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miércoles, 23 de enero de 2019

Conoce a las personas que creen que los cigarrillos son saludables

Artículo publicado originalmente por VICE Australia.

En un video de Facebook publicado el año pasado, un tipo llamado Joey Rocha anunció desde su sala más bien desordenada que el humo del tabaco no da cáncer. "El tabaco es bueno para uno", implora mientras detrás de él un bebé se sacude en una silla. "Puede que sea contrario a todo lo que han escuchado antes, pero como con todo lo demás: mienten".

En el video de tres minutos, que actualmente tiene menos de 1.000 reproducciones, Rocha afirma que la nicotina mejora el rendimiento y que los filtros de los cigarrillos son los verdaderos cancerígenos. Es una afirmación descabellada, y una que soporta con evidencia fascinantemente escasa, pero para Joey —siendo un vlogger entusiasta creyente de las teorías de la Tierra plana— tiene mucho sentido. Porque hace parte de un subgrupo de teóricos de la conspiración que afirman que los efectos negativos del tabaco para la salud son exagerados, e incluso potencialmente ficticios.

Libros, artículos, blogs, e incluso una conferencia de 2009 reflejan cómo el movimiento está sorprendentemente bien organizado. Figuras públicas, como el fundador del software de antivirus Mcafee, John Mcafee, y el demagogo del Brexit Nigel Farage también han expresado sus dudas públicamente sobre la relación del tabaco con la enfermedad. La comunidad también se refiere frecuentemente a Ian Dunbar, un doctor británico quien ha publicado dos libros y ha presentado muchos vídeos de YouTube afirmando que "fumar debería ser permitido en cualquier lugar, pero el prejuicio cultural totalitario —una declaración similar al racismo— lo prohíbe".

Fumar tabaco ha sido ampliamente reconocido como peligroso desde 1950, cuando el epidemiólogo británico Richard Doll publicó el primer estudio concluyente que conectaba a la acción de fumar con el cáncer de pulmón. Desde entonces, han existido múltiples estudios encontrando una y otra vez que los pulmones humanos simplemente no han evolucionado lo suficiente para resistir la inhalación de humo regular. Y aunque siempre han habido detractores, usualmente son personas a favor de la industria del tabaco, y no gente común que no obtiene ninguna ganancia de ello como Joey Rocha.

La teoría fomentada por personas como Joey es más matizada que la simple afirmación "el tabaco es bueno". En cambio, el grupo en general cree que los peligros están sobre-exagerados, mientras que sus beneficios medicinales están sub-representados; y lo que es interesante es que el argumento no es por completo carente de fundamentos.

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En 2003, un estudio exhaustivo de California encontró que la conexión entre la exposición al humo de fumadores pasivos y la enfermedad era más débil de lo que inicialmente se creía. Estudios posteriores también sugirieron que el tabaco y su nicotina alcaloide podría ofrecer beneficios potenciales, tales como un meta-análisis de 2015 que encontró un riesgo levemente reducido de Parkinson en los fumadores.

Sin embargo, es importante señalar que tales estudios no encontraron que el tabaco sea seguro, y que los leves beneficios para la salud no compensan los riesgos. Pero según Richard White, el autor de 32 años de Smoke Screens: The Truth Behind Tobacco, tales hallazgos clarifican la politización del problema. "[Esta] no es una teoría conspirativa", le escribió a VICE vía Facebook messenger.

En el mundo de las teorías conspirativas, Richard representa una figura inusual. Es calmado y al parecer imparcial, y consolida sus afirmaciones con investigaciones y estudios. Pero por otro lado, no es un científico, sino que es un tipo común que trabaja en mercadeo. Dice que decidió escribir el libro después de compilar información tras el diagnóstico de cáncer de su abuela. Y sorpresivamente, dejó de fumar desde la publicación del libro. Pero aunque Richard se distancia de la etiqueta de conspiracionista, —vendiéndose a sí mismo no como un pro-fumadores, sino como "alguien motivado por la verdad"— afirma que no todas las preguntas han sido respondidas.

"[La] palabra "causa" es muy certera", dice. "Creo que uno puede ver efectos en fumar. Uno reconoce la tos de un fumador... Hay indicadores, pero eso no significa necesariamente que causa enfermedad".

Richard afirma que los doctores muestran un sesgo de detección cuando tratan a fumadores y que las ratas y los ratones con predisposiciones al cáncer son usados para producir los resultados deseados. En cuanto a por qué supuestamente esto ocurre, Richard argumenta que hay grupos de presión anti-fumadores y farmacéuticos que influencian a la comunidad científica.

"Lo que es importante para mí es que, sí, me interesa la verdad, pero tiene que haber integridad aquí. Necesitamos ser capaces de confiar en la ciencia. Necesitamos fuentes que generen confianza. Necesitamos tener transparencia", afirma Richard.

Por supuesto, el escepticismo de Richard solo recibe exasperación de parte de quienes practican medicina, como el Dr. Stephen Hecht. "Los cigarrillos tienen todas las características de algo que causa una enfermedad", le dice Stephen a VICE vía telefónica. "Los cigarrillos tienen múltiples agentes que causan cáncer al fumarlos. Y además, conocemos por muchos, muchos estudios que estos agentes causan mutaciones en el ADN que son vistas en genes que sabemos que están presentes en el cáncer".

Stephen es profesor Wallin Land Grant de Prevención de Cáncer en el Departamento de Medicina y Patología de Laboratorio en la Universidad de Minnesota. Él explica que aunque pueda que el cáncer solo se presente en el 20 por ciento de los fumadores, no deberíamos ignorar el hecho de que los fumadores son 20 veces más propensos a desarrollar cáncer de pulmón. Además, argumenta que aunque algunos estudios encuentren datos contradictorios, no significa que desaprueben todo.

"[Los efectos son] abrumadoramente negativos", dice. "Por mucho. No caigan en la trampa. Es absoluta y abrumadoramente negativo".

Negativos, pero no absolutamente y definitivamente fatales; y esa falta de certeza está realmente en medio de todo el movimiento. Con toda la retórica gráfica y emotiva anti-fumadores que se usa para justificar el aumento de precios y regulaciones, cada fumador que no muere genera algo de dudas. Y esto fue lo que escuchamos de personas que comparten y comentan videos conspirativos a favor de fumar.

"Creo que el tabaco en sí mismo no es dañino... Pero también sé que las compañías de tabaco ponen ingredientes en él para causar adicción", dice Olga Glišić, una mujer serbia de 55 años que ha fumado por 38 años.

La conclusión de Olga, según explica, proviene simplemente de la experiencia. Olga, junto con su comunidad de amigos y familia, todos fuman. Aún así, ninguno está enfermo. Incluso su hijo está completamente sano, a pesar de que Olga fumaba mientras él estuvo en su útero. Esta experiencia se presta así misma para dudar de los expertos. También en una declaración no relacionada con el tema, Olga menciona su renuencia a estar cerca de anti-fumadores por la forma en que la hacen sentir: "Creo que los anti-fumadores son agresivos, y no necesito, a mi edad, alguien que me enseñe lo que está bien o mal".

Esta idea de que la experiencia personal y las emocionas triunfan sobre las recomendaciones de expertos, parece integral para la comunidad pro-fumadora, como para muchos otros grupos conspirativos. De hecho, en esta era de posverdad en la cual todo es sometido a una opinión, quizás no sorprende encontrar a un grupo de gente comprometido con "desmitificar" la toxicidad de fumar. Lo cual es una tragedia, porque como con el cambio climático, la inmigración, y la vacunación, hay millones de vidas en riesgo.

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Sam Nichols http://bit.ly/2WcQD2h

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