Artículo publicado por VICE México.
Enrique Landeros es El Padrino. Así lo conocen desde hace años en los alrededores de la Glorieta de Insurgentes, en la CDMX. El hombre es una celebridad y su taquería, del mismo nombre, también.
“La comida de este compa nos ha salvado a todos por lo menos una vez”, dice un hombre que le pone guacamole a un plato rebosante de pico de gallo, salsas, rábanos y cuanto ingrediente extra existe en la barra del negocio, alojado en una caseta metálica anclada a la banqueta.
El repertorio del sitio es amplio: hay arroz, arroz con huevo, bistec, pechuga capeada, chuleta, longaniza, campechanos, pollo, pechuga, choriqueso, costilla, aguja, pollo con queso, T-bone, rib eye, filete de pescado, wagyu y salmón. Y según El Padrino, todos los tacos tienen su cierto caché, pues las tres personas que lo ayudan —entre ellas, su esposa— sólo cocinan con aceite de oliva.
“Soy aficionado del vino y de otros pequeños lujos de la vida que podemos darnos, después de haber trabajado tan duro. Me encantaría que mis tacos pudieran comérselos con un buen tinto, pero si lo hago me lleva la policía. Acá en la calle no se puede”.
*
La taquería El Padrino es 24 horas y se trabaja en dos turnos. Al señor Enrique siempre le toca el de la tarde, que termina en la madrugada del día siguiente. Dice que hasta hace algunos años, cuando en la zona todavía existían numerosos table dance, muchos de sus clientes nocturnos eran strippers y bailarinas exóticas.
“Algunos aún nos visitan, pero la mayoría de los que vienen ahora son oficinistas, albañiles, oficiales de tránsito, gente que pasa y se antoja. No los culpo, la verdad es que mis tacos sí son una cosa muy elevada”, afirma El Padrino, al tiempo que le hace una reverencia a un par de jóvenes que se sientan y piden “dos de chuleta, por favor”.
Ollin Velasco http://bit.ly/2QYlHij
No hay comentarios:
Publicar un comentario