Artículo publicado por VICE México.
Crecer implica muchos retos. Uno de ellos, quizá de los más trascendentales y menos valorados, es el de sentarte con tus papás a ver una película, presenciar contenido sexual y sobrevivir cuerdo para contarle del épico momento de incomodidad a las generaciones venideras.
A todos los ha pasado. Lo mismo con escenas de baja intensidad, que con otras en las que sólo faltaría que escurrieran fluidos de la televisión o la pantalla del cine. Lo único que no cambia es que tus papás son, y serán siempre, tus papás. Y que te ocurra esa situación con ellos nunca puede estar bien.
Hablamos con algunas personas y les pedimos que hicieran memoria de alguna vez que eso les haya pasado. Seguramente sus historias se parecen a tus historias; por eso desde aquí les mandamos a todos un gran abrazo de solidaridad.
Lee abajo lo que nos contaron.
Diego, 32 años
Fue con la película de Réquiem por un sueño. Yo aún no era mayor de edad y fui a verla al cine con mis papás. Lo feo vino en las últimas escenas, cuando Jennifer Connelly está teniendo sexo en vivo por heroína. No pude voltear a ver a mis papás durante los 10 minutos que duró eso. Tuve la cabeza baja casi todo el tiempo.
Lo malo es que, por estar dentro de un cine, no podíamos ponerle pausa a la película e irnos, ni salir por palomitas. Al salir, no discutimos nada al respecto de eso y también fue súper incómodo. Todo fue muy raro.
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Julieta, 32 años
Yo vi American Pie con mis papás en el cine. Fue terrible. Yo tenía entonces unos 13 años y era muy teta. Si salía a divertirme era con mis papás, o con mi hermana. Ese día entramos a la sala donde proyectarían la película y eran puros jóvenes. Yo me senté entre mi madre y padre. No sabía lo que me esperaba.
Después de todas las escenas de sexo que vimos, no hablamos de nada al respecto. Recuerdo que mientras todo eso ocurría en la pantalla, yo no me atrevía a mover siquiera la cabeza. Simplemente no había cómo mejorar la situación.
Luis, 26 años
El único recuerdo que me viene a la mente es, más bien, de algo que le pasó a mi hermano. Él estaba chiquito, viendo la tele. Luego apareció un comercial de una cosa llamada Power Sex, que eran unas pastillas para tener erecciones más duraderas.
Mi hermano preguntó qué era eso y mi mamá le dijo, literal: “eso es Poder Sexo.” Nada más. La conversación se había terminado. Nunca le explicó exactamente de qué se trataba: sólo le tradujo el nombre del producto.
Sandro, 26 años
Fue súper incómodo. Yo tendría como 15 o 16 años, con Secreto en la Montaña. Para entonces, yo ya sabía que era gay, pero no había salido del clóset. Mi mamá y yo estábamos viendo la película y, cuando los protagonistas se van al monte y tienen que dormir en la misma casa de campaña porque hace mucho frío, ella se puso súper rara.
Obviamente, se sobreentendía que habían tenido sexo. Y yo creo que mi mamá para entonces ya suponía que yo era gay, entonces se puso aún más densa. Me dijo que me saliera del cuarto, porque la escena había sido muy fuerte para mí. Yo le rogué que no me sacara, pero al final sí lo hizo.
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Ella se quedó viendo la película con la puerta cerrada y, cuando terminó, no me dijo nada en absoluto. Como si de verdad no hubiera pasado. Yo no supe el final de la peli, hasta años después, cuando la vi solo.
Enrique, 24 años
Recuerdo que empecé a ver Game of Thrones con mis papás. Ya no era chiquito, ni nada por el estilo, y confieso que mi rubor adolescente al momento en que Tyrion está cogiendo con dos prostitutas fue algo intenso para compartir con mis señores padres.
También, claro, cuando poco después sale una escena de incesto y avientan a un niño de una torre. Todo en el mismo capítulo, creo. Estuvo bastante intenso. Por fortuna, mis papás no se alarmaron, ni nada, pero fue raro.
Frida, 26 años
La verdad es que los míos nunca fueron esos papás que pedían que te voltearas en frente a una escena de sexo en la tele. Pero un día vimos Sexo, Pudor y Lágrimas y yo me sentí súper incómoda por obvias razones. Procuré levantarme a la cocina o al baño en cada escena donde salían chichis.
Siempre me ha causado más conflicto a mí, que a mis papás. Propiciar cualquier pretexto para que ellos puedan hablar de su vida sexual me da mucha cosa. Simplemente no puedo.
Beatriz, 28 años
Mi historia es muy ridícula. Fue con una serie noventera que se llamaba Charmed, o Hechiceras. A mí me encantaba y le insistía tanto a mi mamá que se sentara a verla conmigo, que un día por fin aceptó y se instaló conmigo en el sillón.
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Sólo que en ese preciso y maldito capítulo a una de las brujas, Phoebe, se le ocurre darse a uno de los demonios. No hubo nada explícito. Sólo como que se sugería que ambos se iban a la cama y se encerraban. Y ya. Pero eso fue suficiente para que mi madre se enojara tanto, que me mandó a mi cuarto y me prohibió ver Charmed de nuevo.
Recuerdo que hasta me dijo: "Ahora ya entiendo por qué te gusta tanto." Pero no, no entendía. Yo sólo quería que las hechiceras salvaran al mundo del mal. En ese entonces no importaban tanto los hombres, ni las camas, ni los encerrones.
Ollin Velasco https://ift.tt/eA8V8J
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