Artículo publicado por VICE México.
El abuso en el consumo de cocaína, heroína, morfina, alcohol, piedra y otras sustancias llevaron a la fundadora de “Mujeres en superación”, un anexo en Iztapalapa, a una fuerte adicción. Se llama Berenice, es conocida como “La madrina” y lleva 5 años sin consumir alguna sustancia. En los anexos, los padrinos y madrinas son personas que han cumplido satisfactoriamente su estancia para rehabilitarse y que ahora auxilian a otros adictos.
En “Mujeres en superación” buscan rehabilitar a las anexadas con actividades diversas para hacer del encierro un momento más llevadero, ofrecen terapia espiritual, box, talleres de manualidades y un espacio obligado de liberación catártica, que son una serie de juntas donde las mujeres suben a la tribuna para contar su experiencia con la drogas —y una que otra vez a maldecir por el motivo que las llevó al anexo—. Su fundadora asegura que las anexadas son apoyadas dejando de lado “la terapia cavernícola”, que se basa en maltratos y mentadas de madre.
Entre aplausos y miradas desencajadas, los espectadores se ven reflejados, disfrutan la puesta en escena que se presenta, son familiares de las adictas que se reúnen para visitarlas y recaudar fondos para “Mujeres en superación” un anexo femenil al que VICE tuvo acceso para platicar con algunas de las mujeres que siguen en la lucha por disolver sus adicciones.
Conversamos con ellas sobre su experiencia de vida, sus sueños y cómo ha sido vivir en estos sitios, lee sus historias abajo.
Beatriz, 53 años
Fui trabajadora sexual durante 30 años, de eso no me arrepiento, me fue bien, saqué mis gastos adelante. Pero ahí empecé a consumir droga, a los 18 años solo fumaba marihuana, me gustaba porque me relajaba. Años más adelante mi madre se enfermó, los gastos se incrementaron, tenía que trabajar, estar en la casa y cuidarla. Para aguantar mi rutina del día agarré la piedra y el perico, duraba hasta ocho o 15 días sin dormir, consumía puro alcohol droga y cigarrillo.
A los 39 años murió mi madre, me aislé, según yo para vivir mi duelo. Deje a mi familia y llegué a la calle, termine durmiendo entre casas de cartón, levantaba la comida del suelo y me sabia riquísima. Seguía en el trabajo sexual y aunque todos los días me bañaba, me ponía el mismo vestido y calzón, no me importaba mi persona, además dejaron de acercarse los clientes. Toque fondo después de tres pasones —sobredosis de drogas— en el último casi me muero de un infarto, hoy tengo una arritmia en el corazón. Un cliente me ayudó y me llevó al grupo de “Drogadictos anónimos”, es un lugar mixto hay 37 grupos en todo el país y cuatros en Estados Unidos.
En el grupo me enseñaron a controlar mis emociones, me gusta porque trabajan mucho la espiritualidad, la modalidad es no estar encerrada, puedes entrar y salir cuando lo decidas, lo que es igual son las juntas donde platicamos como ha sido nuestra vida como adictos. Pero deje de ir 13 años. Mi drogadicción va de la mano con mi estado de ánimo y en el 2018 recaí tras la muerte de mi hermano.
Esta ocasión estuve cuatro meses en “Drogadictos anónimos”, siento que es un buen grupo porque he visto a varios que si se recuperan, además, hay visitas de defensores de derechos humanos para verificar que a los internos se les trate dignamente.
Pasé por varios anexos, pero el peor fue “Fuera de serie”. Los tratamientos ahí se basan en el maltrato: Cuando estaba viviendo en la calle la gente me tachaba de apestosa, y a veces querían robarme las pocas pertenencias que tenía, entre ellas la droga. En ese entonces tenía una pareja que también se drogaba, el grupo me ayudó a dejar de drogarme, pero yo salí enojada y resentida.
En “Fuera de serie” había maltratos, humillaciones, baños con agua fría, el guía se masturbaba con mi ropa interior, cuando me bañaba me observaban, me tenían sentada hasta 72 horas y no me dejaban dormir. Mi comida siempre estaba echada a perder. ¡Imagínate! Estás jodida y te madrean, esos grupos no sirven, lo único que estás dejando es de drogarte, pero acumulas odio y resentimiento hacia la persona que te llevó. En ese lugar agarras mañas, aprendes de más drogas y quieres probarlas.
Influye mucho donde te lleven, pero creo que hay que dejar al adicto que toque fondo, sino nunca va a cambiar. Los programas deben de ser de prevención, pero los familiares tienen que investigar a donde van a llevar a su paciente antes de anexarlos y aceptar que la drogadicción es una enfermedad.
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Natalia Escobar http://bit.ly/2CC34vo
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