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lunes, 7 de enero de 2019

“Vamos a defender lo que hemos construido”: Un cuarto de siglo del movimiento zapatista

El movimiento zapatista cumple 25 años. No por Marcos, o Galeano o Pedro, comandantes Insurgentes cruciales en la estrategia militar y de comunicación política, pero no los artífices de la determinación, la voluntad y el tesón de los pueblos originarios. Eso sale de una ira organizada después de 527 años de explotación y marginación. En la que en plena década de los ochenta en el sureste mexicano, aún se creía que el indígena no tenía alma y debía bajarse de la banqueta si venía algún mestizo caminando sobre ella.

Más allá del pasamontaña, son los zapatistas indígenas de a pie que han buscado una posibilidad ética a la que entregar su lealtad hacia una sobrevivencia digna. Y como zapatista de a pie me refiero al pueblo indígena que vive en las montañas, el que resiste y construye desde el reconocimiento de su propia vulnerabilidad: la cafetalera, el carpintero, el taquero, la poeta, también el insurgente que en los 11 días de guerra armada entre el EZLN y el ejército mexicano, debía beberse su propia orina para sobrevivir, para poder defender una lucha que era de ideas, de pensamientos; que ha buscado exhaustivamente un principio en donde poder reflexionar de nuestros dolores y esperanzas desde el pensamiento crítico para resistir con rebeldía a el sistema neoliberal.

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Si hay algo que ha tronado las izquierdas en el mundo, es la búsqueda feroz de protagonismo. Mientras tanto, los solitarios pueblos originarios que integran el Congreso Nacional Indígena, incluido el Concejo Indígena de Gobierno y el EZLN, ya dieron su posición. Esto es que con la profundización de la guerra capitalista también los pueblos profundizaran la resistencia y rebeldía:

“Las mineras con las que pactaron, los megaproyectos en el istmo de Tehuantepec, el inmoral proyecto del tren maya, la devastación y privatización para sembrar plantaciones forestales industriales en la selva lacandona y la enajenación territorial al gran capital que son las Zonas Económicas Especiales se toparán de frente con el verdadero poder, el de abajo. Ese que no se rinde, que no se vende y no claudica, porque hacerlo es sabernos muertos como pueblos”, concluye Moisés. 527, 35 ó 25 años: los pueblos originarios resisten desde la soledad para cuidar los recursos naturales que aún nos quedan y que nos enorgullecen tanto cuando le hablamos al mundo de eso llamado México.

Luis Alberto González Arenas http://bit.ly/2QteV3Z

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