Artículo publicado por VICE México .
Es junio de 2015 y en México están por efectuarse elecciones en algunos estados. El Partido Acción Nacional (PAN) lanza un spot en el que exhibe una colección de relojes de dos millones de pesos. Le pertenece al dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), César Camacho Quiroz, quien pocos días antes ha sido fotografiado con un Patek Philippe en su muñeca. Es similar a uno que posee el actor de Hollywood, Brad Pitt, o a otro del expresidente de Francia, Nicolás Sarkozy. En el anuncio, un trajeado joven en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México y una mujer que barre afuera de su casa, supuestos personajes verídicos, responden sobre el hecho. El crítico mensaje de que un político mexicano se atreva a tener relojes de lujo parece lógico: en ese momento, México está hundido en el sitio 95 de 168 países en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional (actualmente está peor: en el 135 de 180).
Pero las cosas no le salen bien al PAN. El spot es prohibido por el Instituto Nacional Electoral por “calumnioso”. Y cuando apenas lleva unos días fuera del aire la revista Proceso publica que el responsable de su contenido, Marcelo García Almaguer, es también coleccionista de relojes de lujo, algunos de la misma marca y hasta de precios similares a los que usa Camacho Quiroz. Es difundida la declaración patrimonial que presentó como director de comunicación social del gobierno de Rafael Moreno Valle en Puebla. En el documento aparecen siete relojes, tres de ellos Rolex, otros tres Piaget, Patek Philippe y Elgin Shockmaster; y uno más, Louis Vuitton. Juntos tienen un valor de 1 millón 173 mil 500 pesos.
Estos no son los únicos episodios de relojes protagonizados por políticos mexicanos. En un domingo de 2014, Alfonso Navarrete Prida, secretario del Trabajo y Previsión Social (sería secretario de Gobernación en el último año de gobierno de Enrique Peña Nieto), es asaltado mientras atraviesa el túnel que conduce al centro comercial Antara en Polanco, uno de los más exclusivos en la Ciudad de México. El ladrón acaso no sabe quién es su víctima y le pide una sola cosa de las que aquella tarde lleva el funcionario: su Patek Philippe.
Lujos en medio de escándalos de corrupción
Una muestra de declaraciones patrimoniales de exintegrantes del gabinete federal presentadas ante la Secretaría de la Función Pública y la plataforma 3de3, revisada por VICE, refleja que, para los políticos mexicanos, el reloj de lujo conforma algo más que un simple instrumento para medir el paso del tiempo. De acuerdo con una consulta en las páginas de las empresas fabricantes, se trata de relojes forjados a mano, con la carátula, las manecillas y hasta el engranaje de oro. Algunos, marcan las horas con piedras preciosas. No hay marca, de las consumidas por estos políticos mexicanos, que no ofrezca exclusividad, lujo y fineza.
Además de Camacho Quiroz, García Almaguer y Navarrete Prida, tienen colecciones de relojes Enrique Peña Nieto, expresidente de México; Rafael Pacchiano Alamán, extitular de la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat); Emilio Lozoya Austin, exdirector de Petróleos Mexicanos (Pemex); Enrique Ochoa Reza, exdirector de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y exdirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI); Emilio Chuayffet Chemor, exsecretario de Educación Pública (SEP) y Humberto Castillejos, exconsejero jurídico de Peña Nieto.
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En este amor evidente a los relojes, Lozoya Austin, el exdirector de Pemex, señalado de recibir supuestos sobornos de OHL y Oderbrecht, aparece como uno de los más constantes. En 2003, habría pagado 40 mil dólares (unos 800 mil pesos) por un Patek Philippe; en 2005 se hizo de otro de la misma firma por el mismo precio; un año después habría adquirido un Frank Muller por la misma cantidad. Quien en el peñanietismo fue uno de los funcionarios más rutilantes y luego uno de los más señalados en escándalos de corrupción, dejó de comprar relojes unos años, pero volvió a hacerlo en 2010, cuando se hizo de otro Patek Philippe Nautilus que le habría costado también 40 mil dólares.
Según su declaración patrimonial, Lozoya Austin ya poseía relojes cuando se integró al gabinete peñanietista. Los adquirió cuando trabajaba como oficial de inversiones en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una posición que ocupó de 2003 a 2006, y después como director en jefe para América Latina del Foro Económico Mundial, cargo que dejó en 2009.
'Yo tengo buen gusto y me lo puedo pagar'
Declarados en el genérico “joyas”, los relojes son una pieza que no destaca entre las posesiones de los funcionarios en sus declaraciones patrimoniales. Hay quienes apenas los mencionan sin precisar la marca ni cuánto costaron. Por ejemplo, Enrique Peña Nieto informó que los suyos los compró al contado en 2007 (era gobernador del Estado de México) y recibió algunos otros en 2011 (fue el año en que el PRI lo palomeó como candidato a la Presidencia) por “donación” de su mamá, pero no expuso su valor. A su vez, Jesús Alfonso Navarrete Prida, el funcionario que padeció el atraco en 2014, sólo dijo que adquirió una colección en 2005.
Pacchianno, el exsecretario de Medio Ambiente, informó que posee cuatro relojes. Su colección la empezó en 1992 con un Rolex GMT Acero. En 2010, adquirió un Rolex Submariner, un Audemars Piguet Royal y un Panerai Luminor Marina. Según la plataforma de relojes de lujo Chrono24, los tres primeros tienen un valor en este momento de poco más de cien mil pesos. El último es de 75 mil pesos.
Los sindicalistas también han mostrado su gusto por este tipo de lujos: José Carlos Torres García, de la Federación Nacional de Sindicatos Bancarios, y Víctor Flores, dirigente de los ferrocarrileros, llamaron la atención por ello durante la ceremonia del 80 aniversario de la CTM.
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Especialista en psicología del poder, Eduardo Murueta Reyes, director de la Asociación Mexicana de Alternativas en Psicología (AMAP), dice que “en un sistema de poder enfermo y distorsionado, el reloj de los políticos se convirtió en el signo más visible de un status que marca una distancia con los ciudadanos. Es la declaración de ‘no soy igual a ti porque yo he tenido éxito’. Es el decir, ‘yo tengo buen gusto y me lo puedo pagar’”. Para Alfredo Paredes Zamora, consultor de imagen pública de Capitol Consulting & Communications, se trata de un adorno que por sí mismo comunica sofisticación, pero en un país en el que la pobreza afecta a la mitad de la población, da a entender que se pertenece a una cúpula en la que pocos pueden estar.
Acaso la única luz que explica, desde la voz de los propios políticos, esta fascinación, la brindó Camacho Quiroz, el exdirigente del PRI que fue el centro del spot del PAN en 2015. Cuando un periodista del diario Reforma le preguntó el porqué de su colección de relojes tan caros, expresó, sin sonrojo: “Me ha cautivado siempre el fenómeno del tiempo... Yo creo que tengo unos ocho. El más costoso es uno del que dieron cuenta los medios, un reloj Patek Philippe”.
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