dice un comunicado.
Cuando los investigadores compararon los niveles de inflamación de aquellos que expresaron más pena, encontraron que esas personas tenían niveles más altos de inflamación, y algunas veces eran muchísimo más altos. Fagundes me dijo que las viudas y los viudos con síntomas de dolor elevado tenían niveles de inflamación corporal hasta un 17 por ciento más altos. "Un tercio de aquellos que se encontraban en el tercio con más inflamación del grupo de corte clínico, tenían niveles de inflamación 53 por ciento más altos que el resto de la población total de la muestra", dice.
Los resultados muestran de una manera muy real cómo los comportamientos y las actividades humanas tienen efectos físicos en el cuerpo. "También sabemos que la depresión está relacionada con niveles más altos de inflamación, y que aquellos que pierden a su cónyuge tienen un riesgo considerablemente mayor de sufrir depresión, ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y mortalidad prematura", dice Fagunes en un comunicado. "Sin embargo, este es el primer estudio que confirma que el dolor, independientemente de los niveles de los síntomas depresivos de las personas, puede fomentar la inflamación, lo que a su vez puede causar resultados negativos para la salud".
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